21. ALMA GEMELA


El café estaba caliente, la fragancia del cigarrillo era dulce y el olor a lluvia ponía la mejor atmósfera para el romance. Él tenía el cabello mojado, su mirada transmitía un fuerte deseo  manteniendo su pose de hombre maduro/seductor. Me agradaba esa pose y su talento para convencer a las inocentes que creían en su palabra. Me tomó de la mano suavemente y habló:

―Quiero que sepas que eres mi alma gemela.

―¡Jajajaja! No lo eres, de eso estoy segura, este juego ya no funciona conmigo.

―Cómo puedes estarlo, no puedo sacarte de mi mente, ya han pasado 15 años.

―Estoy casada Fer, tengo hijos y tú insistes en esas bobadas.

―No son bobadas, eso es porque aún te quiero, y tú me quieres... Lo sé..., sino no hubieras venido. Aprovechemos que estás de pasada por la ciudad. 

―Y qué pasa con tu mujer y tus hijos.

―Cometí muchos errores, tenía miedo del compromiso y no quería hacerte daño... Hasta que al fin después de tanto lo he comprendido. Todo lo que siento tiene una explicación: "Eres mi alma gemela".

―No eres mi alma gemela, te amé y ahora no siento más que simpatía por ti. Tu propuesta termina muy mal para ambos. Este café significa el punto final, tenía que decírtelo, así es como cierro esta historia.

―Lo dices por despecho, siempre te amaré. Eres mi alma gemela y eso no va a cambiar.

―Eres lindo, pero ingenuo. Poeta y amante de lo imposible. Amas el deseo, el romance y la conquista... pero tienes que crecer. Las almas gemelas no destruyen a sus otras almas gemelas.

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