Capítulo 15: Familia

Favor de leer el anuncio del último cap (17)

Espero les guste.

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PALOMA

Mientras le doy pecho a Mariano, veo a Lorenzo en la puerta de la habitación, mirándome con la preocupación que sé que yo también tengo encima. Tomo aire y de repente quiero ponerme a llorar de incertidumbre. ¿Cómo puede ser que Hernan le haya hecho eso a Andrea? Sé que ha sido el peor padre que he conocido en toda mi vida y que con mi madre fue un imbécil, ¿pero llegar a ser golpeador? ¡Eso ni siquiera lo creí jamás! Es todo tan raro y preocupante que no quiero volver a verlo nunca más, ni quiero que se les acerque a mi madre y a mi hijo.

—Prometí que jamás volvería a hacerles daño, Piraña —dice, y el solo recordatorio logra que finalmente me ponga a llorar pero sin hacer ruido. Mariano justo se ha quedado dormido, por lo que me levanto y salgo junto a Lorenzo para hablar.

—Les di todos sus datos para que Andrea lo denuncie —confieso y trato de no sollozar—. Es que esto es inaudito, ¿qué tiene en la cabeza ese hombre, Lorenzo? Si nos abandonó porque lo teníamos harto.

Nos sentamos en el sofá y él me abraza, sobando mi espalda. Su calidez me reconforta lo suficiente como para calmarme una milésima. Me seca algunas lágrimas y besa cada área por donde caen.

—Estarán seguros aquí, sé que no es algo que exactamente querías ahora, pero vivan conmigo y permíteme cuidarlos. —Suspira—. Mañana traeremos a tu madre aquí, le adaptaremos una de las habitaciones, le compraremos una cuna a Mariano para que esté seguro en nuestra habitación y también me encargaré de poner a alguien de seguridad para que ella, Mariano y Rosalía estén bien, también aumentaremos la seguridad en la empresa y me encargaré de boletinar entre los empleados sus descripciones para que no lo dejen pasar, ¿estás de acuerdo?

Sin poder creer lo que me está diciendo, solo puedo mirarlo, asentir y seguir llorando, no puedo hacerme la fuerte en estos momentos, mi padre le ha hecho daño a mi mejor amiga y nos está buscando a mi madre y a mí, y por supuesto que es evidente que no para algo bueno.

La última vez que lo vi, estaba ebrio y exigía que mamá le entregara algo, le gritó que la detestaba y que nunca más volvería a estar con ella en ningún sentido, que la dejaría. Todo lo escuché desde mi habitación, estaba haciendo la tarea, tenía apretado mi lápiz y mis lágrimas salían sin hacer mucho esfuerzo, traté, con todas mis fuerzas, concentrarme en lo que escribía pero solo logré reventar la punta del lápiz y lastimarme los dedos. Cuando finalmente se fue, salí a abrazar a mamá, quien, devastada, estaba sentada en el suelo, mirando la puerta por donde había salido su esposo, abandonándola.

—Por meses creí que había sido mi culpa —digo a Lorenzo, después de contarle sobre esa noche—. Pero mi madre, tan buena a pesar de todo, me repitió que ni ella ni yo teníamos la culpa de que él decidiera irse.

—Así es, preciosa. —Besa mi cabeza—. ¿Vas a decirle a ella lo que pasó?

De repente siento ganas de ponerme a llorar de nuevo pero me reprimo.

—Dios, es verdad, no había pensado en hablarlo con ella, ¿crees que sea correcto? —Me muerdo las uñas y volteo a verlo—. La verdad sé que sí debo decirle, pero ahora no creo que sea buen momento, recién retomó las terapias, ¿y si eso afecta un poco su avance? Me da miedo lastimarla con este tema, ella sufrió mucho.

Luego de desahogar un poco mi llanto Lorenzo me sugiere que nos tomemos una ducha juntos y, pese a que solo nos paramos en la regadera, abrazados, me sirve para relajarme un poco más con el tema.

—Oye, acabo de recordar que Mariano está por cumplir once meses, ya casi un año, caray —dice Lorenzo de repente, mirando a Mariano, mientras se prepara para dormir. Está buscando su pijama, ya trae los bóxeres puestos.

Yo, sentada desde la orilla de la cama, esperándolo para acomodarnos, sonrío de solo pensar en el momento en el que mi bebé nació y cuánto ha cambiado hasta ahora. Tiene los cachetes regordetes y le ha crecido más el cabello, nos observa más cuando está despierto y nos sonríe cuando está alegre. Es más consciente de lo que está a su al rededor.

—Caray, once meses, ¡es que no puedo creerlo! —Pronto siento que voy a llorar de nuevo, pero esta vez no es el mismo sentimiento malo, estoy tan emocionada de saber que cada vez estoy más cerca de que Mariano finalmente empiece a caminar por todos lados—. Aún recuerdo el día que nació, fue caótico y gracioso.

—Uh, interesante, ¿me quieres contar?

Lorenzo logra que me calme por completo y hasta palmeo la cama, invitándolo a sentarse junto a mí para contarle. Ni siquiera lo dejé cambiarse.

—Andrea había salido por unas cosas que faltaban para la comida, yo me sentía pesada y preferí sentarme en la cama un rato mientras mamá acomodaba la mesa. Me dio la primera contracción, pegué un brinco y dije una grosería fuerte. —Me río—. Mamá entró a regañarme pero vio lo que pasaba y yo me excusé con que me dolía como el demonio y que podía decir lo que se me diera la gana para contrarrestar el dolor, ella se empezó a reír y asintió, luego fue a buscar a Antonio y este entró en pánico peor que yo misma, le da miedo la sangre y temía que yo sangrara en cualquier momento.

De repente se me ocurre el qué habrá pensado al ver la sangre en la cara de Andrea, en sus labios, y se me estruja el pecho. Supongo que fue valiente por Andrea. Me muerdo los labios y niego con la cabeza. Andrea está bien y eso es lo importante.

—Tuve que bajar escaleras, quejándome de dolor, y se me rompió la fuente justo en los últimos escalones, por fortuna estaban ahí ya los paramédicos y me subieron a la camilla. En la ambulancia aun seguí mentando madres. —Me toco el pecho, recordando lo que pasó después exactamente—. Mariano nació a unos segundos antes de llegar al hospital, Antonio fue quien me acompañó porque mamá tenía miedo de subir a la ambulancia y Andrea aun no llegaba de la tienda.

—Déjame adivinar —Lorenzo trae una sonrisa grande—: Antonio se desmayó.

—Sí. —Suelto otra risita y él se ríe conmigo—. El paramédico le enseñó a Mariano, felicitándolo, pensando que era el padre, y Antonio solo apuntó a decir "es como mi sobrino, pero gracias" antes de desmayarse, yo le expliqué todo al paramédico, claro, y luego me puso a Mariano justo aquí.

Hago la muestra con mis brazos, representando el pequeño espacio en mi pecho, en donde finalmente pude tener a mi hijo por primera vez. Siento que se me sale una lágrima de solo recordar su carita y de cómo abrió los ojos solo unos segundos para verme y calmar su primer llanto.

—Ese día renací yo, amor —digo y suspiro—. Después de tantos malos ratos, estaba viendo por primera vez al ser al que tanto le prometí cuidar desde que estaba en la panza.

Acomodo mis manos a mis costados y veo a Lorenzo a los ojos, preocupada.

—Y por esa promesa es que no puedo permitir que Hernan se le acerque a mi Mariano.

—Y no se le va a acercar, Piraña, ni a ti, ya lo he prometido yo también, los voy a cuidar con mi vida si es necesario, son mi familia ahora y nadie va a venir a desequilibrar a mi familia.

Familia. Mi corazón da un exagerado vuelco y late tan desesperado como las ganas que tengo de sellar y aceptar su promesa con un beso. Así que me acomodo en su regazo antes de tomar su boca y disfrutar de lo arrebatador que se siente besar a este hombre. Amo cómo toca cada parte de mi cuerpo mientras me devora la boca. También amo tocarlo yo en el proceso.

—Vale, vale. —Se ríe, agitado, y me separa de él. Yo protesto con un quejido—. Vamos a dormir, mañana hay que ir a trabajar.

—¿No podemos llegar tarde un día, jefecito? —Me sorprendo de mis palabras pero no se lo hago saber porque de todos modos mi cuerpo está demasiado caliente como para razonar—. Además, no creo que, por unos minutos... o una hora más tarde que durmamos, nos vayamos a levantar tarde.

Se vuelve a reír pero me toma en brazos para llevarme a la sala, sin hacer mucho ruido para no despertar a Mariano

—Eres una adicta, ¿sabías? —Me deposita en el sofá más grande y se hinca para comenzar a quitarme el pijama—. Pero no estoy en potestad de quejarme, me gusta que te sientas como yo ahora mismo. Me has vuelto un adicto a ti, Piraña.

Me deja completamente desnuda antes de ser él el que comience a quitarse lo único que trae encima: sus bóxeres. Yo me muerdo los labios con la suficiente hambre como para permitir que me haga olvidarme hasta de mi nombre ahora mismo.

***

Llegamos media hora tarde a la oficina. Sí, nos quedamos dormidos. Traigo la ansiedad al borde puesto que dejé a Mariano con Lore y mi mamá sin hablarles de lo que pasó ayer, a pesar de que estaban confundidas de que no llegara a llevarme a mamá con Andrea, como lo había prometido. Incluso, dificultosamente, mamá me trató de preguntar por qué habíamos llegado tarde y yo solo apunté a decir que me alegraba que intentara hablar más.

Definitivamente debo decirle lo que pasa, pero necesito tiempo y tener la certeza de que estará segura en casa de Lorenzo con Rosalía y los guardaespaldas que tendrán.

—¡Tania! —Lorenzo se sorprende al ver a la susodicha en la oficina, de brazos cruzados y con el ceño fruncido, el cual borra al vernos llegar y corre a abrazarnos a los dos—. ¿Cómo te fue en tu viaje?

—Oh, bien, no los extrañé tanto. —Se ríe y se separa un poco de nosotros para vernos con detalle—. ¿Por qué llegaron tarde?

—Nos levantamos tarde —digo y me separo para ir a mi escritorio, totalmente nerviosa. Es que por supuesto que Tania hará preguntas incómodas y, entre menos contacto visual haya, mejor para mí—. ¿Disfrutaste tu luna de miel?

Por fortuna, su emoción evita que hable de otra cosa que no sea ella y nos cuenta, animadamente, lo bien que se la pasó, mientras, entre los tres, organizamos todo el mes. Ayer ya ni tuve tiempo de nada, y no es queja, pero, por mis decisiones calenturientas, hoy tengo mucho trabajo.

A la hora del almuerzo, los tres vamos a la cafetería de la empresa.

—Johan nos invitó a una cena formal este fin de semana —dice Tania de repente, como si lo recordara al instante—. La verdad iba a rechazarlo, pero creo que ese pobre hombre solo quiere una sana convivencia, así que le dije que iríamos, ¿te parece? Igual puedes decirle que tienes otro compromiso.

Lorenzo niega con la cabeza, sonriendo.

—No, está bien, iremos, ¿quieres que nos vayamos los cuatro en mi auto? Para no complicarnos la puntualidad. —Se mete un bocado de ensalada a la boca.

Tania me mira con la ceja alzada y yo solo apunto a meterme un bocado yo también para no decir nada.

—¿Hay algo que no me estén diciendo ustedes dos? ¿Me voy dos semanas, ustedes copulan y no me quieren contar?

Lorenzo comienza a toser porque ella lo dijo mientras él estaba tomando un trago de agua. Yo palmeo un poco su espalda, tratando de no reírme y demostrar lo sonrojada que seguramente estoy.

—Tania, ¿qué te pasa? —la reprende él—. No puedes...

—A ver, ya, ustedes dos han estado raros hoy, no pude evitar pensar en eso, además, Lorenzo, sabes bien que Johan es muy conservador y justo cree que Paloma es tu novia, si la vas a llevar, es porque fingirán o algo, porque dudo que quieras molestar a Johan diciéndole la verdad, siento que para él es como un crimen no tener pareja o familia, es raro —mientras lo dice, nos hace una sonrisa de advertencia, como esperando a que entendamos que "no es un juego" la situación—. Ese hombre es soledadfobico.

Su comentario final nos hace reír tanto que a Lorenzo no se le termina por pasar la tos. Negando con la cabeza, trata de controlarse.

—Vale, razonable tu preocupación —dice y después aclara su garganta—. Irás tú con tu esposo a esa cena y yo iré con mi novia, aquí nadie hará enojar al señor Johan.

Tania se nos queda viendo, confundida, sin procesar bien las palabras de Lorenzo, por lo que él toma mi mano y repite lo de "su novia".

—Santo Dios —dice ella, sonríe ampliamente y se toca el pecho, emocionada—. Me alegra mucho saber que son novios. —Hace como si fuera a llorar y se limpia unas inexistentes lágrimas—. Creí que debía hacer de Cupido cuando volviera, pero qué bueno que lo han resuelto ustedes solos.

Me toco la cara, la tengo muy caliente, y de repente quiero llorar de nuevo, esta vez de una especie de emoción.

Tengo novio. Y no solo eso, Lorenzo Castro es mi novio. Qué cosa tan rara. El fin de semana no lo analicé, solo estaba disfrutando de la felicidad que mi corazón estaba sintiendo en ese instante, al saber que estaba compartiendo momentos maravillosos con el hombre que me gusta y con mi hijo, ni siquiera pensaba en que había aceptado el título de novia, pero ahora, que escucho de sus labios, presentarme como su novia oficialmente, pienso en que suena tan hermoso y que no amaría nada más que saber que él me quiere como su novia.

Caray, Andrea tenía razón, estoy enamorada.

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