Romance
Miraculous, les aventures de Ladybug et Chat Noir y sus personajes son propiedad de Thomas Astruc y Zag Entertainment.
Palabras: 2417.
02.- Romance
Si existía una cosa en el mundo en la que Jagged no creía esa era el romance. Tal vez su historial amoroso no ayudaba a que lo hiciese, pero en aquella cama se sentía igual que si hubiese tropezado y aterrizado en mitad de una película romántica. Estaba embobado, mirando a Penny dormir desnuda, con los primeros rayos del sol lamiendo su piel. Serena, inocente, sensual, preciosa.
Recordaba el tacto y el sabor de su piel, la electricidad atrapada en cada caricia, los besos de tantos tipos que no podía llevar la cuenta, los suspiros, los jadeos, los gemidos. Tanta magia desbordada en tan poco rato.
Penny, como si le hubiera oído pensar en ella, abrió los ojos somnolienta, le sonrió y se acurrucó contra su piel, a pesar del calor asfixiante. Las manos de Jagged la rodearon de manera automática, un gesto que había olvidado muchos años atrás.
—¿Has dormido bien? —le preguntó sintiéndose algo incómodo por todas aquellas sensaciones y gestos que estaban aflorando de nuevo a causa de ella.
—Sí, ¿y tú?
—Como un tronco —musitó, aunque no era cierto, se había pasado casi toda la noche mirándola.
Antes de que pudiera darse cuenta sus dedos acariciaron su mejilla y resbalaron por su cuello, la piel de Penny era suave y cálida, su tacto era extraordinario.
Deberían hablar, Jagged, se había pasado la noche entera pensando en ello. Necesitaban aclarar por qué había pasado lo que había pasado. Él sabía por qué se había dejado llevar, pero necesitaba saber por qué lo había hecho ella. Iba a hacerlo, iba a preguntarle, pero los labios de Penny sobre los suyos cortaron el hilo de su pensamiento.
Penny le dio un par de besos suaves y cortos, bajó por su barbilla, besó y mordió su cuello mientras acariciaba su piel desnuda.
Penny sabía que era absurdo, pero se sentía un poco en deuda con él. Tal vez era porque no esperaba que él aceptase aquello de tocarle, lo cierto es que ella se había quedado un poco bloqueada asumiendo un rol pasivo desde el instante en el que Jagged se lanzó de manera definitiva. Bloqueada y aturdida, así se había quedado. Iba a devolverle el favor.
Continuó resbalando por su piel hasta llegar a partes más interesantes. Paseó la punta de su lengua por su envergadura y le lanzó una corta mirada sólo para comprobar que él la estaba mirando. Penny sabía que su experiencia era escasa —sobre todo comparada con la de él—, pero si había algo que se le daba bien era el sexo oral, había tenido un novio obsesionado con ello, pensaba desplegar toda su habilidad en exclusiva para él.
Jagged jadeó sorprendido al sentir la lengua de Penny recorriéndole sin vergüenza y su mano acompañando los movimientos. Era increíble. No recordaba la última vez que alguien le había dado tanto amor matutino. Se incorporó lo suficiente como para poder plantar la mano sobre su cabeza, ella dejó escapar una risita ahogada. No iba a cometer el error de empujarla para buscar el fondo de su garganta o hacer que cambiase de ritmo, porque lo que estaba haciendo y cómo lo estaba haciendo era perfecto.
—Joder, Penny —jadeó complacido—, eres maravillosa.
Ella le dedicó una mirada traviesa y continuó con su labor, lamiendo, succionando y acariciando aquella palpitante erección que se había endurecido al máximo en respuesta a sus atenciones. Jagged dejó escapar un gemido. Ni siquiera había tratado de retenerlo, para qué hacerlo si le estaba volviendo loco. La mano de Penny resbaló por su piel, vientre arriba, para volver a bajar serpenteante y excitante. Como si fuera una experta en los gustos sexuales de Jagged Stone —aquellos que nadie tenía en cuenta porque sólo buscaban un polvo con un famoso—, dejó que resbalase fuera de su boca para poder repartir besos camino arriba mientras su mano continuaba con lo que su boca había dejado a medias.
Sus labios se encontraron y sus lenguas se enredaron con urgencia. Las manos de Jagged se cansaron de estar quietas, se entretuvieron primero con sus pechos, después una se deslizó traviesa por su espalda, se desvió por su cintura y se enterró entre sus piernas. La acarició lentamente, sintiendo cómo se humedecía y su cadera se mecía rogando algo más que caricias.
—Jagged —jadeó en su boca—, hazme el amor.
—Cariño, tus peticiones son tan fáciles de cumplir.
Penny soltó una risita por el paralelismo, porque siempre era ella quien buscaba el modo de satisfacer sus peticiones. Liberó un gemido cuando la giró y se acomodó entre sus piernas. Se frotó contra ella y su cadera respondió de inmediato, aceptando aquel ritmo lento y tortuoso mientras compartían más besos.
Se preguntó, de nuevo, si lo que estaban compartiendo era real; si sus sentimientos eran correspondidos; si aquello era un romance, un calentón o una obligación. Penny gimió y se estremeció bajo él.
—Por favor —susurró anhelante.
—¿Es que tenemos prisa?
No, pero necesitaba que Jagged aplacase, con urgencia, aquel incendio que ardía descontrolado en su interior. Enredó las piernas en su cintura con apremiante necesidad, Jagged captó el mensaje y siendo sincero estaba como ella. La penetró, la embistió con fuerza haciéndola gemir complacida, marcando un ritmo rápido y constante.
El móvil de Penny resonó, olvidado en la mesilla de noche, Jagged dudó aminorando el ritmo dispuesto a permitir que se levantase e interrumpiese aquella maravillosa sesión de sexo mañanero.
—No pares.
Jagged rió tragándose la broma sobre la trabajadora responsable, adicta al móvil, ignorando sus responsabilidades por un buen polvo matutino. Recuperó el ritmo jadeando con ella, fascinado por como sus cuerpos encajaban, la facilidad con la que reaccionaban a las atenciones del otro y con todos los sonidos que escapaban de la garganta de Penny.
Rodó por la cama, arrastrándola con él, intercambiando las posiciones, cediéndole el mando. Penny le miró un instante con timidez, sus mejillas sonrojadas, desconcertada. La vio recomponerse y reajustar su postura, movió las caderas con suavidad, soltándose.
Disfrutó de su visión, de la manera en la que se mecía, de la danza de sus pechos, de su respiración y de su cara de placer. Cuando ella alcanzó el clímax volvió a intercambiar posiciones, besándola en los labios mientras la embestía un par de veces con fuerza hasta acabar también.
Tras una breve sesión de besos y un intercambio de caricias que rozaban la castidad, Penny, abandonó la cama, recuperando el móvil antes de esfumarse. Jagged se quedó tirado entre las sábanas revueltas un rato más, con una sonrisa estúpida en los labios.
Alec le había dicho una vez que lo que necesitaba en la vida era una relación de verdad, que si encontraba a la persona adecuada dejaría de sentir aquel vacío exasperante que trataba de llenar con todos sus estúpidos antojos. Y le jodía, pero tenía que admitir que Alec tenía un poco de razón. Lo que fuera que estaba pasando con Penny había llenado el vacío.
—Échate una novia —farfulló imitando a Alec—. Vive un romance, te irá bien.
Ojalá fuera así, ojalá fuese lo que Penny deseaba.
Salió de la cama, se duchó y vistió. El aire acondicionado seguía sin funcionar, hacía un calor de mil demonios, al menos con todas las ventanas abiertas corría un poco de aire. Sentía que podía derretirse como un helado al sol.
Enfurruñado miró el desayuno sobre la mesa, Penny iba arriba y abajo siguiendo su rutina de trabajo habitual, pegada al teléfono, revisando correos, gestionando la agenda... Bien, de acuerdo, aquello no era un viaje de placer, aunque hubiesen compartido bastante de eso en la cama, era uno de negocios, se suponía que estaba allí para componer temas nuevos y grabar un puñetero álbum innovador.
Se sentó en el sofá con la guitarra bien acomodada en el regazo. Penny pasó por su lado, con el móvil pegado a la oreja y el ceño fruncido, supuso que era Bob. Regresó su atención a la guitarra, ninguna nota surgió, ni tan siquiera se formó idea alguna en su cabeza. Penny pasó de nuevo, ya no parecía enfadada ni molesta, tal vez hablaba con Alec.
Jagged frunció el ceño. Nada. Ni un puñetero acorde se atrevía a pasearse por su cerebro. ¿Era culpa del calor? ¿Era culpa de lo que había ocurrido con Penny? Por Dios, iba a volverse loco, un músico incapaz de componer no tenía futuro.
Penny pasó de nuevo, mirando la pantalla del móvil, Jagged la conocía iba a ponerse a hablar de nuevo, pero no podía dejar escapar la oportunidad, tenía que hablar con ella, tenían que aclarar las cosas.
—Penny...
—¿Necesitas algo?
—Sí, que te sientes.
Obedeció con la sensación de que el tiempo de besos, arrumacos y sexo se había acabado, que se arrepentía de haber dejado que ocurriese.
—Vamos a hablar dos minutos, ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
—Lo que ha pasado ha sido fantástico, pero...
—Ya, lo entiendo —cortó, no quería oír nada que pudiese herirla.
Las manos de Jagged atraparon su rostro y la obligaron a mirarle.
—No estoy seguro de que lo entiendas.
—Jagged, no sé si quiero oírlo.
—Escúchame, ¿de acuerdo?
Penny no quería oírlo, pero asintió. No quería acabar enredada en una discusión con él, no sólo porque se negaría a trabajar en los temas nuevos, sino porque no podría irse al hotel y evitarle.
—Tú no eres como el resto de personas con las que me he acostado a lo largo de mi vida —musitó sin soltarla. Penny lo sabía, le había visto tontear con un sinfín de personas y era consciente de que la lista era muy, muy larga—. Quiero decir que eres mi persona de confianza, mi mánager, una compañera extraordinaria.
—Jagged, lo comprendo, no pasa nada.
—Calla y escúchame, estoy intentando decirte algo importante.
»No me había planteado que pudiera ocurrir nada entre nosotros, siempre he intentado controlarlo, pero ya no hay vuelta atrás, Penny.
»No quiero un escarceo contigo. Aunque te suene ridículo quiero una vida contigo. ¿Lo entiendes?
No, creía que no lo entendía. Ella sólo era una chica del montón, nada destacable, con una experiencia sexual bastante pobre en comparación con la de él.
—Penny, siento cosas por ti.
Le miró sorprendida y estalló en una carcajada, Jagged era consciente de que había sonado ridículo e infantil, por lo que no se ofendió.
—En serio, tantas que a más de la mitad de ellas no sé ponerles nombre.
—¿Estás intentando decirme que estás enamorado de mí?
—Sí, lo intento. Sí, lo estoy. —Le soltó el rostro al ver que había dejado de intentar huir de su lado—. La cuestión es: ¿lo estás tú de mí?
Jagged no era el mejor interpretando a la gente, lo sabía, pero creía haber captado algunos de los mensajes de Penny.
Cuando la akumatizaron, a causa del estrés y la presión, se había dado cuenta de en qué posición tan incómoda la tenía siempre, atrapada entre el tener que complacer sus estúpidos caprichos y el tener que mantener a raya a Bob, también que era sobre ella que recaía cualquier responsabilidad si estaba presente. El abrazo que compartieron decía muchas cosas, la manera en que enterró la cara en su hombro y el suave suspiro cuando él le acarició la espalda. Le había sonado a amor. Después estaba todo aquello de encontrar el modo de satisfacer cualquier estúpida necesidad que le asaltaba.
Así que Jagged creía que Penny estaba enamorada de él, pero no podía estar seguro. Igual sólo le divertía correr arriba y abajo persiguiendo imposibles, quizás sólo disfrutaba de ver a un tío de cuarenta y tantos pidiendo cosas dignas de un adolescente, tal vez sólo le apreciaba.
El silencio de Penny le asustó.
El sonido del timbre les sobresaltó, Penny se levantó del sofá y él no la retuvo.
—Debe de ser el técnico del aire acondicionado.
Jagged movió la mano indicándole que podía ir a abrir sin responderle. Tomó la guitarra y dejó que sus dedos vagasen sobre el mástil sin entonar nada más que un chirrido a causa de la fricción. Suspiró. Puso el móvil a grabar y tocó algo que sonaba a corazón roto mientras de fondo Penny hablaba con el técnico.
Su plan no era el de escribir cosas tristes, claro que su plan tampoco incluía acostarse con Penny, declararle sus sentimientos y ser rechazado o ignorado. Las cosas pasaban sin más y no había nada que hacer.
Una segunda canción brotó de sus dedos apenas se hubo extinguido la primera. Se dio cuenta de que era un reflejo de Penny, que estaba hablando de ella y exponiendo de manera abierta todas esas cosas sin nombre que sentía por ella. Era la canción que llevaba años reprimiendo con esmero y que, al parecer, ya no podía seguir empujando hacia el rincón oscuro en el que la contenía. Cerró los ojos hasta llegar a la última nota, cuando volvió a abrirlos, al acabar la canción, la tenía frente a él con las mejillas ruborizadas.
—Sí que lo estoy.
—¿Qué? Espera.
Jagged cortó la grabación y movió la mano instándola a continuar.
—Enamorada de ti. Lo estoy.
—Penny.
—De verdad —insistió sentándose de nuevo a su lado—. Siento no haberte contestado antes, es que me ha dado un poco de miedo.
—¿Por mis sentimientos?
—Sí, creía que... No creía que pudieras llegar a sentir nada por mí.
—¿Por qué?
Penny se encogió de hombros, verbalizarlo sería ridículo, infantil.
—Pertenecemos a mundos diferentes.
—¿Intentas decirme que vienes de otro planeta y vas a aniquilarnos a todos?
Rió, a Jagged le alegró que lo hiciera, eso significaba que estaba más tranquila.
—Eres una estrella, yo soy la chica de los recados.
—Sin ti, esta estrella, no brillaría ni aunque se pegase cien linternas al cuerpo y se rebozase en purpurina. Además, no eres la chica de los recados.
—No es cierto, tienes una legión de fans. Organizo tu agenda, me peleo con Bob y encuentro ropa que se parece a edificios, pero...
—Penny —la cortó con tono severo—, deja de menospreciarte delante de mí o me enfadaré.
Decía eso, pero ya sonaba enfadado. Penny suspiró.
—De acuerdo, recapitulemos: yo estoy enamorado de ti; tú estás enamorada de mí.
»La pregunta ahora es: ¿quieres estar conmigo?
—Sí que quiero, claro que quiero.
—¿Así? ¿Directa? ¿Sin dudas?
—Así. Directa. Sin dudas.
La mano de Jagged resbaló con suavidad desde su mejilla hasta su hombro.
—Pues marca este día en rojo en nuestra agenda, porque se acabó la soltería.
Continuará
Notas de la autora:
¡Hola! Segundo capítulo poniendo en orden los sentimientos de estos dos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top