28- Lucas
28-LUCAS
Llevo más de veinticuatro horas sin dormir y empiezo a ver doble las letras que aparecen en la tablet. Leer en este cacharro es una mierda y buscar cosas es peor aún, necesito hacerme con un ordenador como sea. Pero he conseguido aclarar cosas. Ya sé qué es la Asociación AJC y quién es Daniela Carrillo. Y que tengo que hablar con Bianca. He llamado a Andrés a primera hora pero al parecer ya estaban en comisaría y Gutierrez la tenía aislada en una sala poniéndola al día de todo lo que va a pasar mañana. No dudo que Bianca tiene que estar pasándolo fatal y me encantaría poder estar a su lado para darla apoyo. Ayer con el enfado ni me despedí de ella, me siento fatal por ello. Por la mente me ha pasado la idea de pasarme por la comisaría pero sé que si pongo un pie por allí Gutierrez me arrestara sin ningún miramiento. Miró frustrado la hora, son las nueve y media. Probablemente no soltaran a Bianca hasta la hora de comer. Lo mejor es que me vaya a la cama y lo intente entonces.
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—Venga, tío, necesito hablar con ella. No me hagas esto.
—Qué quieres que te diga, cuando le he dicho que eras tú no ha querido coger el teléfono. No puedo forzarla a que hable contigo.
—Pues no le digas que soy yo.
—Joder, de verdad, es como si estuviera con dos adolescentes. —Escucho cómo Andrés se mueve y da unos golpecitos suaves a una puerta.
—¿Bianca? ¿Estás despierta? —Escucho murmullos pero no distingo que dicen hasta que oigo la voz dulce de Bianca al otro lado de la línea:
—¿Matt?
—¡Bianca! Por favor no cue... —Pero soy interrumpido por el sonido de que la conversación ha sido colgada.
—¡Joder! ¡Mierda! —digo frustrado.
Llevo todo el día intentando contactar con ella pero ha sido imposible. ¡Que narices la pasaba! Sé que me había comportado como un gilipollas el día anterior pero si no me dejaba hablar no podía disculparme. Además, necesitaba hablar con ella sobre el caso. Tenía que decirme quién era Fernando Blanco. Después de mis últimas investigaciones, había descubierto que el caso es más gordo de lo que imaginamos y tengo la impresión de que si hace el encuentro de mañana algo va a salir muy mal. Vuelvo a marcar el número de Andrés.
—Casi me lanza el teléfono a la cabeza. ¿Qué coño la has hecho?
—Nada, joder —digo pasándome la mano por el pelo estresado—. Tienes que conseguir que mañana no vaya al encuentro.
—¿Por qué? ¿Has descubierto algo concreto?
—No, es solo una corazonada.
—Joder, Lucas, con eso no puedo anular la misión. Y menos si digo que la corazonada viene de ti.
Lo sabía. Gutierrez por nada anularía esa misión.
—Por favor, dime que vas a vigilar a Bianca todo el rato.
—Te lo prometo, tío, no voy a quitarla el ojo de encima.
—Gracias.
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