22-Lucas

22-LUCAS

Mis ojos a través de las gafas de sol no pierden de vista el cuerpo de Bianca cuando entra en la Estación. Oigo su respiración ligeramente acelerada a través del auricular.

Esta mañana cuando me he levantado me sentía mejor. Después del encuentro que tuve con Bianca por la noche caí profundamente dormido. Estaba claro que mi cuerpo no podía más. Había sido un día largo, demasiado largo. Desde la mañana cuando Bianca se desmayó frente a mí hasta por la noche cuando el deseo me pudo y la besé. Por suerte Bianca entró en razón y nos paró a los dos. Ella justificó mis ganas de acostarme con ella con que estaba pasando por un momento malo. Quiero pensar que tiene razón y que estaba en un momento de bajón en el que quería sentirme querido. Es lo que me he dicho esta mañana cuando me he despertado. Pero luego la he visto bailando y tarareando con los cascos mientras preparaba el desayuno y lo he dudado. «De todas formas, todo eso da igual» pienso concentrándome de nuevo en los movimientos de Bianca. Lo mejor es que no pase nada entre nosotros, y menos después de lo que me contó Miguel. Eso solo me pondría en problemas cuando tenga que acudir a la policía. Porque esa es otra, después de lo de ayer he tomado la decisión de poner el caso en manos de la policía. Yo no puedo proteger a Bianca e investigar a la par. En cuanto acabemos en la Estación, voy a llamar a Andrés y le voy a dar el caso. No he comentado nada a Bianca y no lo voy a hacer porque sé que se va a oponer, y seguro que hace alguna tontería como escaparse. Me ha costado mucho conseguir que confíe en mí y sé que al hacer esto voy a romper esa confianza. Me siento como una mierda cada vez que pienso en ello. «Pero es por su bien» me repito para convencerme, aunque siento una presión en el pecho al pensar que voy a romper la relación con Bianca al hacerlo. Me obligo a centrarme y a pensar en lo importante, y ahora mismo lo importante es Bianca. He tomado una decisión y no voy a dar marcha atrás.

Observo cómo Bianca entra en las consignas. Su respiración se ha acelerado más aún.

—Lo estás haciendo muy bien —murmuró al micrófono intentando infundirla ánimo. Oigo cómo se le escapa un suspiro antes de que diga muy bajito:

—No me preocupa cómo lo estoy haciendo, sino lo que me voy a encontrar.

—Ya lo hemos hablado, no vas a encontrarte nada raro. Lo que se guarda en la consigna tiene que pasar un control —le recuerdo intentando tranquilizarla.

Ha estado toda la mañana haciendo preguntas y sin parar de hablar sobre lo qué podía encontrarse en la taquilla. A Bianca le asusta mucho lo que pueda haber en la taquilla y que pueda aparecer alguien del grupo de Yuri. He intentado calmarla. Sé que a Yuri le interesa que alguien saque lo que hay en la taquilla sin correr ningún riesgo y Bianca es el peón perfecto. Por otro lado lo que le he dicho a Bianca es cierto, probablemente lo que se encuentre en la taquilla sea algo bastante normal, todavía no sé de qué se trata, pero ha pasado los controles de la consigna así que tiene que ser algo que no llame la atención. Me preocupa más el encuentro que va a tener Bianca con Yuri el sábado, pero para entonces la policía estará al tanto de todo.

He perdido de vista a Bianca mientras está dentro de las consignas. Echo un vistazo alrededor mío para comprobar que todo sigue tranquilo. Hay mucho movimiento por la estación, pero no es algo extraño para ser un jueves por la mañana. También hay más policía de la normal, pero después de lo sucedido la semana pasada no es extraño. Me llevo mi café a la boca de forma tranquila observando el jardín tropical que hay enfrente de mí cuando pasan a mi lado dos policías con un perro.

Mientras espero a que Bianca salga pienso en cual será la relación de Bianca con Carlos. No le he contado nada a Bianca sobre lo que me dijo Miguel, cuando me ha preguntado esta mañana sólo le he narrado la pelea. Bastante nerviosa estaba con lo de hoy como para decirla que Carlos la tenía fichada. No consigo entender por qué éste estaría interesado en Bianca, después de investigarlos a ambos no he visto nada que los relacione. Por eso me interesa mucho saber qué es lo que hay en la taquilla, ahí tiene que estar la clave.

Cuando veo salir a Bianca la guío entre susurros para que evite encontrarse a los policías, sobre todo los que pasean con el perro. No descarto que lo que haya podido encontrar Bianca tenga algo que ver con las drogas. Una vez que sale de la Estación me quedo haciendo tiempo hasta que quince minutos más tarde me pongo de camino a nuestro punto de encuentro.


—Me dijiste que no encontraría nada raro —me acusa Bianca cuando me siento frente a ella en la cafetería.

—¿Qué has encontrado? —pregunto sin poder contener más la curiosidad.

—Una muñeca.

—¿Una muñeca? —pregunto confundido.

—Sí, la muñeca más terrorífica que he visto en mi vida —dice haciendo añicos la servilleta que hay entre sus manos.

—Dámela. —Bianca me pasa el bolso. Cuando lo abro me encuentro una muñeca cerámica antigua. Está algo sucia por los años pero a pesar de eso se nota que la dueña de la muñeca la ha cuidado. «Y probablemente se trate de una niña» pienso cuando al revisar la muñeca encuentro el nombre de Ana escrito con letra infantil en uno de los pies de la muñeca.

—¿Por qué crees que guardaron una muñeca? —murmura Bianca pegada a mí observando todos mis movimientos, parece tan concentrada como yo. No la contesto continuando con mi análisis. La cabeza es de cerámica al igual que las manos y los pies de la muñeca pero el resto es de tela. Después de comprobar que dentro de la cabeza de la muñeca no hay nada, reviso detenidamente sus extremidades. Empiezo a sentirme algo frustrado hasta que por fin mis dedos detectan algo duro en la pierna derecha de la muñeca. Levanto con cuidado la falda de la muñeca y me fijo que en su pierna hay una costura que es diferente al resto.

—¿Tienes...? —Pero no me da tiempo a acabar porque Bianca ya me está ofreciendo una pequeña lima de uñas metálica.

—¿Te vale esto? —Afirmo con la cabeza cogiendo el pequeño artilugio.

Se nota que la costura es algo improvisado porque con sólo meter la lima entre la tela y el hilo se empieza a deshacer sin esfuerzo. Una vez descosido un par de centímetros de costura empujo con suavidad el objeto duro hasta que sale un pequeño USB.

—Aquí está la respuesta a tu pregunta —digo sonriendo mientras doy vueltas al objeto entre mis dedos.

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