parte dos.
tw || homofobia, abuso sexual, manipulación, palabras algo fuertes. el sexo debe ser consensuado sino, no es sexo, es abuso.
...
continuando donde nos quedamos.
sanji.
—zoro, de verdad, estás demasiado borracho. —intenté zafarme de su agarre, pero él siguió caminando hacia el elevador a paso apresurado, ignorándome.
tocó el botón que lo llamaba a la planta baja y esperó aún sin soltarme, en un despiste logré separar mi mano de él, tomando mi espacio, zoro iba a reclamar algo pero justo en ese momento llegó el elevador.
antes de que me diera cuenta zoro ya había jalado mi corbata, haciéndome entrar en el elevador detrás de él, presionó el botón que indicaba el piso de su hogar y luego el que cerraba las puertas, un segundo después ya estaba pegado a mí de nuevo.
utilizando mi corbata como correa me atrajo hacia él, comenzó a besarme sin dejarme siquiera tomar aire, esta vez no hice el esfuerzo por separarme de él, pero tampoco le seguía el juego.
—zoro. —me separé de él un instante, escuché claramente como gruñó enojado tras hacer eso, haciendo un esfuerzo para no mostrar mi nerviosismo volví a hablar. —no hagas algo de lo que te arrepentirás luego, idiota, basta de juegos. —poniendo mi expresión lo más seria posible terminé por decírselo.
sinceramente las rodillas me temblaban, y no por miedo, zoro no me haría nada malo, sino que aún me encontraba perturbado por lo que estaba pasando, el marimo me ha gustado desde hace tanto tiempo que esto que está ocurriendo me tiene aún en shock.
¡yo juraba que zoro era heterosexual!
pero bien dicen que en tiempos guerra cualquier hoyo es trinchera...
—no estás pensando claramente por culpa del alcohol, te dejaré en tu casa y cuando me asegure de que estás bien me iré. —zoro se quedó mirándome, la presión de su mirada era tanta que tuve que evitarla y alejarme dando pasos hacia atrás.
—sanji, ¿no era esto lo que habías querido? —mi corazón comenzó a latir más rápido, ¿él lo sabía? ¿desde cuándo? —ahora es momento de ser un verdadero homosexual, idiota, ¿por qué no me correspondes?
—n-no es... —el marimo me tomó de la nuca y me acercó hacia él. —s-suéltame.
—lo haré, dejaré que te vayas tranquilo y no volveré a perturbarte, pero solamente si eres capaz de negar que quieres esto tanto como yo.
un sollozo se ahogó en mi garganta cuando sentí su mano serpentear por la mía hasta entrelazar nuestros dedos, mi lado coherente me decía que esta técnica la utiliza con muchos de sus ligues, que no cayera; lastimosamente mis deseos carnales y mis sentimientos ganaron en esta ocasión.
no le respondí a zoro con palabras, en cambio fui yo quien acortó la distancia y comenzó otro beso entre nosotros.
no pasó mucho tiempo cuando yo estaba de espaldas contra su colchón siendo embestido profundamente por su gran miembro. tengo que admitir que al principio el marimo no rompió su promesa de no ser tan brusco puesto que hasta cierto momento disfruté cada segundo de lo ocurrido desde que el primer beso ocurrió. ojalá todo hubiera terminado igual.
por más virginal que pueda ser no era un santo, si bien no he estado con ninguna otra persona en el ámbito sexual vaya que había disfrutado de mí mismo. zoro estuvo más que encantado con la rapidez en que me adapté a sus dedos y seguidamente a su miembro, supe desde el inicio que se estaba conteniendo con la fuerza y rapidez de sus embestidas y yo estaba más que de acuerdo con ello puesto que aunque soportara más mi cuerpo estaría molido en unas horas y no puedo dejar mis actividades diarias de lado.
aunque la paciencia le duró poco y aunque le pedía que bajara la intensidad parecía no escucharme, lo peor del caso era que mi cuerpo reaccionaba a él y se tomó de aquel argumento para continuar lastimándome de vez en cuando
yo acabé antes que él, llenó el preservativo, lo tiró y se recostó a mi lado cubriéndonos con una manta. me sentía sumamente cansado y solo quería dormir, mi lado racional comenzaba a reflexionar sobre lo ocurrido y las consecuencias pero me negué a hacerle caso. cerré mis ojos y dormí.
me despertó el timbrar de un teléfono que sabía que no era el mío, estiré mi cuerpo notando el dolor que se extendía en mis músculos, me sentía peor que nunca físicamente, no podía abrir los ojos y el brazo musculoso y pesado del marimo me impedía enderezarme en la cama.
en este punto volvemos a la hora en que comenzó de mi relato.
tomé el celular de zoro notando que en la pantalla se reflejaba la letra t solitaria entrando en llamada, no contesté. un segundo después el celular dejó de timbrar pero a su vez llegó un mensaje, algo que hubiera preferido no leer (aunque estoy agradecido de haberlo hecho).
era una fotografía adjunto a un mensaje con muchos corazones y dándole los buenos días al marimo, la fotografía era una chica desnuda recostada en una cama. no tuve tiempo a reaccionar cuando llegó otro mensaje del mismo chat preguntando si se verían hoy.
dejé el teléfono en el mismo lugar de antes y miré el reloj sobre la mesita de noche, ahora sí ya saben el porqué me llamé idiota de diferentes maneras. sabía que este imbécil no se tomaba enserio a nadie y aún así cedí a estar con él, darle mi primera vez y decirle todas las idioteces que le dije, me odio.
por la noche.
solamente tenía un ramen instantáneo en el estómago desde hace casi veinticuatro horas, pero curiosamente no tenía hambre ni ganas de cocinar. siempre he sido muy fan de la cocina, sino estuviera ahora en el asombroso puesto de trabajo donde estoy me dedicaría cien por ciento a cocinar, sin duda.
el marimo no fue a trabajar hoy y nami-san se la pasó cuestionándome toda la mañana el porqué del suceso (además de preguntar qué me había ocurrido para verme tan molido), le comenté una mentira rápida de un supuesto asalto que sufrí y que zoro tuvo una emergencia relacionada a una diarrea explosiva por comer ramen picante el día anterior.
nuestra jefa no quiso saber más del asunto y le dio el día a zoro, maldito, hasta salvarle el culo en el puto trabajo hago por él.
me encontraba en mi casa mirando televisión, fumaba un cigarrillo recostado en el sofá de la sala descansando mi culo que aún dolía, tenía apagado el móvil y me aseguré de que usopp le fuera a entregar su auto al idiota puesto que no lo quería ver.
lloré mucho al llegar a casa, tenía tanto tiempo que no me desahogaba de tal manera.
cuando dieron las once de la noche decidí irme a la cama, por más molido que me sintiese soy un adulto y tengo obligaciones, apenas sería martes y no puedo faltar al trabajo por más miserable que me sienta.
ver a zoro no me haría ni puta gracia pero pensaba pedirle a nami-san que me entregara todo el trabajo pendiente posible para mantenerme ocupado, evitar encontrármelo y de paso distraerme, buena estrategia.
justo acababa de salir de una relajante ducha cuando el timbre sonó repetidas veces, juro que por el momento creí que se trataba de luffy quien probablemente se habría quedado de nuevo con ganas de comer y vendría a mi departamento solamente a robarme comida, el maldito había alquilado justo un piso arriba del mío a propósito.
abrí la puerta quedándome con el regaño a medio salir de mi boca cuando lo vi, justo a quien quería evitar.
—necesitamos hablar.
le cerré la puerta en la cara. el timbre sonó aún más insistente y por más que traté de ignorarlo tuve que volver a abrir la puerta.
—no me vuelvas a ignorar, maldito cejas rizadas.
—no vengas a insultarme a mi casa, cabeza de alga.
una de las cosas que más adoraba y odiaba a la vez eran nuestras peleas, siempre llenas de insultos pero sin ningún sentido. es una costumbre que tenemos desde la primera vez que nos vimos y hasta la fecha continúa, me hace sentir bien debido a que zoro solamente es así de insistente con lo que de verdad le importa, sino lo dejaría pasar.
el marimo pasó a mi sala sin pedir permiso y esperó a que yo le siguiera, sinceramente no me sentía con fuerzas suficientes para enfrentarlo ahora así que lo más probable es que termine solo oyendo lo que tenga que decir y rogándole que se vaya.
mi cabeza comenzaba a doler y le rogaba a todo que ojalá explotase.
— ¿por qué te fuiste esta mañana? —reí sin ganas.
—no tengo idea de qué esperabas que hiciera, ¿te preparaba el desayuno y te lo llevaba a la cama? —él soltó una gran bocanada de aire por la nariz, se estaba molestando de verdad.
—despertarme para ir al trabajo aunque sea.
—hice un escándalo y no diste siquiera señales de vida. —sus ojos se oscurecían, podía notarlo a pesar de la distancia. —no sé a qué va esto, tu auto lo dejé intacto, conseguí que nami te diera el día de hoy libre así que no tendrás problemas, ¿qué me estás reclamando?
el silencio reinó durante unos cuantos segundos, la televisión seguía encendida y aunque se encontraba a un volumen sumamente bajo parecía aturdirme en los oídos; zoro apretaba su quijada con fuerza y parecía tan molesto como en raras ocasiones le miraba.
— ¿te arrepientes?
la pregunta fue soltada al aire sin ningún contexto, sentí un nudo trepar mi garganta y la boca completamente seca; justo era esto lo que quería evitar, por eso no quería verle.
—no pienso responder eso.
—responde.
—olvídalo, imbécil. —mi voz inevitablemente iba subiendo y juraría que en cualquier momento me fallaría al aproximarse el llanto. —lárgate, no te quiero ver.
—me importa una mierda si no me quieres ver, no me pienso ir de aquí hasta que no me respondas.
—la respuesta es sí. —él guardó silencio absolutamente a pesar de que hace unos instantes se notaban sus ganas de reclamar. —ahora vete, quiero descansar.
—mientes.
y me odiaba aún más con esa frase porque por más que quisiera evitarlo un lado de mí quería creer que la manera en la que zoro lo decía era más para convencerse a sí mismo que para mí. suspiré y negué con la cabeza.
y no mentía, me arrepentía de haber estado con él porque no fue como lo hubiera querido, fue algo tosco, no fue romántico, él no estaba cien por ciento consciente ni yo tampoco; fue más un calentón del momento que algo con sentimiento mutuo, un revolcón más a su lista.
—no lo hago. sólo quiero olvidarlo y espero que también tú lo hagas.
él miró hacia otro lado mientras asentía distraídamente, pensé que era todo, que se iría y tal vez por una vez en su alocada vida me haría caso.
—sé sobre tus sentimientos hacia mí.
y el maldito bastardo qué se creía, con mayor razón lo detesto, si de verdad sabía por qué jugaba conmigo como si no le importara.
—no creas conocerme mejor de lo que yo me conozco a mí mismo. —le reté con la mirada, él frunció el ceño. —no tengo porqué mentirte, si te digo que lo de ayer fue...
—estuve lo suficientemente cuerdo como para recordar cada una de tus palabras. si el tú de ahora no está mintiendo entonces el hombre con el que me acosté anoche sí que lo hacía. ¿a quién debo creerle?
—no me importa lo que creas porque igual fue un suceso sin importancia, nuestras vidas no se verán afectadas por un simple acostón.
zoro suspiró sonoramente y sin decir nada más salió de mi casa soltando un portazo, solté el aire contenido e inevitablemente lágrimas comenzaron a fluir también.
¿qué es lo que quiere de mí?
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