¿Te arrepientes?
[Jirou Kyoka]
Entraste a la habitación, y lo viste. Estaba atado de todas partes y tenía la cabeza baja, quisiste llorar inmediatamente, pero no te lo permitiste.
Tu mirada le recorrió completamente, inspeccionando cada detalle; su cabello rubio estaba desordenado, y la línea negra que antes formaba un rayo estaba disuelta en todo su cabello; te dolía verlo así.
Tragaste saliva, y diste un paso más. Parecía que en ese momento te escucho, y lo miraste levantar lentamente su cabeza.
Te dolía ver su cara, con la cual habías compartido tantas risas, y tantos besos; ahora, estaba vacía. Pudiste jurar que por un momento viste a sus ojos iluminarse, pero fue tan breve, que no estabas segura
Tú habías sentido tanta emoción de esos ojos, tantas emociones y tanta felicidad, ¡Esos ojos cobraban vida cuando el chico sonreía!
Y ahora, eran una sombra de lo que solían ser, apagados, oscuros, muertos, esas eran las palabras que ahora usabas para describirlos, ya no eran aquellos ojos que te habían robado el corazón.
Abrió la boca, y de ellas salieron palabras... su voz, llevabas tanto tiempo sin escuchar su voz, tanto tiempo sin recordar como sonaba.
"¿Que haces aquí, Jirou?"
Dijo tu nombre, y recordaste todas las veces anteriores que lo había dicho, en diversas situaciones y en diversos tonos; ahora, ya no lo decía igual, ya no tenía sentimientos... Era una palabra vacía.
Suspiraste, él tenía razón, ¿Que hacías ahí? No tenias ningún plan, ni tampoco ningún monólogo. Tan sólo te paraste frente a él, como si estuvieras burlándote del rubio.
"¡Maldita sea, responde!"
No dijiste nada, y avanzaste otro paso, el rubio se sobresaltó, se retorció en aquella estructura que lo mantenía sujeto, pero no logró salir, de quería alejar de ti.
"¡Aléjate, aléjate!"
Te lo pedía a gritos, estaba rogando, pero a pesar de todo, no te alejaste. El chico seguía retorciéndose y gritando, los oficiales de policía que estaban detrás de ti no se movieron, como les habías indicado y pedido.
Extendiste una mano hacia el rubio, el cual hacía lo posible para alejarse de ti, no te detuviste y le tocaste la mejilla.
Era un tacto tan nostálgico para ti, lo habías hecho miles de veces, no era nuevo, ni tampoco era extraño. Terminó cediendo, y tu le acariciaste la mejilla con el pulgar mientras él reposaba dudosamente su cara en tu palma.
Parecía como si nada había cambiado entre ustedes dos. Seguían pareciendo una pareja, y con lágrimas en tus ojos, sonreíste, él te miro sin ninguna expresión en su cara.
Lo tenias que decir, esa fue la única razón por la que habías viajado hasta ahí. Debías oír la respuesta, porque si no, no podrías descansar de noche.
Pero aún así, las palabras no salían, era el mismo chico con el que habías compartido tantos recuerdos, ¿Como era posible que te cortaras a la hora de hablar con él?
Tomaste aire, y bajaste lentamente tu mano, te acercaste aún más, y a pesar de que ya no te gritaba, se veía receloso, estaba investigando tus movimientos.
Sin esperar más, juntaste tu frente con la suya, el chico cerró los ojos y no dijo nada. Dejaste caer tus lágrimas sin hacer ningún ruido, inclinaste un poco tu cabeza, sus narices se juntaban, sentías la respiración del chico en tu boca y mejilla, y no te moviste durante unos segundos.
Aún no sabes que te impulso, pero abriste la boca, la pregunta te salió con voz entrecortada, el chico se sobresaltó de inmediato al oírla, y tú le miraste fijamente, esperando respuesta.
Entre lágrimas y sollozos lograste formular la pregunta, aquel chico rubio que te había enamorado debía responderla, y no te importaba si eso te rompía el corazón en mil pedazos; ya no aguantabas más
"¿Te arrepientes?"
Tenías miedo de escuchar la respuesta, pero no te permitías esperar más; esperaste pacientemente su reacción. El rubio bajo un poco su cabeza, y río levemente, parecía adolorido.
"Yo... Es complicado, ¿sabes?"
El chico no levantaba su cabeza, pusiste una mano sobre tu corazón, el cual lloraba. Es demasiado cruel, pensaste, te sentías demasiado impotente.
Levantó su cabeza, y viste una sonrisa triste. A pesar de que sabias la respuesta, lo querías oír de sus labios, aquellos labios rotos que te habían robado tantos besos.
Una vez más te acercaste aún más, y juntaste tus labios con los suyos, en un beso. Dejaste que las últimas lágrimas cayeran, y pudiste jurar que por un momento el rubio te devolvió el beso, le miraste a los ojos durante unos momentos después de separarse, y le diste un beso en la frente.
Sabías que el chico no diría nada más, así que te diste la vuelta y te alejaste lentamente, limpiaste los rastros de lágrimas de tus mejillas, y volteaste tu cabeza.
Una vez más, tan solo lo mirarías una vez más, y ahí ya no estaba el chico que estaba atrapado en físico y mentalmente, sino que lo viste a él, a tu amado, al chico que irradiaba alegría a quien lo mirara, sonreíste, ese era él realmente, y ese era el chico que recordarías para siempre
"Adiós, Denki"
Saliste por la puerta, no habías conseguido nada con ir, y ahora estabas más rota que antes, pero no te arrepentías
Jamás te arrepentirías, si eso te daba unos minutos más con él. Quizás no había sido tan intimo como antes, o quizás no habían hablado tanto, pero a pesar de todo, sonreíste.
Miraste al cielo una vez más, suspiraste y moviste tus labios, formaste palabras y esas palabra formaron una oración; jamás ibas a abandonar esas palabras, y estabas segura que él tampoco
"Te amo, Kaminari Denki"
Lo esperarías hasta la muerte, y más allá, si era necesario. No importa cuanto tiempo, jamás te separarías de él.
No habían tenido suerte, eso es seguro, tan sólo esperabas que se reencontrarían después, ya fuera en esta vida, o en la siguiente o aún después
Porque no hay fuerza la cual pueda separar dos almas enamoradas, porque las une un lazo más fuerte que el tiempo y la gravedad.
Ambos se volverían a encontrar.
Estaban seguros de ello
«•••»
[Kaminari Denki]
Cuando ella salió por esa puerta, solo pudiste pensar en todo lo que habías hecho. Habías traicionado a tus amigos, a tus compañeros, a tus maestros; y más importante, a ella, a tu amada.
Cerraste tus ojos mientras contenías las lágrimas, recordaste las palabras que te dijo, y pensaste en ello
«¿Te arrepientes?»
No podías arrepentirse completamente, si eso conllevaba arrepentirse de conocerla, y arrepentirse de todos los momentos que pasaron juntos.
Sus risas se mezclaban con el sonido de la cafetería, y sus besos se colaban perfectamente entre sus conversaciones, y para tu sorpresa, lo que más extrañarías no sería sus besos, si no su presencia.
La chica tenía presencia que te hacía sentir feliz, libre, y más importante, necesitado. Tú, que eras considerado basura de la sociedad por ser un villano, te sentiste necesitado por alguien, y eso, fue lo mejor de toda tu actuación.
Siempre supiste que eso no duraría para siempre, pero de tener la oportunidad, lo volverías a hacer, una, dos, o hasta mil veces más.
Porque cada hora, cada minuto, y cada segundo valía la pena si estabas con ella, y darías tu vida, por volver a verla tan solo una vez más.
La vida no te concedió tu deseo, porque a pesar de que creías que regresaría inmediatamente, no lo hizo.
Cerraste tus ojos e imaginaste su cara, la imaginaste sonriendo y diciendo tu nombre.
"Kaminari"
"¡Kaminari!"
"Kaminari..."
Y después, lo recordaste; recordaste aquello que dijo antes de irse
"Denki"
La chica había dicho tu nombre real, en tu mente estaba grabado, y sonreías de sólo pensar en eso.
Volviste a bajar tu mirada, y miles de lágrimas callaron de tus ojos, ¿te arrepentías? Como habías dicho antes, era más complicado que eso.
Pero aún así, su recuerdo regresaba a tu mente. No podías pensar en nada más, era una invasora de la cual no te quejabas.
Intentaste imaginarla como sería cuando fuera mayor y se convirtiera en heroína, lo cual era su sueño; también la imaginaste como madre.
Para tu propia sorpresa, ese pensamiento no te enojo ni entristeció, tan solo te dio un sentimiento de nostalgia. Parecía como si extrañaras algo que nunca pasó, era desconcertante, pero sonreíste.
Cuando la habías visto entrar, tu primer impulso fue alejarte, tenías miedo de lastimarla aún más, tenías miedo de ser aquella persona a la que le temía, pero a pesar de tus gritos y lágrimas, ella no se alejó de ti, porque te conocía, te conocía perfectamente y como nadie, esa era ella.
Tan única, tan extraña, tan perfecta
¡Tan tuya!
Lo sabias, sabias que ella sería feliz y haría una vida sin ti en ella, serás un vago recuerdo esperando desvanecerse, y tú seguirías aquí, esperando a pudrirte en un cárcel de alta seguridad.
Y a pesar de todo, estabas seguro, seguro de que ella te pertenecería para siempre, y tú le pertenecerías. Por toda la eternidad, porque el tiempo no puede separar lo que el destino unió, y ustedes estaban destinados a estar juntos
Intentaste pedir por un teléfono, sin éxito, así que tan solo imaginaste que le hablabas. Tenías confianza en que ella te escucharía, así que le hablabas al aire.
"Te amo"
Ibas a hacerlo, estabas a punto de hacerlo, y te emocionaba, por fin le dirías de la manera que habías querido durante varios años.
"Kyoka"
Su nombre salió de tus labios, y por primera vez en mucho tiempo, te sentiste feliz, completado, victorioso. Tal sólo decir esa palabra había llenado tu corazón, y esperabas que esa sensación no acabara nunca.
Miraste por la única ventada de tu celda, y sonreíste al cielo, ella estaba ahí afuera en algún lugar, esperando por ti.
Ella no regresaría jamás, lo sabias, pero aún así estabas seguro que te amaba de la misma manera que tu la amabas a ella; aquella chica era tu felicidad, y jamás te olvidarías de ella.
Cerraste tus ojos, y gritaste una vez más al viento
"¡Jamás me arrepentiré!"
"¡Jamás me arrepentiré de amarte!"
{}
Una chica de cabello oscuro caminaba por la calle, una suave brisa acarició su piel y revolvió su cabello, e inmediatamente supo su respuesta.
Porque en realidad, ella tampoco se arrepentía.
•••
Escrito el 5/10/19
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