Capítulo 5: Socialización secundaria.

Capítulo 5: Socialización secundaria.

Gente importante ha determinado que la familia es el agente de socialización más importante en la vida de una persona. La socialización primaria se da dentro de la familia y permite la introducción de un niño a la sociedad. La socialización secundaria es el proceso que continúa fuera del ámbito familiar, por lo general cuando los individuos comienzan su etapa escolar o cuando tienen que adaptarse a nuevos contextos sociales. Pues Pupi tuvo que comenzar a adaptarse a la sociedad a muy temprana edad. Con apenas dos años cumplidos lo inscribí en un jardín maternal.

Hay muchos pequeños que asisten por diferentes motivos. A partir de los 45 días del nacimiento, ya pueden ingresar a uno de estos establecimientos. Dicho esto no creo que sean lugares horribles o poco profesionales, pero es muy importante saber elegir el lugar adecuado para las necesidades de cada niño. No olvidemos que los cuentos de terror sí existen y no salieron solo de la imaginación...

Realmente no es una tarea fácil seleccionar una institución. Y cuando tu hijo tiene una discapacidad, poder elegir un lugar será más difícil por infinidad de cuestiones; la principal es la poca empatía que existe.

—Hija, ¿cuándo tienes las entrevistas en las guarderías?— me pregunta mi madre por quinta vez en el mes. La realidad es que tuve muchas pero mi hijo no era aceptado en las que me gustaban.

—Me queda una y es la última. No voy a buscar más lugares. Algunos los descarté por problemas edilicios o limpieza. Otros porque las maestras son estudiantes a simple vista. Y otros me encantaron pero cuando les dije el diagnóstico pusieron excusas: después llamaban, ya tenían el cupo completo de niños con discapacidad o quedamos en lista de espera— le respondo abrumada.

—Te dije que no digas el diagnóstico. El hijo de unos conocidos me avisó que mientas. En realidad me dijo que no dijeras nada— protesta desahuciada.

—No tendría que omitir información o mentir, ellos deberían ser inclusivos, ¡carajo!. Después se enteran y te lo cuidan a desgano, mal. Yo prefiero decir lo que tiene para que lo cuiden mejor y estén atentas a todas mis preocupaciones. Aún se lleva todo a la boca, se trepa, no habla, no mide el peligro, no puedo no decirles. Aunque no me lo quieran anotar— dije bufando por la situación desgastante y frustrante. Al final siempre tengo que lidiar con injusticias.

—Sí, lo sé. Pero a veces no te queda opción. Muchas familias lo hacen.

—Entiendo. Pero yo prefiero que lo acepten desde el principio.

Previamente cuando solicité la entrevista con el último jardín, ya había comunicado el diagnóstico de mi hijo e informé que estábamos haciendo los trámites para tener el CUD. Aunque no es algo que obtendremos pronto porque solicitan varios documentos y estudios médicos. Luego de tenerlos hay que presentarlos de manera digital, previamente antes de que te otorguen un turno para ver una junta médica; que evalúa el pedido. Ese turno tardaría en llegar entre tres o cuatro meses posteriores a la entrega de esos papeles. En fin, el sistema me daba la bienvenida a un mundo lleno de burocracia.

Desde ya, las maestras y las dueñas del establecimiento fueron amables y no me hicieron ningún problema por ello. Sin ir más lejos solo era un papel que etiquetaba a mi hijo y le daba derechos que igualmente tendría que exigir para conseguir. Pero por experiencia previa, su simpatía no me dejó extremadamente conforme. No me quiero guiar por eso; todas en todos los establecimientos lo son.

Después de tantas situaciones incómodas, llegó el día de la última entrevista... Las docentes entendieron mis preocupaciones y me alentaron a inscribir a mi hijo porque el lugar trabajaba como guardería. Eso significaba que yo podía elegir el horario y los días que Pupi iba a concurrir. Yo podía seleccionar su horario y él estaría en una sala con niños de su edad. También podía quedarme dentro de la sala en su periodo de adaptación para no preocuparme. Todo parecía que iba a ir sobre ruedas y necesitaba que así sea.

—Perfecto, Pupi vendrá en principio dos horas los días lunes, miércoles y viernes. Y después las incrementamos, ¿te parece?— me responde la dueña del lugar.

—¡Sí perfecto!, muchas gracias por aceptarlo, realmente necesita compartir con otros niños— digo al borde de las lágrimas.

—No tendrías que agradecernos nada. El agradecimiento es nuestro para ustedes por habernos elegido. Solo tendrías que llenar unas planillas de inscripción y abonar la cuota. Te voy a dar las direcciones de los locales que venden el uniforme. Y bueno... Ya podría comenzar la semana que viene— la mujer busca los papeles que tiene que darme y me los entrega en la mano. Una mano que tiembla de felicidad y nervios.

Lo aceptaron en la novena entrevista...

Sin más preámbulos, oficialmente mi niño comenzaba con su adaptación al mundo. Un mundo que es de todos o al menos eso es lo que dicen... ¿No?. Ya veremos.



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