XXVII
Se encuentra relajado mirando por la ventana y acariciando los cabellos del chico, teniendo el cuerpo de Ray con las manos esposadas durmiendo en su regazo.
Está más que agradecido de que Ray haya sido más obediente y haya tomado las pastillas para dormir sin necesidad de obligarlo. Deja que el aire abandone su cuerpo por un momento, se siente en paz, o al menos siente que Ray se está haciendo más sumiso ante sus peticiones, y es que esa es la sensación que parece que nadie podría reemplazar.
—¡Oliver!
Se tensa, extendiendo su mano hacía la mesita en la que el arma reposa y mira quién es la personita que lo ha llamado desde afuera. Sonrie, está feliz. Así que de manera rápida deja a Ray sobre su lecho, llevándose el arma y bajar rápido las escaleras y abrir la puerta, y antes de tan siquiera llegar a la cerca y tocar un botón que haga que la corriente eléctrica se esfumará, se detiene para observar el estado deplorable en el que Emma se encuentra. La pobre muchachita tiene las botas y pantalones repletos de suciedad, llenas de manchitas cafés y con la tela rasgada del pantalón al igual que el de la camisa, en su rostro ya hay presencia de un moretón morado en su mejillas derecha y una herida de la cual escurren algunas gotas de sangre que resbalan por sus mofletes, mientras que en sus cabellos ya habitan algunas hojas verdes pertenecientes al espeso bosque.
No confía, pero los jadeos y pequeños quejidos que suelta la pelirroja no parece como si estuviese fingiendo. Se apresura a bajar la corriente eléctrica, Emma da pasos tembloroso hasta llegar con Oliver, quien detiene la caída de la chica ante lo débil que se veía.
—Entremos, me platicaras como llegaste hasta aquí..
La pelirroja asiente, no sin antes soltar un quejido y apoyarse en Oliver que sube la corriente eléctrica y se la lleva al interior de la casa.
Entre ligeros tropiezos llegan a la sala, en dónde el albino es el encargado de limpiar y curar las heridas de la chica.
—¿cómo me encontraste?
—Saben tu ubicación, y antes de que ellos vinieran, fui yo la que se apresuró a venir y advertirte-
Se queja cuando Oliver hace presión con algodón sobre la herida en su mejilla, pero el chico solo le sonríe tranquilo haciendo que ella se dejará curar.
Nadie habla, solo es el ligero sonido de los instrumentos que Oliver ocupa hace que haya alguna clase de ruido en toda la casa. No confía, pero tampoco desconfía de Emma, no tiene motivos para hacerlo, pero sabe que algo en toda la historia no cuadra.
—Ray... ¿Está bien?— Pregunta en voz baja, casi temiendo a qué el de ojos rubí hiciera algo que dañe su bienestar.
—Esta durmiendo.—Para Emma eso no es suficiente, así que hace una expresión desconforme con la respuestas.—Tranquila, él está bien. No le he puesto una mano encima.
Ella asiente, siguiendo con su labor de de dejarse sanar.
Para cuándo el chico termino regreso las cosas a su lugar, Emma por su parte observo que el reloj ya marcaba la madrugada.
—¿Cómo te hiciste esas heridas?— Pregunta sentándose a un lado de la pelirroja.
—Cuando venía para acá tuve un accidente. Uno de los guardias de Bárbara me siguió y para perderlo deje el auto a unos kilómetros de aquí, me adentre en el bosque y caí por una empinada.
—Te pudieron seguir.
—De todas formas—Se pone de pie y pasa su vista a Oliver— Norman ya sabe de este lugar, solo estoy aquí para advertirte de eso.
—¿Odias a Ray?— Una sonrisa adorna su rostro.
—No lo odio, jamás lo haría. El es uno de mis mejores amigo, jamás tendría ese sentimiento por el.
—Y si es así, ¿entonces por qué vienes a advertirme de todo esto?
—Porque recuerdo haber estado enamorada de tí.
No sé sorprende, pero sabe de esos sentimientos que habitan en el corazón de la jovencita, el caso fue que siempre trato de ignorar esos sentimientos ya que su alma y cuerpo pertenecían a alguien más, y ese alguien era solo Ray, y no le había dejado de hablar a la de ojos esmeralda porque era una de sus piezas clave para estar cerca de Ray —o bueno eso era en aquel entonces—.
—Entiendo.
—Estoy preocupada por tí, pero también por Ray. ¿Me puedo dar una ducha?— Sonrie como mejor lo sabe hacer, haciendo que el ambiente deje de ser tan tenso.
Oliver asiente y le señala el cuarto de baño.
—Adentro hay algo de ropa y todo lo que vayas a necesitar.
—Gracias.
El click de la puerta se hace presente seguido de un sepulcral silencio. Oliver por su parte solo se queda parado en ese mismo lugar, pensando, divagando y tratando de buscar que era lo que andaba mal.
Toma de un cajón donde las llaves estaban, yendo al cuarto de baño y ponerle seguro a este mismo con sumo cuidado para que Emma lo notará. No hay respuesta del interior del baño y las gotas del agua siguen cayendo pero poco después se escucha un tarareo.
Sale de la casa abriendo la cerca y del interior del bosque llega a un auto, en dónde sube y comienza a ponerlo en marcha para ir en busca de la verificación de las palabras de Emma.
^^^
Las gotas dejan de sonar, la puerta es forzada hasta que puede girar el pomo y abrirla. Mira orgullosa su trabajo, sabiendo que ha hecho algo bueno cada vez que veía a Norman escaparse con ella para ir por Ray e ir aquel mirador.
Las luces están apagadas, así que procede a hacer su parte del trabajo encargado. Las escaleras estaban literalmente sobre el baño, así que sube por ellas y comienza a abrir puertas a lo rápido, buscando la habitación en la que posiblemente estaría su amigo. Y lo encuentra.
El azabache ya hacía durmiendo sobre la cama, teniendo las manos esposadas y en sus muñecas rastros de haber estado forcejeando más de una vez para liberarse. Oliver tenía razón, físicamente parecía estar bien a excepción de sus heridas que parecían recién curadas.
De entre sus alborotados cabellos saca un pasador y hace el esfuerzo para que liberar al chico de las esposas, para cuando lo consigue trata de despertarlo.
—Hey, Ray. Vamos.
Se queja, pero apenas y abre sus ojos y observa a Emma quien al ver que el azabache reaccionar sonrie más que feliz. Por su parte le pesan los ojos, tiene demasiado sueño y su cuerpo lo siente pesar toneladas debido a las pastillas que había ingerido.
—¿Emma?
—Hola. Vamos, Norman espera por verte.
Asiente, Emma se coloca en el suelo, señal para que el azabache se suba a su espalda. Hace caso, y cuando parece ya estar seguro abandonan la habitación, bajando las escaleras hasta salir de la casa, no sin antes detenerse para ver qué podrían hacer con esa cerca electrificada.
—Es más compleja, Emma. Aquí no hay un apagador en específico, tenemos que deshacernos de la energía de toda la casa.
—Lo se— Sonrie con seguridad y baja a Ray quien apenas y se puede mantener de pie.
Corre hasta llegar por detrás de la casa y toma las tijeras del jardín para proceder a ir al lugar exacto en el que estaban conectados todos los cables eléctricos tanto de la casa como de la cerca. Los corta, uno por uno de manera rápida hasta que los focos que apenas iluminaban el jardín se apagan por completo. Regresa con Ray, esta vez lanza el pasador usado comprobar si de verdad ya no había electricidad, y lo confirma.
De una de sus botas saca un celular y marca a un número de teléfono y es contestado en seguida.
—Lo tengo.—Afirma sonriente.
Fueron cuestión de segundos para cuando las patrullas se hicieron sonar y autos comenzarán a estacionarse. Emma ya había sacado a Ray de la casa teniéndolo rodeado de la cintura y con un brazo del chico pasmado sobre sus hombros. Un llamativo auto color plata llamo la atención del azabache, que al ver quién bajaba se soltó del agarré de Emma y fue con esa persona.
Estaba llorando y se sentía tranquilo cuando él lo abrazaba, cuando su aroma le embriagaba y cada fibra de su cuerpo lo hacía sentir protegido. Norman aspiraba ese dulce sabor de su amado azabache mientras esté no paraba de llorar, tomo ambas mejillas de Ray llenandolo de besos mientras decía una y otra vez cuánto lo había extrañado, cuantas noches no había podido dormir sin saber de su paradero, sin saber si estaba comiendo bien o si al menos en salud se encontraba sano.
—¿Por qué tardaste tanto?— Pregunto entre su llanto.
—Lo siento, siento haberte dejado solo y por no estar contigo después de lo ocurrido.
—No importa. Sabía que llegarías.
Para este punto ambos ya estaban llorando, Ray pasaba sus manos por las mejillas rojas de Norman, remarcando con sus pulgares dónde unas manchas oscuras hacían resaltar debajo de sus iris.
—Te extrañe.
—Y yo a tí.
Y claro que estaban deseoso, sus ojos que viajaban una y otra vez a los labios del contrario lo decían, así que no se dieron a la espera y se besaron, de una forma tierna y lenta, disfrutando del tacto después del tempo que estuvieron separados.
Emma quien miraba a lo lejos junto con Bárbara sonreían.
—Merecen estar junto.—Dijo Bárbara
—Se lo merecen. Se merecen eso y más.
—Oliver cayó directo en la trampa, así que solo es cuestión de que sea procesado.
—Nadie estará a cargo de él ¿Podría yo...?
—¿Testificar?
—Si, hay cosas que no saben de Oliver y que yo sí. Me gustaría que esas cosas las tomarán en cuenta para llevarlo a proceso.
—Si obtienes el permiso de tus padres, claro.
—Gracias.
Mientras Ray terminaba de ser revisado de manera rápida por los paramédicos cayó en cuenta de algo.
—¿Cómo dieron conmigo?
—Mmh... Supongo que se lo deberías de preguntar y agradecer a Anna y Gillian cuando regresemos.—Sonrie, dejando un beso en los labios de su amado.—Aunque dando al inicio de como llegamos aquí e hicimos todo este teatro, fue idea de Emma.
—¿Y eso fue-?
Norman lo interrumpe tapándolo con una cobija y acercándolo a su cuerpo, acariciando su espalda y dejarle un beso en sus cabellos.
—No te esfuerces y duerme, te contaré todo cuando regresemos. Está vez no me iré a ningún lado.
Teniendo lejano el sonido de las sirenas, el frío de la noche y la oscuridad de la penumbra, podía decir con toda sinceridad, que esa fue la primera vez que pudo dormir con tanta seguridad de que Norman nunca, pero nunca, se iría de su lado.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top