XXII
—¿Qué dijo Isabella?
—No lo sabe.
—¡¿Cómo que no lo sabe?!— Exclaman con horror las cinco chicas.
Sabía que la simple presencia de Isabella no hará sentir tranquilo a Ray, es más haría que estuviese más inquieto, así que reunió a Emma, Gilda, Gillian, Anna y su madre para que lo apoyaran en su lugar. Cuando les contó a Emma, Gilda y su madre sobre el embarazo de Ray se habían quedado mudas, pero al contrario de reaccionar mal aceptaron en ayudarlo.
—Guarden silencio.—Regaña Norman.
—No me voy a callar hasta que me digas porqué demonios no le han dicho a mamá Isabella.— Dice Gillian con el coraje a punto de estallar.
—¿No creen que lo mejor será decirle? Esto traerá más problemas.— Explica Anna.
—Ademas no podrán ocultar para siempre su relación y este incidente.—Agrega Gilda.
—¡Es cierto! Yo todavía no me trago el hecho de que Ray iba a ser mamá y yo tía.— Dice Emma.
—Y yo abuela.— Dice con nostálgia Elizabeth.
Norman suspira, le estaba comenzando a doler la cabeza y no cree aguantar más.
—Para eso están ustedes aquí. Zack me avisó que Ray quiere explicarle eso a Isabella, pero tiene miedo a hacerlo solo.
—En ese caso ¿Por qué no vas tú?—Pregunta Elizabeth.
—Necesito hacer unas cosas y no puedo, además... No me siento bien con el tema.— Explica con incomodidad. Aún no puede, aún no puede ver a Ray a los ojos, se niega a hacerlo. Tal vez tiene demasiado miedo por la culpa que lo consume.
—Propongo esto— Dice Gillian.— Nosotras convenceremos a Ray de explicarle a Isabella otro día, o al menos hasta que sea dado de alta. Ya cuando se calmen un poco las cosas tu y Ray hablaran con tu suegra. ¿Te parece?
Lo piensa, y es lo mejor para ambos, no quiere dejar a Ray solo pero tampoco lo quiere ver, necesita aclarar sus ideas y no crear un caos mental terminando en locura. Tantas cosas en menos de 48 horas le dan ganas de hacer un genocidio. Oh... Universo equivocado.
Se muerde la lengua por pensar idioteces y regresa a la propuesta dicha por la rubia.
—Bien. Por ahora me voy, tengo que arreglar unos asuntos. Si pasa algo avísenme.
Su madre es quien lo detiene tomándolo del brazo.
—¿Tu padre tiene algo que ver?—Pregunto en bajo, lo suficiente para que solo su hijo la escuchará.
—No lo sé con pruebas, pero se que es capaz de muchas cosas.
Se despide de todas, para después salir del edificio y entrar al auto que su madre le había prestado.
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—Hola...— La chicas se asoman, recibiendo la afirmación del azabache para pasar.
Las cuatro entran ya que la madre de Norman se ha quedado afuera platicando con Isabella. Al ver el estado de Ray a ellas les entraba ganas de llorar, podían notar la expresión desalentadora de su amigo, dando a entender que de verdad estaba sufriendo, mostrando la larga noche en vela que se ha pasado sollozando por la perdida de su bebé. A ellas igual les dolía.
Parece no poder más, sus labios se tuercen, aprentando las sabanas entre sus manos al igual que la mandíbula. No se contuvo y comenzó a llorar, ellas igual ya estaban llorando así que no dudaron en ir con su amigo y abrazarlo, repartiéndo besos por los cabellos del chico y decirle que todo pasara y lo estarían apoyando, mientras esté se dejaba mimar y abrazar.
Le duele, le duele demasiado el a ver perdido a su bebé y no solo eso, le duele aún más saber que Norman no lo ha ido a ver, y que le hubiese hecho sentir mucho mejor que él estuviera ahí siendo el que lo llenará de besos y palabras calidas, pero no está, no se ha presentado, y apesar de explicarle que no se siente en un buen estado después del asunto del bebé lo quiere cerca, necesita tenerlo cerca, para salir adelante juntos y no cada quien por su lado.
Eso le daña aún más.
Se la pasa con las chicas un largo rato, consolando al azabache para después entretenerlo con cualquier tontería, posteriormente hacer el motivo principal de su visita.
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Llega a la mansión, estando más que molesto y abre la puerta principal del golpe, siendo seguido por los de seguridad a los cuales ignora y sube las escaleras, llegando al despacho de su padre que de igual forma abre la puerta de forma brusca, rodeando el escritorio y tomar a James del cuello y estamparlo contra la estantería que está justo detrás.
—Fuiste tu
—¿De que demonios hablas?— Expresa con furia James, tratando de soltarse del agarré dé su hijo.
Los de seguridad ya han llegado, apuntando con armas a Norman, los cual el ignora por completo para seguir haciendo el agarré más fuerte.
—¡No me tomes por idiota! tu mismo sabes a lo que me refiero.
Le había entrado un ataque de ira durante el camino al igual que el sentimiento de tristeza le invadieron, mezclándose en la perfecta combinación para hacer un veneno que hacía que llevara a la muerte a cualquiera que se cruzara con Norman.
Eran al rededor de las 7 de la tarde cuando llegó a casa de su padre, la que se encontraba completamente vacía, siendo avisado por el personal que quedaba que su padre había salido a la casa de verano que tenía en un pequeño poblado, que se encontraba a finales de las ciudad vecina. Anduvo en carretera a toda velocidad, llegando en dos horas de un viaje de cinco horas, haciendo dichoso escándalo porque no dudaba ni un solo segundo en que su padre había sido el culpable de la perdida de su hijo y del estado de Ray.
—¡Contesta!
James soltó una carcajada, haciendo una señal para que los hombres bajarán sus armas. De forma lenta hicieron caso, pero aún así seguían a la defensiva.
—¿Qué harás si te digo que sí?— sonrie con soberbia.
Norman afloja el agarré y lo suelta, retrocediendo al menos dos pasos dejando que su cerebro procese lo que había escuchado.
—¿Por qué?
—¿Creias que iba a dejar que mi hijo tuviera un bebé de un hombre? ¿en serio? Es patético.— Sonrie, con sarcasmo y suma molestia.
—¡Eso no te daba el derecho a hacer tal cosa!— la sangre le hervía, y tenía muchas ganas de matar a ese hombre.— Renuncié a tu apellido ¿Recuerdas? No tenías porque meterte más en mi vida.
—Norman no voy a ser el házme reír de todo el mundo por tu detestables gustos homosexuales— Dice con furia, haciendo un expresión de asco.— Eres mi hijo, llevas mi sangre, no voy a dejar que un hijo mío me salga con estos errores.
—¿Errores? ¿De verdad eres mi padre? No eres quien yo creí que eras, eres uno hombre que solo le interesa su imagen. Si de verdad no quieres que te arruine di que morí en algo o yo que se, pero me niego por completo a seguir tus órdenes.
James no ha dejado de sonreír, es obvio que ese hombre no se toma las cosas a la ligera y siempre tiene un plan perfeccionado que no termina con una simple cosa.
—Hijo, te confesaré dos cosas. La primera, yo no fui quien hizo que Ray perdiera al bebé. Si, estaba enterado de su embarazo pero yo no lleve acabo el plan. Y segundo, tu mayor error fue el haber dejado a ese chico solo.
—¿Que dices...?
—Digo que has caído en una trampa, Norman.
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Tose y siente que oxígeno es lo que más le hace falta, la alarma de incendios del hospital ha sido activada y las chicas junto con su madre y suegra ya hacen inconscientes en el suelo, trata de despertarlas pero no puede, así que se arrastra, tratando de sentarse en uno de los muebles y calmar el dolor que siente en el vientre.
La puerta se abr y más que ver a un salvador ve a su propia condena.
—Lindo sueños cariño.
Le han cubierto la nariz con un paño húmedo cargado de un olor que hace que comience a ver nublado, que sus fuerzas comienzen a desaparecer hasta quedar inconsciente.
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