XIV
—En conclusión, no le dijiste nada.—Gillian se llevó a la boca un pedazo de pizza, mirando a Ray negar con la cabeza.
—No.— Respondió, dejándose caer contra su cama y apretar más la almohada entre sus brazos.
Se sentía presionado, pero tenían que entender que era demasiado rápido, ni si quiera el había terminado de procesar que era un Doncel. Por su cuenta se puso a investigar pero aún así no le quedaba nada claro, incluso trato de abordar el tema con su madre pero parecía desconocer el tema por completo.
—Bueno, yo quiero pensar que aun debes estar procesando todo esto así que tómatelo con calma. No debe ser fácil que te enteres de la noche a la mañana que llevas a un bebé dentro de ti cuando técnicamente eso era imposible, hasta ahora.—Anna sonó comprensiva, sonriendole a Ray quien le devolvió el gesto.
Gillian se tuvo que poner lentes por la radiante luz de ángel que lanzaba su gemela de cabello.
—Lo tengo que admitir, tiene razón.— Suspiro Gillian.— Aun que por otro lado le vas a tener que decir. Norman te cuidara mejor al estar con él todo el día que nosotras que solo te vemos un par de horas.
—Si, lo se.
Ray no le había dicho nada a Norman en lo que respecta su embarazo, ¿Porqué? Por dos simples motivos.
El primero fue por que fue tan cobarde que no le pudo decir y cuando lo intento se puso tan nervioso que empezó a tartamudear para al final decirle que todo eso era por mala alimentación, ya que normalmente entre semana no desayunaba y llegaba a cenar tarde.
El segundo motivo fue por que Norman había llegado emocionado y con una sonrisa que parecía que ni dios se la quitaría, le contó que el lunes por la noche su madre iría a cenar con ellos y casi se muere cuando le dijo que lo presentaría como su pareja oficial ante Elizabeth, la mujer mas pura, amable y comprensiva que haya conocido en su patética vida. Al final Norman le termino explicando que gracias a su madre los rumores de su relación no habían llegado a oídos de Isabella ni de su padre, y estaba eternamente agradecido con eso.
La campana lo hizo salir de sus pensamientos, recordando que ahora tenia clase con el mismo maldito profesor de Orientación que lo reprobó en su trabajo—Lo paso con 8 pero para el era una calificación totalmente desaprobatoria.—.
—Vamonos, Ray.— Dijo Gillian.
—Adelantense, yo iré por algo de comer.
—Eso del embarazo te trae muy glotón.
—Callate.
Gillian soltó unas risas, tomando a Anna de la mano y jalar a la chica directo a su salón.
Ray no iba a entrar a esa clase, preocuparía a Norman pero ya luego vería que pretexto le iba a poner. Camino a la cafetería, pidiendo en una de las tienditas cuatro barras de chocolate, dos bolsas de gomitas, un tubo de galletas azucaradas —contenían 30 galletas.—una leche de sabor de fresa y para finalizar un licuado de chocolate en vaso. En cuanto pago, salió del plantel a sentarse debajo de un árbol disfrutando del completo silencio.
Ray miró la bolsa en la traía sus cosas y suspiro. Tal vez si en realidad era el embarazo, por que el odiaba todo lo dulce y todo lo que había pedido era dulce, e incluso las señoras que atendían se le quedaron viendo raro ya que normalmente siempre pedía Café, y ya no puede pedir eso ya que Zack se lo había prohibido por completo.
—Tengo el presentimiento que te vas a parecer mucho a tu papá.—Dijo mientras veía su todavía plano vientre, al cual Inconscientemente puso su mano, dando ligeros toques y sonriendo involuntariamente.—Me pregunto a quien te parecerías, ¿A Norman o a mi? ¿Seras de cabellos albinos?... ¡Serias muy lindo!— Guardo silencio al darse cuenta que la maternidad ya lo había golpeado.—Nacerás, pero con una condición. Aquí el único loco por el fuego de tu padre soy yo ¿Ok?
—Ray ¿A quien le estas hablando?
Ray casi da un grito del susto, miro a su costado encontrando que solo se trataba de Don. Ahora no sabia si sentirse tranquilo o inquieto.
—¿D-Don? ¿No deberías de estar en clases?— Preguntó, tratando de cambiar el tema drásticamente. Ocupo la bolsa de dulces disimuladamente para que cubriera su vientre.
—Eso debería preguntar yo.— Sonrió, sentándose a un lado del azabache.
—No tenia ganas de ver a ese anciano.
—¿El de orientación?
—Si.— Aintió, tomando su licuado y comenzaron a beberlo.
—¿Desde cuando comes chocolate?
—¿Desde cuando eres tan preguntón? — Arqueo una ceja, para después seguir bebiendo de su amado licuado.
—Touche— sonrió.—De la nada se había formado un silencio sepulcral, el cual el mismo moreno rompió.— Ray sobre lo de la última vez...
—No lo menciones.—Pidió, mirando a su costado y sacar la bolsa de gomitas.
—Solo quería disculparme.— Dijo, sonando arrepentido.— Trate de hacerte algo que no debía. Me disculpó por eso.
—No hay nada que perdonar— Sonó tranquilo, llevándose a ma boca unas gomitas azucaradas.— Ya esta olvidado.— Le ofreció de la bolsa de dulces.
El moreno aceptó, comiendo unas cuantas gomitas y disfrutar de la compañía momentánea del azabache.
—Por cierto, ¿desdé cuando sales con Norman?
Ray casi se vuelve atragantar con su licuado. Ya esta harto de que siempre le salgan con preguntas o sorpresas mientras bebe de algo. En cuanto se recupero le respondió.
—Casi tres semanas.— Respondió con un notorio rojo en sus mejillas.
—Ya veo.— Sonrió, aun que la realidad era que el coraje lo estaba consumiendo a no más poder, ya que el fue claro testigo de cuando estos dos comenzaron a salir.— Me tengo que ir.— Se despidió, besando una de las mejillas rojas del azabache.— Adiós.
El moreno se fue, dejando a Ray en un viaje astral que ni el comprendía como había llegado. Sacudió la cabeza a los lados, saliendo de su trance y seguir bebiendo de su licuado recargado en el tronco del árbol y tratar de calmar su mente.
—No me gusta que se te acerque.— Eso sonó como un gruñido.
Exaltado volteo a ver a su lado izquierdo, encontrando a Norman cruzado de brazos y para nada feliz con la escena que acababa de presenciar desde su salón.
—¡¿No estabas en clase?!— Pregunto asustado, ya que si no se equivocaba su aula estaba muy lejos. ¿Acaso hay cámaras que lo vigilan las 24 horas? O ¿Tenía puesto un rastreador?
—Ray te puedo ver desde la ventana?— Señalo su aula y es que si, lo podía observar desde la ventana pero aún así estaba muy lejos.
—¿Ok?...— Se llevó a la boca el licuado, tomando un sorbo del líquido y luego comer unas gomitas.—¿Quieres?— Ofreció.
Norman rodó los ojos y se sentó a un lado de su novio, tomando la bolsa de gomitas y llevárselos a la boca.
—¿Desde cuando comes dulce?— Preguntó.
—Ni yo lo se.— Respondió, terminando de beber el licuado.
Norman volteo a ver a su novio, soltando una minúsculas risas.
—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara o qué?
—Si, tienes un bigote de chocolate.
—Diablos.—Ray miró a sus lados en busca de un servilleta o algo para limpiarse.
—Hey.— Llamo Norman.
En cuanto miro a Norman lo que recibió fueron sus labios, lo cuales lo besaban con ligero entusiasmo. Ray se coloco encima de Norman, mientras este lo sostenía de la cintura y su contrario colocaba las manos en sus hombros, convirtiendo ese beso algo pasional pero sin llegar a ser tan apresurado. El albino pasaba su lengua, removiendo los rastros del licuado y probando cada parte de los finos labios de su amado, olvidando el completo hecho de que estaban en la escuela y que cualquier maestro los podría encontrar en aquel acto que se estaba haciendo caliente.
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—¡Sacanos de esta cárcel!—Exigió la pelirroja detrás de la puerta del salón de castigó.
—Ustedes se lo ganaron. Nadie las mando a qué urgaran en la vida del profesor.—Dijo Ray, quien era abrazado de la cintura por Norman.
—¡Se lo merecía! Le dijo a Anna que su madre había muerto por agh— Gillian no ocultaba su molestia, dejando de hacer tanto ruido en la puerta del salón de castigo para ir con Anna, quien se mantenía cabeza abajo.
Durante la clase se había tocado el tema de la prostitución, su profesor en turno fue alguien completamente desagradable y que le gustaba meterse en la vida de sus alumnos solo para molestarlos durante todo el ciclo escolar, está vez la víctima había sido la madre de Anna, que había fallecido años atrás debido una ETS por su trabajó como prostituta, el cual Anna no estaba enterada hasta el día del fallecimiento de su madre. Era algo que lo había mantenido en secreto debido a que así se lo había pedido su padre pero por culpa del metiche de su profesor ahora toda su clase lo sabía.
—Lo se— Murmuró en bajo Ray.— Pero arrojarle una silla tampoco era la opción.
—Ray, tu quería quemar a tu profesor adentro de su casa. ¡No seas hipócrita!—Le reclamo Emma.
—Cierto, pero aún así esto es un tema delicado. Solo queda esperar un poco más pero de esta no se sale como si nada.—Ray miro la hora en su celular. Se estaba haciendo tarde.— Si algo llega a ocurrir llámenme— Le dijo a Gillian, quien asintió.—Rubia— Llamo a Anna, quien le miro con una ligera sonrisa.— te quiero.
—Y yo a ti.
—Nos vamos, tengo que ver que prepararé hoy para la cena. Adiós.
Se despidió, dejando a las chicas mientras la pareja salía del plantel para ir y preparar todo lo necesario para la cena de esa misma noche.
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