IX

Mentiría si dijera que no sabía en qué momento las cosas comenzaron a salirse de control. La voz en su cabeza le decía que eso podría traer consecuencias ¿De que forma? No tenía idea, solo sabía que esa voz ya no se escuchaba o quizás si pero completamente opacada por como su cuerpo se movía, ardía y pedía por más de su contrario.

Las enormes manos de Norma pasaban por del cuerpo de Ray, exactamente desde el pecho hasta la cintura, acariciándo sin apartarse de los labios de quién nombraba amigo. Se deleitaba con ver lo blanquecina que era la piel de Ray y en como está tenía puntos rojos debido a sus constantes besos y chupones en el cuello y clavícula de este mismo. Quería sostener aquella cintura con delicadeza y posesión, quería devorar aquellos finos labios, quería sacear aquel deseo carnal solo con Ray y nadie más.

Quedando el encima y con algunas gotas de agua cayendo y resbalando por las mejillas de Ray, siguió repartiendo pequeños besos pero está vez de forma más calmada en toda la colorada cara del chico, tratando de calmarlo y que dejase de estar tenso, ya sabiendo que rumbo tomaba aquello.

—Norman.—Le llamo, haciendo que el mencionado se detuviera.

—Me detendre si me lo pides ahora.— Se recargo con uno de sus brazos sobre la cama, mientras que con su mano disponible retiro algunos cabellos que tapaban la cara del azabache debido a que estos se pegaban por lo mojados que aún estaban.

—No es eso, eso solo que- nunca he hecho esto y- ¿Me entiendes?— Se sentía nervioso y al mismo tiempo tan tonto y ridículo. Era su primera vez teniendo esa clase de contacto, era extraño todo pero al mismo tiempo deseoso de conocer.

—¿Una vez te dije que te mostraría cosas grandeosas, algo glorioso, no es así?

—Si, lo dijiste en el primer viaje que hicimos juntos.

—¿Y confiaste en mi?

—Siempre lo hago.

—Entonces...— Se acercó quedando justo a un lado del oído de Ray.— Déjame mostrarte cosas grandeosas y gloriosas. Solo confía en mí.

Ray al entender el doble sentido de estás palabras solo alcanzó a ponerse más rojo de lo que ya estaba, colocando sus manos en los hombros de Norman y también susurrarle su respuesta.

—Confio en ti.

Al tener permiso, Norman tomo de la cintura al azabache esta ves sentándose en la cama con Ray encima suyo, comenzando una nueva sesión de besos que encenderia la llama entre ellos una vez más. El menor no perdió el tiempo y enredando sus brazos en el cuello de Norman haciendo los besos más demandante, sus erecciones rozaban haciéndole soltar unos cuantos gemidos a ambos que era callados constantemente por los besos y otras veces dejados libres, sobre todo a Ray cuando sus pezones y cuello eran invadido.

El albino sin vergüenza alguna metió un de sus manos por debajo del traje de baño de su amado, provocando que este abriera la boca y Norman aprovechará y metiera su lengua, disfrutando de aquella cavidad bucal, degustando de como sus lenguas batallaban en una guerra la cual no pareciera tener fin, hasta que el azabache termino cediendo y cayendo en manos enemigas.

La fricción en sus partes bajas se hacía constante pero Norman no estaría dispuestos a qué las cosas acabaran ahí.

Ray estaba jadeando, recuperando el aire perdido dándole la escena mas caliente ante los ojos de Norman.

—Te ves tan sexi—.

Dejo las palabras a un lado y volvió a recostar al azabache en la cama, abriéndose paso entre las delgadas piernas del chico.

— Ya me lo habías dicho.— Suspiro caluroso, teniendo la reparación errática.

—Después de todo, no estaba delirando aquel día.

Gimió, sintiendo como la lengua del albino ahora jugaba con uno de sus pezones, mordía e incluso jalaba. A Ray claro que le dolía, pero estaba tan cegado en placer que aquel dolor era remplazado por una sensación que bloqueaba todos sus sentidos. Fueron segundos que estuvo así hasta que decidió que ya era tiempo de ir más haya de lo que estaban haciendo, y el deseo en los ojos del azabache igual era evidente.

—Ray, dime que quiere que haga.— Estaba jugando con él, pero Norman no quiere cometer una tontería, no lo quiere obligar, así que aun le esta dando otra oportunidad de retirarse si es que así lo desea.

Estaba rojo, cubriéndose el rostro con el antebrazo mientras su pecho subía y bajaba como si hubiera perdido el aire corriendo un maratón. ¿Qué quería que hiciera? Él quería que le hicieran sentir tocar más haya del cielo, mirando las galaxias y las innumerables estrellas de aquel espacio oscuro. Quería todo, lo quería a él y sólo por eso dejara su orgullo de lado.

—Te quiero a ti.

Norman no se resistió, bajando por completo aquel short que conformaba como única prenda de traje de baño del azabache seguido de sus bóxer, dejando mostrar a su erecto miembro.

Dios tal vez ya se estaba arrepintiendo de lo que había dicho.

Lo gemidos volvieron hacer eco, sintiendo como repentinamente la boca del albino ya hacia chupando su miembro, desde la base hasta la punta, enredando sus dedos en las hebras albinas y con la otra cubriéndose el rostro por la embarazosa situación, pero simplemente le encantaba y sentía que moriría en cualquier momento.

—No-Nor-man.— Suspiro, estaba apuntó de correrse llevaba bastante tiempo conteniendose.

No tardo mucho para que aquel líquido blanquecino saliera, corriéndose en la boca del albino. Norman se aparto, no quedando mas remedio que tragarse el semen, Ray podía sentir que de verdad se iba a desmayar de la vergüenza.

—Lo-Lo Siento— Se disculpl dejando de apreciar aquella escena en la que Norman apartaba un poco aquel liquido de su boca y sonreía pervertido.

Norman subió por nueva cuenta, uniendo sus labios con los de Ray, haciendo que probara de su propia esencia. Si estuviera en sus cinco sentidos probablemente ya hubiera mandado a la mierda a Norman por hacer aquello pero estamos hablando de que estaba caliente y Norman le había hecho una mamada así que eso no le importó ni en lo mas mínimo.

—Todavia no acabamos.

Fue en ese momento que Ray supo, que aquella noche de placer no acabaría luego.

—No tengo lubricante y no quiero lastimarte así que, Chupalos.—Ordeno, mostrando tres de sus dedos.

Dejo su cordura a un lado, sintiéndose sumiso aceptó la orden de aquel albino de ojos cielo. Hizo caso a la orden, avergonzado y con la cara ardiendo estaba lamiendo aquellos tres dedos de su contrario de una manera para nada inocente y desesperada.

—Con eso bastar.— Bajo su mano llegando justo en la entrada del azabache, estaba desesperado por entrar directamente pero no lo quiere lástimar.— Relajate.

Comenzó despacio, metiendo el primero dedo, haciendo círculos imaginarios que causaban que Ray se quejara de dolor al punto de ponerse a llorar, más resistió lo suficiente  esperando a que  se acostumbrara a la intromisión en su persona. Introdujo un segundo dedo, esta vez haciendo movimientos de tijera mientras Ray se aferraba a la la espalda de Norman siguiendo el mismo proceso, el dolor al ya no ser tanto pasando a ser tolerable. Introdujo el tercer dedo, esta vez simulando embestidas que hacían que los sonidos que salieran de los labios del azabache fueran más gemidos cargadora de lujuria aumentarán y no se contuviera en callarlos, haciendo que Norman se excitara al escuchar esos gemidos en su oído.

Ya estaba listo, su cuerpo aun seguía ardiendo, no lo soportaría más. Estaba desnudos, ambos lo estaban, Norman aun quedando en medio del avergonzado Ray listo para entrar. Por el lado del albino del cajón de un lado saco un condón.

—¿Por qué tendrías eso?

—Preguntale a Emma.

Norman le sonrió, abriendo el sobre y de este sacar el condón que fue colocado en su miembro, todo bajo la mirada de Ray que pedía por más.

—Norman... Te necesitó.— Suplicó, no podría aguantar mas, lo quería dentro.

—Tus deseo son ordenes.

Despacio fue como empezó, comenzando entrar y haciendo que Ray se aferrara a las sabanas, le dolía, tal vez demasiado, una cosa eran los dedos y otra muy distinta era tener tar tamaño dentro suyo.

—Quieres que me detenga?— Preguntó, lo que menos quería era lastimarlo.

Ray negó, cerrando sus ojos con fuerza, conteniendo dolor que sentía en su entrada. Inseguro, Norman hizo caso, y siguió entrando hasta hacerlo por completo. No paso mucho para que el cuerpo de Ray se adaptara y diera inició a un mundo totalmente nuevo para su cuerpo, mente y corazón.

—Muevete.— Ordeno.

No desaprovechó ni un segundo, empezando a dar embestidas suaves intentando no dañar aquel delicado cuerpo. Ray se aferraba a las sábanas, cuando se acostumbró hizo un ligero movimiento de caderas buscando mas del albino, enredando sus delgadas piernas alrededor de la cintura de Norman, este entendió y esta vez no se iba a contener, ya llevaba demasiado tiempo.

Las embestidas pasaron a ser mas salvajes y sin cuidado, el sonido lascivo de sus cuerpos chocando, los gemidos y gruñidos que soltaban era la única melodía que inundaba la habitación. Ray entre gemidos diciendo el nombre de su amado y el otro soltando jadeos que le hacían sentir tocar el cielo por haber por fin tomado a aquel chico que le encantaba.

Cambiaron de posición, está vez Ray estaba encima de Norman dando saltos que hacían sentir el miembro del albino de forma más profunda, tocondo así su punto G, cosa que hizo que Ray soltara un gemido más cargado de placer que los anteriores.

—Lo encontré.

Ray siguió dando saltos pero debido a que estos eran lentos volvieron a la posición de ante solo que está vez una se las piernas del azabache ya hacía sobre el hombro de Norman.

La embestidas retomaron su ritmo pero está vez tocando el punto dulce del azabache, disfrutando de la deliciosa sensación de su miembro siendo absorbido y la hermosa imagen frente suyo eran el complemento.

  A Ray ya no le interesaba si su madre no lo aceptaba por el hecho de que le gustaran los hombres, a Norman ya no le importaba su familia ni aquel estúpido compromiso, Solo estaban centrados en uno del otro.

—Ray, voy a-

—Si ¡Ah!

Dicho y hecho, Norman termino dejando su esencia en el interior del azabache y el se corría manchando el abdomen de ambos, mientras este dejaba que las lágrimas resbalaran de sus ojos, arqueando la espalda por aquella ola de emociones que no solo llevaban la palabra sexo, sino que tambien llevaba amor, un amor correspondido en su totalidad. Lo beso, haciendo que se relajara y que por fin descansará.

—Te amo, Ray.

—Yo tambien te amo, Norman.

El albino tomo una de las sabanas y cubrió su cuerpo desnudo con el del azabache no sin antes limpiarse un poco y deshacerse del condón, procediendo a hacer que Ray se acurrucara en su pecho mientras Norman le dejaba un beso en sus hebras negras, después de unos minutos, ambos sucumbieran ante el sueño.

Aquella declaración marco el inicio de un todo.







Bueno, creo que quedó más decente jahsjsk pidoperdon no me funen les recuerdo que el lemon  no es mi fuerte
😔👎🏻

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