Las campanas sonaron y Layne y yo viéndonos con una inmensa sonrisa de felicidad, salimos de la iglesia tomados de la mano, frente a todo el reinado de mis padres, y ellos tan orgullosos y contentos por ambos, nos sonrieron y los dos también le sonreímos.

Layne se me quedó viendo con ternura y amor por mi vestido de novia; yo me giré a verlo y le sonreí con destellos. Él me sonrió y besó mi cabeza todo dulce, lo que más me derritió y me colgué feliz y con mimo de su cuello y brazos.

Layne rio feliz, y más tierno y me cargó con cariño en sus brazos y todos nos aplaudieron y nos tiraron arroz y flores.

Riéndonos contentos, volvimos a vernos con complicidad e ilusión y después nos besamos frente a todos y nos llenamos de aplausos y felicitaciones, para iniciar al fin nuestra vida juntos como marido y mujer.

1 año después.

Washington, Estados Unidos.

Con entusiasmo mojaba mis pies en aquel reconfortante rio, el que no dejaba de mirar con cautividad; me encantaba el sonido que emanaba y las rocas chocando en la orilla, y sosteniendo mi vestido rosa, veía con detenimiento sus suaves y pequeñas olas. Me sentía tan realizada y plena que esbocé una sonrisa y me estiré hacia el pasto y me dejé atrapar por el celeste cielo, aquel perfecto y claro cielo, como el de sus ojos, y suspirando, él aún no se sacaba su polerón de color verde y terminó de fumarse su cigarrillo y me vio descansar sobre el pasto, con los pies metidos en el rio, y contento, se me acercó con una rosa roja.

—Hola, ternura — yo feliz de oírlo, me enderecé y le sonreí.

—Hola — Layne me sonrió y me pasó la rosa, la que atesoré al instante y la olí. Amaba el olor de las rosas, él me contempló con amor.

—¿Y qué tal? ¿Te gustó este lugar?

—Me encantó. Este campo es increíble.

—Jejeje, sabía que te gustaría. Nos queda un poco lejos de casa, pero vale la pena el esfuerzo y camino — lo miré con destellos.

—Este es nuestro tercer campamento, pero siento que este es el mejor, sobre todo por este día tan lindo y perfecto — me miró con ternura.

—Lo es más porque tú estás en él y conmigo.

—Mi Layne, me haces y me has hecho tan feliz, muy feliz, como nunca creí en un instante que no lo sería — él tomó mi mano con cariño.

—Tú también le diste sentido a mi vida. Desde que llegaste a ella, todo fue diferente y maravilloso para mí. No sé que haría si no estás a mi lado, mi preciosa Margarita.

—Mi vida. Te amo.

—Y yo a ti, ahora y siempre.

—Amor mío.

Layne volvió a sonreírme con ternura y amor, y con cariño tomó mi relicario en mi pecho; yo lo miré perdidamente y los dos nos besamos largamente en aquel mágico e inolvidable día de campamento.

Seattle, Estados Unidos.

Ansiosa y llena de ilusión, porque esa noche lo vería cantar frente a tanta gente, las luces del escenario se apagaron y todos eufóricos empezaron a aplaudir, yo también aplaudí, cuando de pronto, todos aparecieron sobre el escenario, y Layne viéndome en el público, yo estaba frente a él, y ambos viéndonos con todo nuestro amor, él comenzó a cantar y yo me derretí y suspiré por él. Layne amándome con locura, mientras cantaba con su potente y poderosa voz, me sonrió todo tierno, coqueto, y orgulloso, se sintió inmensamente feliz y una vez más realizado y siguió cantando y haciendo lo que tanto le llenaba y apasionaba, el de cantar y alegrar a sus seguidores, tal como siempre me alegraba a mí con su amor incondicional, el que pasó fronteras y épocas al pasado, donde nos enamoramos y construimos juntos un amor eterno en el presente y futuro.

FIN.

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