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—Buenos días— El azabache susurró dulcemente mientras tomaba suavemente la mejilla de su pareja y la acariciaba con su pulgar, este sonrió y abrió lentamente sus ojos
—Buenos días, cariño— Posó una mano sobre la que estaba en su mejilla y rió levemente
Ambos amaban despertar junto al otro, siempre con risas y dulces caricias
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