Lo que ya no existe

¿Sana? —dice su nombre mientras cuerpos ajenos chocan contra el de ella. Busca la cabellera castaña entre la multitud. Suena una canción pero no está segura cual es...

Choca contra alguien de espaldas, no sabe quien es —¿Has visto a Sana? —la persona delante de ella se da la vuelta y extiende una sonrisa muy grande, mira a Mina de arriba a abajo y después se marcha.

Mina talla sus ojos y sigue caminando, hasta que encuentra un cuarto. No sabe como cambio de estar en un club a su dormitorio. A lo lejos escucha risas, conoce muy bien esas risas y después de eso solo hay silencio.

Se dirige al lugar de donde vienen los sonidos, el cuarto de Sana. Abre la puerta y en ese momento, una está encima de la otra; riendo.

Mina grita pero no escucha su propia voz.

Se levanta de golpe, con la respiración agitada. Se lleva la mano al pecho y cierra los ojos intentando relajar su pulso. Mira el reloj digital en su mesita de noche y se da cuenta que faltan diez minutos para que suene su alarma.

Suspira, cierra los ojos una vez más y con voluntad admirable se pone de pie. Va al baño y lo primero que hace es encender la regadera, estira sus brazos frente al espejo y después de unos segundos se desnuda.

No piensa en el sueño tan raro que tuvo, solo entra directo al agua tibia y comienza con su baño. El jabón corporal acaricia su piel, mientras que su shampoo y acondicionador son aplicados con sumo cuidado. Pasa sus dedos entre los mechones húmedos con delicadeza.

Mina ama su cabello lacio, largo y negro.

Después de lo que parece una eternidad, sale del baño y una nube de vapor inunda la puerta. Pronto se evapora y Mina comienza a secarse mientras elige qué accesorios usará para el día. En su joyero descansan unos aretes de oro que le regaló Jeongyeon, una pulsera que le regalo Jihyo en un cumpleaños.

Cumpleaños.

—Basta, Mina —dice mientras observa por última vez un collar con cadena delicada y un dije pequeño en forma de corazón.

Como siempre, está lista para sus primeras clases. En el salón, no hay muchas personas, todas sus amigas han faltado a la primera clase y ni se diga de aquellas. Al menos tendrá un día tranquilo.

Las clases pasan muy tranquilas y cuando llega la hora del desayuno pide un bowl de frutas con nueces y almendras. Se sienta en una mesa cualquiera, y aunque muchas personas pudieran sentir lástima por qué está comiendo sola, a ella le gusta. Estar con sus propios pensamientos y compañía es algo de lo que aprendió a disfrutar desde que era niña.

Además nadie le diría nada, es Myoui Mina.

Dan las doce de la tarde y por hoy se libera de sus clases. Va de nuevo a su dormitorio y cambia su atuendo. Escucha música en una bocina pequeña que tiene en su cuarto, prepara una pequeña mochila con probióticos, una botella de agua y una barrita de arroz con nueces.

Sana odia ese snack.

Al pensar en ella, Mina sonríe. Recuerda la primera vez que le compartió un pedacito de la barra; tenían ocho años y estaban en clases. Mina siempre fue una niña callada, sin embargo a veces le gustaba compartir de su comida para mitigar el aburrimiento.

Nayeon se sentaba a su lado, Sana detrás de ellas. Cuando la castaña probó de eso, sintió asco, pero explico que la textura no le gustaba y que el sabor era delicioso. Aún así hizó una escena— fingida— para poder salir de clases, llevandose a sus mejores amigas con ella por al menos veinte minutos.

Mina piensa que la vida era más sencilla en ese entonces, pero esa vida ya no existe.

Sale del dormitorio y afuera ya la están esperando sus guardaespaldas, Mina los conoce desde que tenía quince años. Su padre los contrato desde que su posición de trabajo cambio, tomando precauciones de cualquier percance que pudiera llegar a pasar.

Mina les sonríe y ellos la siguen por detrás hasta llegar al estacionamiento, ambos hombres van en la parte de adelante mientras ella está en la parte de atrás organizando su horario en su iPad.

Cuando llegan al estudio, les dice que no va a tardar mucho; aunque ellos saben que tarda por lo menos una hora y media. Entra y saluda a Vero, su instructora de Yoga.

Las rutinas de Vero siempre la retan a algo nuevo, el sudor corre por su frente y aunque podría ser asqueroso, es todo lo contrario. El olor natural de Mina se mezcla con su perfume.

—¿Cómo está Sana? —Vero pregunta a Mina quien está sentada en su tapete, descansando de la última posición.

Al escuchar el nombre de su mejor amiga, Mina piensa en los mensajes que le ha mandado a Sana y no ha respondido. No sabe nada de ella desde ayer por la noche, el último mensaje que recibió fue que habían llegado al club.

Cierra los ojos y se pregunta si fue buena idea dejarla ir sola. No, no. Sana es una adulta, no necesita ni de su permiso, ni de su protección. Aún así el hecho de pensar que estuvo con ella, hace que tenga náuseas.

—Está bien, ya sabes como es Vero. La última vez que la obligue a venir casi se desmaya después de cinco minutos —Mina dice con una risa mientras se pone de pie, lista para irse. Quiere evitar el tema.

Cuando llega al dormitorio otra vez, una figura conocida ya está ahí. Mira hacía el techo en silencio. No se escucha absolutamente nada.

Normalmente tener a Sana en el lugar era ruido asegurado, sino era música, era alguna serie o podcast que le haya causado una hiperfijación. Hoy es la excepción, solo se escucha su respiración y está tan absorta en sus pensamientos que no escucha cuando Mina cierra la puerta.

—¿Sana? —la mencionada pega un brinco y se lleva la mano al pecho, Mina ríe ante el gesto —Perdón, no quería asustarte.

Sana la mira a los ojos, y por primera vez en mucho tiempo su mirada la incómoda, es muy profunda y parece que sus orbes piden ayuda a gritos. Sin embargo, antes de que Mina pueda preguntar algo, Sana relaja su mirada y la atrae con un abrazo.

—Mina, te extrañe mucho ayer —Mina pone su mano en la espalda de Sana, inhalando profundo esperando encontrar el olor dulce tan característico de su mejor amiga, sin embargo puede reconocer un olor fresco y hasta floral.

Sana se separa del abrazo y Mina frunce el ceño al notar el nuevo olor —¿Estás usando un nuevo perfume?

La castaña le da una sonrisa nerviosa. Nayeon trajo a todas a la escuela, y en su carro roció de su perfume. Entre quejas algunas de las presentes quisieron vomitar por la resaca, pero a Nayeon no le importó y antes de bajar del carro, sin que nadie se diera cuenta Sana robó un poco del perfume.

No olvidando y sobre todo queriendo recordar el olor que la inundó la noche anterior cuando sus labios...

—No, no, solo me lo prestaron.

Mina sonríe hacía ella y le empieza a platicar de su día. —Vero pregunto por ti —Sana no responde, perdida una vez más en sus pensamientos. Mina aprieta la mandíbula y se pregunta qué es lo qué está en su cabeza.

—Mina ¿a ti te importaría si me acerco a Nayeon? —la pregunta descoloca a la mencionada, quiere hasta reír. Nayeon, de todas las personas en la escuela a las que Sana podría volverse cercana, es sin duda la más cuestionable.

Mina parpadea varias veces, intentando ver si la pregunta de Sana es real. No es que la juzgue, Nayeon ha estado como sanguijuela, metiéndose en cosas que no le interesa, invitando a sus amigas a su cumpleaños y pretendiendo que nunca pasó nada.

Parece que a Sana se le olvidaron algunas cositas sobre Nayeon, cosas que tanto ella como Sana odian. Sin embargo, con una expresión neutra contesta— Yo no quiero saber nada de ella, no me interesa arreglar lo que sucedió —Nayeon no lo merece, es lo que piensa Mina—, pero si tu quieres ser su amiga, yo no tengo problema.

Sana se queda callada ante su respuesta mientras analiza la expresión neutra de Mina, intentando expulsar el momento de la noche anterior de su cabeza, sin éxito alguno. —Eres mi mejor amiga, Mina. Nunca te cambiaría.

—Lo sé, Sana —la respuesta viene acompañado con sus manos apretando ligeramente sus propios dedos.

Sana rasca su cabeza y se pone recta en la cama, recargando su espalda y quedando completamente sentada. —Es qué, bueno... Tal vez hablar las cosas sea buena idea —Sana hace una pausa, pensando muy bien qué decir ante un tema tan delicado para Mina— yo sé lo que Nayeon alguna vez fue para ti, pero ahora que me gustaría conocerla otra vez, podríamos hablar ¿no?

Mina aprieta la mandíbula ligeramente y reitera su punto. —Como te dije Sana, no me interesa arreglar las cosas con ella. La distancia que existe es la correcta y necesaria.

—¿Pero a ti no te molesta que vayamos a ser cercanas?

—En primer lugar no sabemos si Nayeon quiera una amistad contigo, Sana. Hay que ser realistas, además no seas hipócrita, tú tampoco quieres.

—Ahora es diferente, Mina— Sana aprieta los labios —Aún así puedo trabajar en eso, pero no quiero que te sientas traicionada por mi al hablar con ella.

En ese momento, Mina toma las manos de Sana sin ponerse a analizar debidamente lo que su mejor amiga está dando a entender. —Si tu quieres relacionarte con... —Mina pausa para detener cualquier palabra indebida, carraspea y continua—:...con ella. Está bien. Gracias por avisarme.

Sana la abraza y la aprieta contra ella—You're the best, Minari!

Mina sonríe ampliamente, ella quisiera que Sana se diera cuenta que no solo es su mejor amiga—Iré al consejo —la menor anuncia y solo con eso, Sana salta de la cama.

—Te acompaño, Minari.

—¿No te sientes mal? ¿Tomaste mucho? —Mina pregunta mientras caminan por los pasillos hasta el consejo. Son las dos de la tarde y a está hora Jihyo y Nayeon ya deberían estar ahí.

—No, solo unos cócteles, pero recuerdo todo.

Mina sonríe y le pasa una botella de agua. —Mantente hidratada, el alcohol chupa el agua del cuerpo.

Sana frunce el ceño ante la explicación tan peculiar de Mina, pronto llegan a las puertas del comité y cuando Mina entra se da cuenta del estado tan deplorable en el que se encuentran las presentes.

Normalmente, las ventanas están abiertas con el aire corriendo y las cortinas recogidas para que la luz de la tarde ilumina el lugar, sin embargo hoy está a oscuras evitando que algun rayo de sol llegue a Jihyo.

La presidenta se encuentra con lentes oscuros y elegantes desparramada en una silla. Un electrolit vacío frente a ella y suspiros de enfado dejan su boca. Por otra parte, Nayeon se ve asquerosamente bien.

Su uniforme pulcro y perfecto acompañan una expresión cansada y pensativa. Rueda los ojos y va hacía las ventanas, abriendo las cortinas de golpe para que entre un poco de luz. —¡Mina!

—Tenemos muchas cosas que hacer, Jihyo —la mencionada suelta un quejido bajo.

—Hoy nos vamos en una hora, lo que terminemos en ese tiempo es lo que haremos.

El trabajo no es tanto, pero es fastidioso, muchos documentos y presupuestos, Mina se encarga de lo último mientras Nayeon está en un archivero dividiendo algunas carpetas de años anteriores.

Jihyo finge contestar correos.

Sana está recargada en la pared contraria al archivero, detrás de Mina. —Aquí está el presupuesto para Octubre.

Nayeon asiente y camina hacía donde está la tesorera, cuando se inclina a tomar los papeles, una brisa de aire fresco que corre por las ventanas recién abiertas hacen que ese olor llegue a las fosas nasales de Mina.

Tan pronto como llega, se va. Nayeon saca una carpeta colgante y empieza a preparar los documentos que acompañarán al presupuesto, pero Mina se queda ahí. Es el mismo olor que su mejor amiga porta el día de hoy.

El ojo derecho tiembla cuando la realización llega a ella, así que Nayeon le prestó su perfume y antes de que siga analizando y procesando la información Sana camina hacía la arpía que tiene enfrente.

Sana está susurrando y Nayeon abre los ojos con sorpresa, frunce el ceño y se echa para atrás, pero Sana estira el cuello invitando a que la Vicepresidenta huela su cuello, sin embargo Nayeon puede hacerlo desde esa distancia.

La risa de Nayeon al darse cuenta que huelen igual, descoloca a Mina. Intenta concentrarse en los documentos pero puede observar como Nayeon susurra algo en su oído.

¿Qué podría ser?

—Sana, muévete. Me estorbas —Nayeon dice en voz baja, por el ángulo en el que están Mina percibe que Nayeon está cerca de ella.

Hipócrita, clamando su odio por Sana y ahora esto.

Mina intenta controlar sus pensamientos, una presión en su pecho aparece una que no sentía hace mucho.

Celos.

Celos.

Sana acaricia el listón que lleva Nayeon en el cabello, Nayeon tiene sus mejillas rojas. Jihyo está casi dormida en su asiento y no puede escuchar la respiración agitada de Mina.

Aprieta la mandíbula cuando por una fracción de segundo, Nayeon la mira. El solo ver sus ojos es una molestia ¿por qué Nayeon le tiene que causar esto?

¿Por qué no puede alejarse una buena vez de Sana y de ella? ¿Por qué la tiene que molestar con su presencia y con el mismo perfume que usa desde secundaria?

¿Por qué Sana quiere acercarse a la chica que les ha causado tantos problemas? ¿Por qué quiere ser amiga de Nayeon cuando es amiga suya? ¿Por qué Sana tiene que mirarla de esa manera?

Mina rechina los dientes y el colmo viene cuando Nayeon se acerca a ella con una mirada preocupada. —¿Mina estás bien? —la mencionada no responde, mirándola con seriedad y aún así no demuestra sus emociones.

Aquella pregunta hace que se enfurezca más, la sonrisa ligera de Nayeon... ella sabe que es lo que significa esa sonrisa. —Sí. Ya vengo.

Mina sale del lugar a pasos predeterminados, temiendo que si da uno en falso sus emociones podrían revelarse. Queda a unos metros de la puerta donde están las demás. Respira profundo.

Puede que a su mejor amiga se le olvide lo mierda que es Nayeon y todas sus amigas, pero a ella no.

Mina está dispuesta a borrar esa sonrisa. Nadie se burla de ella y mucho menos la arrastrada de Nayeon. No, no puede contradecirse. No quiere tener nada que ver con ella ¿por qué le está dando tanta importancia?

Mina respira profundamente. La imagen de Nayeon sonriendo viene a su cabeza y causa un dolor en el pecho. En un momento lo decide.

Saca su celular y marca el número de su papá. —¿Papi?

—Sí, sí. No te preocupes estoy bien... saluda a la abuela por mí. En fin, te quería pedir un favor— su padre contesta que todo para su hija— Una amiga mía va a pilates, pero me contó la mala higiene que tienen. —Mina mira sus uñas mientras escucha a su papá preguntar qué puede hacer. —Nada, papi solo quería saber si mi tío puede darle una inspección, como es de PROFECO puede resolver más rápido.

Su padre asegura que esto tardará algunos días y que en el tiempo, no podrán reanudarse las sesiones de pilates. —No te preocupes, papi. Que mi tío se tome su tiempo.

Mina se despide de su papá. Recarga su espalda en la pared y con los ojos cerrados recuerda aquellas tardes en secundaria comiendo con sus amigas.

Pero esa vida ya no existe.

En el edificio abandonado, Tzuyu se encuentra con dolor de cabeza y mucho sueño, tal vez debió hacerle caso a Nayeon y debió haber bebido. Sin embargo, eso no detiene su buen corazón. Acomoda algunas cobijas que trajo de su dormitorio —Ven, ven.

La perrita que encontró en el estacionamiento la sigue, la barriga grande y llena de cachorros le pesa pero aún así confía en la humana. —Aquí estarás a salvo, te traje comida. —Tzuyu avisa sacando algunos trozos de jamón que robó de las raciones de Dahyun, además de un recipiente con mucha agua. —Prométeme que cuando seas mamá, yo seré madrina.

La perrita la mira a los ojos, cuando Tzuyu extiende la manta por fin puede recostarse en ella. —Te llamaré Kaya.

Tzuyu acaricia la cabeza del animal que tiembla de miedo al sentir la mano desconocida, pero pronto encuentra confort en su tacto. Tzuyu no mide el desastre que será cuando 5 cachorros se cuelen en los pasillos de la escuela.

-

Bueno pues volví después de casi dos meses. Primero que nada comenten que les parece este nuevo capítulo ¿cuales son sus teorias? ¿Que pasa realmente por la mente de Mina?

Por otro lado les quiero platicar algo:( emocionalmente tuve un bajón muy fuerte, pero ya estoy mejor. No sé que tanto me vaya a tomar volver a escribir, pues apenas el día de hoy pude hacerlo sin sentir presión y ansiedad. 

Por último, me parece super gracioso que Twice en la vida real se den sus besitos. Tal vez tengo voz de profeta, voy a escribir entonces que vienen a mexico y está vez se quedan un mes a descrubrir la cultura mexiana JAJAJAJAJ. 

Las quiero mucho. Nos vemos en otra historia.

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