Oscura seducción
No sabía realmente qué estaba esperando, pero seguramente no era eso. En la pared del fondo, junto a la cama, espejos de piso a techo ocultaban un gigantesco closet. Una pequeña pero elegante sala dominaba el espacio central, rodeada por plantas y esculturas procedentes de todo el multiverso, que le daban al amplio espacio una apariencia de sofisticada elegancia digna de una reina.
Aun así, la joven esper no pudo evitar sentir que estaba entrando a la guarida de un depredador.
—Ah, Tatsumaki —suspiró Granny Goodness como si no la estuviera esperando —Pasa, cariño, pasa.
Cuando Desaad llegó por ella, la esper ya llevaba días aislada en su celda. La ausencia de Starfire quemaba un agujero en su memoria, pero ella todavía se negaba a reconocerlo. Jamás se había sentido así por nadie... y lo odiaba. Prefería ser la testaruda solitaria que no necesita de nadie... pero entre más luchaba por dejar de pensar en ella, más fuertes eran los recuerdos de las semanas que habían compartido en aquella sombría celda.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó bruscamente la joven mientras Granny la guiaba hacia la sala.
—Simple y directa —sonrió la arpía sentándose un poco demasiado cerca de ella —Es lo que siempre me ha gustado de ti, cariño.
Tatsumaki sintió las manos de Granny apoderándose de las suyas, como una serpiente constrictora enredándose en su presa. Fuera de la habitación, un par de parademonios pasaron portando una camilla de la cual colgaba el brazo inerte de una de las competidoras.
No era Starfire. La piel de la muerta era blanca como el papel, diametralmente opuesta al delicado tono tangerina de la tamaraneana. Aun así, la joven esper no pudo evitar que su estómago diera un vuelco y no pudo evitar preguntar.
—Starfire, ¿se encuentra bien?
Un brillo mezcla de maldad y celos iluminó los ojos de Granny Goodness.
—Veo que le has tomado aprecio a la princesa —reconoció la arpía —Incluso aunque no hace mucho intentó matarte.
—Ustedes la obligaron... —rebatió Tatsumaki —nos obligaron.
—Cierto, cierto, pero aun así —dijo Granny recorriendo con su uña el brazo de la joven, cubierto por su eterno vestido negro —¿Sabes, querida? Exactamente de eso te quería hablar.
—¿De qué? —preguntó la joven, viendo a los parademonios alejarse con la camilla.
—Que esto quede entre nosotras —comenzó la taimada arpía apartando delicadamente un mechón de cabello de la mejilla de su presa —Pero no veo la necesidad de que sigas participando en el torneo.
—¿Acaso tengo opción? —preguntó Tatsumaki, controlando las ganas de abofetear a la maldita zorra.
—Eso depende —admitió Granny Goodness.
—¿De qué? —un agrio presentimiento encendió la ira de la pequeña psíquica.
—Supongo que ya no es un secreto —dijo la mujer susurrando al oído de la chica —Me fascinas. Me has encantado desde que nuestro amo me ordenó buscar a través del Multiverso a las guerreras más dignas de entrar al Torneo Oscuro.
Un escalofrío recorrió la piel de Tatsumaki al sentir el aliento de la mujer acariciando su oreja.
—Es por eso que ahora me arrepiento de haberle revelado tu existencia —admitió Granny —Quizá pude haber traído a tu hermana Fubuki o a Psykos, para mantenerte a salvo, pero en ese momento no conocía las verdaderas intenciones de Darkseid.
—¿A salvo? —preguntó la chica —¿De qué intenciones hablas?
—Shhhh —dijo Granny dando un ligero beso a la esper —No es el momento de hablar de eso. Yo puedo ponerte a salvo y tal vez a Starfire, si no es demasiado tarde.
—¿A cambio de qué? —insistió Tatsumaki, tan tensa que su cabello comenzó a levitar, impulsado por su energía telequinética.
—De tu amor, por supuesto —dijo Granny, entre fascinada y asustada de que ni siquiera el inhibidor inventado por Desaad lograra anular por completo los poderes de la chica.
Hubo un momento, durante su reciente combate en el Coliseo Interestelar, donde sus labios y los de Starfire habían quedado apenas a milímetros de distancia. Pero no era esa imagen la que la joven esper había estado combatiendo aquellas semanas, sino la película completa de lo que habría ocurrido después de ese beso...
—¡No! —gritó Tatsumaki, su corazón alimentado por aquella fantasía, y Granny pudo sentir que la mano que buscaba los pechos de la joven, pequeños pero deliciosos, recibía un fuerte empujón telequinético.
—No estoy enojada —dijo la arpía con voz melosa pero tensa —Sin embargo, es momento de que aprendas lo que le ocurre a quienes rechazan mi bondad*.
Era parecido a la Sanción Omega de Darkseid, pero atenuada para crear un dolor paralizante, en vez de desintegrar a quien la recibiera. El pulso de energía que emitió el collar logró noquear a la joven. Lo último que sintió fue el frío de unos grilletes cerrándose en torno a sus muñecas y tobillos.
***
Dolía. Pero era un dolor delicioso. Algo parecido a ser penetrada por primera vez por un experto amante.
—¡Nada mal! Nada mal —dijo Granny Goodness al ver la transformación completa en el espejo.
El rostro de muñeca, el cuerpo delgado pero firme, las tetas pequeñas pero erguidas, el abdomen plano como una tabla, la cintura estrecha que se abría hacia una cadera esbelta pero bien formada. Lo más delicioso de ella eran las nalgas pequeñas pero respingadas y las piernas perfectamente torneadas.
Lo único extraño era el corto e indomable cabello verde, pero incluso eso la hacía lucir más encantadora.
—¡Tatsumaki!
Y terminó justo a tiempo. Una aliviada y muy feliz Starfire se sacudió las garras de los parademonios y entró corriendo a la habitación para abrazar a la falsa Tornado.
—¡Oh, Starfire! —exclamó Granny, sorprendida de que incluso su voz fuera idéntica a la de la esper —¡Gracias a Dios te encuentras bien! ¡Tenía tanto miedo!
La arpía aprovechó el momento para repegar el cuerpo pequeño y delicado de la esper, contra la perfecta figura de Starfire. Debía reconocer que se sentía delicioso, el firme cuerpo de la tamaraneana era idéntico a lo que en la Tierra llamaban una supermodelo, con las proporciones estéticamente perfectas y el rostro simétrico de pómulos delicadamente marcados.
—¿Te encuentras bien? —quiso saber la princesa —¿Te hicieron algo? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué sigues desnuda?
—Yo... Granny me mandó llamar —dijo la maldita bruja fingiendo a la perfección que estaba aguantando un llanto amargo y desesperado.
—¿¡Qué!? ¿¡Para qué!? —preguntó Starfire, con un negro presentimiento inundando su corazón.
—Para ofrecerme un trato.
—¿Qué clase de trato? —preguntó Kori, apartándose un poco de la falsa Tatsumaki, apretando los puños con furia.
—Dijo que podía salvarnos... —dijo Granny con una lágrima resbalando por su mejilla —salvarte.
—¿A cambio de qué? —exigió saber Starfire, con una espina de culpa clavada en el corazón, al presentir la respuesta.
—Yo... ella... —dijo la bruja maldita cayendo de rodillas en el suelo, presa de un desesperado llanto.
—¿¡Se atrevió a...!?
Riéndose por dentro, Granny se limitó a asentir, sorbiendo la nariz sin levantar el rostro.
—¡¡Está muerta!! —gritó Starfire empezando a dar media vuelta —¡¡¡Granny!!! ¿¡Donde estás, vieja arpía!? ¡¡Muéstrate!!
—¡No! —exclamó Tatsumaki jalando a Kori de la mano —¡No te vayas! ¡No me dejes sola! ¡Por favor!
—Tranquila, tranquila, Tatsumaki —dijo la princesa, ayudando a la impostora a sentarse en la gran cama —No voy a ir a ningún lado.
—Gra... gracias —musitó Granny, arrebujándose contra el cuerpo de Starfire.
—Pero... no entiendo —siguió Starfire —¿Dónde está ella? ¿Te dejó sola?
—No estamos solas —dijo Granny acariciando distraídamente el muslo descubierto de Koriand'r —Hay una tropa de parademonios en el pasillo y debe haber cámaras vigilando el lugar.
—¿Su propia recámara? —se preguntó Kori —¿Qué... qué haces?
La mano de la falsa Tatsumaki se había abierto paso entre las piernas de la tamaraneana y estaba apenas a unos centímetros de su intimidad.
—Yo... yo... lo siento... —tartamudeo Granny —no me di cuenta.
El dulce rostro de Tatsumaki se levantó con un gesto anhelante.
—No... no... te preocupes —suspiró Starfire sintiendo como la mano de la vieja arpía comenzaba a acariciar abiertamente la parte interna de sus muslos —sólo que no creo que sea el lugar... ni el... momento...
Sin darle tiempo de nada más, Granny se estiró un poco para darle un ligero beso en los labios, clavando sus ojos esmeralda en los de la princesa.
—Lo sé —admitió la impostora —es sólo que lo he deseado por tanto tiempo...
Esta vez, el beso fue más profundo. La lengua de Granny Goodness comenzó a explorar delicadamente el interior de la boca de Starfire, recorriendo cada rincón con la ligereza de una pluma.
Poco a poco, la falsa Tatsumaki comenzó a empujar a la princesa hacia la cama, guiándola para que quedara recostada de espaldas. De cuando en cuando, la impostora echaba una mirada a un punto muy específico de la pared, donde una bien disimulada abertura dejaba ver todo lo que ocurría en la cama.
Del otro lado, la verdadera Tatsumaki se revolvía contra sus grilletes, inútilmente. Sus gritos desesperados, tratando de advertirle a Starfire, se ahogaban detrás de un bozal y encerrados entre cuatro paredes tan gruesas que quizá incluso al calvito le habría costado más de un golpe derribar.
En la cama, el cuerpo transformado de Granny Goodness se había abierto paso entre las piernas de Starfire y, con una insana habilidad, había logrado despojarla de la parte superior de su uniforme, dejando al descubierto los magníficos pechos de la princesa.
Las experimentadas manos de la maldita arpía comenzaron a juguetear con los senos de la chica, masajeando suavemente y pellizcando con delicadeza los inflamados pezones. Su boca besaba cada vez con más pasión a su víctima, arrancándole ahogados gemidos mientras terminaba de desnudarla.
Poco a poco, la impostora fue bajando, besando primero el cuello de Kori, lamiendo delicadamente los puntos más sensibles, trazando un camino de besos y lamidas hasta llegar a los pechos de la princesa.
Una breve pausa permitió que la anticipación de Starfire creciera y cuando, por fin, los labios de la falsa Tornado se apoderaron de uno de su pezones, un dulce gemido invadió toda la habitación.
Dentro de su prisión, Tatsumaki maldecía a Granny por lo que le estaba haciendo a Starfire. Su desesperación crecía con cada beso y cada caricia, hasta que por fin logró vencer la resistencia del inhibidor. La oleada telequinética sacudió el cuarto entero, pero eso fue todo, estaba agotada y no había logrado liberarse.
—¿Qué... qué fue eso? —preguntó Kori entre jadeos, al sentir la leve vibración que sacudió la habitación.
—Nada, amor mío —trató de tranquilizarla Granny Goodness, ascendiendo de nuevo y dándole otro de aquellos besos que derretían la voluntad de su víctima —No pienses en nada más, sólo en nosotras y lo felices que seremos lejos de las garras de Darkseid.
No bien terminó de hablar, Granny metió dos dedos profundamente en la intimidad de Starfire, logrando que la chica gimiera en todo lo alto. Una retorcida sonrisa iluminó el rostro de la arpía, imaginando la ira e impotencia de Tatsumaki dentro de aquella jaula indestructible...
¡La habitación entera se sacudió como en medio de un terremoto y la pared del lado contrario de la cama voló en pedazos!
—¡Suéltala, perra! —gritó la diminuta psíquica. Finalmente, el collar había reventado y la furia del Tornado del Terror se concentraba enteramente en su doble.
—¿¡Qué demo...!? —intentó gritar Starfire al ver a Tatsumaki emerger de entre los escombros.
—¡Aléjate de ella, Kori! —le advirtió Tatsumaki —Esa bruja malnacida está a punto de...
Una malévola risa inundó el ambiente, mientras Granny Goodness recuperaba su forma original. Su cetro emitió un "bip" y una de las puertas de espejo del closet se corrió para mostrar un arsenal completo. Con un simple gesto de su dueña, un escudo y una espada acudieron a su manos.
—Si no puedo tener tu corazón... ¡te lo arrancaré yo misma del pecho! —gritó la amazona, lanzándose sobre Tatsumaki.
—¡Basta! —la oscura voz de Darkseid resonó dentro de la habitación, oscureciendo de inmediato todo el ambiente —Es suficiente de esta charada.
—¡Mi señor... yo...! —intentó balbucear Granny Goodness.
—Silencio, Granny —exigió el tirano —No intentes justificarte. Toleré tus intrigas para lograr quebrar a estas dos, pero no vas a interferir con mis planes.
Con una señal del tirano, un enjambre de parademonios invadió la habitación y sometieron a Granny y a Starfire.
—No —musitó Tatsumaki, flotando en la habitación, resplandeciendo de rabia.
—¿Qué dijiste, niña? —preguntó Darkseid con tono amenazante.
—Dije que... ¡¡¡¡Nooooo!!!! —Con un grito de rabia y dolor, Tatsumaki liberó una oleada psíquica que golpeó directamente a Darkseid, levantándolo con fuerza suficiente para que atravesara el techo... y los diez niveles siguientes.
Ardiendo de furia, Tatsumaki siguió el camino abierto por el masivo cuerpo del tirano, dispuesta a liberar todo su poder sobre su carcelero.
***
(*).- Aquí intenté un juego de palabras bilingüe. Como seguramente sabrán, "bondad" en inglés es "Goodness", así que al hacer referencia a aquellos que no aceptan su "bondad" también se refiere a que no la aceptan a ella.
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