Capítulo tres

Durante la siguiente semana, KyungSoo no había podido pegar un ojo por las noches. La idea de casarse con alguien lo estaba abrumando, sobre todo porque ese matrimonio sería una mentira y el remordimiento le carcomía el alma. El semblante de su abuelo lucía mucho más brillante, como si la noticia de la boda lo hubiese hecho mejorar; mientras que a su madre la veía sonreír más que antes. 

La culpa terminaría por matarlo antes de llevar a cabo sus planes.

—¿Qué haces?

KyungSoo pegó un brinco en su sitio y se llevó la mano al pecho para comprobar que su corazón agitado no se había salido de su sitio. JongIn apareció de la nada en su despacho y le habló cerca del oído con toda la confianza del mundo.

—¿Qué demonios haces aquí? —le regañó el noble.

—Me escapé un ratito para visitar a mi prometido.

—No debes estar aquí. Vuelve a tu habitación.

—No soy un niño —refutó el moreno, rodeando el escritorio para pasearse por el despacho—. Déjame estirar un poco las piernas y descansar la cabeza. Estoy harto de sentarme todo el día a leer libros.

—Aun así, no te pueden ver aquí.

—¿Por qué? ¿Acaso no vamos a casarnos?

—Sí, pero no quiero que sepan que te estás quedando aquí.

JongIn no estaba interesado en escuchar las negativas de KyungSoo, y continuó paseándose por la habitación, examinándola cual turista en un museo.

—Coleccionas pinturas interesantes —señaló—, las he visto en las otras habitaciones.

—¿Has estado caminando libremente por ahí?

—Soy una persona libre, ya sabes, no uno de tus animales del establo.

KyungSoo intentó controlarse.

—¿Cómo te escapaste?

—Ah, dije que iría al baño y, pues, tus hombres no son muy listos.

—No creo que sea eso. Deben ser tus años de experiencia escapando de la casa de tus amantes.

—Uuh... —silbó—. ¿Me estás celando?

—¡Ugh! Voy a llevarte a tu habitación ahora mismo.

KyungSoo tomó la muñeca de JongIn para arrastrarlo fuera de ahí, pero el moreno, que era mucho más fuerte que el joven noble, se plantó firme y tiró de la mano que lo sostenía para detenerlo.

—¿Cuál es la prisa? Mejor quédate para conocernos más.

—¿Qué demonios quieres saber? —preguntó el KyungSoo, completamente irritado.

—Sobre ti, tu historia. Quiero saber con quién me estoy casando y a quién le daré mi primogénito. Esas cosas son importantes, ¿sabes? No quiero que mi hijo crezca en un hogar disfuncional.

KyungSoo arrugó la nariz con desagrado.

—No tienes que preocuparte por eso. No vas a criar al niño.

El rostro de JongIn se desencajó cuando oyó esa respuesta.

—¿De qué estás hablando? —exigió saber.

Pero la conversación fue interrumpida cuando una invitada inesperada atravesó el marco de la puerta.

—Hij- ¡oh! Disculpa, no sabía que estabas en reunión. Nadie me avisó.

—Mamá, ah... No, yo-

—¿Madre? —La voz de JongIn rompió con la seguridad de KyungSoo—. Usted debe ser la mujer que trajo a este mundo a mi precioso KyungSoo.

—¿Mi precioso? —repitió sorprendida, la señora.

—¿"Mi precioso"? —murmuró con asco, KyungSoo.

JongIn caminó hacia la mujer para hacer una reverencia de noventa grados.

—Es un honor conocer a la persona que le dio vida al hombre que acelera mi corazón con su sola presencia.

Las mejillas de la señora Do se sonrojaron al escuchar tal halago hacia su hijo, mientras que KyungSoo fingía arcadas disimuladamente.

—Santo Buda, no me digas que tú eres el prometido de mi hijo.

—Un placer conocerla —respondió con elegancia—. Mi nombre es Kim JongIn y en pocos días me convertiré en el consorte de su hijo.

—¡Dios! Pero si eres tan guapo —dijo a la vez que acunaba el rostro del moreno entre sus manos—. KyungSoo, ¿por qué no me dijiste que tu prometido vendría a visitarnos?

—Porque es una rata escurridiza que no se supone que esté aquí —balbuceó en voz baja.

—¿Cómo dices? —preguntó su madre, volteando a verlo.

KyungSoo recompuso su postura y se obligó a sonreír.

—Que se me había pasado anunciarlo, lo siento. Es bueno que por fin puedan conocerse —fingió alegría.

—Es excelente, hijo. Mira no más el galán que has conseguido traer a casa.

La mujer no dejaba de tocar el rostro de JongIn, quien no se mostraba incómodo por las muestras de afecto ni por los pellizcos innecesarios en sus mejillas, al contrario, parecía disfrutarlos.

—Sé que apenas nos conocemos, pero ¿puedo llamarla madre?

—Claro que sí, cariño. Vamos a ser familia en una semana, así que desde luego que puedes llamarme de esa forma.

—Gracias, madre.

El maldito lo estaba disfrutando, a KyungSoo no le cabía dudas. Sí, tal vez esa era su venganza por encerrarlo en un depósito a estudiar durante casi las veinticuatro horas del día.

—Ven, vamos a comer juntos.

—Mamá, no es necesario... JongIn ya se iba de todos modos.

KyungSoo miró de forma amenazante a su falso prometido, y este hizo viajar su mirada desde él hasta la señora Do.

—¿Eso es cierto, JongIn? —preguntó la mujer con una expresión triste.

JongIn no pudo resistirse.

—Sí, pero siempre hay tiempo para compartir con la familia.

—¡Perfecto! —dijo la mujer—. Ordenaré que pongan la mesa.

La madre de KyungSoo salió muy de prisa y bastante animada para buscar al personal. Mientras tanto, la atmósfera en el despacho volvió a decaer.

—Quiero que te vayas —dijo el joven noble en un tono de voz severo.

—Lo haré —aseguró el moreno con una sonrisa confiada—. Después de conocer a tu familia.

Si de algo estaba seguro KyungSoo, era de lo difícil que iba a ser controlar a JongIn, y eso le comenzaba a sacar de sus casillas, pues al joven amo le encantaba tener todo bajo control.

Unos minutos después, la comida se encontraba servida; era un banquete a los ojos de JongIn, quien en su vida había visto tanta comida junta.

La madre de KyungSoo se sentó frente a ellos junto a un niño que no debía pasar de los cinco años, y que no se parecía tanto al joven noble, excepto por los labios abultados. JongIn miró a su prometido y luego al niño otra vez para comprobar el parecido.

—¿Qué tanto miras? —preguntó KyungSoo.

—Solo quería comparar.

—¿Eh?

—Ya estamos listos —interrumpió la señora—. JongIn, puedes servirte todo lo que desees.

El nombrado hizo una reverencia con la cabeza.

—Le agradezco su gentileza, madre.

KyungSoo realmente quería cortarle la cabeza; no soportaba escuchar de sus labios esa palabra, y mucho menos para referirse a su propia madre.

—¿Quién es él, mami? —cuestionó el niño, señalando al invitado.

—Él es tu futuro hermano mayor —respondió la mujer—. Va a casarse con KyungSoo.

—¿Mi hermano mayor se va a casar?

KyungSoo aguantó las ganas de poner los ojos en blanco y desmentir todo esto.

—Sí, hermanito —dijo JongIn, tomando la mano de KyungSoo para entrelazar sus dedos—. KyungSoo y yo vamos a unir nuestras vidas.

¿Por qué lo estaba tomando de la mano?

—¿Y por qué harán eso?

Un niño, desde luego, tiene demasiadas preguntas por hacer.

—Porque estamos muy enamorados —respondió esbozando una enorme sonrisa—. No veo la hora de compartir mi vida con él.

KyungSoo sintió la mirada de JongIn sobre él. Antes había recibido muchas miradas de todo tipo, pero nunca se había puesto tan nervioso como lo estaba haciendo ahora. El color rojo bañó sus mejillas.

¡¿Y Por qué le seguía tomando de la mano?!

—Estoy tan feliz de que mi hijo haya encontrado a una persona que lo ame y lo acompañe por el resto de sus días.

Un suspiro largo salió de la mujer, y KyungSoo estaba más que seguro que se había comprado el cuentito del embustero que tenía al lado.

—¡Vamos a abrir el vino de arroz para celebrar!

KyungSoo aprovechó el momento de distracción para zafarse del agarre del moreno, mientras este solo le dio una mirada de soslayo y luego animó a la mujer en su decisión de abrir el vino más exquisito del hanok.









🍑

La reunión improvisada del almuerzo había sido un éxito; su madre no tuvo sospechas de que todo era una mentira. Una completa mentira.

JongIn había aceptado volver a su ratonera luego de disfrutar de una exquisita merienda y de beber todos los vasos de vino que pudo. Lo bueno de eso fue que no se embriagó, seguramente debía tener buen aguante con el alcohol. A KyungSoo no le sorprendía.

—Ya me vas a encerrar aquí de nuevo —protestó el moreno.

—¿Y qué quieres que haga? No voy a acondicionarte una habitación solo para ti.

JongIn se encogió de hombros.

—Podría dormir en tu habitación.

—¿Estás loco?

—Vamos a casarnos de todos modos.

—No somos una pareja de verdad. Que no se te olvide qué estás dando a cambio.

El humor de JongIn se marchitó tan pronto como KyungSoo dijo eso, así que no insistió más.

—Como sea —continuó—, tu madre me cayó muy bien. Es una mujer muy agradable y tu hermanito también. No sabía que el príncipe segundo había tenido dos hijos.

—No los tuvo. JiSung es hijo de mi madre y su nuevo esposo.

—Oh... ¿Y en dónde está?

—Haces muchas preguntas —refunfuñó el noble.

—Tengo que hacerlas porque tú no me dices nada. Se supone que estamos comprometidos, así que debo saber cosas de ti. Además, tú lo sabes todo de mí.

KyungSoo lo miró con desdén, pero no le refutó.

—Mi madre se volvió a casar hace poco con un ministro de la corte. Él suele estar en el palacio más que aquí.

—¿Qué clase de familia es esa? Tiene un niño pequeño creciendo en esta casa.

—Está siendo correctamente cuidado y educado por mi madre.

—Sí, pero necesita a su padre.

—JiSung tiene todo lo que necesita —afirmó con severidad—. Las familias de la nobleza no son como las de tu clase.

—Lo veo. Tienen lujos y riqueza, pero carecen de lo más importante.

—¿El qué?

—Una familia de verdad.

KyungSoo se echó a reír con sorna.

—¿Tú qué sabes sobre las familias? Tu madre murió cuando eras un niño y tu padre te descuidó por sus adicciones. ¿Esa es la familia de la que tanto te jactas?

—¡No hables de mi familia! —bramó el moreno, levantando un dedo hacia el joven noble, quien permaneció imperturbable frente a él.

—Entonces, tú no opines sobre la mía.

JongIn retrocedió colérico al darse cuenta que había metido sus narices en donde no le incumbía. KyungSoo era directo con sus observaciones y sus palabras calaban como el frío invierno en sus huesos. Debía irse con cuidado con él.

—Vuelve a tu habitación, Kim JongIn —ordenó KyungSoo—. Pediré que te traigan a mí cuando te necesite.









🍑

Otra vez se encontraba solo en una habitación oscura y vieja. El escenario era tétrico, pero al menos ya no tenía que huir de los usureros ni pasar tiempo con personas desagradables a cambio de un poco de dinero. No se había puesto a pensar en lo cansado que estaba de todo eso hasta ahora. El silencio y la soledad lo obligaron a ponerse reflexivo.

Toda su vida había estado en movimiento, yendo de aquí para allá, cambiando de casa, quedándose con una y otra familia; se había convertido en un nómada a tan temprana edad. Mentiría si mil y una vez no había deseado intercambiar su vida con la de los niños de aquellas mujeres que lo recibían en sus casas por una o dos noches. Se preguntaba si esa hubiera sido la vida que tendría si su madre no hubiese muerto. Ya daba igual, su padre fue demasiado cobarde como para continuar su vida sin ella, como si un niño no dependiera de él.

JongIn había intentado desligarse de su padre cuando entendió que este jamás cambiaría, pero por más que lo intentó, su padre siempre lo encontraba y pedía por su ayuda. Ojalá hubiese sido un insensible sin corazón como parecía que KyungSoo lo era, porque nunca pudo negarse a tenderle una mano a su progenitor. Después de su muerte, JongIn quedó hasta el cuello con las deudas que él le había dejado, y como si su vida no fuese lo suficientemente complicada, ahora también tenía que escapar de esas personas que lo querían colgar vivo y vender sus partes en el mercado.

Si lo pensaba bien, casarse por conveniencia no era tan malo. Solo tenía que fingir amor por un doncel más frío que la nieve y caminar con elegancia. Ya no robaría comida, no pediría favores ni les haría compañía a personas desconocidas. Tal vez debería comenzar a hacerle caso a KyungSoo, después de todo, haría una vida junto a él y nunca más le faltaría algo.

Por lo pronto solo se acostaría pensando en qué le depararía el futuro, al lado de un hombre de apariencia hermosa, pero demasiado rígido como para esperanzarse en conocerlo realmente algún día.













🦄
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¡Happy Kai Day! 🥳
Gracias por llegar hasta aquí.
Nos vemos la próxima semana...


... o no. (Okno xd)

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