Capítulo ocho
Habría continuado con su caminata junto a su intrépido mejor amigo, si tan solo este no se hubiese puesto demasiado animado con respecto a los perfectos disparos del plebeyo, y no hubiese ido casi corriendo hacia JongIn y SeHun para saludar.
KyungSoo lo tuvo claro, los días medianamente tranquilos habían terminado por completo, mientras Byun BaekHyun se quedara en el hanok. Y ahora no solo debía preocuparse por fingir ante su madre, ¡ni siquiera se estaba esforzando por hacerlo!, pero ahora sí que debía ponerse en ello seriamente. BaekHyun era demasiado perspicaz como para dejar pasar alguna actitud extraña o sospechosa entre ellos. Debía alertar de esto a JongIn también, aunque parecía que eso no sería un gran problema para su esposo, todo lo contrario, KyungSoo comenzaba a sospechar que le encantaba interpretar su papel de una forma genuina.
—Hola de nuevo, ¿qué tal? —saludó el joven costurero con toda esa energía desbordante que lo caracterizaba.
—Hola, ¿ya estás de vuelta? —preguntó JongIn con la misma confianza en la que estaba siendo abordado.
"Esos dos juntos son demasiado peligrosos. No se les puede dejar a solas por un rato", pensó KyungSoo, mirando hacia otro lado para no parecer demasiado preocupado por eso.
—Pequeños inconvenientes —respondió BaekHyun, encogiéndose de hombros—. Pero Kyunggie ha sido muy amable ofreciéndome un espacio en su casa para quedarme por un tiempo.
—¿En serio? —dijo JongIn fingiendo sorpresa para luego mirar a KyungSoo con una sonrisa brillante, como si la noticia le alegrara en sobremanera—. Qué amable de tu parte, cariño.
KyungSoo asintió rápidamente, acariciando su nuca en un claro a acto de timidez, y desvió la mirada. Desde niño había sido muy malo para esconder sus emociones, pero JongIn simplemente hacía que su cuerpo fuese más sincero de lo que ya era, y eso lo ponía en una total desventaja, además de hacerle enojar.
—Sí... No es nada —respondió entre dientes.
—Es demasiado considerado, por eso es mi mejor amigo —alardeó BaekHyun—. Pero bueno, no estaba aquí para hablar de él sino de ti y tus buenos tiros. ¿En dónde aprendiste esa técnica?
—Ah, no creo que sea para tanto —dijo JongIn con una falsa humildad que no pareció importarle a BaekHyun.
KyungSoo empezaba a marearse y se obligó a sí mismo a contener las arcadas.
—¿Cómo que no? Acabas de humillar a Oh SeHun y eso nunca había pasado. Tienes mis respetos.
JongIn no necesitó voltear a ver al guardia para saber que su rígida expresión en el rostro se había acentuado; por supuesto que odiaba por completo la idea de que alguien más —específicamente un plebeyo como él— le hubiese ganado en algo.
—Pues es todo un honor entonces —respondió con una elegante reverencia y con una mano en el pecho.
De acuerdo, eso era suficiente. KyungSoo tenía que separarlos.
—SeHun, ¿podrías acompañar a BaekHyun a su habitación? Necesita instalarse para poder descansar. Apuesto a que aún no lo ha hecho.
—Eso es cierto, estoy tan exhausto. He estado subido en una caravana de ida y de vuelta alrededor de doce horas aproximadamente, así que muchas gracias por tu consideración, Kyunggie.
—Cuando quieras —sonrió para luego asentir hacia el guardia—. Te lo encargo.
—Bien, los dejo. Nos encontraremos luego. Adiós, JongIn.
—Adiós, BaekHyun —canturreó en respuesta.
Tanto SeHun como BaekHyun se pusieron en marcha de regreso a los dormitorios de la casa, dejando atrás a la pareja de recién casados, en medio de un silencio incómodo y una energía que fue tornándose diferente, casi oscura. La nuca de KyungSoo picaba y, por primera vez, quiso correr detrás de sus amigos para no enfrentar la furia de un humilde plebeyo que fue abandonado tras su primera noche de bodas, y arrojado a las garras de un insensible hombre que parecía odiarlo más que a los del imperio enemigo.
—Querido —masculló el moreno en un tono espeluznante que causó un temblor en la espina dorsal del receptor.
KyungSoo apretó los labios y cerró los ojos antes de maldecir en su mente. Con sutileza se giró hacia su esposo, resignado a recibir la furia de este y toda la escena que vendría después.
—Hola...
—Espero que hayas pasado una maravillosa mañana lejos de los maltratos físicos y emocionales que alguien sin corazón haya podido causarte.
—Bueno...
—Y también espero que tu estómago esté lleno de buenos y deliciosos alimentos que seguramente ingeriste en el desayuno —dijo con una sonrisa fabricada y francamente aterradora—. ¡Ah! Una buena guarnición de arroz con carne o una sopa de avena. Estoy seguro que todo eso estuvo delicioso, pero ¡oh! ¿Cómo podría saberlo si nada de eso tuve yo? Ni siquiera un pedazo de pan tieso, porque estaba demasiado ocupado triturando mis huesos en un frío césped mojado.
KyungSoo se llevó una mano a la nuca y frotó la piel descubierta.
—Uhm... ¿Tienes hambre?
—¡Do KyungSoo!
El doncel dio un respingo en su sitio y mordió su labio inferior.
—Solo le pedí a SeHun que te entrenara un poco. Por favor, no creo que haya sido para tanto.
—Estoy bastante en desacuerdo con eso. ¡Ese guardia estirado hizo que se me fracturara hasta el alma!
KyungSoo se encogió de hombros.
—SeHun puede llegar a ser un poco exigente.
—Oh, sí, estoy seguro que es así.
Finalmente, el joven amo resopló resignado y aceptó su culpa; quizá no debió dejar tanto tiempo a JongIn en manos de SeHun, pero en su defensa debía decir que su guardia jamás había abusado de su poder. Debía haber algo en JongIn que no le cuadraba hasta ahora, a pesar de haber sido él quien lo llevó a la casa. Bueno, era un forastero de todos modos.
—De acuerdo, tal vez se haya pasado un poco, qué más da, solo olvídalo —dijo KyungSoo—. Acompáñame adentro, voy a conseguirte un poco de comida.
Pero JongIn no siguió a KyungSoo cuando este comenzó a caminar, por lo que el doncel giró hacia él muy confundido.
—¿Qué ocurre?
—Estoy esperando escuchar esas dos palabras mágicas que nos enseñan a todos cuando somos niños —dijo JongIn—. ¿O acaso es diferente para los nobles?
KyungSoo frunció el ceño sin tener idea de lo que estaba hablando JongIn al principio, hasta que cayó en cuenta de lo que quería decir con eso. Puso los ojos en blanco y gruñó por lo bajo.
—Lo siento —murmuró.
—¿Dijiste algo? No puedo escucharte desde aquí. ¿Podrías decirlo más alto?
—Lo siento —repitió, esta vez en el tono normal.
—¿Cómo? En serio, no escucho nada de lo que di-
—¡Lo siento! —dijo furioso, bastante más claro que las veces anteriores.
JongIn sonrió complacido, incluso hasta se sorprendió de lo feliz que le hacía escuchar a KyungSoo disculpándose con él. El doncel era muy adorable cuando se proponía no serlo, aún debajo de toda esa capa de seguridad y autosuficiencia; esos eran pequeños detalles que de forma inconsciente se iban almacenando en la mente de JongIn.
—Bien, vamos por esa comida que me debes —dijo, mientras caminaba por delante de KyungSoo.
De vuelta al comedor, JongIn parloteó todo el camino sobre los alimentos que nunca había probado y que esperaba encontrar en la cocina de una familia noble. KyungSoo lo escuchó en silencio, esperando que en algún momento cambiara de tema para despotricar de SeHun por la mala mañana que le había hecho pasar, y que alardeara sobre su buena puntería con el arco; pero nada de eso ocurrió. En cambio, JongIn tenía el rostro iluminado mientras hablaba, como si no hubiese estado enojado hasta hace unos momentos; por el contrario, se veía como un pequeño niño entusiasmado con poder encontrar su platillo favorito cuando llegara a la mesa.
Algo parecido a un pellizco en su pecho fue lo que KyungSoo sintió ante esta nueva e inesperada imagen que JongIn le estaba mostrando. ¿Acaso ese chico no era el mismo que estafaba a doncellas y donceles por unas cuantas monedas de oro?
Si KyungSoo no tuviera conocimiento de los favores que su falso esposo hacía para todo tipo de personas, juraría que JongIn era un buen chico con un corazón amable, pero ese no era el caso, y debía recordárselo muy bien para no tener pensamientos extraños.
Al llegar al comedor, KyungSoo ordenó servir todos los platillos que JongIn deseara, y se sentó frente a él para hacerle compañía mientras comía. Se encontró a sí mismo sorprendido al ver el buen apetito que su esposo tenía, y que este no le pasara factura en su propio cuerpo, pues JongIn era delgado y tenía músculos ligeramente tonificados en las zonas correctas. Pensó que tal vez haría mucho ejercicio, pero luego recordó sus quejas con respecto al duro entrenamiento que SeHun había aplicado en él.
Sí, en definitiva no creía que fuese de los que hiciera ejercicio.
JongIn sorbió hasta la última gota de avena del cuenco y exhaló repleto; había terminado su exquisito desayuno.
—¡Dios! Había olvidado lo que era comer comida de verdad.
KyungSoo alzó una ceja, sorprendido.
—¿Solías tener mucho de esto en la casa de tus amantes?
JongIn abrió la boca para rectificarlo, pero se lo pensó mejor y se guardó la explicación, en su lugar, le mostró una sonrisa de lado.
—¿Celoso, cariño?
El doncel bufó.
—En serio, eres insoportable —dijo poniéndose de pie para marcharse—. Como sea, tengo muchas cosas por hacer, así que pediré que te lleven a la habitación y te quedarás ahí hasta que yo vuelva.
—Espera, ¿otra vez vas a dejarme?
—No puedo quedarme contigo todo el día, JongIn, eso es simplemente imposible.
—Entonces, llévame contigo.
—Claro que no.
—Por favor, te prometo que no voy a molestar —aseguró muy resuelto a cumplir con su palabra—. Es más, no vas a notar que estoy ahí.
La mirada suplicante de JongIn de algún modo convenció a KyungSoo, y aunque su mente todavía le gritaba que eso era una mala idea, accedió.
—De acuerdo —dijo el doncel—. Pero al mínimo ruido te irás.
—Trato.
🍑
La caminata hacia los dormitorios de los invitados no iba a ser tranquila, SeHun lo supo desde que recibió la orden de acompañar al costurero real. Sí, ese mismo que nunca se callaba porque tenía mucho por decir, aunque nadie se lo pidiera.
—Estoy aquí, hablándote de mis cosas, pero caminar contigo es como estar con una pared. —Se quejó el joven doncel.
—Te estoy escuchando —respondió quedo.
—No te estoy contando mis problemas, SeHun. Estoy intentando iniciar un diálogo contigo como dos viejos amigos.
Sin pensarlo, el tiempo había transcurrido de una forma cruel para ellos tres, pasando de ser los mejores amigos en el mundo a unos completos extraños que apenas podían articular palabra entre ellos. SeHun, sobre todo, fue el que puso distancia entre ellos cuando su entrenamiento comenzó. Su personalidad también cambió, ya no era el chico torpe y enfermizo al que BaekHyun solía cuidar cuando eran pequeños; tampoco sonreía, sus labios permanecían sellados la mayor parte del tiempo, y su mente siempre estaba llena de pensamientos y estrategias.
Así que, SeHun no estaba muy seguro sobre qué era lo que BaekHyun quería rescatar exactamente. Todos habían cambiado y eso ya no tenía remedio.
—Como sea —resopló el doncel—. ¿Pasaste una agradable mañana jugando con tu rival? —preguntó BaekHyun con notorio sarcasmo—. No creí que fueras del tipo que es amable con la pareja de la persona a la que ama. ¿Cuándo te volviste tan maduro?
SeHun no respondió, pero sus cejas comenzaban a curvearse gravemente hacia abajo. Había olvidado cuán hiriente podía ser BaekHyun cuando se sentía ignorado.
—Podrías ayudarle a cultivar sus flores favoritas. ¡Ah, cierto! También podrías enseñarle a pintar el rostro de KyungSoo en un lienzo. ¿No era lo que hacías cuando creías que nadie te veía?
SeHun tomó del brazo al costurero y le obligó a mirarlo. La sangre hervía en las venas del guardia y sus ojos ardían en una intensa flama que podía llegar a quemarte si te acercabas demasiado.
—Deja de decir tantas estupideces. Tú mejor que nadie sabes que las paredes escuchan.
—¿Y a qué le tienes miedo exactamente? ¿A tu reputación o a ser rechazado de forma oficial por KyungSoo? —preguntó, sintiendo que la presión en su brazo se agravaba—. Suéltame.
—Estás hablando del joven amo, el heredero de la familia Do. De un hombre casado. No te atrevas a mencionar su nombre para situaciones cuestionables o te haré pagar por eso.
—¡Suéltame! —chilló el doncel, zafándose del fuerte agarre del guardia—. ¡Cielos! ¿En serio tenías que ser tan agresivo?
SeHun lo ignoró y pasó por delante de él para seguir su camino.
—Andando —dijo.
—Un momento, Oh —solicitó BaekHyun, viéndolo detenerse—. ¿Por qué me odias tanto?
Una vez más, SeHun eligió no responder a su pregunta, así que tan solo dejó escapar un largo suspiro y siguió caminando, esperando a que BaekHyun lo siguiera.
Llegaron a la habitación designada poco después. SeHun dejó el pequeño equipaje de BaekHyun en el piso y le mostró los ambientes de esta para familiarizarlo con el área. También le indicó que KyungSoo había ordenado que se le dejaran una buena cantidad de trajes en un armario para que pudiera tener ropa limpia, ya que se quedaría por un tiempo indefinido.
Después de eso, SeHun abandonó la habitación sin una despedida cálida o amigable, dejando al joven costurero en medio de un amplio cuarto silencioso y solitario.
Aunque dejó de ser silencioso por completo cuando la tripa de su estómago comenzó a rugir.
Claro, no había ingerido nada durante el viaje porque los recorridos en caballo le causaban mareos y náuseas.
—Y ese idiota ya se fue —refunfuñó para sí mismo.
No perdiendo la esperanza de encontrarlo en el pasillo, salió de la habitación para darle el alcance, pero no lo encontró.
—¿Estás buscando a SeHun? —La voz suave de una señorita se oyó detrás suyo.
Al voltear, BaekHyun se encontró con otro rostro familiar que le hizo mucha ilusión ver.
—¡SooJungnie!
—Hola, Baek —saludó con una sonrisa tímida.
—Mírate nada más, estás tan grande y hermosa —dijo mientras la tomaba por los hombros—. Has crecido tan bien.
—Tú igual, BaekHyunnie.
—Por supuesto que sí.
SooJung rió.
—¿Necesitas algo? Te puedo ayudar.
—Oh, sí, me estoy muriendo de hambre. Tuve un viaje agotador y no he ingerido nada en absoluto hasta ahora. Creo que me voy a desmayar en cualquier momento. ¿Podrías conseguir un poco de comida para mí?
—Claro que sí. Volveré en un momento con una bandeja.
—De acuerdo, entonces te espero aquí para conversar un rato y así ponernos al día.
🍑
De vuelta al lugar favorito de KyungSoo, cada uno se dedicó a realizar algo diferente. Por ejemplo, JongIn decidió ayudar a KyungSoo con la organización del despacho, mientras que el doncel se sentaba a leer las cartas que aún estaban pendientes por revisar.
JongIn mantuvo su palabra y se quedó en silencio durante varias horas, mientras caminaba de aquí para allá ordenando los libros y documentos que KyungSoo le había indicado. Pero cada tanto echaba un vistazo en su dirección, como queriendo decirle algo, pero no atreviéndose a hacerlo porque tenían un acuerdo que JongIn respetaba. Sin embargo, KyungSoo, que había notado las miradas furtivas sobre él, estaba bastante intrigado y, quizá, demasiado enervado por ellas.
—¿Qué? —preguntó entonces de mala gana para terminar con ese espectáculo misterioso.
JongIn se detuvo y volvió a mirarlo.
—¿Eh?
—Tu mirada está haciendo un agujero en mi cara. ¿Qué es lo que quieres decirme?
—Oh, uhm, nada en especial, solo estaba un poco curioso.
—¿Sobre qué?
—Bueno, pues, con respecto a esto del matrimonio. —JongIn dejó a un lado los libros y se sentó frente al noble—. ¿Por qué te casaste si no querías hacerlo? ¿Y por qué tuviste que buscar un desconocido para convertirlo en tu esposo? Quiero decir, no es que me esté quejando, realmente lo encuentro halagador que me hayas elegido, pero aun así... No eres alguien que parezca no tener pretendientes. Eres un doncel muy hermoso.
KyungSoo enarcó una ceja y contuvo una sonrisa divertida por ese comentario.
—Supongo que... ¿Gracias?
—Oh, vamos, estás acostumbrado a escuchar eso. Todo el mundo debe halagar tu apariencia y tus finos modales.
Las palabras de JongIn no estaban lejos de la realidad, las personas no tenían nada más que adulaciones hacia él, algo que había pasado de ser agradable a ser agotador y hasta molesto. KyungSoo sabía que nadie más que su familia estaba orgulloso del hombre en el que se había convertido y eran los únicos que apreciaban su presencia con sinceridad.
Por eso, a KyungSoo le ocurrió lo mismo que a las demás personas con un buen estatus social; se convirtió en un hombre desconfiado.
—Lo siento, quizá no debí decir eso —dijo JongIn apenado al recibir como respuesta solo una mirada seria por parte del doncel—. Escucha, te propongo hacer las paces y comenzar de nuevo, ¿qué te parece?
¿Hacer las paces y comenzar de nuevo? KyungSoo analizó los pros y los contras de ese trato, pues eso era lo que siempre hacía, analizar las palabras de las personas para ver qué provecho podía sacar de ellas.
Si llevaba la fiesta en paz con JongIn podrían trabajar en equipo para engañar a su familia y a su amigo con respecto a este matrimonio falso; y tal vez así JongIn no le resultaría una carga con la cual lidiar día a día mientras no lo tuviera a su alrededor.
Quizá sí era un buen plan al fin y al cabo. Tan solo debía mantener las cosas claras en su mente; no habría problema con eso, solía hacerlo.
—De acuerdo —accedió KyungSoo.
—¿En serio? —preguntó JongIn genuinamente sorprendido—. Digo... ¡Excelente!
KyungSoo abandonó por un momento las cartas y su sello para ponerle atención a su esposo.
—Y bien... Kai, ¿eh?
Oh, no. JongIn borró la sonrisa que lo había estado acompañando hasta hace unos segundos, resopló con fuerza y rodó los ojos en cuanto escuchó ese nombre.
—Sí que sabes todo de mí, ¿no es así? —dijo estirando las piernas debajo de la mesita de madera.
KyungSoo meneó ligeramente la cabeza, negando ante esa resignada afirmación.
—¿Por qué ese nombre? —le preguntó—. Tengo curiosidad por saber de dónde lo sacaste.
—Es solo el nombre de un personaje que mi madre creó para el protagonista de los cuentos que me leía —dijo con una mirada triste que cayó hasta su regazo—. Kai era un niño travieso que siempre se metía en problemas, pero terminaba por resolverlos con un final feliz. Conseguía lo que quería, no sin antes aprender una lección. Era un niño afortunado que tenía el amor de sus padres y de la gente que lo rodeaba. Supongo que pensaba que podía ser él, así que llevé conmigo ese nombre por años. Nadie conoce a Kim JongIn, no existe.
KyungSoo escuchó cada palabra con mucha atención.
—¿Te desagrada tu nombre real?
—No, por supuesto que no. ¿Cómo podría? Fue mi madre quien lo eligió para mí. Es solo que... —JongIn no continuó con lo que sea que fuese a decir. Su mirada, que había permanecido en el vacío mientras narraba su historia, de pronto se volvió a conectar con la realidad y fue directo hacia los orbes oscuros que esperaban atentos—. No, no es nada.
El joven noble respetó su decisión de no decir algo más, aunque la curiosidad no tardó en instalarse en su mente.
—Espero no incomodar llamándote así, pero entenderás que tener a Kai como esposo no será muy bien visto por mi familia.
JongIn rió con timidez, de nuevo, luego de un largo de no haberse sentido vulnerable frente a alguien.
—No te preocupes, por supuesto que lo entiendo —respondió tranquilo—. De hecho, creo que es agradable volver a escucharlo. Puedo ser Kim JongIn aquí, otra vez.
El aire se volvió más fresco en la habitación, las miradas se ablandaron y sus cuerpos se sintieron ligeros por primera vez en presencia del otro.
Este podía ser el inicio de una relación cordial y más llevadera. KyungSoo no pretendería hacerse cercano a JongIn en el futuro, pero quizá no estaba tan mal contar un poco sobre ellos mismos, de esa forma alguien en el mundo podría conocerlos realmente.
A pesar de no saberlo, ambos eran personas solitarias, después de todo. Y un corazón solitario reconoce a otro cuando entra en sintonía con este.
La burbuja que los tenía encapsulados explotó en cuanto el estómago de JongIn rugió.
—¿Ya tienes hambre? —preguntó KyungSoo con asombro.
—Soy un hombre joven lleno de vitalidad, de alguna forma debo mantener mi energía. La comida es mi motor.
KyungSoo asintió con una sonrisa.
—Está bien. Pediré que nos traigan la merienda.
🍑
—Baek, soy yo.
SooJung llamó desde afuera de la habitación, tenía una bandeja llena de comida en las manos. La puerta fue abierta tan pronto como su voz atravesó la madera.
—Oh mi Dios, creí que te habías olvidado de mí —dijo BaekHyun. Había pasado un rato desde que SooJung le prometió volver.
—Lo siento mucho, Baek, pero el amo Do me pidió que le ayudara con algo y no pude solicitar que alguien más te trajera la comida.
—Está bien, descuida. Pasa, toma asiento conmigo.
La joven empleada dejó la bandeja sobre la mesa y tomó asiento junto a BaekHyun.
—¡Mmmh! Esto está delicioso —dijo el muchacho, tomando grandes bocados de cada platillo—. Sírvete también.
—Gracias, pero comeré al regresar a la cocina. No puedo quedarme mucho tiempo aquí, el amo Do necesita de mí.
—Uhm, sobre el abuelo... ¿Cómo se ha estado sintiendo?
—Su salud no ha mejorado y el doctor Choi está probando con una nueva medicina.
—El abuelo es fuerte como un roble, ya verás que esta vez sí funcionará —dijo BaekHyun intentando animar a la muchacha, pues sabía cuán importante era ese hombre para ella—. Además, ahora que su nieto formará un hogar, estoy seguro que sus preocupaciones se disiparán un poco.
BaekHyun no había dicho nada indiscreto o fuera de lugar, pero la expresión de SooJung no fue buena y eso llamó su atención de inmediato.
—¿Dije algo malo?
La muchacha, al verse descubierta, intentó fingir que no pasaba algo importante.
—¿Eh? Oh, no, para nada.
Pero BaekHyun no le creyó ni por un segundo.
—Vamos SooJung, ¿qué pasa? Puede que no te vea desde hace muchos años, pero puedo reconocer esa carita a leguas. Dime, ¿qué te está molestando?
—Es que...
—¿Es que...?
SooJung hizo mohín y resopló.
—Prométeme que no le dirás nada al joven amo.
—Ahora estoy aterrado.
—¡Por favor!
—Bien, de acuerdo, lo prometo. ¿Vas a contarme?
SooJung se inclinó más hacia delante para susurrar cerca del rostro del doncel.
—Es sobre su consorte o, mejor dicho, sobre su matrimonio —dijo bajito—. Hay algo raro entre ellos, como si intentaran mentirnos a todos.
—¿Por qué lo dices? —preguntó BaekHyun frunciendo el ceño.
—El joven amo jamás lo había traído antes a casa, no se lo presentó a nadie formalmente y ni siquiera se le veía, ya sabes, en ese humor cuando estás enamorado.
—¿Quieres decir que KyungSoo y JongIn están fingiendo ser un matrimonio?
—Sí. Creo que el joven amo lo hace para por fin heredar las tierras del amo Do RyoWon.
—Esa es una acusación grave, SooJung.
—Lo siento, pero no puedo tragarme el cuento de esa supuesta historia de amor. Y el amo RyoWon no merece ser engañado en sus narices solo por una frívola causa.
BaekHyun abandonó su cuchara sobre el plato y observó a la muchacha con una mirada severa.
—Conozco a KyungSoo desde que solos niños, tú también, pero yo lo conozco mucho mejor que incluso él mismo, y te aseguro que no sería capaz de hacer algo así —aseveró—. KyungSoo jamás podría casarse con alguien por conveniencia, simplemente no lo haría, ¿entiendes? Se cortaría los brazos antes de hacer algo como eso, así que deja de pensar en cosas tontas.
—Sabía que también lo defenderías —dijo resignada, poniéndose de pie.
—¿También?
—SeHun casi me cose la boca por decirle lo que pensaba sobre ellos dos, pero él siempre le ha sido fiel al joven amo, por eso no me sorprende. En cambio tú, BaekHyunnie, creo que eres lo suficientemente perspicaz como para notarlo. Usa el tiempo que te quedes aquí para sacar tus propias conclusiones —sentenció, caminando hacia la salida—. Debo irme. Disfruta de tu comida, pediré que alguien venga a recoger la bandeja.
Ella salió del dormitorio con el humor agrietado y dejando del mismo modo a BaekHyun, que además de sentirse mareado por la repentina explosión de información, se quedó recapitulando las escenas en su cabeza de su encuentro con su amigo y su actual esposo.
¿Que había algo raro allí? Lo había.
¿Que BaekHyun no se había dado cuenta de eso desde el principio? Bien, eso era una gran mentira, lo notó desde que vio los ojos nerviosos de su mejor amigo.
Y, Dios santo, en estos momentos en serio odiaba conocer tan bien a Do KyungSoo.
🍑
Los segundos se convirtieron en minutos, los minutos en horas y, cuando menos lo esperaron, la noche cayó sobre ellos como un gran manto negro.
Habían merendado y cenado dentro del despacho, lejos de los demos; en ningún momento lo abandonaron debido a la repentina tanda de cartas que los Do recibieron en los últimos días, por parte de sus aliados y del mismo palacio. KyungSoo estaba exhausto, pero JongIn parecía incluso más exhausto, pues se encontraba cabeceando apoyado en uno de los estantes.
El joven noble decidió que el trabajo por hoy había sido suficiente, así que despejó su mesa, dejando tan solo las cartas no abiertas a un lado; ya no eran tantas como en un inicio, lo cual le aliviaba, de esa forma el trabajo de mañana no sería tan agotador y podría seguir con otras tareas que de igual manera ameritaban su presencia.
Una vez que terminó, KyungSoo caminó hacia JongIn para despertarlo y salir de ahí. Le puso una mano sobre el hombro y lo sacudió despacio.
—Oye, despierta, ya es tarde.
Pero JongIn no se levantó, tan solo se acomodó más y gruñó fastidiado por la interrupción.
—¡Oye! JongIn... Kim JongIn... —Esta vez lo sacudió con más fuerza y de los dos hombros—. ¡Kim JongIn!
El plebeyo abrió los ojos de pronto y empujó a KyungSoo hacia atrás, haciéndolo caer; sin embargo, no fue el único. El doncel lo estaba sosteniendo del brazo, así que la inercia llevó a Kim consigo también, quedando uno frente al otro; KyungSoo con la espalda pegada al suelo y JongIn sobre él, mirándolo lleno de sorpresa y confusión.
En una situación como esa, lo más sensato sería quitarse rápidamente y ayudar al otro a levantarse, pero JongIn podría culpar a su cerebro, aún adormecido debido a la breve siesta, por su tardía reacción.
KyungSoo tuvo que fingir aclarar su garganta para despertar a JongIn del trance en el que había entrado.
—¿Podrías levantarte? —preguntó apartando su mirada de la del moreno, porque se sentía cohibido. Demasiado.
—¿Qué? —JongIn parecía un verdadero idiota. ¿Qué demonios estaba mal con él?—. Ah... ¡Oh, sí! Lo siento, lo siento. Déjame ayudarte.
Se levantó de un brinco y tomó la mano del doncel para ayudarlo. Cuando KyungSoo estuvo de pie, se sacudió el polvo de su traje.
—Intenté despertarte para volver a la habitación, pero parece que tienes el sueño pesado.
—En serio lo lamento, no te escuché.
JongIn era sincero, nunca antes había tenido una siesta tan reparadora como esa, y ni siquiera había tenido que hacer uso de una cama blanda y tibia.
—Sí, lo noté —dijo KyungSoo, tratando de aminorar el incómodo momento que ese pequeño incidente había provocado—. No importa ya, volvamos antes de que sea más tarde.
Cuando salieron, KyungSoo despidió a uno de los guardias que cuidaba la entrada y le pidió cambiar posición con el compañero que le tocaba vigilar durante la noche. Este hizo una reverencia frente a él y corrió hacia el otro guardia, que ya lo esperaba a unos metros de ahí, para encargarle la misión.
JongIn esperaba unos paso más allá, mientras se cubría los brazos del frío con su propias manos. KyungSoo tan solo volteó a verlo un segundo, y luego volvió su mirada de regreso a los guardias, cuando por el rabillo del ojo le pareció ver algo moverse a lo lejos. El joven noble arrugó el ceño y entrecerró los ojos para enfocar su objetivo, pero no encontró nada.
—¿Nos vamos? —preguntó JongIn, al ver que el guardia de turno ya había tomado su posición.
KyungSoo atendió su llamado en automático, pero antes de irse le echó un vistazo nuevamente hacia el fondo oscuro que cubría las pequeñas edificaciones del hanok.
Nada, todo estaba tranquilo. Lo más probable era que se tratase solo de las ramas de los árboles agitándose con violencia por la fuerte ventisca que corría esa noche.
Conformándose con esta conclusión, KyungSoo dejó de sobrepensar las cosas y le dio el alcance a JongIn.
—Sí, vamos.
🦄
+++
Aquí su actualización mensual okno xd (esto ya parece actu de manhwa 😂).
Mil disculpas por la demora, pero les dije que iba lento con esta historia u.u
Espero que hayan disfrutado del capítulo y que no abandonen la lectura aún :'v
~Nos leemos en el siguiente~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top