2; sinfonía

La sensación fue repentina, quizá no demasiado brusca para ser notada por cualquiera pero aún así estaba ahí, y cierto peliverde se percató. La ciudad parecía estar en vuelta por un manto bastante frío y tenebroso, con el tintineo de objetos al azar y los pasos constantes e imperturbables de los que los rodeaban.
Aquél lugar parecía estar custodiado por un ente superior, cosa que para el mayor del dúo era desconcertante, no obstante no fue algo que llamó demasiado su atención. Asimismo, ambos continuaron su caminata hacia a algún lugar, el peliverde supuso que aquél lugar sería algún lugar donde llenar ese afán por comer de su capitán.

Al entrar en la ciudad, el ambiente cambió. De a ver caminado por un sendero lúgubre, ahora se veían rodeados por la vivacidad que aquellas pocas casas provocaban. Vieron las sonrientes caras de los habitantes mientras charlaban unos con otros sin distinción social.

—¡Un pueblo! —exclamó el moreno alegremente mientras tiraba del brazo del contrario.

Al adentrarse un poco más en aquél lugar, una multitud se les echó encima sin ningún motivo aparente.

—¿Piratas? —cuestionó uno.

—¡Impresionante! ¡Cuéntenos sus aventuras jóvenes piratas! —exclamó una de las mujeres.

Tanto el peliverde como el moreno a su lado, fueron arrastrados por la muchedumbre hacia una posada que había cerca. Bastante vieja e incomprensiblemente sin ningún desorden, como si de un museo se tratase. Sillas y mesas impecables; vasos y platos perfectamente colocados. No obstante, el joven capitán no se percató de ello, mientras que el más mayor decidió no darle importancia en el momento en el que una botella de sake se posicionaba frente suyo.

—¡Comida! ¡Muchísimas gracias, viejo! —vociferó animadamente el del sombrero de paja.

Las miradas no se apartaban de ellos, cosa que hizo sospechar aún más al peliverde. Las sonrisas de todos aquellos individuos eran espeluznantes mostrando una felicidad excesiva para la situación. Zoro agarró la empuñadura de Shusui como acción involuntaria, no apartó la vista de lo desconocidos en ningún momento.

—Nos alegra mucho que estéis aquí —informó un hombre con cabellera dorada y con hombros bastante anchos.

—¿Cuánto os quedaréis?

—No demasiado tiempo —cortó el espadachín. Por otra parte, Luffy observó mudo durante su misión por seguir metiendo alimentos a su boca.

Fueron poco minutos los necesarios para que toda la comida desapareciese de la pequeña mesa. El moreno se recostó en la silla de madera y soltó un largo suspiro.

—¡Estoy lleno! —aulló mientras una de sus manos golpeana levemente su gran tripa hinchada.

—Bien, ¿nos vamos, capitán?

El menor asintió con la cabeza mientras se levantaba y seguía a su segundo al mando.

—Gracias por venir —les paró uno de los aldeanos, quién bloqueó la salida.— ¿Por qué no se quedan en la posada y descansan?

Entreabrió sus ojos y dio un paso en avance. —Aparta.

—Insisto —extendió ambos brazos a ambos lados al mismo tiempo que observaba amablemente a los piratas. — ¿No creen que mi posada es un sitio bonito para pasar una noche de sueño reparador?

En aquel punto, el peliverde ya no tenía la suficiente paciencia para pedir al aldeano que se apartase. Sujeto la empuñadura de Shusui de nuevo en un intento por rebanar al hombre, no obstante la mano que se posó en su mano le detuvo. La mirada de su capitán se clavó en él e inmediatamente detuvo su movimiento.

—Quizás en otra ocasión, viejo —ofertó amablemente el moreno.

Sin más que decir, el más joven del dúo pasó el lado del aldeano dirigiéndose a la puerta a sus espaldas. Un peliverde le siguió atentamente mientras miraba por la esquina de los ojos la reacción de aquellos desconocidos. No hubo reacción alguna.

Ambos piratas salieron del lugar con pasos firmes y miradas implacables pintadas en su rostro. El mundo había callado, siendo el chasquido de un par de chanclas el único sonido capaz de romper el mutismo.

—Busquemos al res.... —la voz del espadachín fue callada por un gran alarido sin lugar de procedencia.

El moreno miró hacia todas la direcciones posibles buscando el causante del sonido, a su vez el mayor hacia esa misma acción mientras saca dos de sus tres espadas.

—¿Qué demonios es eso?

El espadachín sabía que esa pregunta no iba a atraer ninguna respuesta por parte del contrario sin embargo la formuló en el momento en el sus miradas se cruzaron.

—Debemos ir al Sunny, ya —ordenó el del sombrero de paja.

No hubo más palabras entre ellos, empezaron a correr hacia la dirección del Sunny para buscar a su compañeros. El tiempo que duró la carrera no era seguro, pero al llegar al lugar no importó. Corrieron y subieron inmediatamente al navío. Nadie. Ni un alma había en el barco, un hecho que hizo que al moreno se le helara la sangre.
Apretó sus puños y miró hacia la isla con frustración.

《 No los perderé, os salvaré chicos 》,pensó el joven capitán.

—Capitán —llamó el segundo al mando. —No están en ningún sitio, por lo tanto estarán en la isla, es decir, en peligro.

El moreno asintió. —Sí, por eso debemos ir a buscarles de inmediato.

Un destello demoniaco brilló en los ojos del mayor e inevitablemente una sonrisa se extendió por el rostro del azabache. Ellos debían proteger a su tripulación, a cualquier costo.

Cueste lo que cueste 》,ambos pensaron a la misma vez.

***

Dedicado a una de mis personas favoritas, con el deseo de que entienda una referencia:
uchihasoul

Tiene historias tanto de One Piece como de Naruto, por si queréis pasar y verlas.

Muchas gracias por leer el capítulo.

☆☆☆

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