OCHO~🔵🔴
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11/10/2023
NARRA MARTINA
No sé qué mosca ha picado a Pedri, se ha comportado algo raro, me llamó por teléfono, para invitarme a su casa, cuando hace cuatro días estuve con ellos.
Viene a buscarme en 1 hora.
No es que me moleste ni nada, pasa que no estoy acostumbrada a todo esto, a ser amiga de los chicos, João, Pedri, Balde, Ansu, Eric, Lewandoski y Gavi, aunque no sé si a este último le corresponde el término "Amigo", no estoy acostumbrada a la intensidad de los entrenos, quedan dos meses para diciembre, por tanto, vacaciones, y nunca, nunca había pasado las navidades sin mis padres cosa que aunque no debería afectarme ni nada, muy en el fondo, esa espinilla pincha mi corazón, no estoy acostumbrada a que sea medio famosa y lo paso bastante mal haciéndome fotos con gente desconocida, y bueno digamos que yo no soy la persona más fotogénica del mundo... pero bueno, eso no es lo que importa, pasa que últimamente la prensa, la cual yo había olvidado por completo debido a mi falta de tiempo libre, cada vez se está inventando más y más cosas, lo cual me incomodó hasta el punto de crearme una puta cuenta de Twitter para pedir a la gente que dejara de inventarse semejantes atrocidades "Martina Ferrer le pone los cuernos a Gavi con João Félix" o "Martina Ferrer tiene antecedentes criminales" y por desgracia un largo etcétera, mis amigos me recomendaron ignorarlo pero no se como coño quieren que deje estar a una señora que me duplica la edad que se inventa cosas de una niña de 13.
Joder.
-¿En qué piensas?—Me interrumpió Candela.
-Eh, no, en nada—Quité importancia al asunto.
-Tía, últimamente estás muy rara—Comentó Sara con el ceño fruncido.
-Es que se le ha subido la fama a la cabeza la muy hija puta—Bromeó Aleix aliviando un poco el ambiente—Ahora solo te la pasas con los del Barça...
-Eso no es verdad—Añadí sin importancia, tomando un largo sorbo de café---Solo voy a quedar con ellos a pasar un buen rato.
-Preséntame a alguno ¿No?—Soltó Sara con una sonrisa pícara.
-Ja, ja—Se burló Aleix—¿Cómo le vas a gustar a alguien con esos pelos de bruja que me llevas?
Sara le dio una colleja a su hermano ganándose una mirada de odio increíble.
-Callaos ya animales—Intervino Candela.
-Cállate tu candelabro—La insultó el chico.
-Tu puta madre Alexa.
-Oye Alexa, ¿cómo se dice tu método en polaco?—Bromeó su hermana gemela.
-Joder se me ha olvidado el insulto—Se lamentó Aleix.
-Bueno dejando de banda a estos bichos—Candela los señaló—Sabes que nos puedes contar con nosotros para cualquier cosa aunque solo nos sepamos uno o dos trucos con el balón—Afirmó con seguridad.
Me mordí el labio.
-Lo sé.
Me siento muy mal cada vez que le miento a alguien que me importa y últimamente estaba haciendo mucho de eso, le estaba mintiendo a mis seres queridos para no preocuparlos y que no vuelva a pasar ese incidente.
Mis padres me habían intentado contactar conmigo varias veces e incluso ayer se presentaron a mi entreno, eso probablemente no lo sabía ni cristo y justo te enteras tú.
Gavi no me ha respondido a los mensajes ni a las llamadas y ayer estaba muy frío, eso no está permitiéndome tener los pensamientos claros y me desconcierta a niveles estratosféricos.
Estoy acostumbrada a guardarme todo el marrón para mí, al número 6 del Barcelona se enteró a medias de toda la situación en mi casa, un 5% aproximadamente de todo el problema, estuvo muy atento ese par de días y luego simplemente desapareció de la faz de la tierra.
Y, por otra parte, está el portugués que ocupa el dorsal número 14 del Barcelona que cada día me confunde más con su actitud, no me molesta, pero... simplemente es raro de cojones.
Hoy tengo examen de economía y por eso ahora estaba con mi café de confianza en el escritorio de Candela, con la susodicha al lado y los gemelos en videollamada.
-Vaya mierda, no entiendo nada—Afirmó Candela.
-Mira, yo me he mirado cuatro cosas, de esas cuatro cosas no he entendido ni el cuarto de una y ahora me he quedado con mal cuerpo—Se quejó Aleix—Así que no te quejes.
-Vosotros sacaréis un 5 y yo un 3—Predijo Sara.
Bufé sin remedio, mis mejores amigos son los seres humanos más quejicas que he conocido nunca.
Entonces el timbre suena y me ofrezco para ir a abrir.
Salgo de la habitación y camino por el largo pasillo hasta llegar a las escaleras que dan al primer piso, las bajo un poco apresurada y atravieso la sala de estar hasta llegar a la puerta.
La abro y enseguida me tenso.
-Martina—Habla mi padre con determinación.
-¿Qué queréis?—Miro a mis progenitores—¿Qué hacéis aquí?
-¿Y estos modales?—Me reprocha Cassandra.
-Pues los que me impartiste—La miro a los ojos—¿Qué queréis?
-Déjanos pasar al menos—Propuso mi padre.
-Un cojón que vas a entrar.
-Maaaar, ¿quién es?—Escuché gritar a Candela desde las escaleras.
-Nada, unos señores se equivocaron de vivienda, voy a salir un momento a ayudarlos—Informé de vuelta.
-¿Por qué no le dices que somos tus padres?—Preguntó Marcos.
-Porque yo no tengo padres—Sentí las lágrimas empezando a picar, pero me mordí la lengua para contenerlas.
Abrí un poco la puerta para salir y la cerré detrás de mí.
-Ahora mismo os vais a pirar antes de que llame a la policía.
-¡Somos tus padres!
-Nada me une a vosotros excepto la sangre—Escupí amargamente.
-Ya hablaremos otro día—Se rindió Marcos, pero Cassandra aún se mantenía firme.
-Debes volver a casa, nada está bien desde que te fuiste.
-No volveré ni cobrando—Aseguro.
-No puedes depender de tu amiga toda la vida.
-Eso a vosotros no os incumbe.
-Claro que sí, eres nuestra hija, nuestro orgullo.
Reí irónica.
-Si de verdad fuera vuestro orgullo—Hice comillas con los dedos—Talvez cuando era pequeña hubierais ido a algún teatro que organizaba la escuela, en donde habían todos los padres y abuelos de todos los niños excepto los míos.
-Eso no serviría de nada.
-Talvez hubierais podido dejarme más libertad en la vestimenta ¿No? Ir en falda a todos lados no es muy bonito—Contraataqué—Talvez os pudierais haber alegrado cuando me aceptaron en una universidad que no quería, en una carrera que no me gustaba y que sigo hasta día de hoy esforzándome aunque sea una puta mierda.
-Cállate, no sigas—Sollozó Cassandra.
-Talvez cuando tenía 11 no hubierais haberme dejado en esa habitación sola con aquel hombre mayor, ¿acaso sabéis el terror que sentí? ¡¿Te imaginas tener 11 años y ser violada por un hombre de 47?! ¡¿Solo porque vosotros teníais deudas?!—Bufé pesadamente sintiendo lágrimas deslizarse por mi rostro---¡Las jodidas cicatrices me lo recuerdan cada puto día!
Una lágrima resbaló por mi rostro.
-¿Por qué me exigisteis ser un 10 en todo? ¿Acaso no sabéis de algo llamado salud mental?
»No os considero mis padres porque nunca estuvisteis allí para mí, nunca os alegrasteis por mí, siempre buscabais algún defecto---Bufé pesadamente---Dime Marcos, que hiciste con aquella camiseta del Barça que me quitaste aquella vez, cuando fui a un partido en con Candela?
-La tiré—Afirmó convencido.
-La tiraste—Asentí—¿Entonces porque cojones Giselle la tiene?
Quedó en silencio.
-¿Por qué siempre pusisteis a Giselle por encima de mí? Si antes era un infierno, cuando Giselle nació la cosa se puso peor—Pasé mi mano por mi pelo exasperada—Nunca hubo diferencia entre yo y ella, éramos iguales excepto su melena rubia y ojos azules, ¿por qué?
-No éramos conscientes...---Se escusó Cassandra.
-Si, seguro...---Reí amargamente---Entonces porque me buscáis ahora? ¿Por qué mi estúpido sueño de ser futbolista se esta cumpliendo? ¿O es que tenéis más deudas y tenéis que volver a venderme?
Silencio.
-Iros, he quedado---Los eché rencorosa---Si me volvéis a buscar os pondré una orden de alejamiento y cambiaré mi apellido.
-Claro, porque ahora dos futbolistas son más importantes que tu familia---Me echó en cara Marcos.
-Pues sí, al menos ellos no me venderían---Me crucé de brazos---Iros ya.
Se miraron entre sí y empezaron a avanzar hacia el coche rojo que había estacionado delante, no me moví del sitio hasta que el KIA arrancó y salió calle abajo.
Me apoyé en la puerta y me deslicé hasta quedar sentada en el suelo y abracé mis piernas hundiendo mi cabeza entre ellas.
Mis padres acababan de echar sal en la herida, haciendo que arda como un demonio.
Las lágrimas no dejaban de deslizarse por mi rostro y mi mente estaba reproduciendo en bucle aquellos momentos.
Con las manos temblorosas levanté la camiseta que llevaba, dejando descubiertas las alargadas y brillantes cicatrices de hace 7 años.
Tapé mi vientre y sollocé.
Siempre me pregunté que fué lo que hice en mi vida pasada para merecerme todo esto, ¿qué pecado cometí para que me hicieran esto?
-¿Martina?---Escuché una voz que reconocí al instante, pero ignoré y bajé mi mirada, Gavi me estuvo ignorando estos días y no es algo que le vaya a perdonar tan fácilmente, aunque tampoco quiero que me vea en este estado.
-Martina, míranos---Habló una segunda voz que reconocí como la de su mejor amigo.
-Iros---Murmuré como pude.
-Debes estar de puta coña---Expresó Gavi.
-No, nos vamos a ir sin tí---Afirmó Pedri con un tono más suave.
Alguno de los dos puso sus dedos sobre mi barbilla obligándome a mirar hacia arriba.
Mi vista se encontró a los dos chicos arrodillados, a mi altura con una expresión preocupada.
Gavi tenía sus dedos en mi barbilla y acariciaba levemente mi mejilla húmeda, con una expresión tranquilizadora en su rostro que hizo que rompiera en llanto otra vez.
-Oye tranquilízate---Habló Pedri.
-¿Nos lo quieres contar?---Preguntó Gavi suavemente.
No estaba preparada, Nadie lo sabía y no quería que se armara una gorda. Yo conocía a Gavi y sé que a la que diga la primera palabra se va a poner a romper cosas.
Negué con la cabeza y bajé la vista a mis shorts.
-¿Alguien te hizo algo?---Insistió nuevamente el numero 6
-¡¿Pero qué coño está pasando aquí?!---Identifiqué el chillido de mi mejor amiga.
Me encogí de hombros.
-Habíamos quedado en venirla a buscar a esta hora y nos la hemos encontrado así---Explicó Pedri.
-Joder, pasad.
NARRA GAVI
Mi corazón esta a punto de salirse de mi pecho, literalmente.
Estos días ignoré sus mensajes, porque queria sacarla de mis pensamientos, pensé que si hacía como si no existiera me olvidaría de ella, Cuando se lo conté a Pedri, le pareció una idea estúpida y la invitó a su casa para estar todos juntos, luego me obligó a acompañarlo a ir a recojerla.
Pero verla en ese estado hizo que me arrepintiera muchisimo.
Ella no se lo merecía y no me extraña que ahora ni me quiera hablar, fui un capullo enorme.
Candela, nos ofreció pasar a su sala y acompañó a su mejor amiga al sofá.
Nos pidió que la cuidaramos y que no le dejemos ir a la universidad, ya que Candela debía salir a un sitio urgente.
Cuando Candela cerró la puerta detrás suya nosotros nos sentamos a cada lado de Martina estudiando todos sus movimientos.
Ya nos dejó bastante claro que no iba a decir ni mu, pero nosotros seguiamos insistiendo.
-Mar, nos puedes contar cualquier cosa---Aseguré.
-¿Podemos no hablar del tema?---Pidió exasperada mirándome con las cejas hundidas.
-Pero es que es importante, ¿Porque no lo entiendes?
-Gavi---Me miró mi mejor amigo y habló con torno de advertencia---Déjala en paz.
-Joder---Pasé mi mano por mi pelo.
-Es dificil sabes, y aún más si no te dignaste a responder ni un puto WhatsApp---Me reprochó con la voz rasgada.
-Lo siento muchísimo---Me incorporé---Pero ahora eso no es la prioridad.
Se dejó caer en el sofá.
-Que sepas que no te voy a perdonar tan facilmente---Me señaló con el dedo.
-Lo sé---Sonreí.
-Entonces...---Dudó Pedri.
-Vamos a mirar una peli---Cambió de tema abruptamente.
Yo y Pedri nos miramos sin remedio pero accedimos a su petición.
-Pero de terror no eh---Condicioné con una media sonrisa para intentar distraerla
Sonrió tristemente y agarró el mando de la televisión para empezar a buscar algo que ver.
-¿Que tal el entreno?—Le preguntó Pedri.
Lo miró con una ceja alzada.
-Literalmente es lo mismo que hacéis vosotros.
-Me refiero a que tan mal lo has pasado---Bromeó el canario.
Miró el techo.
-Me gusta mucho, podría ser peor, las chicas son muy amables y me ayudan en todo---Admitió.
-Eso es bueno---Dijo Pedri---Una vez Gavi corrió por todo el vestuario solo con toalla---Ser rió.
Martina me miró y vi como intentaba disimular sus carcajadas.
-¡Oye!---Le dí una colleja a Pedri.
Cuando Pedri dejó de hacerme Bullying, contando anécdotas vergonzosas y Mar eligió la película, nos arropamos con una manta los tres y empezamos a mirar la tele.
***
Media hora después el timbre sonó, sospechando que la persona era Candela, me levanté y fui hasta la puerta principal.
Al abrir me quedé de piedra.
En el umbral de la puerta estaba parado cierto portugués que sé que se trae algo con Mar.
-¿Gavi?—Pareció sorprendido.
-¿Qué haces aquí?—Pregunté de vuelta.
-¿Y tú?
Entonces sentí una mano en la espalda que me apartó un poco.
-Hola João—Saludó alegre como si hace una hora no hubiese estado llorando.
-Hola—Respondió un tanto incómodo.
-Subo arriba a por la mochila y vamos—Avisó.
-¿Cómo?—Pregunté desconcertado, a donde coño se va a ir con él.
-Pues eso que me voy a la Universidad—Especificó Martina—João suele acompañarme.
-Lo siento mucho pero hoy vas a saltarte clase—Aseguré.
-Si anda, una mieeerda—Respondió cruzándose de brazos.
-Estás mal, no puedes irte así.
-Yo estoy perfectamente y ya voy tarde—Murmuró entre dientes.
-Si hombre, has llorado como si te pagaran por ello.
Me miró mal y salió de allí dirigiendose a las escalera, pasando de mí.
-Pedri esta en la sala---Le murmuré al portugés que me miraba entre mal y confuso.
Salí disparado en dirección a la chica que acababa de subir las escaleras.
Troté por los pasillos hasta encontrar una puerta entreabierta en donde me asomé.
Visualicé a Mar, metiendo libros en su mochila, con una mueca en su rostro.
-Martina---Le hablé al abrir la puerta.
-Vete---Me respondió sin siquiera mirarme---Voy tarde.
-No vas a ir, no estas bien y tu salud mental no lo soportaría.
-Oh, si solo supieras Gavi---Se giró en mi dirección---Pasé cosas mil veces peores, esto no es nada.
Pasé una mano exasperado por mi pelo y me mordí el labio.
-Entonces dímelo---Me acerqué a ella---Porque no lo entiendo.
-No lo entiendes---Chasquéo su lengua molesta.
-Entonces explícamelo---Sujeté sus dos muñecas y la acerqué a mi.
Me miró con los ojos vidriosos, pero con determinación.
Verla en ese estado me ponía violento, verla tan...débil.
-Mis padres me hicieron pasar el infierno en la tierra—Empezó—Solían exigirme el 1000% de mi misma, aunque sangrara en el proceso—Tragó duro—Debes hacer aquello, debes hacer lo otro, no hagas eso, no hagas aquello, hazlo bien, no sirves para nada, ojalá te hubiera abortado cuando tuve la oportunidad, eres la vergüenza de la familia, ¿Jugar fútbol? ¿Enserio? No digas tonterías, viste como chica, no hables ni juegues con chicos, ¿No puedes parecerte más a tu hermana? Tendrías que haber sacado un 10, un 9 no es para tanto ¿Sacaste un 10?, es tu obligación, lo mas importante son los estudios, no llores no es para tanto, eres una llorona, no se te puede decir nada, ¿Psicólogo? Eso es una estafa, eres una niña ¿Qué problemas tendrías tu?—Enumeró, escapándose algunas lágrimas que no se molestó en limpiar.
Ahora mismo tenía un nudo enorme apretado en mi garganta, impidiéndome hablar, dificultándome la respiración.
La rabia fluía por todo mi cuerpo y lo único que deseaba era decirles 4 cosas a esos viejos decrépitos.
-Para, no sigas—Le pedí respirando con dificultad.
-Estábamos pasando por un mal momento económico, con el tiempo empezaron a tener deudas—Siguió hablando, con la mirada perdida, haciendo caso omiso a mi petición—Casi me casan con un señor de 46 ¿Sabes? Con 10 años—Dejé de respirar por un segundo—Yo me negué rotundamente y de todas las maneras posibles, yo quería sentir lo que era el amor y tener una relación como la de los libros—Rió amargamente—Finalmente cedieron ya que más pesada imposible, me dejaron estar durante un tiempo, pero luego, el año siguiente, la noche de mi cumpleaños número 11—Paró abruptamente y sollozó.
-En la noche de mi cumpleaños número 11, me pidieron que fuera a mi habitación, apagara las luces y que me sentara en mi cama a esperarlos—Continuó con la voz cortada—En teoría iban a darme una sorpresa, así que yo toda ilusionada, como niña que era, decidí hacerles caso y seguir sus indicaciones al pie de la letra, era la primera vez que me regalarían algo...
-¿No te gustó el regalo?—Pregunté al ver que no seguía.
Me miró.
-Esperé y esperé, hora tras hora, con impaciencia y la duda carcomiéndome por dentro, contando los minutos y las horas, me imaginé todo tipo de juguetes; una casa de muñecas como la de mi prima, un oso de peluche gigante como el de mi compañera de ballet.
Estábamos muy cerca y sentía su respiración irregular.
-Finalmente tres horas y cuarenta y ocho minutos después, la puerta de mi habitación se abrió, mi cuarto estaba a oscuras por tanto solo pude ver la silueta de un hombre no muy alto—Soltó otro sollozo—Aquel hombre entró a la habitación y cerró la puerta detrás de él «¿Papá?» pregunté aunque sabía muy bien que aquel señor no era mi progenitor, ni de cerca.
La abrazé, no sabía cómo continuaba la historia, me estaba imaginando lo siguiente y solo espero, que solo sea yo porque no creo que pueda aceptarlo, no creo que esté preparado.
-No hace falta que sigas—Acaricié su nuca.
-No, Pablo, déjame terminar...Mereces saberlo—Se apartó.
Iba a replicar pero ella hizo algo que no me esperaba, se quitó la camiseta, quedando con solo un top turquesa deportivo, dejándome confuso unos segundos y entonces acarició unas cicatrices de diversos tamaños que se expandían en la zona de su vientre.
-¿Ese hombre...?—Pregunté esperando que lo negara.
Volvió a romper en llanto y no dudé en rodearla con mis brazos.
***
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