~•[Orígenes]-.1•~
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Escape de la Fortaleza Roja
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BÁRBARA ESTABA ASUSTADA DE LA ARAÑA.
No de una araña, si no de Varys, La Araña del rey, un eunuco. En Desembarco del Rey no sucedía nada sin que Varys se enterase. A menudo se enteraba antes de que sucediera. Tenía informadores por todas partes. Los llamaba «mis pajaritos».
Y basándose en esto, Bárbara no entendía aún como seguían vivos. Varys era consejero de los rumores de Aerys Targaryen (El Rey loco), su suegro, padre del príncipe heredero Rhaegar Targaryen y de Daeron Targaryen su esposo...
Aerys veía traidores por todas
partes, y Varys estaba siempre allí para señalarle a alguno que se le hubiera escapado, que Bárbara, su esposo, y sus hijos: Lucerys y Orys Targaryen Baratheon estuvieran vivos era casi inexplicable. Los Dioses eran bondadosos.
«No lo son, veré más muertes de las que podré resistir, pero aún así los siete no me han abandonado todavía» Bárbara reflexiono. Rezó al Herrero que diera fortaleza a la espada y al escudo del joven León, al Guerrero, que le diera valor, y al Padre, que lo defendiera si era necesario «Jaime Lannister tienes su tarea y yo la mía...¿En que problema nos haz metido, Rhaegar?»
Todo era culpa de su cuñado, Rhaegar Targaryen. Recordaba a cada una de las piezas del juego.
Estaba a punto de empezar un gran torneo, y allí se habían reunido campeones de todo el mundo para enfrentarse en la liza. Estaba el rey en persona Aerys II y sus hijos, el príncipe de plata; Rhaegar, y el Dragón Sabio; Daeron. Los Espadas Blancas, la Guardia Real: Lord Comandante Ser Gerold Hightower, el Toro Blanco; Ser Arthur Dayne, la Espada de la Alba; Ser Oswell Whent, el Príncipe Lewyn Martell; Ser Jonothor Darry y Ser Barristan Selmy, se habían reunido para dar la bienvenida a sus filas a un nuevo hermano: Jaime Lannister. Allí estaban el señor de la tormenta su hermano mellizo; Robert Baratheon y el señor de la rosa Mace Tyrell. El gran león de la roca: Tywin Lannister, había discutido con el rey y no acudió, pero sí lo hicieron muchos de sus vasallos y caballeros.
Rhaegar, Daeron y Bárbara fueron quienes insistieron a lord Walter a que celebrase el torneo, usando como emisario al hermano de su señoría, ser Oswell. Daeron dotó a Whent del oro suficiente para repartir premios espléndidos, que atrajesen a Harrenhal al mayor número posible de señores y caballeros. A ninguno de ellos le interesaba el torneo como tal, sino que su intención era reunir a los grandes señores del reino en lo que en resumidas cuentas era un Gran Consejo informal para que debatiesen las maneras de poner solución a la locura de el rey Aerys II, posiblemente a través de una regencia o de una abdicación forzosa para que sus días terminarán en Rocadragón.
Era un juego peligroso, y Bárbara lo sabía. Pese a que pocas personas dudasen de que Aerys ya no estaba en sus cabales, muchos seguían teniendo motivos de peso para oponerse a que le apartasen del Trono de Hierro, ya que por capricho del rey habían adquirido gran riqueza y poder a determinados cortesanos y consejeros que sabían que con la llegada al trono del príncipe Rhaegar se exponían a perderlo todo.
El Rey Loco podía ser de una
crueldad salvaje, y lo demostraba al quemar a quienes percibía como sus enemigos, pero también podía ser enormemente dadivoso y hacer llover honores, cargos y tierras sobre los hombres que le complacían.
Los aduladores que rodeaban a Aerys II habían ganado todo lo posible y más gracias a la locura del monarca, y no desaprovechaban oportunidad alguna para hablar mal del príncipe Rhaegar y exacerbar las sospechas del padre sobre su hijo mayor, dejando a Daeron como posible heredero.
«Pero ni Daeron ni yo queríamos ser los blancos principales del Juego de Tronos…, Seríamos piezas como Rhaegar y no jugadores, no habría forma de mover los hilos desde las sombras».
La hija del gran castillo, La hija de Lord Whent era la reina del amor y la belleza cuando comenzó el torneo. Cinco caballeros habían jurado defender su corona: sus cuatro hermanos de Harrenhal y su famoso tío, un caballero blanco de la Guardia Real, ser Oswell Whent…también las había más bellas. Una de ellas era la esposa del príncipe dragón, Elia Martell, Cersei Lannister y ella misma, Bárbara Baratheon; la Flor De Las Tormentas esposa del Dragón Sabio.
«Pero Rhaegar corono a Lyanna Stark» Se encolerizó «Se lo advertí, todos estaban a nuestro favor, sólo faltaba que Daeron diera la última estocada…»
El triunfo para ellos había estado asegurado, tenían de su lado a los Baratheon, los Martell y negocio con los Tyrell, tuvo que prometer a su hijo Orys a Margaery Tyrell la hija menor de Mace Tyrell, mientras que los Arryn y los Tully venían con los Stark, y si Robert convencía a Eddard, Bárbara sólo tenía que convencer al lobo salvaje: Brandon Stark. Y a Tywin Lannister le ofreció liberar a Jaime, su heredero, de sus votos como Guardia Real.
Hubiera seguido cavilando si no hubiera llegado a su destino. Las cadenas de hierro tintinearon en el exterior de la celda. La puerta crujió y la abrió. El hombre cautivo puso una mano en la pared húmeda y trató de incorporarse hacia la luz. El brillo de la antorcha que llevaba la Baratheon le hizo entrecerrar los ojos.
—¿Quién?
—Soy Lady Bárbara Baratheon, así me conociste antes Lobo Salvaje y traigo vino—Ofreció Bárbara, otrora se había llamado así y en ocasiones extrañaba quien era antes de jugar el Juego De Tronos—. Bebed, lord Brandon—Añadió, y puso un pellejo de vino en las manos de Bran.
—Barbará, antes me llamas Bran—dijo inseguro. Tocó el rostro de la mujer mientas apartaba los mechones negros como la tinta del rostro—. Esto no…, no lo estoy soñando. Estáis aquí—El lobo salvaje hizo su mayor esfuerzo por recuperar su orgullo—. ¿Cómo habéis…? ¿Me quieres rematar para hacerle un favor a Rhaegar?—Palpo el pellejo.
—Me ofendes, Brandon—respondió Bárbara con cierta tristeza «Le he dado mucho a Rhaegar, soy yo la que criaré a su hijo sola...y Rhaenys y Aegon, son poco más pobres niños»—. Sí, antes te llamaba Bran pero ahora no es..., Adecuado. Hay asuntos más importantes que discutir, bebe lobo—Bebió un buen trago.
—¿Y mi padre?—Preguntó Bran luego de tomar un trago.
—Lo siento. Tu error fue venir con tus compañeros a la capital para pedir que Rhaegar te devuelva a tu hermana. Estabas a total alcance del Rey Loco para arrestarte por tus amenazas hacia Rhaegar.
»Lord Rickard Stark, acudió a Desembarco del Rey a explicarse. Tu padre exigió un juicio por combate y, mañana se anunciará la decisión de Aerys: su campeón será el fuego. A Rickard lo atará sobre una hoguera, se cocerá en el interior de su armadura, y a ti te amarra con una cuerda de cuero al cuello, de modo que te estrangularas mientras intentas salvar a tu padre.
—¿Vienes a burlarte?
—No, Bran—Se inclinó hacia él y lo miró con atención, el lobo salvaje no perdía el orgullo ni en su lecho de muerte, ella se preguntó que tal estaría su sentido del honor—. Vine a sacarte de aquí pero debes escucharme, jurar no tomar medidas apresuradas y juzgar con sinceridad, honor y lógica.
—¿Si?
—Acepta de una vez o me iré, sin importar que tan poco me guste tu muerte—Amenazó Bárbara fríamente.
—Eres fastidiosa—Afirmó Brandon, solemne—. Lo juro ¿Contenta?
—Sí Varys no nos mata antes de solucionar ésto lo estaré, Brandon.
—¿Ésto? ¿Vamos por padre?
—No, Bran—Le habló no sin dulzura, era como hablarle a un niño—. Pude venir por ti porque en teoría nos llevamos mal y lo lógico sería ir por tu padre.
—«Nos llevamos mal»—Repitió el lobo salvaje mientras ambos se disponían a salir de las celdas—. No me gusta esta frase ¿Es por eso que nunca nos casamos, por eso se dio el compromiso de Robert y Lyanna?
—Nunca te ha dado reparo tomar lo que quieres—Salió de la celda—. Y pareces no tener límites, te respeto pero eres demasiado con lo que tratar, compadezco a tu esposa.
—Por eso rechazaste a tu querido Rhaegar—Barbara volvió a poner la antorcha en el aplique del muro que separaba dos celdas ignorando a Brandon—. De la misma forma que no te casaste con Oberyn Martell, te negaste a comprometerte con el príncipe heredero para terminar con el mejor amigo de Oberyn y hermano menor de Rhaegar: Daeron.
«No lo rechacé a tiempo, Rhaegar ya me había dejado una parte de él para atesorar de por vida, siempre me perseguirá su recuerdos y esos ojos violetas...» Le dio una mala mirada al Stark para que guardase silencio, era un tema doloroso.
El pasadizo estaba tan mal iluminado que Brandon casi tropezó con el carcelero, que estaba tirado en el duro suelo de piedra. Le dio un golpecito con el pie.
—¿Está muerto?
—No, dormido. Igual que los otros tres. Les puse sueñodulce en el vino, pero no tanto como para matarlos. Vamos, alguien nos está esperando en la escalera, no debemos de hacerle esperar, Lord Stark.
Se acercaron a una puerta de hierro que les cortaba el paso. La Baratheon busco las llaves del carcelero entre su capa. Hizo girar la llave en la cerradura, empujó la puerta y salió.
»Iremos por las cloacas hasta el río, nos aguarda una galera en la bahía.
Emprendieron marcha y Bárbara detuvo a Brandon en la oscuridad de una escalera de caracol.
—No está aquí—«¿En donde estás, Lannister?»—. Quizás se perdió, espera aquí.
Bárbara volvió con un muy aliviado Jaime Lannister del brazo, con una capa blanca y la armadura dorada. Era un niño asustado, sabía que si los encontraban desearían nunca haber nacido.
—Esos traidores quieren mi ciudad —le oí decir a Aerys a Rossart—, pero solo encontrarán cenizas. Que Robert reine sobre un montón de huesos chamuscados y carne calcinada.
—Lo entiendo, su muerte es trágica, como toda pero justa en esencia—Consoló Bárbara mientras se acercaban al lobo y le explicó:—. Rossart es el gran maestre del Gremio de
Alquimistas.
»Su alteza el Rey Loco les ordenó a los alquimistas que escondieran fuego valyrio por todo Desembarco del Rey. Bajo el septo de Baelor y las chozas del Lecho de Pulgas, en establos y almacenes, en las siete puertas, hasta en las bodegas de la propia Fortaleza Roja.
»Todo se hizo en el mayor de los secretos; se encargó un puñado de maestros piromantes. Ni siquiera confiaron en sus discípulos para que los ayudaran.
—Aerys no confía en mí. Quería tenerme allí donde Varys pudiera vigilarme, día y noche. De manera que lo oí todo, mi Lord—Se explico el Lannister interrumpiendo a Bárbara—. Maté a Rossart para evitar una desgracia mayor, luego fui por el resto pero...
—¿Pero?—Barbará preguntó dulcemente mientras le daba palmadas en el hombro—. Tranquilo, estamos en confianza.
—Apuñale a Varys, no sé si murió tuve que huir—Jaime Lannister se veía intimidado esperando un regaño.
—No es tu culpa, no todo podía salir perfecto.
Brandon se dio cuenta que Bárbara estaba haciendo el papel de Princesa Abnegada y no el de Princesa Guerrera. El Stark no conocía a Bárbara, en realidad nadie lo hacía, el solo había conocido una parte: Lady Bárbara Baratheon, la hermana de Robert Baratheon cuando eran niños.
Brandon siguió de cerca a la princesa, con los talones
rozando la basta piedra a medida que descendían. En la escalera de caracol hacía un frío que helaba los huesos, y enseguida empezó a tiritar pues a diferencia de Bárbara no tenía ropa adecuada para el escape.
—¿En qué parte de las mazmorras estamos?—preguntó.
—Maegor el Cruel decretó que en su castillo hubiera cuatro niveles de mazmorras —respondió Bárbara—. En el nivel superior están las celdas grandes,donde se podía encerrar juntos a los delincuentes vulgares. Hay ventanas estrechas en la parte superior de los muros. En el segundo nivel hay unas celdas
más pequeñas, donde se encerraba a los prisioneros de alta cuna. No hay ventanas, pero las antorchas de los pasillos dejan entrar la luz entre los barrotes.En el tercer nivel, las celdas son aún más pequeñas y las puertas, de madera maciza. Las llaman celdas negras. Ahí es donde estaba Lord Stark. Pero todavía hay un nivel más bajo. Cuando un hombre baja al cuarto nivel no vuelve a ver la luz del sol, ni a oír una voz humana, ni a respirar un segundo sin sufrir un dolor indescriptible. Maegor destinaba estas celdas a la tortura—Habían llegado al pie de las escaleras. Una puerta daba paso a la oscuridad, ante ellos—. Este es el cuarto nivel. Dadme la mano, mis señores. Aquí es mejor caminar a oscuras. Hay cosas que seguro que no querrán ver, y yo tampoco.
Ambos se dejaron guiar siempre en pos del suave susurro del cuero contra la piedra. Bárbara caminaba deprisa; de cuando en cuando le susurraba advertencias como «Cuidado, delante tenemos tres peldaños» o «El túnel desciende un poco en este punto, mis señores».
El lobo y el león debían confiar en el el venado coronado.
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«Pobre chiquillo, lástima que no se pueda confiar totalmente en el Lobo Salvaje» Bárbara estaba en la cubierta del barco con Brandon Stark.
Observaba discretamente al Lobo Rojo; apodado así por Jaime Lannister. No pudo evitar pensar que Brandon Stark había tomado una mala decisión pero eso no lo hacía idiota, por mucho que le hubiera gustado insultarlo ya había sido suficiente tener que enterarse que su hermana menor se había escapado con Rhaegar Targaryen y por eso iban a morir miles más, pues su padre y amigos habían muerto en Desembarco del Rey por aquel capricho de Lyanna Stark.
—No puedo creer que todos estemos a punto de morir por vuestro querido Rhaegar—Se ofuscó el Stark.
—Todo mundo admira a Rhaegar, todos quieren tener su belleza, inteligencia, bondad, reputación, valentía...Hasta sus enemigos le respetan y envidian—Generalizó y no hablo de su opinión personal.
—Aún así no te quisiste casar con él..., le aman y le respetan—«Sí Brandon, pero que lo ame no significa que no le resienta y reproche».
Se quedaron en silencio unos minutos. Por su expresión, Brandon contenía una queja y uno que otro par de insultos al príncipe de plata. Sus pensamientos se fueron a cuando Bárbara le contó la historia de Rhaegar y Lyanna.
Brandon reconocían perfectamente el tono, era el mismo que usaba para hablar de Petyr Baelish: el pupilo de Lord Hoster Tully; pasó la infancia junto en Aguasdulces con su prometida Catelyn Tully. Cuando se anunció el compromiso, Petyr lo desafió por el derecho a la mano de Catelyn. Brandon tenía veinte años; Petyr, apenas quince. Si Catelyn no le hubiera suplicado a Brandon que le perdonara la vida..., Le dejó escapar con tan solo una cicatriz.
Siempre hacía tal cosa con cierto ardor, le extraño que Bárbara hablará de la misma forma de su hermana; Lyanna Stark. Pero no dijo nada, la Baratheon era fácil de ofender y no le convenía.
Inmediatamente se preguntó por que su hermana escapó con Rhaegar Targaryen, realmente, por que Rhaegar se fue con su hermana. Con un poco de esfuerzo, hubieran podido conseguir un matrimonio arreglado entre ambos, Brandon sabía que su padre no se habría negado pues tenía ambiciones sureñas. Y si hubieran hablado con los Martell o evitado el compromiso con Elia de Dorne, se hubieran casado en secreto, luego derrocado a Aerys... Nadie hubiese podido contra los Tully, Stark, Arryn, Targaryen, podrían haber convencido a los Tyrell y los Martell no hubieran intervenido al igual que los Baratheon.
Brandon sabía que Rhaegar se escapó con su hermana por amor, pero no por amor a Lyanna, si el príncipe Targaryen amaba a una doncella no era a la loba Stark. Tenía que ser alguien que no podía tener bajo ninguna condición, o que tuvo y luego perdió, Bárbara...
Se sintió repentinamente como el peor hermano del mundo.
—¿Y mis hermanos como están?
—Tu hermano menor está en Invernalia—Bárbara se acercó a Brandon con pasos inseguridad—, el Rey Loco exigió a Lord Arryn que les envíe a nuestros hermanos, Ned y Robert, para que sean sometidos a la Justicia del rey. Pero no todo es pérdida, ser Denys Arryn me dijo que no tiene intensión de entregarlos.
—El viejo Arryn nos apoya ¿Qué quiere, ser la mano del Rey?
—Sí Robert fuera el rey, ten por seguro que tendrá el cargo—Respondió la pelinegra aliviada, era bueno que ni Brandon ni ella tragarán a Jon Arryn—. Pero a ninguno de nosotros nos convendría. Debemos evitarlo.
—¿Entonces?
—¿Entonces qué?—Espetó Bárbara en el mismo tono.
—¿Cual es el dichoso plan?
—Primero llegar vivos a el Valle de Arryn, segundo cuidar que no maten al joven León para que Tywin se vea forzado a ayudar o por lo menos a ser neutral, tercero que Daeron sea regente de los hijos de Rhaegar para que este no reine por su mal comportamiento.
—Parece un buen plan—Brandon suspiró—, pero basar el plan en los Lannister nos puede hacer fallar—Barbara se encogió de hombros, ya tenía un acuerdo con Tywin Lannister pero Brandon no tenía porque saberlo.
Ella sabía que el lobo salvaje llegaría lejos. Su gran mala decisión lo haría madurar, aplacaría su temperamento apasionado como «venido de la sangre de lobo», lo haría frío como el Norte, no sería más una pieza si no un jugador.
—Alteza—Llamó Jaime Lannister, recién llegado a cubierta, había estado durmiendo en su camarote.
—Ser Jaime—Se despidió Brandon, dando por concluida la charla, sumiéndose en sus pensamientos.
Se acerca el Invierno y trae gélidos vientos de guerra
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