~•Capitulo 7. Parte 2•~
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La promesa de La Víbora Roja y la confesión de La Dragona Coronada
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23 de abril, 298 DC
El Norte, Invernalia
RHAENYA CAMINABA DESCALZA POR INVERNALIA, no había podido hablar con Robb después del duelo que él había tenido con Loras, se había detenido en un pasillo; no sabía a donde ir ¿Buscaba a Renly, Loras u Oberyn? No lo sabía decir, la visión la había dejado embobada.
«Se tropezó con un festín de cadáveres. Los comensales,
asesinados de las maneras más despiadadas, yacían tirados sobre las sillas volcadas y las mesas destrozadas, en medio de charcos de sangre coagulada. A
algunos les faltaban miembros; a otros, la cabeza. Las manos cortadas agarraban copas ensangrentadas, cucharas de madera, trozos de ave asada o pedazos de pan. En un trono elevado había un hombre muerto con cabeza de lobo. Llevaba una corona de hierro y tenía en la mano una pierna de cordero, como si fuera el cetro de un rey. Sus ojos siguieron a Rhaenya con una súplica muda»¹
Reflexionó sobre lo que le dijo Loras Tyrell alguna vez «Oberyn Martell no es tu tío, lo puedes querer y él a ti pero no es tu sangre, él defenderá a Aegon sobre todo y eso te incluye a ti». La Víbora Roja no era sangre de su sangre, Loras tenía razón.
«Madre me ha dicho que no puedo confiar en nadie que no lleve mi sangre e incluso, tengo que desconfiar de aquellos que la llevan como Aegon, Daeron, Viserys, Stannis, y..., Y Daenerys. No son mis hermanos, no son ni Lucerys ni Orys ni Renly».
Aún así, Oberyn Martell la había cuidado por años, la había levantado cuando caía, la había llevado de la mano por todo Dorne llamándole «sobrina» y «Nymeros Martell». Recordó una vez que tomo unas cuantas víboras y le enseñó la manera más segura de ordeñarles el veneno, él la había enseñado y aconsejado..., No podía imaginar enfrentarse a Oberyn Martell pero el príncipe de Dorne defendía a su familia sobre todas las cosas.
«Para atacar a los Martell necesitaré ayuda; ayuda Tyrell, luego de lo que le hizo Oberyn a Willas sería la venganza perfecta».
Y como cada vez que pensaba en algún Tyrell recordaba a Willas, si alguna certeza tenía era que Willas le ayudaría siempre y jamás la abandonaría a su suerte.
Rhaenya no quiso pensar en cómo lo sabía, de todas formas, Willas lo podía hacer por ambición, bondad (rara vez algo era gratis pero la posibilidad no podía ser descartada), amistad o bien, amor incondicional. La última era la más cierta pero Rhaenya no lo notaba, y si alguna vez lo sospecho no lo creyó.
Que el heredero de Altojardín estuviera enamorado de ella era demasiado perfecto, pero no era irreal. Si Willas hubiese pedido su mano sería una bonita rosa; una Tyrell de Altojardín, le hubiese encantado aquello aunque evitará pensar de una forma amorosa en Willas por lo que las peores cosas sin las que no se dicen, y ni Willas ni Rhaenya dijeron aquello nunca, de esa forma la Dragona Coronada se enamoró del Joven Lobo y no de la Rosa.
Por otra parte, buscar a Loras no sonaba tan mal pero el Tyrell no le agradaba Robb y ya que el asunto de trataba de Robb descartó la idea. Su última opción era Renly pero ¿Qué podía hacer su tío? Todo el poder de Renly Baratheon venía de Bárbara Baratheon y Robert Baratheon, por los títulos y posición de su madre y Bastión de Tormentas que se lo regaló Robert. Era conocido que su tío Renly tenía amigos en la corte, una influencia por aquí y por allá pero eso no sería suficiente si necesitaba alguien que tuviera un alcance más amplio, que fuera de su confianza no absolutamente pero si bastante y solo había un hombre con aquel requisito:
—Oberyn—El nombre salió de sus labios amargamente.
En unos instantes, tenía delante de ella a la Víbora Roja de Dorne, por alguna razón a pesar de la hora estaba despierto.
—¿Asesinaste a la Tully? Porque si lo hiciste tendremos que ocultar su cadáver rápido, a menos que la envenenases, eso nos daría tiempo..., Pensé que no le harías nada pero si no cedió ante tu caprichito con el bastardo...—Saludó con la característica típica de su lengua viperina.
—No he matado a nadie, no mataría a Catelyn..., Los Stark...—Se excusó, no quería hacerles daño a los lobos. Chasqueó la lengua:—, Lo de Jon no es ningún un capricho, tío.
El príncipe Oberyn parecía algo decepcionado aún así la invitó a pasar y se sirvió una copa de vino. La Víbora Roja se sentó enfrente de una ventana donde habia una mesa circular con dos sillas, Rhaenya hizo lo mismo.
—¿Estáis bebiendo vino de Dorne?—No se sentía lista para hablar del motivo de su visita.
—No, del Rejo.
—Agua roja—Dijo Enya. Oberyn le dio una sonrisa, él mismo había hecho el comentario hace unos años.
—Bien pensado, ¿beberás un poco de zumo de uvas de lord Redwyne?
—Sí, gracias.
El dorniense le sirvió una copa. La Targaryen se la llevó a los labios, paladeó el vino y lo tragó.
—No has venido a hablar de cuál vino es mejor—Oberyn no lo estaba preguntando—, y yo no te he invitado a pasar para eso. Tienes la misma expresión de Bárbara cuando le informaron que Rhaegar Targaryen había muerto en el Tridente.
«¿Le dolió?» Se sorprendió y vio que el rostro de Oberyn era una máscara inescrutable mientras observaba la luna llena. Hasta donde sabía su madre no era amiga de Rhaegar «¿Sentía algo como un hueco, un vacío allí donde había tenido el corazón?».
—No sé, no sé cómo decirlo sin...
—¿Sin que me ofenda? ¿Sin qué quiera asesinar a alguien?—Rhaenya no asintió pues era una pregunta retórica—. Bien, eso es imposible, aún quiero matar a Rhaegar por haberse ido con la loba, al sabio Daeron por no aceptar envenenar a Rhaegar cuando tuvimos oportunidad, a Brandon por no controlar a la mocosa ingrata que tenía por hermana, a ella por prestarse a los caprichos de Rhaegar, incluso a Doran que es mi hermano y lo quiero pero no fue capaz de cuidar a Elia haciendo caso omiso a todas mis advertencias.
Enya creyó olvidar como hablar y como respirar pero no era por el temor si no por el impacto ante la sinceridad del príncipe y lejos de juzgar a Oberyn lo entendía, él no sólo quería vengar a su hermana si no que quería evitar su muerte.
—Te haré una pregunta y tú me la responderás con sinceridad, yo haré lo mismo como muestra de buena fe..., No está del todo mal pero prefiero el vino dorniense—añadió luego de tomar un trago del vino del Rejo.
Oberyn empezó a abrir de una en una las ventanas altas y estrechas para que la cámara se llenara con el aire de la noche. El viento le azotó la melena a Rhaenya que le caía hasta los hombros como un glaciar de plata, dividido por un par de mechones negros como la medianoche que le quedaban como una tiara, jaló nerviosa las cintas de oro que trenzan su cabello esperando la pregunta.
—¿Qué viste en ese sueño, en la visión?—Oberyn la veía con sus ojos negros de víbora.
—¿Quién..., Quien te lo dijo? ¿Fue Renly?—Balbuceó ella, su tío querido no había podido decirle a Oberyn sobre eso..., no le importo que el Martell supiera algo sobre sus visiones; eso a la larga haría más fácil la conversación, y no creyó que la tomarán por loca ya que el historial de La Víbora lo precedía.
—Nadie y mucho menos Renly, yo solo llegue a la conclusión, el maestre Luwin te suministro sueño dulce, Renly te obligó a no montar ni luchar y su rosita está pendiente de que vayas a todas tus clases sin falta y que cumplas tus deberes le ofrecí tu ayuda a Catelyn Stark para probar aquello y de nuevo, fuiste. Te comportas como si no quisieras pasar algún limite con Renly, como si le pagarás por encubrirte.
Rhaenya sabía que si bien era sincero no le estaba diciendo cómo se enteró.
«Formule mal la pregunta era como se enteró no quien le dijo».
—Asesinaron a Robb Stark, le cortaran la cabeza y le cosieron la de su huargo; Viento Gris, y luego le clavaron una corona alrededor de las orejas—dijo Rhaenya con un hilo de voz a la espera de una reacción que no encontró—. Parecía un Festín de Cuervos. Necesito tu ayuda, no voy a permitir que esto pase y sola no puedo evitarlo ¿Me ayudarías a proteger a Robb Stark y a su familia?
El príncipe Oberyn hizo girar el vino en la copa antes de responder.
—Cuando Torrhen Stark Rey en el Norte llegó a las orillas del Tridente, eso ya hace mucho tiempo, se encontró con que al sur del río le esperaba un ejército más nutrido que el suyo. Señores de los ríos, hombres de Poniente, hombres de las tierras de la tormenta, hombres del Dominio… Habían venido todos. Y por encima de su campamento rondaban por el cielo Balerion, Meraxes y Vhagar, ensanchando sus círculos cada vez más. Los rastreadores de Torrhen habían visto las ruinas de Harrenhal,
donde aún ardían lentamente rojos fuegos bajo los escombros. También del Campo de Fuego había oído diversas relaciones el rey en el Norte, y sabía que si intentaba cruzar el río por la fuerza le esperaría el mismo destino. Algunos de sus abanderados lo exhortaban a pesar de todo a que atacase, insistiendo en que el valor
norteño saldría vencedor. Otros le aconsejaban retirarse a Foso Cailin y hacerse fuerte ahí, en tierras del Norte. El hermano bastardo del rey, Brandon Nieve, se ofreció para cruzar él solo el Tridente, al amparo de la oscuridad, y matar a los dragones mientras dormían.
»Cruzó Brandon el Tridente, sí, y por orden del rey Torrhen, pero lo hizo en compañía de tres maestres, y no para matar, sino para negociar. El intercambio de mensajes duró toda la noche. Por la mañana fue el propio Torrhen quien cruzó el Tridente y en su orilla sur se arrodilló, puso a los pies de Aegon la antigua corona de los reyes del Invierno y le juró fidelidad. Al levantarse ya no era rey, sino señor de Invernalia y Guardián del Norte. Desde entonces hasta hoy se recuerda a Torrhen Stark como «el Rey que se Arrodilló». Ningún hombre del Norte, sin embargo, dejó a orillas del Tridente sus huesos calcinados, ni tampoco acabaron retorcidas, derretidas o combadas ninguna de las espadas que recogió Aegon de lord Stark.
—Ya conocía la historia—replicó Rhaenya impaciente—. ¿Qué me queréis decir con ella?
—Solo una cosa: si a Robb «le clavaron una corona alrededor de las orejas» significa que se rebeló y se denominó Rey del Norte desafiando el dominio Targaryen.
—Entonces se lo merecía..., Eso quieres decir, que si él muere lo tiene merecido—dijo con voz peligrosamente dulce, Oberyn conocía ese tono y espero una mala reacción; sabía que Rhaenya tenía la furia Baratheon en la sangre, ella compartia la afición de Robert Baratheon por lanzar cosas—. No, no puedes decir eso, no tienes derecho, Robb no iría a la guerra sin un motivo justo—En esa ocasión, Rhaenya terminó sollozando y tallando sus ojos para quitarse las lágrimas con fastidió. Si Oberyn le decía que no, iba a quedarse sin opciones. No era para estar arrojando cosas.
«No puedo llorar; me veo patética, el Dragón no súplica..., Siete infiernos, ya sueno como Aerys ¡Quemen la ciudad! Bueno, si quemó Fuerte Terror y quizás donde vayan a asesinar a Robb pueda hacer algo, pero primero tengo que averiguarlo» Sonaba como una loca pero era una idea prometedora.
—No, no lo tengo; no puedo decir si merecía morir, contesta esto Enya—Oberyn se acercó a ella, arrastro su silla para sentarse a su lado—. Hazme ese favor, y luego te responderé ¿Amas a Robb Stark?
—No lo sé, no quiero que muera; creo que me volvería loca si muriera, y luego haría lo posible para vengar su muerte—Se encogió de hombros nerviosa—. Solo tengo diecisiete años, no sé si eso es amor, sé que estoy dispuesta a aceptar muchas cosas que no me gustan por él...
«Casarme con Aegon, por ejemplo, caer en gracia del futuro Rey no será suficiente si quiero evitar que muera en una supuesta rebelión» Pensó Rhaenya con tristeza.
—Sí, eso es amor. No pongas esa cara, no importa que no ames a Aegon aunque él si te ame, es más, debería agradecer a Robb Stark por ganarse tu amor—Los ojos del príncipe brillaban divertidos—. Al fin y al cabo ¿de que manera aceptarías casarte con Aegon si no es por proteger al Joven Lobo? Nos deshacemos de varios problemas porque ¿cuanto tardará tu tío Robert en decidir qué Aegon no debería gobernar? Esta vez, sin Daeron habrá muchos problemas para unir a los partidarios en la defensa de un Rey Targaryen, Aegon será un buen rey pero ¿logrará ceñir la corona antes de que haya una rebelión? ¿probará su valor? La mejor forma de evitar que Aegon muera es por un matrimonio ¿con quién? Esta la repugnante Lannister; Myrcella, que aprovechará para entregarle la corona a su familia, la tonta Arryn; Daella, que es hija del mejor amigo de Brandon y familia del Viejo Arryn..., Pero tú eres Baratheon, Renly te apoyará con Bastión de Tormentas anulando a Stannis, Willas Tyrell intercederá por ti ante Olenna Tyrell, tienes el Norte y las Tierras de los Ríos: son cinco reinos unidos. Bárbara y yo no viviremos eternamente para mantener a todos a raya, lo sabes bien, Valar Morghulis.
—Valar Dohaeris²—Respondió Rhaenya permitiéndose tener alguna esperanza.
—Te ayudaré, lo juró por Elia—Oberyn le sonrió melancólico—. Con la condición que no abandones a Robb Stark—Rhaenya alzó ambas cejas impresionada, por un momento no supo si había escuchado bien—. Una vez había un príncipe que le pidió a una gran señora que le acompañará a las Ciudades Libres, se olvidaran de todos sus títulos y deberes y la gran señora rechazó al príncipe porque tenía que proteger a su casa y a sus tres hermanos—Ella comprendió que Oberyn hablaba de él mismo y de Bárbara Baratheon—. El príncipe se rindió y deseó olvidar a la gran señora pero aquella flor hecho raíces en su corazón y nunca la olvidó..., El Joven Lobo me recuerda al príncipe, acaba con lo suyo de una vez o toma su amor en pequeñas cantidades. No hagas lo mismo que Rhaegar, él nunca amo a Elia como nunca amo a Lyanna pero si hubiese aprendido a querer a Elia o hubiese estado con el amor de su vida no estuviéramos en estas circunstancias, sólo te pido que aprendas a querer a Aegon y si quieres estar con Robb, que Egg no se entere, de todas formas lo tuyo con lo del Stark debe acabar antes de la Boda y que no te secuestre antes.
«Aegon me ayuda a proteger a los Stark y a mi familia, y yo le dio estabilidad a su reinado de esa forma ambos salimos ganando» Reflexiono «El trato es justo».
—¿Por qué confías en mí?
—Eres mi sobrina, Bárbara te crió y yo también lo hice, no le harías daño a Aegon—Respondió Oberyn entrelazando su mano con la de Enya y le dio un apretón—. De la misma forma que sabes que te ayudaré y protegeré a los Stark. Cada quien hace su parte y si es posible en el momento menos esperado podemos acabar con Cersei ¿No te parece?
—Gracias por arriesgarte tío—Suspiró Rhaenya, ya aliviada—. Sí, acabar con los Lannister no suena mal, podríamos cantar Las Lluvias de Castamere e incendiar Roca Casterly con Fuego Valyrio.
—A los príncipes se les permite hacer lo que les venga en gana. Al menos eso le he dicho a tu madre siempre y me salgo con la mía—Oberyn sonrió ante la proposición—. Bárbara me gritaría si se enterará de nuestros planes para acabar con los Lannister y la Roca, aún así podemos derrumbar la guarisa del león de alguna forma.
—La podríamos confiscar por el Trono de Hierro. Pienso destruirla piedra a piedra y echar sal en sus terrenos. Dentro de veinte años nadie recordará su existencia. Cómo hizo Lord Brynden Ríos con Muros Blancos al atrapar al Pretendiente y detener la Rebelión—Continuó Rhaenya, sacando a los Lannister del camino las posibles amenazas eran menores.
—Todavía hay viejos tontos y jóvenes descontentos que peregrinan al campo para plantar flores donde cayó Tywin Lannister. No toleraré que Roca Casterly se convierta en otro monumento al Viejo León, haremos lo mismo que Cuervo de Sangre—Asintió Oberyn Martell.
«Menos mal que somos aliados» Le dio una sonrisa pequeña a su tío dorniense, podía ser un buen amigo y su peor enemigo.
—En el sur, se dice que los Stark están hechos de hielo, y que se derriten si bajan del Cuello—Comentó La Víbora Roja de Dorne mientras Rhaenya salia de la habitación—. Brandon Stark sobrevivió gracias a la ayuda de tu madre y Robb Stark y su familia no morirán en el Sur pues yo los estaré cuidando. Una última cosa—Le cogió la mano y le puso en la palma una moneda
pequeña—. Toma.
—¿Qué es?
—Una moneda de gran valor.
Enya la mordió. Era tan dura que tan solo podía ser de hierro.
—¿Me ayudará esto para proteger a los Stark?
—No te la doy para proteger a los Stark.
—Entonces, ¿de qué me sirve?
—Igual podrías preguntar de qué sirve la vida, o de qué sirve la muerte. Si llega un día en que no te esté a tu lado y necesitas proteger a un Stark; quizás a la pequeña Arya que parece la más fuerte de ellos, le dirás qué entregue esa moneda a cualquier hombre de Braavos y que le diga estas palabras: valar morghulis.
—Valar morghulis —repitió Rhaenya desconectada, sabía la traducción pero nunca supo que significado tenía en realidad—. Tío, no digas eso o acaso te vas a ir y no me ayudarás.
—No sabemos que nos aguarda el futuro pero haré todo lo posible para no irme—replicó con tristeza—, pues debo cumplir algunas promesas, entre esas la tuya. Valar morghulis, Rhaenya Targaryen. Repítelo otra vez.
—Valar morghulis—dijo una vez más y está vez si se fue.
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Catelyn Tully Stark
La princesa Targaryen caminaba en uno de los patios de Invernalia con el joven pelinegro del brazo²
—Jon, escucha y luego me respondes.
—¿Y tengo que responder que sí?
—No sabes nada, Jon Nieve pero sí, la única respuesta aceptable es «sí».
Catelyn se puso tensa al oír aquel nombre. El aire del Norte pareció enfriarse. Muchos hombres tenían bastardos. Catelyn lo había sabido toda su vida. No le sorprendió descubrir que, en el primer año de su matrimonio, Brandon había tenido un hijo con alguna chica a la que había conocido estando en campaña, aquel año lo habían pasado separados: Brandon guerreaba en el sur mientras ella permanecía a salvo en el castillo de su familia, en Aguasdulces. Pensaba más en Robb, el que apenas era un bebé de pecho, que en aquel marido al que apenas conocía. Y si tenía un bastardo, debía ocuparse del niño; era lo que se esperaba de él. Pero había hecho más aún.
Los Stark no se parecían a los demás hombres. Brandon se llevó al bastardo a casa y lo llamó hijo ante todo el norte. Cuando las guerras terminaron por fin y Catelyn se trasladó a Invernalia, Jon y su ama de cría ya estaban instalados allí. Aquello le dolió. Brandon no hablaba de la madre del niño, no decía ni una palabra de ella, pero en el castillo no había secretos y Catelyn oía a las doncellas contar las historias que a ellas les habían relatado los soldados de su esposo.
Hablaban en susurros de la princesa Bárbara Baratheon, y de cómo el joven señor de Invernalia había escapado con ella de La Fortaleza Roja. Y contaban cómo luego pasó días en las Tierras de las Tormentas con la hermosa y joven princesita lo cuido y procuro por su salud, dándole todos los cuidados posibles. La Flor de las Tormentas, alta, hermosa, con ojos hechiceros color azul la que había sido prometida a Brandon antes de que Bárbara se casará con el príncipe Daeron. Catelyn había tardado quince días en reunir valor suficiente, pero al fin, una noche, preguntó directamente a su esposo qué había de verdad en aquello.
Fue la única vez en todos sus años de matrimonio en que Brandon Stark le dio miedo.
—No vuelvas a preguntarme nunca acerca de Jon—dijo con voz fría como el hielo—. Es sangre de mi sangre; no tienes por qué saber más. No tienes que deshonrar a la Princesa Regente con esas insinuaciones. Y ahora, quiero que me digas dónde has oído ese nombre, mi señora.
Ella le había jurado obediencia. Se lo dijo. Y a partir de aquel día los rumores cesaron, y el nombre de Bárbara Baratheon no se volvió a pronunciar entre los muros de Invernalia. Además de que se prohibió cuestionar la procedencia de la hija de Ned; Myriah, que se rumoreaba que era bastarda hija de Brandon al igual que Jon. Fuera quien fuera la madre de Jon, Brandon debía de haberla amado con locura, porque nada de lo que Catelyn le dijera pudo convencerlo de que alejara de allí al muchacho. Era la única cosa que jamás perdonaría a su esposo, nunca había sentido cariño hacia Jon. Por Brandon habría soportado la existencia de una docena de bastardos, mientras no tuviera que verlos. Pero Jon era una presencia constante, y a medida que crecía se parecía más a Brandon que ninguno de los hijos legítimos que ella le había dado a pesar de la diferencia de carácter. Aquello empeoraba aún más la situación y la princesita Enya.
«Esa niña sólo ha hecho que todo se altere» Suspiró.
Catelyn estaba consciente de las escapadas que realizaban Jon, Robb y Rhaenya, con los años, la amistad se había fortalecido entre los tres. Al principio hacia todo lo posible para separarlos, para doblegar a la niña rebelde que trataba al bastardo de su esposo como igual de su hijo legítimo pero luego lo vio como una oportunidad al darse cuenta que Rhaenya Targaryen prefería la compañía de Robb por encima de la de Jon.
«Creí que en el día menos pensado la princesita diría que se quería casar con Robb, traería honor a la casa Stark y no importaría si él no se parecía a Brandon, seria el esposo de la princesa Rhaenya Targaryen, y yo la enseñaría a ser una buen esposa, diferente a su madre».
Pero a pesar de que sus esperanzas se mantuvieron luego del arrebato de la chica; su amenaza, y al verla insistiendo que Jon Nieve la acompañara a la Capital derrumbaba sus esperanzas.
«No se puede quedar aquí» Pensó de mala gana «Es hijo de Brandon, no mío. No lo quiero a mi lado».
Sabía que estaba siendo dura, pero era lo que sentía. Y Brandon no haría ningún favor al chico dejándolo en Invernalia pero que la princesita Targaryen lo quisiera llevar a la corte como escudero de alguien del príncipe Orys o colocarlo a la altura de ser Loras Tyrell; un caballero legítimo y de alta cuna, era demasiado.
—Sabes que no me puedo ir al sur—le dijo Jon con una mirada llena de angustia—. En la corte no hay lugar mi. No admitirán a un chico con apellido de bastardo; se burlarán; me rechazarán. Aspiro a vestir el negro.
La princesita miró fríamente al bastardo, furiosa porque él la contradecía sabiendo que Enya siempre lo protegería. Catelyn rezó para que la niña meditara sobre la idea; en aquel momento, era mejor que ella guardara silencio y no separa a Rhaenya del bastardo como cada vez que los veía juntos.
Pero de buena gana habría besado a quién le sugirió la idea al chico. Era la solución perfecta. Benjen Stark era un hermano juramentado. Jon sería como un hijo para él, el hijo que nunca tendría. Y el chico también
prestaría el juramento cuando llegara su turno. No tendría hijos que algún día pudieran disputar Invernalia a los nietos de Catelyn.
—Servir en el Muro es un gran honor, Enya—dijo Jon y Catelyn no pudo evitar hacer una mueca; él no tenía derecho a llamar así a la princesita, ella sería la esposa de su hermano y le debía respeto.
—Y hasta un bastardo puede llegar muy alto en la Guardia de la Noche—reflexionó Enya. Pero todavía había un atisbo de duda en su voz—. Jon eres demasiado joven. Si un hombre maduro quiere prestar el juramento es una cosa, pero un niño, por favor entiende…
—No, no puedo.
—Me casaré con Aegon Targaryen, futuro rey de los ándalos, los rhoynar y los primeros hombres y señor de los Siete Reinos, sexto con el nombre. Ok, por eso necesito que estés con Robb, yo no…, no puedo protegerlos a todos los que llevan sangre Stark eternamente y necesario que me ayudes, sólo puedo confiar en ti para eso.
Catelyn no sabía decir quién parecía más sorprendió, si ella o Jon Nieve, él hizo la pregunta que la atormentaba:
—¿Te obligaran?
—Lo haré por voluntad propia—Catelyn debía contradecir la declaración de la princesita, la forma en que fruncio las cejas, apretó los labios con dolor y sus ojos miraron al vacío hacían parecer todo lo contrario.
«Sufre, sufre porque será la reina pero a pesar de todos los beneficios que puede obtener, a la última reina no le fue bien. Además, las miradas que le dedica a Robb…, sufre porque no puede estar con él».
—No puedes, no…—Jon Nieve tenía una expresión de dolor, sus ojos oscuros reflejaron una tristeza y melancolía infinita, incluso Catelyn se compadeció de él «No, no lo merece, que se de cuenta que no podrá tener nada de lo que le pertenece a mi hijo por derecho de nacimiento» Él negó varias veces con la cabeza antes de añadir:—. ¿Robb lo sabe?
Catelyn no puedo escuchar bien que dijo la princesita pero aún así pudo notar su expresión de horror y se prometió buscar a Robb lo más pronto posible, luego de unas horas lo encontró en el torreón del maestre Luwin que estaba atestado de cosas.
Se centro en donde estaban Robb, Bran, Rickon y por supuesto Rhaenya, Catelyn estaba a punto de sacar a Bran del sitio (aún recordaba la amenaza de la Targaryen) pero no lo hizo al ver como Robb veía fascinado a la princesita con una sonrisa en el rostro.
Enya le explicaba a Bran y Rickon los lemas de las casas de la Tierra de los Ríos y sus dominios en un mapa, Catelyn pensó que la princesita quizás podría ser una buena madre para sus nietos; después de todo la amenaza fue culpa de su crianza en Dorne donde todos eran salvajes, aún así no olvidaba que ella se iba casar con el príncipe Aegon (bien podía ser una mentira para convencer a Jon de acompañarla al sur, objetivo que probablemente logró).
—¿El lema de la casa Tully?—Preguntó la Targaryen, estaba distraída y Catelyn supuso que no la escucho llegar.
—Familia, Deber, Honor—Interrumpió la Tully—¿Por que no está el maestre con ustedes?
—Rhaenya le pidió ayuda para buscar algo—Comentó Robb en tono seco, Catelyn no supo que hacer, su hijo nunca le había hablado así a menos que estuviera realmente molesto.
«Es por el bastardo» Pensó, resentida.
—Quiere conseguir Vidas de cuatro reyes—Rickon le enseñó a su madre cuatro dedos de su manita.
—La historia del gran maestre Kaeth, de los reinados de Daeron el Joven Dragón, Baelor el Santo, Aegon el Indigno y Daeron el Bueno—respondió Bran que había estado escuchando la conversación.
—Un libro que todo rey debería leer, alteza—aportó Catelyn en dirección a Rhaenya.
—¿Si? A mi me parece que los mejores Reyes no se hacen leyendo, el primer Aerys no se interesaba en nada a menos que algún maestre escribiera un libro al respecto, a su alteza le interesaban más los pergaminos y las profecías cubiertas de polvo que los señores y las leyes.
—Entonces si no se lo regalas al príncipe Aegon, ¿a quién entonces?—Catelyn noto que su primogénito estaba interesado en conseguir la información.
—¿No adivinas?—Ante el seño fruncido de Robb la Baratheon añadió:—. A Willas Tyrell, el heredero de Altojardín, en todo Poniente solo hay cuatro ejemplares de ese libro iluminados por el propio Kaeth. Es un regalo magnífico.
—Debe ser difícil de obtener.
—Terriblemente odioso de obtener—Corrigió Enya sonriente, Catelyn pudo notar que parecía bastante interesada en obtener el libro, la Tully espero ver algun indicio para saber si la princesita estaba enamorada del Tyrell mayor pero no encuentro nada.
En cambio, Bran cuestionó a Rhaenya como sabía que el libro le gustaría a Willas.
—Un ejemplar se conserva en la Ciudadela, Willas lo vio cuando fueron a visitar a sus primos los Hightower, le gustará—Respondió.
—¿Son familia pero, Lady Olenna no era una Redwyne?
—La madre de Willas es una Hightower y Lady Olenna, su abuela es una Redwyne—Explicó Robb a Rickon.
—Yo no consideraría a los Hightower familia, sólo comparten sangre con los Tyrell pero son la segunda casa, todos los grandes señores tienen una casa que les quieren quitar el poder.
—¿Cómo así?—Bran no entendía él comentario.
—La segunda casa es la segunda más poderosa del reino, por ejemplo, el poder de la casa Stark es amenazado por los Bolton, no pongas esa cara Robb, según los libros siempre ha sido así. Dicen que la enemistad entre los Stark y los Bolton se remontaba nada
menos que a la Larga Noche. Muchas fueron las guerras entre estas dos antiguas familias, y no todas acabaron en victoria para la casa Stark. Se cuenta que el rey Royce Bolton, el segundo de su nombre, tomó e incendió Invernalia. Lo mismo hizo tres siglos más tarde su tocayo y descendiente. Otros Reyes Rojos
tenían fama de llevar capas hechas con las pieles de los príncipes Stark a los que capturaban y desollaban—Narró Rhaenya, excesivamente sombría en opinión de Catelyn, no había necesidad de llenar la cabeza de sus hijitos con esas tonterías.
—Ya no pasará nunca más—Espetó el Stark, aireado.
—Robb deberías saber que Roose Bolton te apuñalaría en el corazón si le das una oportunidad por mínima que sea y diría: «Los Lannister mandan sus saludos». No me cansaré de repetirlo—Gruñó Rhaenya.
Por suerte entró el maestre Luwin interrumpiendo la posible discusión entre los jóvenes.
—El libro está en camino, alteza. Me han dicho que tiene preciosas ilustraciones.
—No lo dudo, maestre, gracias por la ayuda—Rhaenya sonrió cortésmente y luego Bran le preguntó que regalo le iba a hacer a Lady Margaery, Catelyn sonrió tensa; no quería a su hijo cerca de la Targaryen.
—Creo que le conseguiré un vestido de encaje de Myr dorado o azul, turquesa mejor con una capa de flores otoñales. Le encantará, a Garlan si no sé qué regalarle, una espada—Enya empezar a cavilar—. ¿Tu que crees Bran?
—¡Una espada sería genial! Yo seré un caballero y pertenecere a la Guardia Real—Chilló Bran al levantarse de un salto—. La Vieja Tata dice que son las mejores espadas del reino. Solo son siete, visten armadura blanca y no tienen esposa ni hijos; viven solo para servir al rey. Me sé de memoria todas las leyendas: ser Ryam Redwyne. El príncipe
Aemon, el Caballero Dragón…, El Toro Blanco, Gerold Hightower. Ser Arthur Dayne, la Espada del Amanecer, Barristan el Bravo...
—Creo que Loras también quería una capa blanca, hace un par de años lo intento pero no recuerdo porque no es Guardia Real.
—Fue descabalgado en el Torneo del Día del nombre del príncipe Aegon por ser Arthur Dayne en la última ronda, el ganador fue ser Donnel Arryn que es el último Guardia Real que fue añadido—Explicó el maestre Luwin a la princesita.
—¿De quien es hijo el Arryn?
—Es hijo de Denys Arryn y Lady Valaena Velaryon y lo llaman el Halcón Blanco, fue pupilo en Invernalia.
—¿Si? Gracias por la aclaración—Agradeció Rhaenya fríamente a Robb—. Con vuestro permiso, me retiro.
—Tenemos que hablar—Catelyn reconoció cuando la princesita estaba blindando su corazón contra la súplica muda de los ojos del Stark mayor.
—No lo creo—Sin más Rhaenya Targaryen salió dando zancadas del sitio.
Robb maldijo en voz baja, estaba dispuesto a salir en su búsqueda pero Catelyn lo tomo por el brazo.
—Debes dejarla, pueden hablar luego con ella, ahora necesito hablar contigo Robb, es sobre ella—Susurró Catelyn, su primogénito la vio y asintió, receloso.
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¹Esta visión fue extraída del capítulo de Daenerys 4 en Choque de Reyes.
²Jon Nieve en los libros es rubio mientras que en la serie tiene el cabello negro, no sé cómo lo preferís pero yo digo que tiene el cabello negro por cuestiones de argumento.
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¿Que les pareció la conversación con Oberyn? Al fin la Víbora Roja lanzó su veneno, por cierto la moneda es la que lleva a Arya a Braavos en la serie y en los libros, ¿qué creen que haga Oberyn para salvar a los Stark? La tiene difícil, a Robb lo tiene que salvar de una masacre y ni hablar de los demás si veis los Tully no están oficialmente en el trato ¿Oberyn protegerá a Catelyn y a los Tully o no?
Con respecto al POV de Catelyn no quería escribirlo porque insulta mucho a Jon, pero Cat es así y no se podía hacer más, además este POV da una visión de Rhaenya y de la situación desde otra perspectiva por eso mismo voy a intentar hacer un capítulo con Quentyn Martell desde Dorne y ya está casi listo el capítulo de Daenerys y tengo una conversación en un capítulo de Olenna Tyrell y Bárbara Baratheon.
~Isabel~
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