~•Capitulo 4•~
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El príncipe Oberyn Martell, Lord Renly Baratheon.
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18 de abril, 298 DC
El Norte, Invernalia
LOS VISITANTES ENTRABAN COMO UN RÍO DE ORO, PLATA Y ACERO BRUÑIDO por las puertas del castillo, más de trescientos, la élite de sus vasallos, los caballeros, las espadas juramentadas y los jinetes libres.
Sobre ellos ondeaba una docena de estandartes dorados, agitados por el viento del norte, en los que se veía el venado coronado de los Baratheon que era tan solo superado por el estandarte de los Targaryen muestra un dragón de tres cabezas, de gules sobre
campo de sable, que representa al primer Aegon y a sus hermanas, pero lo que más le impacto fue ver un sol rojo sobre naranja con una lanza por detrás.
«Oberyn Nymeros Martell, tío, tío, ven a salvarme del helado y frío norte» Anheló Rhaenya como una niña pequeña.
La joven Targaryen conocía a muchos de los jinetes pero se centro primero en los dornienses, honrada de que hayan viajado al norte por ella, olvidando que sólo hacia falta un dorniense para iniciar una guerra y aún más si era contra la familia de la Lyanna Stark.
Como había observado el primer rey Daeron, había tres tipos de dornienses. Estaban los dornienses de la sal, que vivían a lo largo de la costa; los dornienses de la arena, que habitaban en los desiertos y en los valles de los ríos, y los dornienses de la piedra, que tenían sus moradas en los pasos y las cumbres de las Montañas Rojas. Los dornienses de la sal eran los que tenían más sangre de los rhoynar, y los de la piedra, los que menos. En el séquito del príncipe dorniense había una nutrida representación de todos ellos.
Rhaenya se interesó en los caballos eran unos castaños y otros dorados, aunque también había algunos blancos como la nieve, todos rápidos y de estampa fina, con el cuello largo y hermosas cabezas afiladas. Los legendarios corceles de la arena de Dorne eran más pequeños que los caballos de guerra, no podrían cargar con armaduras muy pesadas, pero de ellos se decía que podían galopar un día, una noche y un día más sin llegar a cansarse.
El líder de los dornienses cabalgaba a lomos de un garañón negro como la noche, con las crines y la cola del color del fuego. Se erguía en la silla como si hubiera nacido en ella, alto, esbelto y grácil. Una capa de seda color rojo claro le ondeaba a la espalda, y llevaba una camisa reforzada con hileras superpuestas de discos de cobre que, al cabalgar, centelleaban como un millar de monedas recién acuñadas. Se adornaba el yelmo alto y dorado con un sol de cobre, que le quedaba sobre la frente, y el escudo redondo que llevaba colgado lucía en la pulida superficie de metal el sol y la lanza de la casa Martell.
El príncipe se quitó el yelmo. El rostro que había debajo era taciturno y estaba surcado de finas arrugas; tenía unas cejas estrechas y arqueadas sobre unos ojos grandes y brillantes, tan negros como el carbón. Apenas unas cuantas hebras plateadas surcaban la lustrosa melena negra, que formaba sobre la frente un pico afilado en dirección a la nariz.
Rhaenya no pudo evitar sonreír de oreja a oreja, quería llorar de la felicidad, su tío estaba allí; frente a ella, volvió a su cálida y feliz infancia en Dorne con su tío.
—¿Así recibes a tu tío Rhaenya Nymeros Martell?—Sabia que ella no era la difunta hija de Rhaegar y Elia de Dorne pero la habían criado como la amada hija de la mejor amiga de Oberyn Martell lo que le daba casi la misma importancia.
—Hola, tío—Rhaenya no pudo evitar violar el protocolo al correr a abrazar a Oberyn ignorando las miradas alarmadas de Catelyn Tully Stark, su tío gustoso le correspondió.
—Te pareces a tu madre cada vez más, Enya—Susurró Oberyn mientras le sonreía—, veo que los lobos no son tan inútiles finalmente.
—Cierto—Se limito a responder, no debía darle ánimos de pelea a la víbora roja.
Su reputación era terrible. Cuando apenas tenía dieciséis años, encontraron al príncipe Oberyn en la cama con la amante del viejo lord Yronwood, un hombre corpulento de fama cruel y genio pronto. Se acordó un duelo, aunque en consideración a la juventud y la alta cuna del príncipe, solo sería a primera sangre. Ambos hombres recibieron heridas, y el honor quedó satisfecho. Pero el príncipe Oberyn no tardó en recuperarse, mientras que las heridas de lord Yronwood se infectaron y acabaron por matarlo. Después de aquello se rumoreó que Oberyn había luchado con una espada envenenada, y tanto amigos como enemigos empezaron a llamarlo Víbora Roja.
Por supuesto, aquello había sucedido hacía y a mucho tiempo. El muchacho de dieciséis años tenía ya más de cuarenta, y su leyenda se había hecho mucho más sombría. Había viajado a las Ciudades Libres para aprender la profesión de envenenador y, si se podía dar crédito a los rumores, artes aún más oscuras.
Estudió en la Ciudadela, y llegó a forjarse seis eslabones de la cadena de maestre antes de aburrirse. Sirvió como soldado en las Tierras de la Discordia, al otro lado del mar Angosto, y cabalgó durante un tiempo con los Segundos Hijos antes de
formar una compañía propia. Se hablaba mucho de sus torneos, sus batallas, sus duelos, sus caballos…, y había engendrado hijas bastardas por todo Dorne. Los dornienses las llamaban Serpientes de Arena y Rhaenya conocía a todas.
Y, como olvidarlo, había dejado tullido al heredero de Altojardín.
«Oh, Willas, mi querido, joven plácido y cortés, aficionado a leer libros y a contemplar las estrellas», se lamento Rhaenya, había conocido a Willas antes de ir al norte, deseó volver a ver al heredero de Altojardín, eran buenos amigos y se escribían una o dos veces al mes a pesar de que el era mayor que ella, teniendo veintiún años «No se como Robb puede estar celoso de él, es un buen chico pero solo somos amigos».
Aunque sus deseos eran el menor de los problemas, enviar al príncipe Oberyn al Norte dominio de la casa Stark, con el temperamental Brandon Stark señor de Invernalia y Guardián del Norte, hermano de Lyanna Stark; la que había deshonrado a Elia Martell tanto como Rhaegar Targaryen y donde se encontraba ser Loras Tyrell era una provocación tan osada como el propio príncipe Oberyn.
«Una palabra inconveniente, una broma en mal momento, una simple mirada…¿Aegon como permitiste esto? ¿Él era quien debía venirme a buscar? ¿Barbara Baratheon, mi amada madre, permitió esta locura?» Evitó estremecerse por poco, su madre no hacía nada sin un propósito y problamente su objetivo era infundir miedo en los Stark pero como su primo que era un desconfiado de la vida (Y con razón, Rhaenya podía realizar una lista de aquellos que querían estampar contra una pared el cráneo del príncipe heredero) pero aún así, asustar a los lobos no saldría bien y aunque no lo quisiera admitir siempre le preocupaba la seguridad de los Stark.
—¿Cómo Egg te dejo venir?—Se separó de Oberyn, curiosa.
—Me fui de la Fortaleza Roja con una promesa en los labios, mi dulce Dragona Coronada, le tengo que llevar a su princesa prometida—Oberyn se limitó a sonreír, no diría más y Rhaenya tampoco le preguntaría ya que el Martell la envió a su sitio con los lobos y no quiso desobedecer.
«¿Seré yo?…¿Egg, me quieres a mi para ser tu reina o sólo salvas a tu prima?».
Los hombres Martell guiaban la marcha con Oberyn al frente de la columna por lo tanto, si alguno de sus hermanos se encontraba allí era Orys Targaryen, porque Lucerys no permitiría que nadie más guiase la marcha, sin importar que ese alguien fuese La Víbora Roja..., Luego de la impresión inicial noto al resto de nobles.
Parecía que no estaba ninguno de sus hermanos, si no su tío, no Robert ya que éste hubiera llegado al lado de Oberyn intercambiando pullas o bien, no pisaría Invernalia jamás por los recuerdos de Lyanna Stark tampoco era Stannis que apenas tenía un año menos que Robert; el señor de Bastión de las Tormentas, y no se le parecía en nada: era austero, adusto, implacable, y su sentido del deber rozaba el fanatismo. Él no iba a ir al norte, pero si había alguien indicado para ir al norte sin armar una guerra era Lord Renly Baratheon, heredero de Robert y tío favorito de Rhaenya.
Lo vio rápidamente, tenía unos veinte años, y su armadura era de acero color verde oscuro como el de un bosque. Rhaenya reconocía el atractivo de su tío; era alto, de constitución fuerte, con cabellos color negro azabache que le caían sobre los hombros y enmarcaban un rostro perfectamente afeitado en el que brillaban unos alegres ojos verdes a juego con la armadura. Llevaba bajo el brazo un yelmo astado con una magnífica rejilla de oro que Rhaenya le había enviado a hacer con ayuda de su madre.
En definitiva, no podía ser nadie más que Renly Baratheon, que se acercaba al comite de bienvenida de los norteños.
De izquierda a derecha, estaba Bran, la indomable Arya, la inocente Sansa, el guapísimo; a opinión de Rhaenya, Robb (Recién afeitado, cosa que hizo de mala gana), Lord Brandon Stark, Lady Catelyn que estaba impresionada por los dornienses y sus extravagantes ropas y el pequeño Rickon seguido de Loras que se había engalanado con ropas de seda color azul celeste casi turquesa, y su cinturón era una cadena de rosas doradas, el emblema de su casa.
Rhaenya se había colado entre Robb y Sansa, el joven lobo no apartaba la vista de la Targaryen; esperaba que la llegada de su familia no la hiciera cambiar, eso y lo del compromiso no ayudaría a su relación, porque Robb consideraba que ellos tenían algo después de aquel día en la biblioteca pero al igual que Rhaenya no sabía que.
Mientras, Sansa estaba pasmada ante la belleza de Renly Baratheon tanto como cuando había visto por primera vez a Loras Tyrell. Y detrás de ellos Eddard Stark con su hija; Myriah, además de Lord Beric Dondarrion.
—Calma, Sansa, respira, mi tío no muerde—Recomendó la princesa de rubia cabellera mientras su tío esperaba al resto para saludar a los Stark formalmente, Sansa se sonrojo y Robb le dio una mirada airada a ambas.
El heredero de Invernalia no olvidaba que los Targaryen se habían casado entre familiares; específicamente hermanos durante siglos, desde que Aegon El Conquistador había desposado a sus hermanas. Y ese hecho lo atormentó al ver a Orys Targaryen, el hermano mayor de Rhaenya, de diecinueve años; llamado El Dragón Negro por su cabellera Baratheon.
Era tan atractivo como Renly, de constitución juncal, el mismo pelo negro como el carbón, fino y lacio con reflejos plata, su mayor diferencia con los Baratheon y su mayor parecido Targaryen eran los ojos de un violeta intenso.
—Lord Brandon Stark—Saludó Oberyn, como si fueran amigos de toda la vida, Rhaenya esperaba algún mal comentario pero nada, lo que le inquieto.
Las presentaciones fueron tranquilas hasta que el príncipe Martell debió presentar a los recién llegados.
—Mi sobrino el príncipe Orys, hijo de mis amigos personales, el difunto príncipe Daeron Targaryen y la princesa Bárbara Baratheon—Arya miraba a Orys con curiosidad indisimulada.
—¿Tú madre es La princesa de hierro? ¿Eres sobrino de Robert Baratheon, el Mercenario de las Tormentas? ¿Es verdad que…?
—¡Arya ya basta! ¿Qué pensarán los príncipes?—Reprendió Sansa ofendida, Rhaenya noto que se parecía a Robb cuando se enojaba lo que le divirtió, contuvo una sonrisa.
—Por lo menos yo pensaría que alguien tiene comentarios más interesantes que «Sus hazañas se cuentan hasta en el lejano norte, Alteza», mi lady—Rhaenya no pudo evitar reír ante las palabras de su hermano y la ofuscación de Catelyn—. ¿Algo que decir, Rhaenya, hermanita querida?
—Que Lady Arya suele tener los mejores comentarios e interesantes conversaciones, mucho más que otras, Orys—Lanzó la pulla viendo de reojo a Sansa con una sonrisa parecida a la de Oberyn, venenosa.
—Bueno, Lady Arya, sí soy hijo de Bárbara Targaryen otrora Baratheon, mi tío es el Mercenario de las Tormentas, ha formado una compañía y a ido al otro lado del Mar Angosto pero ya volvió a Bastión de las Tormentas por fortuna.
—Ahora que hemos terminado las presentaciones quiero saber algo—Anunció el príncipe dorniense—, me han dicho que tienes un bastardo Brandon y al parecer lo ocultaste entre la nieve ¿Donde está? O mejor aún, Rhaenya traelo.
La Targaryen miro a Oberyn y luego a Brandon, se quedó pasmada pero decidió hacerle caso al Martell luego de un ligero asentimiento del Lobo Rojo. Se deslizó en dirección a Jon Nieve, que silencioso como siempre se acercó a donde estaba la Víbora Roja.
—Tíos, hermano, este es Jon Nieve—Señaló al bastardo—, Jon este es el príncipe Oberyn Nymeros Martell, Lord Renly Baratheon y el príncipe Orys Targaryen.
—Mis Lord's, alteza—Saludó Jon cohibido.
—¿Jon?—Inquirió Oberyn sin ver al bastardo de negros cabellos—, ¿por Jon Connington o por Jon Arryn? Es interesante, no sabía que eras amigo de la mano de mi sobrino o del Guardián del Oriente. Ahora abundan los nombres en honor, las Elia, los Rhaegar e incluso las Ly...
—Daeron, tanto por el nombre del príncipe como de mi padre—Cortó Rhaenya no sin recibir una mirada inescrutable de Oberyn—, bueno, ese y otros nombres, Bárbara por mi madre, casi todas las grandes casas repiten nombres...
—Algunas lo hacen sólo por ganarse el favor de los señores pero no saben que se ganan también el desdén de otros.
Oberyn hablo, Rhaenya se había colgado del brazo de su tío y no se soltaría hasta alejar a Oberyn de los problemas pero ¿Cómo alejar a la Víbora Roja de los problemas? Ella estaba muy segura que los rumores sobre el enfrentar Martell-Stark no tardaría en esparcirse y esperaba ayuda de su madre o si no de Aegon.
«Debo poder con esto, de lo contrario, no podré con un reino y menos con siete».
—Podemos hablar más tarde en el banquete. El viaje ha sido largo y supongo que querrán descansar—Ofreció Rhaenya, intercambiando una nerviosa mirada con su hermano, buscando ayuda.
—Es un hecho—Aceptó Orys en nombre de todos.
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Rhaenya esperaba el banquete con ansias, sobre todo luego de la charla que tuvo con Oberyn. Ya no se sentía una tonta chiquilla rebelde.
«Niña o niño, nosotros
libramos nuestras batallas, pero los dioses nos dejan elegir las armas. Si en verdad quieres ayudar a Jon Nieve elegí que arma usar: la lanza o las palabras» Le había dicho, y ella casi lloraba de la emoción pues era un permiso especial para hacer lo que quisiera.
Iba a acabar con Catelyn Tully. No la mataría, como harían Oberyn Martell y las serpientes de Arena, no dialogaría y esperaría años planteando para vengarse como Doran Martell, haría lo mismo que su padre cuando le dijeron que Tywin Lannister asesino a los herederos legítimos del Trono de hierro para ganarse su favor: atacar de frente, combinando todas las estrategias anteriores.
Por lo tanto, luego de ser peinada por Myriah Stark, tomo un vestido fabricado con lujosas sedas doradas ornamentado con bordados de flores negras en el fruncido de la cintura y una capa con hombreras en punta, se sintió como Aegon el Conquistador versión dorniense en el norte. Eso decía mucho de como se sentía, era una Targaryen Baratheon Nymeros Martell, tirada al norte desde que tenía once años gracias a Doran Martell, no le interesaba mucho si el frío del norte le quería helar la sangre, deseaba tener la fuerza de los Martell, específicamente de Oberyn.
«Podrá sonar tonto pero es así, soy una Targaryen Baratheon Nymeros Martell, Fuego, Tormenta y Sol y Arenas».
Se deslizó hacia Catelyn Tully, sin ninguna protección mas que si misma, no pidió que Loras Tyrell, Beric Dondarrion o Sandor Clegane (El Perro/Sabueso) le acompañarán, tenía que poder sola.
—Lady Catelyn Tully—Escupió de la forma más venenosa que pudo, necesitaba ser fuerte, «Mía es la furia, sangre y fuego, nunca doblegado nunca roto...».
—Alteza—Saludó Catelyn, más interesada en el exterior del Gran Salón: la piedra gris cubierta con pancartas, pero evitaba ver las amplias puertas de roble y hierro, que se abrían al patio del castillo, por donde había llegado Rhaenya.
—He venido a hablar con usted.
—¿Sobre el banquete o sobre Robb? Si no es sobre eso no tengo tiempo..., Alteza.
Rhaenya no esperaba preguntas sobre Robb pero hizo caso omiso al asunto y tuvo la decencia de no sonrojarse y ni si quiera pestañear ante el comentario. No podía darse el lujo de que descubrieran que Robb era su punto débil. Nunca doblegado, nunca roto.
—Se dice que el banquete será magnífico—Habló Rhaenya sacudiendo los rubios cabellos.
—¿Tenéis hambre, mi princesa?—Catelyn parecía genuinamente desconcertada, la Targaryen sonrió.
—Hace mucho tiempo que tengo hambre, Lady Catelyn. Pero no de comida. Decid, por favor, ¿cuándo se servirá la justicia?
Rhaenya estaba frente a frente de Catelyn, azul contra índigo, rojo contra plata y negro, rojo y azul contra negro y rojo, Tully contra Targaryen. Pero la Tully no comprendía las palabras de la princesa, en cambio, Jon sí.
—La justicia—Se repitió nerviosamente el bastardo, oculto detrás de las puertas ¿Qué locura haría Rhaenya en su nombre?
Ella le había prometido que las cosas cambiarían para bien, que no permitía que nada malo le pasara. Esas palabras habían hecho que Jon se enamorase más de ella. Porque sí, Jon Nieve el bastardo mas famoso del Norte estaba enamorado del Sol de Poniente; Rhaenya Targaryen Baratheon, tan hermosa como mortal.
—¿Justicia?
—Le advertiré las consecuencias de no servir la justicia—Anunció Rhaenya solemne, Suya era la Furia—, usted parió cinco hijos: Robb, Sansa, Arya, Bran y Rickon. Pero sé que Bran es hijito del alma, su favorito—La Targaryen hizo callar a la Tully (Ya que tenía intenciones de protestar) con un ademán brusco—, y que él quiere ser caballero y pertenecer a la Guardia Real.
»Yo soy Rhaenya Targaryen Baratheon, sobrina de Robert Baratheon; el Mercenario de las Tormentas, sobrina de Renly y el temido Stannis Baratheon, de Rhaegar Targaryen, el príncipe de plata ¿He de recordarle que han hecho ellos?—Se burló la Targaryen—, soy hija del príncipe Daeron Targaryen, El Dragón Sabio; El Fuego Del Tridente y de Bárbara Baratheon; que es amiga de la casa Martell, has visto como me trata la Víbora Roja; como a una hija...Mi espada juramentada es ser Loras Tyrell, soy amiga de el heredero de Altojardín y su hermano: Willas y Garlan Tyrell pueden reunir diez mil hombres en quince días y el doble en una luna (es una advertencia, Tully) y como si eso no bastará soy prima del príncipe heredero de Los Siete Reinos: Aegon Targaryen. Si quiero puedo quemar todo el Norte y nadie me lo impedirá pero en realidad, me conformo con que su niño favorito; Bran, no tenga ningún futuro como nada, ni si quiera mozo de las cuadras y usted viva para presenciarlo.
—¿Acaso es todo esto por el bastardo?
Jon se encogió en donde estaba, no quería que Rhaenya se metiera en problemas por él, su amistad era mal vista, que ella discutiera y amenazara a Lady Catelyn por él era aún peor, él sabía que probablemente no cumpliría la amenaza pero eso no le quitaba peso al asunto. Se sintió desolado, pero ese sentimiento se desplazó al sentir a Robb apoyado en su hombro. El Stark observo a su amada Rhaenya que tenía el rostro atormentado por la rabia y a su cruel madre.
—¿Qué...?—Jon no le pudo responder a Robb pues escucho a Rhaenya hablar.
—Jon Nieve, su nombre es Jon. Pronto usted habrá de servir justicia para él. Cualquier afrenta hacia su persona es como si se me hiciera a mi, antes lo tome bajo mi protección pero ahora lo coloco bajo la de aquellos que me protegen: Los Targaryen, Baratheon, Martell, Tyrell y resto de casas y gente dispuestas a morir en mi nombre.
—¡No te atreverías…!—Se ofuscó Catelyn.
—Lo hago. Mire la forma en que reacciona ante usted: es cauteloso, tiene miedo y está nervioso. Incluso cuando usted no habla enfadada. Tiene que envalentonarse hasta para entrar en una habitación donde esté usted. Le ha hecho huir, le ha hecho llorar—Rhaenya temblaba furiosamente con los puños apretados.
—No, no lo entiendes ¿Y si tu esposo tuviera bastardos?
—¡No sería culpa de los niños, Catelyn! Hasta Robb sabe que usted puede ser dura con Jon, y él esta preocupado por ello ¡Escuche, Catelyn! Le ha dejado claro que usted está en control del espacio que habita ¡Hasta del aire que respira! y que le puede expulsar si así lo quiere.
Robb se mordió el labio y miro con pena a Jon. El bastardo sintió como las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, pero lo ignoró, valoraba el gesto de Rhaenya más que nada en el mundo.
—¡Nunca lo llama por su nombre! Lo hace sentir que no es digno de un nombre—Catelyn estaba tan anonadada que ni siquiera se movió, Rhaenya se iba hacerse escuchar con Sangre y Fuego—, ¡Siempre que se comporta mejor que tus propios hijos lo rechaza! ¡Detesta que los Stark quieran a Jon, logró dañar su relación con Sansa! ¡Usted es cruel Cat…!
Robb vino venir el golpe al igual que Loras Tyrell pero el Stark fue quién se metió entre su madre y Rhaenya como escudo. El rostro de Robb era una máscara gélida mientras sostenía a Catelyn por la muñeca.
—Eso ha sido tan cruel como injusto, madre.
Rhaenya no sonrió como hubiera querido, sentía unas ganas de llorar y un orgullo enorme al ver a Robb defendiendo a Jon.
«Robb podrá ser hijo de Brandon Stark pero no puedo negar que ese gesto es más valioso que cualquier parentesco».
Había ganado pero la victoria era amarga, reaccionó cuando Loras le pasó los brazos por los hombros en señal de protección acercándola hacia él. Vio los ojos vivaces e inteligentes del Tyrell fijos en Catelyn, juzgándola.
—Vamos a buscar al príncipe Oberyn, le diremos lo que pasó—Pidió Loras, Robb que reprendía a su madre en susurros se volvió a verlos calculando las consecuencias de lo que pasaría si Rhaenya hablaba.
—Alteza—El Stark le dirigió una suplica muda con los ojos.
—No, Loras, gracias pero no tengo intenciones de que arda Invernalia—Su tono daba a entender que aún no hablaría, Robb la miro agradecido—, en cambio, al que si le podemos decir es a mi tío Renly, será discreto.
Le dio un apretón de manos a Loras, batió las pestañas como le había dicho una vez Margaery Tyrell (Le agradecía el consejo para lograr salirse con la suya) y le sonrió mientras colocaba ojos de cachorrillo. El Tyrell bufo y asintió inconforme.
—No te librarás tan fácil de mi, hablaremos luego de esto—Le susurro Loras, bajando el rostro para que sus bucles le taparan el rostro y nadie le leyera los labios, vieja costumbre para despistar a los espías en Altojardín.
—Tu mandas, ser—Loras salió de la estancia con su paso típico lleno de elegancia, osadía y rapidez.
—Vamos—Robb soltó a Catelyn y tomo a Jon por el hombro y a Rhaenya por la cintura, sacándoles del lugar, en gesto protector.
Catelyn Tully Stark sintió como perdía a su primogénito a manos de la princesa Targaryen.
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¿Que les pareció la llegada del príncipe dorniense dícese del fantástico Oberyn Martell? ¿Creen que arda Troya gracias a su presencia? ¡Fuego a Invernalia! Bueno no, falta para eso. Haré lo posible para que Oberyn Martell no muera de forma tonta o mejor aún, no muera ¿Qué tal?
¿Y en verdad Aegon querrá casarse con Rhaenya? ¡También apareció Renly! Aún no decido cual seria el tío favorito de Rhaenya (Entre Oberyn y Renly), y lo más triste es que ambos mueren.
Porque Renly es Baratheon, es mejor que sus dos hermanos, es muy inteligente pero impulsivo y se confío de Stannis y Oberyn, está medio loco pero eso no le quita lo genial, lo malo es que a pesar de todo muere a manos de La Montaña (Algunos dicen que era un plan, hay una teoría muy buena sobre eso llamada EL PLAN MAESTRO DORNIENSE).
Y vimos como se acerca la justicia para Jon. Por cierto, de Catelyn no se que pensar, parece buena persona; me atrevería a creer que lo es con todo el mundo pero odia a Jon por respirar ¿Qué opinan ustedes?
Me encantó escribir esa escena de Enya y Catelyn, no quiero que piensen que Rahenya es mala o se le pasó la mano al amenazar si no que para colocarlos en contexto son años viendo el maltrato hacia Jon entonces va y Oberyn Martell y le da permiso, es decir, ¿Quién no ha querido salvar a Jon de Catelyn?
¿Quieren que Jom vaya al Muro o se quede con el resto de Stark? Y si se queda con los Stark ¿Creen que todo lo que debía hacer Jon en el muro suceda o no?
Siguiente capítulo narrado por Jon, pronto un capítulo con Arthur Dayne, un Guardia Real; amigo de Rhaegar, que acompaña a Aegon Targaryen para saber más sobre el príncipe heredero al Trono de hierro.
Además Catelyn, Cat intento cachetear a Rhaenya, y Robb lo impidió, siempre quise que éste último defendiense más a Jon de Catelyn porque si lo hizo en Tormenta de Espadas, por ejemplo.
~Isabel~
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