~•Capítulo 12•~

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Joffrey Lannister contra Arya Stark y su loba.

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EL HUMO DE LOS DIOSES QUE ARDÍAN OSCURECÍA EL AIRE DE LA MAÑANA.

Estaban todos en llamas: la Doncella y la Madre, el Guerrero y el Herrero, la Vieja de los ojos color perla y el Padre con su barba dorada. Hasta el Desconocido, tallado para darle un aspecto más animal que humano. La madera seca y vieja y las incontables capas de pintura y barniz ardían con una luz fiera y hambrienta. El calor hacía vibrar el aire gélido; detrás, las gárgolas y dragones de piedra de los muros del castillo parecían borrosos, como si Rhaenya los estuviera viendo a través de un velo de lágrimas.

«O como si las bestias temblaran, se estremecieran…». Rhaenya observó a Davos Seaworth. Era un héroe y…, fue un contrabandista.

Stannis lo había enaltecido nombrándolo caballero. Le había otorgado un lugar de honor en su mesa y una galera de combate en la que navegar para sustituir su esquife de contrabandista.

—Mala cosa—señaló un chico que parecía hijo de Davos.

Otro murmuró algo en tono de asentimiento.

—Silencio—ordenó Davos—. Recordad dónde estáis.

Cientos de personas se habían congregado ante el castillo para presenciar la quema de los Siete, oh Dioses, Rhaenya Targaryen Baratheon Nymeros Martell estaba impactada, ¿Quién quemaría a los Siete? El aire tenía un olor hediondo. Incluso a los soldados les costaba permanecer impasibles ante aquella afrenta a los dioses que muchos de ellos habían adorado toda la vida.

Una mujer roja dio tres vueltas a la hoguera, recitando oraciones: una vez en la lengua de Asshai, otra en alto valyrio y otra en la lengua común. Enya comprendió las dos últimas.

—R’hllor, ven a nosotros en nuestra oscuridad—decía—. Señor de Luz, te ofrecemos en sacrificio a estos falsos dioses, a estos siete que son uno, uno mismo, el enemigo. Llévatelos y arroja tu luz sobre nosotros, pues la noche es oscura y alberga horrores.

Lady Selyse, la esposa de su tío repetía cada una de las palabras. Junto a ella, su Lord Stannis Baratheon observaba impasible la escena, con la mandíbula rígida como la piedra bajo la sombra negra azulada de una barba muy corta. Se había ataviado con prendas mucho más lujosas que las habituales, como para ir al septo.

El septo de Rocadragón que Enya lo había visto muchas veces cuando iba con sus hermanos y primos, se había alzado en el lugar donde Aegon el Conquistador se arrodilló para rezar la noche anterior a hacerse a la mar. Aquello no lo había salvado de los hombres de Lady Selyse, que volcaron los altares,
derribaron las estatuas y destrozaron con sus martillos de guerra las vidrieras de colores.

«El maestre Cressen habría impedido esto». El anciano había osado desafiar al Señor de Luz, y al parecer había terminado en Desembarco del Rey con Bárbara Baratheon, o aquello decían los rumores. Rhaenya se preguntó quién era el responsable de aquella locura y si su madre no estaba enterada.

—Soy Melisandre de Asshai, hechicera, portadora de sombras y sacerdotisa de R’hllor, el Señor de Luz, el Corazón de Fuego, el Dios de la Llama y la Sombra—Le contesto la mujer vestida de rojo—. Y si quieres salvar al Joven Lobo debes aceptar a R'hllor.

—No os necesito, soy Rhaenya Targaryen Baratheon Nymeros Martell—Espetó a la mujer.

«Melisandre, cuya locura no debía extenderse más allá de Rocadragón. No lo puedo permitir y ella no puede amenazar a Robb» Pensó la Targaryen antes de despertarse del molesto sueño, tenía un mal presentimiento sobre esa mujer.

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23 de julio de 298Dc
El Tridente
El Halcón Blanco

LA PRINCESA SE HABÍA LEVANTADO TEMPRANO, su vestimenta le sorprendió a Donys.

Ella tenía un vestido violeta con armadura de filigrana de plata, con pantalones y botas a juego y llevaba el cabello adornado con pequeños fragmentos de vidriagón en forma de dragón. Ese era el aspecto que una Reina debía tener, a Donnel le recordó a la Reina Visenya Targaryen.

Visenya, tan cómoda enfundada en malla como en seda, llevaba la espada valyria Hermana Oscura, y era diestra en su empleo, ya que desde la infancia se había ejercitado al lado de su hermano. A su vez, Rhaenya llevaba una lanza en la mano y una espada en la cintura al salir de su habitación.

Pese a tener el pelo de oro y
plata y los ojos violetas de Valyria, su belleza era dura y austera, e incluso quienes más estima le tenían la consideraban severa, seria e implacable. No faltaba quien decía que jugaba con venenos.

Y si hablas de Visenya o de Rhaenya, Donnel creía ésto último. Rhaenya Targaryen era una Dragona Coronada, una Dragona de Arena, por algo no la habían llamado La Flor del Norte, era tan bella como mortal. Ese día lo comprobaría mientras ella se batía a duelo con Loras Tyrell a las orillas del Tridente, empatando con éste, y luego, ganándole al hijo ilegítimo de Brandon Stark, Jon Nieve.

La Targaryen era sonriente en presencia de su familia y amigos, intercambiaba pullas y cumplidos con sus allegados. Con el resto se comportaba cortés pero con él hacía gala de una cortesía gélida digna de la casa Stark.

«Es por mi apellido, si no fuera un Arryn quizás no se comportará así conmigo—Apretó los labios—. No se porque me inspira confianza pero también me da curiosidad; igual que cuando la vi al llegar al Norte,  lo mejor es esperar, con el tiempo puede que le agrade, estaré ahí cuando lo necesite».

Su deber como espada blanca era ser la sombra de la princesa; siempre a su lado, esa tarea no le molestaba, le agradaba tener cerca a la princesa Rhaenya. Por eso las palabras de la Targaryen le hicieron sentir un nudo en la garganta, de nuevo intentaba dejarlo a un lado:

—Lady Arya y yo saldremos a pasear, no quiero que su capa blanca espanté al pueblo llano, deberá mantenerse escondido; lejos, así usted cumple con su deber y Arya y yo estaremos tranquilas—Ofreció la Targaryen mientras sus ojos índigos y violetas escrutaban la expresión de su rostro.

«Sus ojos son como los de su hermano—Lucerys Targaryen, el hijo mayor de Bárbara Baratheon; su consentido, tenía los ojos violeta oscuro, más oscuro que los de Orys y hasta más oscuros que los del príncipe Aegon—. Se parece a Rhaegar—Él recordaba como Jon Connington miraba a Lucerys, una vez le dijo a Arthur Dayne que Luke; como le llamaban a Lucerys, se parecía a Rhaegar—. Ella también toca el arpa—La misma arpa del príncipe Rhaegar, Aegon en persona se la había dado, pidiéndole que tocará algo en su décimo día del nombre—. No estuve ahí claro, pero Lucerys así me lo contó, no tendría porqué dudar de mi amigo, es sospechoso que se parezcan tanto a Rhaegar…».

—Ser—La princesa exigió una respuesta. Él asintió, no era un hombre de muchas palabras si no le tenían confianza—. Arya y yo vamos a cabalgar río arriba.

—Para buscarrubíes en el vado—Añadió Arya, la niña flacucha llevaba a misma ropa de montar que había llevado el día anterior, y también dos días antes.

Donnel tenía una rodilla hincada en el suelo y afilaba su hoja con una piedra de amolar, escondido en alguna parte de los bosques no muy lejos del campo de batalla, donde el río traza una curva. Ahí fue donde Robert Baratheon mató a Rhaegar Targaryen y donde Daeron ofreció a su hermano rendirse, con la opción de exilio a Rocadragón y por su puesto, se negó.

Vigilaba un claro desde el que se divisaba el río, la princesa y Lady Arya entrenaban con un chiquillo que las acompañaba.

Sus espadas eran palos de madera; de hecho,parecían mangos de escobas, y las dos corrían por la hierba lanzándose vigorosas estocadas y mandobles. Rhaenya, mucho más alta y fuerte, era la que atacaba. Arya, una cría flacucha que vestía ropas de cuero embarradas, esquivaba y conseguía bloquear con su palo la mayoría de los golpes de la princesa, pero no todos. En una ocasión le lanzó una estocada, que Rhaenya detuvo con su palo; hizo un movimiento de barrido; su palo descendió y asestó a la chica un duro golpe en los dedos. Ella gritó y perdió el arma.

Vio como se acercaban Lady Sansa Stark y Joffrey, el nieto de Tywin Lannister, mientras la princesa Rhaenya buscaba el arma de Arya en el río y el niño y la niña jugaban como caballeros.

Joffrey se echó a reír. El chico miró a su alrededor con los ojos muy abiertos, sobresaltado, y dejó caer su palo en la hierba. Arya los miró mientras se lamía los nudillos para calmar el dolor, y Sansa se quedó horrorizada.

—¡Arya!—exclamó incrédula.

—¡Marchaos!—les gritó Arya, que tenía los ojos llenos de lágrimas de rabia—. ¿Qué hacéis aquí? ¡Dejadnos en paz!

Joffrey miró a Arya, luego a Sansa y por fin a Arya de nuevo.

—¿Es tu hermana?—La Stark asintió, sonrojada. Joffrey miró al chico, un muchacho desgarbado de rostro tosco y pecoso y espesa pelambrera rojiza—.¿Y tú quién eres, chico?—preguntó en un tono imperioso que no delataba que el otro le llevaba un año.

—Mycah—murmuró el muchacho. Reconoció al señor y bajó la vista—.Mi señor.

—Es el hijo del carnicero —dijo Sansa.

—Es mi amigo—intervino Arya con tono brusco—. Déjalo en paz.

—El hijo de un carnicero y quiere ser caballero, ¿eh?—Joffrey desmontó,espada en mano—. Recoge tu espada, carnicero —dijo; le brillaban los ojos de diversión—. A ver qué tal lo haces. —Mycah se quedó paralizado de miedo.Joffrey avanzó hacia él—. Venga, que la cojas te he dicho. ¿O es que solo peleas con niñas?

—Me lo pidió ella, mi señor —dijo Mycah—. ¡Me lo pidió ella!

Donnel sabía que era verdad pero Joffrey no estaba en disposición de escuchar nada.

—¿Coges tu espada o no?

—No es más que un palo, mi señor—dijo Mycah con un gesto de negación—. No es una espada. Solo es un palo.

—Y tú no eres más que el hijo de un carnicero, no un caballero.—Joffrey alzó a Colmillo de León y puso la punta en la mejilla de Mycah, justo debajo del ojo. El muchacho temblaba de manera incontrolable—. ¿Sabes que estabas atacando a la hermana de mi señora?

Un brillante punto de sangre brotó de la mejilla de Mycah y descendió en lentos hilillos rojos por la cara del muchacho.

—¡Que pares ya!—gritó Arya.
Cogió el palo que había soltado.

—No te metas en esto, Arya.

—No le voy a hacer daño. No mucho—dijo el príncipe Joffrey a Arya, sin apartar los ojos del hijo del carnicero.

Arya se lanzó hacia él. Donnel empezó a correr pero estaba muy lejos. Sansa se bajó de la yegua, pero no fue suficientemente rápida. Arya blandió palo con ambas manos. Se oyó un sonoro crujido cuando la madera se quebró contra la nuca del joven señor, y los acontecimientos parecieron precipitarse ante los ojos del Arryn. Joffrey se tambaleó y dio media vuelta entre maldiciones. Mycah echó a correr hacia los árboles a tanta velocidad como le
permitían las piernas. Arya blandió de nuevo su arma contra el señor, pero en esta ocasión Joffrey paró el golpe con Colmillo de León y le arrancó el palo roto de entre las manos. Tenía la nuca ensangrentada y echaba chispas por los ojos.

—No, no, basta, basta, parad y a los dos, lo estáis estropeando todo—sollozaba Sansa sin cesar, pero nadie la escuchaba.

Vio a Rhaenya que busco su espada en su talabarte pero no la encontró; la había dejado en su pabellón, en cambio cogió una piedra y se la tiró a Joffrey, apuntando a la cabeza. Pero le dio al caballo, y el animal partió al galope hacia los mismos árboles donde se había refugiado Mycah.

—¡Basta ya! ¡Basta ya!—gritó Sansa.

Joffrey lanzó un tajo contra Arya al tiempo que gritaba obscenidades, cosas terribles, cosas sucias. Arya retrocedió, asustada de repente, pero Joffrey la persiguió hasta el bosque, hasta que la tuvo arrinconada contra un árbol. Donnel se acercaba pero le faltan algunos metros.

—¡Nymeria!—Chilló Rhaenya, llamando a la loba.

En aquel momento, un relámpago gris pasó a toda velocidad junto a Arya, y de
pronto allí estaba Nymeria. Llegó de un salto y cerró las mandíbulas alrededor del brazo con el que Joffrey sostenía la espada. El acero se le cayó de las manos cuando la loba lo derribó.

Rodaron por la hierba, la loba gruñendo, el príncipe
gritando de dolor.

—¡Quitádmela de encima!—chilló—. ¡Quitádmela de encima!

—¡Nymeria!—restalló como un látigo la voz de Arya.

La loba huargo soltó a Joffrey y fue a situarse junto a Arya. El joven señor se quedó tendido en la hierba, sollozando y apretándose el brazo herido. Tenía la manga empapada en sangre. Donnel por fin llegó y pudo ver a su primo con la princesa, ambos se ignoraron olímpicamente.

—No te ha hecho daño. No mucho—dijo Arya.

Recogió del suelo a Colmillo de León y se situó junto al joven señor, con la espada sujeta entre las dos manos.

—No—gimoteó Joffrey alzando la vista con un gemido de terror—. No me hagas daño. Se lo voy a contar a mi madre.

—¡Déjalo en paz!—gritó Sansa a su hermana.

Arya dio media vuelta y lanzó la espada a lo lejos, utilizando todo el cuerpo para impulsarla. El acero azulado centelleó al sol cuando la espada pasó girando sobre el río, al lado de la princesa. Chocó contra el agua y desapareció con un chapoteo. Joffrey dejó escapar un gemido.

—¡Sacad a Arya de aquí, Arryn, que no os atrapen los Lannister, es una orden!

Arya corrió hacia su caballo, con Nymeria pisándole los talones. Donnel subió a su caballo sin protestar, sabía cumplir ordenes. Al mismo tiempo Lady Sansa corría buscando ayuda.

—¡Os veo en mi campamento!

Rhaenya subió a su yegua no sin antes gritar eso, mientras Harrold Hardyng tomaba a su caballo y la seguía.

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Rhaenya Targaryen

—¡Arya, sólo tú te escapas de un capa blanca!—Reprochó la Baratheon.

Cuando la niña la vio, dejó escapar un grito y se echó a llorar. Enya hincóuna rodilla en el suelo y la abrazó. Arya temblaba.

—Lo siento—sollozaba—. Lo siento, lo siento.

—Ya lo sé—dijo ella. Qué pequeña la sentía entre los brazos; no era más que una niñita flaca. Era incomprensible que fuera causa de tantos problemas, aunque Rhaenya sabía que ella tenía parte de culpa—.¿Estás bien?

—Sí—Tenía la carita sucia, y las lágrimas dejaban un rastro rosado al correrle por las mejillas—. Donys me siguió.

—¿Donys?

—Así lo llamaban Robb y Jon cuando era pupilo de padre—Rhaenya seguía confusa pero no le importo, luego habría tiempo para explicaciones.

Se habían perdido durante horas. Enya sabía que todo terminaría mal si no hacía algo rápido pero estaba sola. Oberyn, Renly y Orys habían ido a las Tierras de la Tormenta para llegar antes a Desembarco del Rey, Aegon había organizado un baile y un torneo en su honor y ellos como parte del Consejo debían estar allá rápido, no tenía ni si quiera a Lord Beric pues este se había ido a casa, no iba a ser más su Guardia, se iba a casar. Y solo tenía a Loras Tyrell y a Myriah que entre ambos organizaron que ella y Arya se cambiarán y bañaran para lo que se venía.

«Fui tan tonta, si no me hubiera tropezado con Harrold Hardyng» Myriah le ayudo a colocarse el vestido rojo y negro «He de parecer Targaryen, tendré que ser yo quien reparta la justicia del rey, o príncipe».

Roja de ira, bajó por las escaleras de la torre. Varios hombres la llamaron cuando cruzó el patio del castillo, pero Rhaenya tenía demasiada prisa para hacerles caso. Habría echado a correr, pero era la princesa y futura reina, y la Reina debe conservar la dignidad siempre. Era perfectamente consciente de los ojos que lo seguían, de las voces que, en susurros, se
preguntaban qué iba a hacer.

«De nuevo la casa Targaryen contra los Lannister, está vez por los Stark».

El castillo era una modesta edificación, a medio día a caballo al sur del Tridente. Los miembros de la expedición real se habían convertido en invitados forzosos de su señor, ser Raymun Darry, durante el tiempo que durase la búsqueda de Arya y del hijo del carnicero a ambos lados del río. Como visitantes, no eran bienvenidos. Ser Raymun vivía bajo la paz del rey, pero su familia había combatido bajo el estandarte del dragón de Rhaegar en el Tridente, y sus tres hermanos mayores habían muerto allí, hecho que ningún Baratheon ni ser Raymun habían olvidado. Los hombres Targaryen, los de Darry, los de Lannister y los de Stark se hacinaban en un castillo demasiado pequeño, y la tensión se palpaba en el ambiente.

Donnel Arryn se había adueñado de la sala de audiencias de ser Raymun, y allí lo encontró Enya, esperándola. La sala estaba atestada cuando entró. Demasiada gente, pensó.

Se dirigió con pasó firme al trono de Darry, al fondo de la sala. Se movía con tal seguridad que las personas retrocedían y apartaban la mirada. Todos advirtieron la firmeza de su boca y la forma deliberada en que alzaba la barbilla, como si estuviera dispuesta a aceptar cualquier desafío, porque lo estaba; mataría por cualquier Stark incluso aunque estuviera molesta con Robb.

«Debo estar a la altura, seré la Reina, la Reina de todos los presentes, debo de comportarme».

Loras Tyrell y Donnel Arryn estaban de pie junto al trono con Arya recién bañada y vestida.

Cersei Lannister tenía la mano apoyada en el hombro de Joffrey. El brazo del muchacho aún estaba envuelto en gruesos vendajes de seda estaban en el centro de la sala. Todos los ojos estaban clavados en ella.

—¡Arya!—gritó Robb que venía seguido de Ned Stark. Se dirigió hacia ella; sus botas resonaban en el suelo de piedra. Cuando la niña lo vio, dejó escapar un grito y se echó a llorar. Robb hincó una rodilla en el suelo y la abrazó. En parte, la niña era su hermana favorita.

—Enseguida solucionaremos esto—prometió Ned.

Robb se levantó para enfrentarse a Rhaenya.

—¿Qué pasa aquí?—«Calla» Quizo gritar Rhaenya, «no me enfrentes, ayudarme, calla y dejame actuar». Ned pareció entender el mensaje y tomo a su sobrino del brazo.

Rahenya había enviado a Myriah a buscarle, si alguien podía confrontar al necio de Robb era él, o eso esperaba.

Recorrió la sala con los ojos en busca de rostros amigos. Pero, aparte de los de sus hombres y los de los Stark encontró pocos. Ser Raymun Darry mantenía una expresión neutra. En los labios de Loras casi afloraba una sonrisa que podía significar cualquier cosa; los demás eran hombres de los Lannister, todos hostiles. El único rastro de suerte era que era la princesa y quién repartiría la justicia del Rey pero representar el teatro sería difícil.

—¿Por qué no se me ha informado de que mi hermana había aparecido?—exigió saber Robb con tono gélido, Rhaenya quiso abofetearlo para hacerlo callar.

Dioses, se notaba que ella era medio Martell y medio Baratheon. No por nada era sobrina de Oberyn y Robert.

—¿Por qué no la han llevado conmigo de inmediato?—Intervino Ned Stark, Rhaenya se sorprendió, al parecer él no controlaría a Robb.

Se dirigía a ella, pero fue Loras Tyrell el que respondió.

—¿Cómo osas dirigirte a tu princesa en ese tono?

—Ser Loras—le espetó Rahenya. Se irguió en el trono, hastiada, quería terminar con aquél espectáculo. Se disculpó:—. Lamento la situación, Lord Stark. No quería asustar a Lady Arya. Me ha parecido que lo mejor era traerla aquí y zanjar el asunto lo antes posible, es mi dama de compañía y como tal no sufrirá ningún daño.

—¿Qué asunto?—El tono de voz de Ned era gélido.

—Demasiado bien lo sabes, Stark—dijo Cersei avanzando un paso—. Tu sobrina agredió a mi hijo, con ayuda del chico del carnicero. Y su loba trató de
arrancarle el brazo.

—¡Es mentira!—gritó Arya—. Solo lo mordió un poco. Le estaba haciendodaño a Mycah.

—Joff me ha contado lo ocurrido—dijo la Lannister—. El hijo del carnicero y tú lo golpeasteis con palos, y le dijiste a tu loba que lo mordiera.

—No es verdad—replicó Arya, otra vez al borde de las lágrimas. Ned lepuso una mano en el hombro.

—¡Claro que sí!—insistió Joffrey—. ¡Me atacaron todos, y ella
tiró Colmillo de León al río!

Rhaenya advirtió que el muchacho no miraba a Arya al hablar. Mentiroso, pensó Enya.

—¡Mentiroso!—gritó Arya.

—¡Cállate!—chilló a su vez el Lannister.

—¡Basta ya!—rugió Rhaenya con la voz ronca deirritación, sacando su parecido a Robert Baratheon. Se hizo el silencio, se alegro que la respetarán, parecerse a su tío era una ventaja que sólo ella, su madre y Renly tenían—. Lady Stark nos va a contar su versión de la historia luego el joven Joffrey.

Arya comenzó a narrar su historia, y en aquel momento Enya vio como seabría la puerta y entró Vayon Poole con Sansa. Ambos se quedaron al fondo de la sala, en silencio, mientras Arya hablaba. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no bajar del trono y echar de ahí a Sansa a palos, la pobre tonta estaba enamorada de Joffrey Lannister y obviamente, traicionaría a Arya y a la casa Stark.

Cuando Arya contó cómo había lanzado la espada de Joffrey al Tridente, Loras se atragantó de risa. Rhaenya se enojó, podía querer a Loras, y que él fuera su casi tío/hermano; como de la familia, sangre de su sangre pero tampoco era para que se comportará así.

—Ser Loras espero que estéis bien no me gustaría tener que transmitir a vuestra familia que os ahogaste de tan trágica forma—Su tono tenía una dulzura peligrosa que en secreto Cersei admiro, y la Lannister se preguntó si así habrían sido sus hijos con Rhaegar.

—Su alteza es demasiado bondadosa—dijo Loras conteniendo la risa «Mi tío Renly hubiese hecho lo mismo o peor, peor seguro, y yo también..., en otra situación donde yo no fuera la responsable del desastre»—. Me encuentro en perfecto estado. La historia de cómo consiguió desarmo al joven Lannister con un palo de escoba una niña denueve años que no abulta más que una rata mojada, y encima pudo tirar su espada al río me resulta interesante en demasía, haré lo posible para escucharla y no morir en el intento.

Joffrey, muy pálido, empezó a narrar una versión de los hechos muy diferente. Cuando el Lannister terminó de hablar, Ned llamó a Sansa para testificar.

Ella iba envuelta en terciopelo azul conribetes blancos, y llevaba una cadena de plata en torno al cuello. Se había cepillado la espesa cabellera color castaño rojizo hasta arrancarle destellos. Miró a su hermana, y luego al joven Lannister.

—No lo sé—dijo llorosa, con ganas de esconderse donde fuera—. No me acuerdo. Todo sucedió tan deprisa que no vi…

—¡Asquerosa!—gritó Arya. Se lanzó como una flecha contra su hermana, la derribó y cayó sobre ella, Rhaenya hubiese querido hacer lo mismo—. ¡Mentirosa, mentirosa, mentirosa, mentirosa!

—¡Basta ya, Arya!—gritó Ned. Robb exclamó un «¡Maldita sea! ¿Esa chica es idiota o qué?» en dirección a su tío—. ¡Tu también, Robb!—Agregó con un susurro.

Jory la apartó de su hermana sin que dejara de dar patadas. Sansa estaba pálida y temblorosa. Ned la ayudó a ponerse de pie.

—¿Te encuentras bien?—preguntó. Pero la niña miraba a Arya y no diomuestras de haberlo oído.

—Esa criatura es tan salvaje como el animal piojoso que la obedece—dijo Cersei Lannister, Rhaenya me dio una fría y venenosa mirada parecida a la de Oberyn Martell—. Quiero que reciba su castigo, alteza y si estás pruebas no son suficientes aún falta un testigo, ser Harrold Hardyng.

«No puede ser, me ha atrapado» Rhaenya no pestañeo, si quiera la observó con desinterés pero aún así un súbito terror la llenó.

—Hacedlo pasar—Harrold Hardyng no tardó en entrar a la sala de audiencias.

«Los Lannister lo han comprado» Caviló Enya «Pero ¿cúando? Los Arryn detestan a los Lannister pero hasta que punto, ¿este medio Arryn será fiel al viejo Jon Arryn?»

Ella se había encontrado con Harrold Hardyng cuando buscaba el arma de Arya cerca del río.

«Y me confundió con una bastarda—Le había dado una mirada gélida que no olvidaría, se burló de ella al verla con una espada—. Luego se dio cuenta de quién era y aún así seguía indiferente. Me fui y él me siguió nunca supe si quería disculparse».

Lo miro furiosa al encontrarse con los pálidos ojos azul pálido la observan con atención, ella también lo detallo.

«No puedo negar que es guapo, se parece a su primo aunque Donnel es más callado y Harrold tiene la lengua suelta». En cambio físicamente si se parecían, de buenas proporciones, parecidos a Jon Arryn en su juventud, nariz aguileña, aunque Donnel tenía el cabello más plata que rubio arenoso gracias a su madre Velaryon.

Harrold Hardyng hizo lo impensable: testificó a favor de Arya. Narro como la niña se había defendido y había defendido al hijo del carnicero. Y no le quitaba la mirada de encima a Rhaenya, parecía querer disculparse gesto que ella valoro.

—Además por lo que tengo entendido ser Donnel Arryn y su alteza se encontraban con los niños cuando paso el incidente—Intervino Loras.

—Es cierto—Confirmó Rhaenya—, Lady Arya me acompañaba en un paso y ser Donnel nos seguía de cerca. La niña es inocente.

»No va a tener castigo—Sentenció la princesa tranquilamente y ante la protesta de Cersei dijo con voz parecida a la de su tío Robert Baratheon cuando se molestaba:—. Míradla bien, Lady Cersei. No es más que una niña. ¿Qué quiere que haga mi señora?, ¿que la mande azotar por las calles? Los niños se han peleado siempre. Ya ha pasado todo. Nadie ha sufrido daños permanentes. Por el bien de todos dejemos zanjado  el asunto.

—Joff tendrá que llevar esas cicatrices el resto de su vida—La Lannister estabafuriosa.

—Cierto—dijo Rhaenya con una cortesía gélida típica de la casa Stark mirando a la Lannister—. Y quizá leenseñen una buena lección sobre no desenfundar el acero sin saber sostener bien una espada, además, quien sabe si por seguir con ello accidentalmente se termina apuñalando—Amenazó como dorniense—. Si a alguien hay que castigar es a Joffrey y a Sansa Stark por las mentiras dichas en esta audiencia.

—Desde luego, alteza—asintió Ned, aliviado. Por fin Robb se había callado, y Enya respiro tranquila pero no duró mucho.

Rhaenya hizo ademán de marcharse, pero la Leona Lannister no había terminado.

—¿Y qué hay de la loba huargo? —le pregunto—. ¿Qué pasa con la fiera que haherido a mi hijo?

—No me había olvidado de la condenada de la loba—dijo Rahenya con el ceño fruncido después de detenerse y dar media vuelta tan violentamente que pareció por un segundo un dragón dispuesto a quemar a todos. Loras Tyrell y Donnel Arryn se detuvieron a su lado.

Ned advirtió que Arya se tensaba en brazos de Jory. Y Jory se apresuró aintervenir.

—La loba está bajo la protección de la casa Targaryen, mi Lady—Aclaró Donnel, hablando por primera vez en la audiencia.

—Así me parece bien—Concordó Loras, sin una pizca de hostilidad, antes se llevaba mal con Donnel pero la experiencia y los problemas les unió.

—¡Cien dragones de oro para el hombre que me traiga su piel! —dijo Cersei Lannister alzando la voz.

—Un pellejo muy caro, ¿no cree?—gruñó Robb, aireado.

—No se pueden hacer milagros; sin animal no hay piel que valga—Espetó el Tyrell—. Y nadie tocará al animal.

«Por fin, Loras y Robb están de acuerdo en algo».

—Pero hay una loba—dijo Cersei Lannister.

Hablaba con voz tranquila, pero sus ojos verdes brillaban triunfales. Los presentes tardaron un instante en comprender a qué se refería. Cuando cayó en lacuenta, Rahenya chasqueo la lengua y con pasó firme se acerco a Cersei Lannister y alzó la voz:

—Ninguna cabeza rodará, por lo menos no ninguna Stark, a los lobos no les pasará nada, ni a Dama, ni a Nymeria ni a Viento Gris ni a Fantasma.

»No hay mejor persona aquí para aplicar la justicia del Rey que yo, no creo que quiera llamar a mi señora madre, la Princesa Regente, a Doran Martell o al príncipe Aegon por esta nimiedad—Reprochó Rahenya sin censura—. Por favor ser Donnel, debemos refrescarle quien soy a Lady Cersei.

—La princesa Rhaenya Targaryen Baratheon, hija de Daeron Targaryen; el Dragón Sabio y Fuego del Tridente y de Bárbara Baratheon, la Flor de las Tormentas, sobrina de Robert, Renly y Stannis Baratheon, de Rhaegar Targaryen el príncipe de plata, de Oberyn Nymeros Martell—Anunció solemne el Arryn.

—Si queréis alguna cabeza, podéis pagarla e intentar obtenerla pero seréis tan traidora y asesina como vuestro señor padre, faltéis a la corona—La amenaza era palpable en el tono de voz de Rhaenya—. Ya sabemos como terminó Tywin Lannister, tened un feliz día mi Lady—Sonrió secamente.

Sin más Rhaenya se fue. Ned Stark agradeció de todo corazón a la Targaryen mientras Cersei Lannister le juro odio eterno y venganza, ya Bárbara Baratheon le había quitado a Rhaegar no toleraría más a los Venados Coronados. Los dioses librarán aquel que estuviera cerca cuando Cersei se enterará que la señora de Bastión de Tormentas tenía tres hijos con su príncipe de plata.

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Al fin el enfrentamiento Arya vs Joffrey, ¿que tal la humillación pública de la casa Lannister?

Además, Rhaenya venció a Cersei, y ya vimos que Robb sigue siendo un necio pero esperen la última; Rhaenya no se va quedar con esa. Loras anda valiente y ¿que os pareció Donnel Arryn? ¿Quieren saber más de él y del resto de los Arryn que no han aparecido? Por cierto, tengo un capítulo con Josh Arryn que explica un poco sus propósitos y los de su casa. Y estoy trabajando un capítulo narrado por Robb y otro (o la mitad de uno) donde va a parecer “Meñique” Petyr Baelish.

~Isabel~

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