~•Capitulo 10•~
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Lady Olenna Tyrell
Aegon Targaryen VI
Advertencia: La primera parte es un FlasBack. Y hay un momento Dany y Viserys.
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Bárbara Baratheon
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LAMENTABA NO PODER VER ALTOJARDÍN A LA LUZ DEL DÍA.
Pero Bárbara sabía que era un placer del que debía privarse, se apresuró a entrar en la habitación casi vacía: solo había un par de sillas de madera vieja y una mesa con una jarra de vina. En uno de los asientos la esperaba la mismísima Reina de las Espinas, a Bárbara siempre le había asustado Lady Olenna Tyrell sin importar cuantos años pasarán el miedo se alojaba en ella aún así lo disimulaba bien, ya lo había aprendido al estar en la Fortaleza Roja al frente de Aerys Targaryen El Rey Loco.
«Siempre me recuerda a Rhaegar, me recuerda todo aquello que no me gusta, que me duele».
—Barbara aún no se si llamarte alteza o su gracia porque siempre has sido la reina ¿No? Nieguelo quien lo niegue—Olenna palmeó la silla a su lado.
—Siempre le he dicho que me puede llamar como guste—Respondió la Baratheon mientras se sentaba a su lado.
—La única mujer que realmente amo Rhaegar Targaryen—«Sí, Lady Olenna pero eso no bastó para detenerlo, él me intento chantajear para escaparnos y cuando me negué se fue con Lyanna para luego raptarme»—. Los Baratheon siempre han tenido ideas raras, sin duda. Les viene de su sangre Targaryen, creo. Pero de ahí a casarte con el príncipe heredero en secreto y darle tres hijos es un exceso pero yo que sé, no viniste a hablar de tu príncipe de plata; la luna de tu vida, si no a hablar de la unión de la casa Targaryen y la casa Tyrell, como comprenderás debemos anular el compromiso de Orys y Margaery.
Bárbara asintió lentamente, prefería que Lucerys contrajera nupcias con Margaery, su primogénito tenía un carácter más adecuado que completaría el de la doncella Tyrell. Además, Luke sería cuidadoso a la hora de hablar con Margaery, él sabía que debía tener cuidado con lo que decía de su padre; sabía que era Rhaegar Targaryen.
«No lo podrán usar en mi contra, lo sabe, lo acepta y lo entiende» Pensó, aliviada «Gracias a los Siete no se parece tanto a Rhaegar».
Porque Luke era como Rhaegar: para aquellos que conocieron al príncipe de plata cuando joven era inevitable no encontrar el parecido entre ambos, a Lucerys le gustaba tocar el arpa de niño; Bárbara lo obligo a dejarlo de hacer luego de la muerte de Rhaegar por el peligro que corría. Luke era el prototipo del perfecto príncipe: muy atractivo y galante, aunque con un espíritu melancólico y en ocasiones frío, que recordaba tanto a Daeron como a Rhaegar Targaryen. Su primogénito era el más parecido a Rhaegar mientras que Orys era como la faceta más despreocupada e incontrolable del príncipe de plata y Rhaenya.
«Se parece a mí pero también tiene el carácter de Daeron; tiene su espíritu, Oberyn también le ha enseñado mucho».
Bárbara a veces le costaba creer que Oberyn no resintiera a sus hijos porque Rhaegar era su padre. La Baratheon supuso que era porque el Martell le amaba, y el amor que le tenia era más fuerte que el odio hacia Rhaegar.
«Y técnicamente que Rhaegar este muerto es su culpa, si no hubiese impedido que Aerys nos diera su bendición para casarnos oficialmente, mi príncipe viviría y seríamos Reyes, también Elia, Daeron y miles de personas no hubieran perdido sus vidas».
—Quiero que tu hija se case con mi nieto.
—¿Con Loras? Si es para que Renly y él…—Balbuceó Bárbara sorprendida pero Lady Olenna la interrumpió.
—No, tu y yo conseguiremos otra solución; eso después, mientras Renly y Loras no se casen y se tengan que ir de Desembarco del Rey con una esposa no habrá problema. Quiero casar a Rhaenya con Willas, a tu hija con mi nieto, Loras ha hablado maravillas y dice que sería una fantástica Lady Tyrell, mi hijo y mis nietos también están de acuerdo. Y espero que tú también, no creo que quieras a tu hija convertida en una odiosa Arryn o peor aún en una Martell, los Siete amparen a la niña de tan cruel destino.
«Rhaenya y Willas Tyrell, no suena mal, de todas formas Rey Rhaegar Targaryen primero con el nombre no sonaba mal y mi querido esposo terminó muerto» Pensó Bárbara, se mordió la mejilla «Y tengo casar a Renly pronto».
Su hermanos menor siempre habia sido como su hijo por lo que le dolía mucho separlo de su felicidad, es decir, de Loras Tyrell pero era necesario hacerlo si quería garantizar seguridad a la casa Baratheon. Los ojos de la Lady Olenna la taladraban, agudos y brillantes como la punta de una espada.
—Tengo una solución y una oferta mejor, el primogénito de Rhaegar Targaryen y nuestra querida Margaery.
—Y qué piensas hacer con Rhaenya—La anciana fruncio el seño—. Si no tienes planes podemos casar a tu hija con Aegon. Sería cuestión de matarlo, luego Daeron El Joven abdicará y Lucerys será el Rey
—Rhaenya se casaría con Willas luego de quedar viuda—Solicitó Bárbara con tono férreo.
«Bien, mirame Elia, tu hijo bastardo terminará en la tumba al igual que tu hija y mis hijos legítimos terminarán en un trono y con grandes dominios ¿Estás enterado de esto Rhaegar? Y si es así, qué opinas, tu muerto y yo haciendo todo lo que te corresponde. Debías ser el Rey y yo la Reina» Reflexiono, sombría.
Lady Olenna asintió y ambas pactaron el acuerdo, empezando con el plan.
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Febrero, 298¹
Desembarco del Rey
Daenerys Targaryen
Las velas de la Balerion colgaban inertes, como abandonadas en los mástiles. De todos modos, mientras estaba de pie en el castillo de proa contemplando el cielo azul sin una nube, Daenerys Targaryen se sentía más feliz que nunca gracias a la buena noticia que había recibido, su hermano estaba de buen humor y le había regalado un vestido y una sonrisa aunque esa felicidad no le duro mucho a Viserys.
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«El hijo menor de Aerys II le había mostrado el vestido largo para que lo examinara.
—Mira qué belleza. Tócalo. Venga, acaricia la tela.
Dany lo tocó. El tejido era tan suave que parecía deslizarse como agua entre los dedos. Nunca había llevado nada tan delicado. Se asustó y apartó la mano.
—¿De verdad es para mí?
—Un regalo de nuestra cuñada—asintió Viserys con una sonrisa—. Este color te resaltará el violeta de los ojos. Y también debes colocarte oro, y de joyas de toda clase. Esta velada debes parecer una princesa.
«Una princesa», pensó Dany. Sabía cómo era aquello; siempre la trataron como tal, pero quizás nunca lo había sentido del todo.
Era la princesa de los Siete Reinos pero si alguien decía «princesa» pensabas en Bárbara Baratheon la Princesa Regente o en Rhaenya Targaryen Baratheon, no en Daenerys Targaryen «Antes de mi esta incluso la ya difunta Elia de Dorne, los siete la tengan en buen recaudo».
Aún así no le tenía rencor a ninguna de ellas ¿Cómo podría? Bárbara Targaryen Baratheon era fuerte y generosa a la vez, inteligente, justa, diligente, leal a sus amigos y terrible para sus enemigos, pero capaz de perdonar, paciente..., en fin era una buena gobernante; ella era el perfecto balance para las locuras del príncipe Oberyn, Dany se estremeció nerviosa.
Le temia al príncipe Oberyn, su reputación era terrible y su carácter aún más. La Princesa Regente era una buena mujer, a pesar de todo Dany oía comentarios que la criticaban llamándola usurpadora pero esos comentarios nunca duraban mucho; el pueblo llano quería a su princesa, a su reina y… la princesa Bárbara era la consejera de los rumores, no permitía que nada que la perjudicará se extendiera mucho. Mientras que Rhaenya era su prima, sangre de su sangre.
«Una prima de la que no recuerdo el rostro sí, pero una prima que me cuidaba y una que era mi compañera de juegos» Dany siempre le había tenido cariño a Rhaenya, y devoción, no había tenido celos de ella si no que se admiraba de quien era su prima «La Dragona Coronada y La Dragona de Arena, le llaman».
De Rhaenya se decía mucho, el pueblo llano la conocía a través de múltiples baladas «El Dragón entre rosas» que trataba del tiempo de Enya en Altojardín a Dany le gustaba la canción más que «La Dragona de Arena» que hablaba de la princesa en Campoestrella, Ermita Alta...pero menos que la «Dragona Coronada» donde narraba las travesías de Rhaenya y Renly Baratheon cuando éste cumplió su mayoría de edad e hizo un viaje por las Tierras de la Tormenta. Pero Dany podía decir que nadie conocía bien a su legendaria prima, ella solo recordaba a la niña rebelde que corría de un lado para otro por la Fortaleza Roja con Aegon en su mayoría y sus hermanos pero se comportaba como una dama delante de los nobles.
Y de Elia de Dorne no se podía decir nada malo, había que ser muy cruel para afirmar algo de tal naturaleza sobre la Martell de la misma forma, Oberyn Martell se encargaba de mantener intacto, vigente e inmaculado el recuerdo de la princesa Elia de más estaba decir que todo el mundo temia a la naturaleza del príncipe de Dorne, Dany se podía incluir en esa lista.
Por eso cuando Aegon Targaryen anuncio en un pequeño banquete para la familia real (Los Targaryen, en esa ocasión prescindieron de la compañía de lord Renly al que apodaban «El príncipe Baratheon» por su condición de favorito de Bárbara siendo como un hijo más, un príncipe) que enviaría a Oberyn Martell conjunto con una comitiva para escoltar a Rhaenya desde el Norte a la Capital Dany se asustó al ver a Viserys, que pasó todo el banquete con una mueca, no quería, bajo ningún concepto, suscitar su ira, lo que Viserys llamaba «despertar al dragón» aún así Aegon había despertado al dragón.
Porque Rhaenya además de ser la princesita más querida tenía los cuartos derechos al Trono de hierro, si bien, los hermanos mayores de Dany: Rhaegar y Daeron solo habían engendrado a Lucerys, Orys, Aegon y Daeron respectivamente, Daeron El Joven siempre era excluido; nadie lo consideraba un futuro rey y él decía que le daba igual “Hay cosas más interesantes que hacer. Soy cómo soy y así es, para política a mi ni me miréis en cambio si vamos a declarar guerra a alguien llamarme y defenderé a mi familia como corresponde pero el Trono—La palabra en sus labios parecía una blasfemia—, jamás, para eso están Aegon y Lucerys” y luego de estos tres venía Viserys pero no, a Viserys le llamaban El Príncipe Indigno, era el pobre hijo de un Rey Loco sin méritos propios. Menos valiente que el
príncipe Lucerys, menos listo que el príncipe Aegon y menos cortés que el príncipe Orys. Ahora, para colmo, debía aguantar que su sobrina fuese antes de él en la línea de sucesión, que recibiera más honores que él.
—¡Han despertado al dragón!—Gritó, una vez que ambos estaban solos en la salita que usaba Dany para tomar el té—. ¡El dragón no suplica, Aegon aprenderá por las malas que es peligroso despertar al dragón! —había jurado Viserys al tiempo que se llevaba la mano a la espada que le había regalado Aegon en su día del nombre.
Ante aquella afirmación, Daenerys se limitó a parpadear y desearle suerte porque Aegon estaba bien protegido y no podía hacerle daño pues era su sobrino; hijo de Rhaegar, sangre de su sangre.
—Tú no le das órdenes al dragón, ¿entendido? Soy el señor de los Siete Reinos, y no obedezco a una niña tonta que no sabe ganarse a las bestias inferiores ¿me oyes? —Le tomo un brazo y le clavó los dedos hasta hacerle daño—. ¿Me oyes?
Dany le dio un violento empujón sin saber de donde vino el impulso. Viserys se quedó mirándola con los ojos liláceos llenos de incredulidad. Su hermana jamás le había plantado cara. Nunca lo había desafiado. La rabia le distorsionó el rostro. Dany supo que Viserys le iba a hacer daño. Mucho daño.
Escuchó como se abría la puerta y el sonido de una espada que se desenvainaba. Su corazón se agito al ver a quién entró era un joven delgado y derecho como hoja de daga, aunque de estatura mediana, y rondaba la edad de Dany. Su rostro, enmarcado por bucles muy rubios, era altivo y de facciones perfectamente dibujadas: frente alta, pómulos marcados, nariz recta y piel clara, sin la menor irregularidad. Sus ojos eran de color violeta oscuro y echaban chispas por un momento, le llegaron a parecer negruzcos.
—No la toques—Le prohibió Luke acercándose con el arma blanca.
—¡No puedes...!—Antes de terminar la frase Viserys tenía la punta de la espada pegada a la nuez, Luke empujo la espada de tal forma que si Viserys no quería morir desangrado debía alejarse de Daenerys echándose hacia atrás.
—Sal de aquí—Ordenó el primogénito de Bárbara Baratheon con el rostro atormentado por la rabia.
—Nadie le da órdenes al dragón —ladró Viserys—. ¡Soy tu príncipe; yo soy el heredero de Aegon, como debí haberlo sido de Rhaegar! ¡Le tendríaque enviar tu cabeza a tu asquerosa y usurpadora madre!
La joven Targaryen dejó escapar un gemido, Luke la miró con una mezcla de compasión y cariño ignorando a Viserys, momentáneamente.
—No tengas miedo; no te va a hacer daño Dany, no mientras yo viva—El tono de voz de Luke era tan dulce como ninguna que había escuchado en su vida. Se volteó a Viserys—, largo, ahora mismo.
—Por favor…alteza yo no quería, no quería…, sólo yo..., Aegon es nuestro sobrino tu no puedes, no debes—Dany no sabía cómo expresarlo sin despertar al dragón.
—Y luego querrás que me arrodillé ante la loba de nuestra prima, que se junta con los lobos traidores que llevan la sangre de Lyanna Stark y que sea su paladín en el Torneo—Interrumpió Viserys.
—No, yo no…—¿Por qué era siempre tan cruel? Solo pretendía ayudarlo, si Bárbara Baratheon, Jon Connington o Doran Martell se enteraban de que le quería hacer daño a Aegon el castigo sería severo—. No puedes hacerlo, nuestra cuñada elegirá a los paladines con Rhaenya...
Era justo lo que no debía decir. La ira relampagueó en los ojos liláceos de su hermano, pero no se atrevió a golpearla: Luke lo mantenía lejos y con la espada en el cuello. Aunque algo más que eso lo detenía.
«Le teme» Recordó Dany al ver el rostro de Viserys «Desde aquella vez que Viserys harto de que Rhaenya preguntará cuanto faltaba para que su gata tuviera bebés terminó sacándolos de la tripa de su madre con un puñal y se los entregó a Rhaenya con una mortaja de seda. Ella quería golpearlo por matar a la gata y cuando Luke le reclamó; Viserys lo que hizo empezó a gritar, tras los empujones vinieron los puñetazos; en respuesta a las burlas de Viserys sobre lo débil que eran los hijos de Bárbara Baratheon y que no toleraban ver la muerte, finalmente Luke que si bien no es violento no permitió que ofendieran a Enya; le quito el puñal a Viserys y se lo pasó por la mejilla, dejándole un tajo por arriba del pómulo y dijo que tenía que ser agradecido de que no le saco un ojo y se llevó a Enya de ahí».²
Lucerys extendió su otra mano y tomo lo primero que encontró: un látigo enroscado.
Crac.
Le acertó de lleno en la cara, lo hizo retroceder. Cayó de espaldas sobre la alfombra, le corría la sangre por la mejilla.
—Tú eres el que parece olvidar algo —le dijo con tono férreo—. ¿Es que no aprendiste nada aquel día, en el jardín? Márchate ahora mismo, o llamaré a ser Arthur Dayne para que te saque de aquí. Y reza para que el príncipe Oberyn no se entere de esto, o te abrirá el vientre y te hará comer tus entrañas, eso si tienes suerte y no mueres estrangulado ¡Ser!
Rápidamente Donnel Arryn, el miembro mas reciente de la Guardia Real apareció en su campo de visión, Dany sabía que nada bueno surgiría si Viserys cometía un error el joven capa blanca no dudaría en ejecutarlo. Donnel era mejor amigo y fiel defensor de Lucerys Targaryen, era capaz de morir por él y seguir hasta el otro lado del mar si era necesario, seguido de Oswell Whent; en su yelmo blanco, el murciélago que era el emblema de su casa desplegaba las alas negras...»
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Dany intento no estremecerse ante el recuerdo. Viserys, por su parte, había recibido un castigo ejemplar: le habían cortado los fondos. Cómo pocas veces Bárbara Baratheon y Jon Connington estaban de acuerdo en algo; por lo que Oberyn Martell no tuvo que intervenir, ahora su hermano mayor no tenía dinero para pagar al grupo de mercenarios que tenía a su cargo ni los terciopelos ni sedas ni ningún capricho de los que se daba. La Targaryen se apiado de su hermano y le financió sus cosas, el dinero le sobraba; Bárbara se encargaba de darle todo lo que quisiera para comprar una infinidad de joyas de todo tipo: tiaras de oro, aretes de rubíes, anillos con diamantes... Y vestidos de sedas, terciopelos, el costoso encaje de Myr. No necesitaba todo el oro que la Princesa Regente le daba, más bien lo apreciaba y ahorraba ya que legalmente su padre; Aerys Targaryen, El Rey Loco, no había hecho testamento y su último movimiento legal había sido nombrar como único y legítimo heredero de la corona a Lucerys.
«Si mi padre no se hubiese vuelto loco probablemente no nos hubiera dejado sin herencia, Rhaegar y Daeron estuviesen vivos...» Reflexiono Dany.
Trato de centrarse en cuanto le gustaba el olor penetrante y salado del aire y la inmensidad del horizonte infinito, limitado solo por la bóveda de cielo azul que lo cubría. La hacía sentirse diminuta, pero también libre. Le gustaban los delfines que a veces nadaban junto a la Balerion, cortando las aguas como lanzas
plateadas, y los peces voladores que divisaban de vez en cuando. Hasta le gustaban los marinos, con todas sus canciones e historias. Distraída, se tropezó con alguien al entrar a la Fortaleza Roja.
—Lo siento mucho, alteza—Murmuró Daenerys al ver que se había tropezado con su sobrino—, un gusto verlo ser—Añadió al ver a Ser Arthur Dayne, la Espada del Amanecer. La empuñadura de su mandoble, Albor, le asomaba por encima del hombro derecho.
—Te estaba buscando Dany—Comentó Aegon con su típico tono férreo—, necesito hablar contigo—Miró un momento a Jaime Lannister, alto, rubio, con ojos verdes deslumbrantes. Que ese día era el designado para cuidar a Dany—. Podéis retiraros ser Jaime, ser Arthur nos escoltará a mi tía y a mi.
El León de Lannister asintió antes de irse y dijo, con una sonrisa que cortaba como un cuchillo:
—Sin dudas ser Arthur Dayne, la Espada del Amanecer, nos podría matar a todas las espadas blancas con la mano izquierda solamente y eso que somos los mejores del reino. Con vuestro permiso, Altezas.
Tía y sobrino empezaron a caminar en un tenso silencio hasta que Aegon decidió romperlo comentando que sabía lo de Viserys.
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La Princesa Bárbara Targaryen; antes Baratheon regente y consejera de los rumores estaba sentada en un silla erguida, su belleza era conocida por los Siete Reinos, habían mil y una historias sobre ella desde que los príncipes Daeron y Rhaegar iniciaron la guerra civil (la Danza) por ella hasta que era una hechicera y por eso mantenía tal aspecto a su edad.
Los cabellos negros como la media noche estaba en trenzas en forma de corona, rasgos bien dibujados, los ojos como un mar azul oscuro. Era alta y de mirada hechicera, desprendía delicadeza y dulzura pero su apariencia engañaba ya que era apodada La Princesa de Hierro.
—¿Necesitan algo? Los esperaba a ambos pero por separado.
La mujer hizo un ademán para que se sentaran a su lado, junto a la ventana. Bárbara sirvió un par de copas para los jóvenes que se acercaban a sus lados a su vez, llamo a Gagy Penrose, una niña pelirroja sobrina de ser Cortnay Penrose; el castellano de Bastión de Tormentas, para que les trajera unos pasteles de crema, que eran los favoritos de Bárbara, y jengibre confitado que le gustaba al príncipe como sabían todos sus allegados.
—Quería hablar de Rhaenya.
—Lo supuse y eso directamente nos lleva a los Strak—Los ojos de Bárbara se oscurecían a medida que hablaba, Dany había aprendido a reconocer ese gesto que la mujer hacia cuando algo le molestaba—. ¿Y tú Dany, qué quieres?
La princesa sabía que la pregunta no era a mal pero se sintió atacada ¿Qué quería? No lo sabía con certeza…
—Acompañé al príncipe a hablar contigo, cuñada.
—Quería que Dany me ayudará con lo que te iba a pedir, tía—Apoyó Aegon enseguida, el tomo un sorbo del dorado del Rejo.
—¿Si?—Bárbara Baratheon alzó una ceja incrédula—. Bueno, vamos al tema por favor, sobrino.
—Quería pedirte permiso para casarme con Rhaenya—Se decidió a decir el príncipe heredero.
—¿Le preguntaste a ella?
Aegon se removió incómodo; sólo el príncipe Oberyn y la princesa Bárbara lograban eso en el futuro rey, negó con la cabeza.
—Le dije algo parecido, le dije que tome las medidas necesarias.
—Sobrino “las medidas necesarias” pueden ser cualquier cosa—Bárbara se levantó caminando a través de la estancia observando los jardines a través de su ventanal.
—Lo sé, pero también le dije que conseguí una forma de librarla del compromiso sin ofender a los Stark. Además la única forma de liberarla del compromiso es su bota…—En aquel momento llegaron los pasteles de crema y Aegon guardo silencio mientras comía jengibre confitado.
Dany recordaba cual era la bota de Rhaenya: un anillo de oro, rubí y diamantes negros que le había dado Rhaegar al hermano mayor de Daenerys; Daeron, antes de la rebelión, dos dragones de tres cabezas, uno a un lado y uno al otro: las armas de Daeron, príncipe de Refugio Estival en el que hubiera sido el reinado de Rhaegar Targaryen, el príncipe de plata. El símbolo de unión de los hermanos, primero por el compromiso de Rhaenys y por Lucerys, luego por el de Aegon y Rhaenya.
—O usas la estrategia de “Yo soy el rey y yo mando”—Dany sonrió tímidamente mientras lo decía—. Dudo que te la ganes con eso, y ella tenía otros pretendientes.
—Quiero proponerle matrimonio oficialmente en el baile de bienvenida—El hijo de Rhaegar Targaryen apretó los labios, furioso—. Da igual quien la quiera, no me presentaré ante mi prima como un mendigo. Llegaré como su igual.
—Serás el Rey Aegon pero dudo que a Rhaenya le importe—La Baratheon sonrió burlona cuando se detuvo, Dany pensó que ninguna otra persona que no fueran Oberyn o ella se atreverían a hablarle así—. Olenna Tyrell quiere a mi hija futuro señor de Altojardín y Guardián del Sur, Elbert Arryn tiene un hijo al igual que su primo Denys y Lady Stark no es un mal título. Claro que eso pasara si Rhaenya te acepta.
—Me aceptará. Tiene que aceptarme.
—¿«Tiene que»? —recalcó Bárbara—. Tch, tch. No es algo que a cualquier Baratheon nos guste mucho oír. Sin duda sois el príncipe perfecto: astuto, osado y tan atractivo como podría soñar cualquier doncella. Pero ni hija no es ninguna doncella. Es una Targaryen Baratheon Nymeros Martell. A lo mejor no está tan dispuesta como creéis.
—Lo estará.—El príncipe Aegon parecía consternado. Era obvio que no se había parado a pensar en la posibilidad de que su futura esposa lo rechazara—. Vos no la conocéis—Dijo cuando Dany insistió y con un golpe brusco. La chica se encogió de hombros.
—No ella no lo hace. Pero yo sí, y te digo que no será fácil, es como si fuera hija de Lady Olenna gracias al tiempo que pasó en Altojardín y el tiempo en Dorne la hizo fuerte más que cualquier Martell.
—Decid lo que gustéis, Dany, tía. Enya será mi esposa; lord Connington se encargará de eso.Confío en él como si fuera sangre de mi sangre.
—“Tal vez deberíais ser vos el bufón, y no yo. ¡No confiéis en nadie, príncipe mío!—Exclamó Bárbara repentinamente, asustando a Dany—. Ni en vuestro maestre sin cadena, ni en vuestra mano, ni en el gallardo Pato, ni en la adorable septa que os educa, ni en ninguno de estos buenos amigos que os han criado. Por encima de todo, no confiéis en Bárbara Baratheon y mi hermana, ni en tus tíos y primos, ni en la princesita dragón con la que pensáis casaros. Tanta desconfianza os agriará en el estómago y no os dejará conciliar el sueño, sí, pero eso es mejor que sumirse en aquel que no se despierta—La princesa Baratheon se sentó frente a ellos luego de soltar su copa—. En fin, ¿qué sabré yo?” Eso te dijo Tyron Lannister antes de irse, sobrino ¿verdad?
—Sí pero tampoco confío en él—El príncipe estaba avergonzado—. ¿Cómo lo sabes?
—Lo sé y es lo que importa. Pero lo cierto es que haría las cosas de manera diferente para poder ganarte a Enya.
—¿Cómo de diferente? —Aquellas palabras habían captado la atención del chico.
—¿Si estuviera en vuestro lugar?—Preguntó Bárbara—. Bueno, pídele matrimonio antes que nada y por un tiempo no se lo digas a nadie más, Dany nos guardará el secreto—La Targaryen asintió rápidamente—. Organiza un torneo y que sea tu reina del Amor y la Belleza, dale su lugar y que no sea tu reina consorte si no tu igual.
—Pero…—El príncipe Aegon dudaba—. Si Rhaenya en verdad no me quiere, y ha pasado tanto tiempo lejos ¿Cómo se que me aceptara?—Miró a Dany y se obligó a mantener la compostura.
—Los Stark son un buen inicio, quiere a Arya como si fuera su hermana…, no, la quiere más que una hermana.
—A Arya le gustan las espadas, eso me dijo Enya, tía—Aegon reflexiono—. ¿Y si le consigo un profesor?
—A eso me refiero.
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¹Aquí tengo un problema con la cronología, no tengo ni idea cuando tarda en llegar una carta de Desembarco del Rey (Kings Landing) a Invernalia por lo que este capítulo de Daenerys sucede antes del Capítulo 1, es decir, esto ocurre antes del 27 de Febrero de 298 DC suponiendo que tarda más de dos semanas puedo decir que Aegon envío el ave entre los últimos días de enero y principios de febrero y del compromiso se enteró entre los últimos días de enero y principios de febrero también.
²Esta anécdota es una combinación de lo que hizo Joffrey con un gato (en este caso lo que hizo Viserys) y lo que hizo Lucerys Velaryon hijo de Rhaenyra Targaryen (El Lucerys Targaryen original).
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Intentaré ser breve pero no lo garantizo, hay varios puntos a tratar:
1- Daenerys Targaryen: O la amas o la odias, en lo personal a mi no me gusta el personaje, al punto de decir «¡sí!» cuando la mato Jon, yo quería que ella obtuviese el Trono de hierro (entre todos no estaba tan mal) pero de ahí a quemar Desembarco del Rey. Me gustaría que comentarán que les pareció Dany y si le faltó algo ya que su opinión cuenta (comenten sin pena) ya que ella será un personaje recurrente.
2- Viserys Targaryen, prometí que Dany no sufriría tanto con él y Lucerys ya se está encargando de darle sus guantazos a Viserys El Príncipe Indigno.
~Isabel~
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