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Jaime Lannister, el Matarreyes

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298 Dc
Desembarco del Rey
Rhaenya Targaryen

ARYA LLEVABA CUATRO HUEVOS DE DRAGÓN, TRES DE ENYA Y UNO DE LUCERYS, era regalo del príncipe Rhaegar Targaryen, su padre aunque ella no lo supiera.

Tenían planes para despertar a los dragones, ambas se habían ido juntas luego de que la Stark  apareciera.

Arya se había llevado un regaño cuando Harwin y Tom el Gordo la acompañaron ante él, su tío estaba retirado en una habitación, con una lamparilla de aceite junto al codo. Leía el libro más grande que Arya había visto jamás. Era un tomo gigantesco, grueso, con páginas de pergamino amarillo y quebradizo llenas de escritura ilegible, y tapas de cuero descolorido. Lo cerró para escuchar el informe de Harwin, y tenía el rostro tenso cuando les dio las gracias a los hombres y les ordenó que se retiraran.

—¿Te das cuenta de que la mitad de mi guardia te estaba buscando?—dijo Eddard Stark en cuanto se encontraron a solas, Rhaenya los observaba en silencio sentada en una silla—. La septa Mordane está al bordede un ataque.

»Lleva horas en el septo, rezando por que te encuentres bien. Arya, sabes de sobra que nunca puedes cruzar las puertas del castillo sin mi permiso o sin el permiso de Robb o de Enya...

—No he cruzado las puertas—replicó ella—. Bueno, sí, pero sin querer. He bajado a las mazmorras, y resulta que había un túnel, estaba todo oscuro y yo no tenía antorcha ni velas, así que tenía que seguir caminando. No podía volver por donde había entrado, porque había monstruos. ¡Tío, hablaban de que querían matarte! Los monstruos no, los dos hombres. Ellos no me han visto, porque me hequedado quieta como una piedra y silenciosa como una sombra, pero yo los he oído. ¡Decían que tenías un libro y un bastardo, y que si una mano podía morir, otra también! ¿Ese es el libro? ¿Y el bastardo es Jon?

—¿Jon? Arya, ¿se puede saber de qué hablas? ¿Quién ha dicho eso?

—Aquellos hombres—replicó la niña—. Había uno gordo con anillos y barba amarilla de dos puntas, y otro con cota de malla y casco de acero, y el gordo decía que tenían que retrasarlo, pero el otro decía que no podía seguir haciendo juegos malabares, y que el lobo y el león se iban a enfrentar, y que esto ya no era un juego para dos jugadores.—Intentó recordar el resto. No había comprendido todo lo que había oído, y los conceptos se le mezclaban en la cabeza—. El gordo decía que la princesa iba a empezar otro Harrenhal—Rhaenya empalideció—. El del casco de acero, que llevaba la antorcha, decía que tenían que darse prisa. Me parece queera un mago.

—Un mago—dijo Ned sin sonreír—. ¿Llevaba barba larga y blanca, y sombrero puntiagudo adornado con estrellas?

—¡No! No era como en los cuentos de la Vieja Tata. No parecía un mago, pero el gordo decía que era un mago.

—Arya, te lo advierto, como te estés inventando todo esto…

—No, ya te lo he dicho, estaba en las mazmorras, y había una pared secreta. Yo estaba cazando gatos, y entonces…—Frunció los labios. Si reconocía quehabía derribado al pequeño Tommen, su tío se iba a enfadar mucho con ella—. Y me he colado por la ventana. Y allí estaban los monstruos.

—Monstruos y magos—dijo Rhaenya, sin entender—. ¿Y dices que hablaban de malabarismos y de juegos?

—Sí—reconoció Arya—. Pero…

—Seguro que eran titiriteros, Arya—la interrumpió su tío—. Ahoramismo hay más de una docena de compañías en Desembarco del Rey; han
venido a sacar beneficio de las multitudes que asistan al torneo. No sé qué harían esos dos en el castillo; quizá el príncipe les haya pedido que organicen un espectáculo.

—No—dijo la niña sacudiendo la cabeza, obstinada—. No eran…

—Además, no deberías ir por ahí espiando a la gente, ni siguiendo a nadie. Tampoco me gusta que mi sobrina se cuele por ventanas y persiga gatos callejeros. ¿Has visto cómo estás, cariño? Tienes los brazos llenos de arañazos. Esto ya ha ido demasiado lejos. Dile a Syrio Forel que quiero hablar con él…

—Yo si te creo Arya, hay muchos pasadizos y…

La interrumpió un golpe repentino en la puerta.

—Perdonad, lord Eddard —dijo Desmond al tiempo que abría unos pocosdedos—, pero ha llegado un hermano negro, y suplica que lo recibáis. Dice quese trata de un asunto de gran urgencia. He pensado que querríais saberlo lo antes
posible.

—Mi puerta siempre está abierta para la Guardia de la Noche—respondió lord Eddard.

Desmond hizo pasar a un hombre encorvado y feo, de barba desaliñada y ropa sucia, pero su padre lo recibió con cordialidad y le preguntó su nombre.

—Yoren, señor, a vuestro servicio. Os pido perdón por lo avanzado de la hora. Alteza—Hizo una reverencia a Rhaenya y luego a Arya—. Y este debe de ser vuestro hijo. Se os parecemucho.

—Soy una chica—replicó Arya, molesta. Si aquel viejo llegaba del Muro, sin duda habría pasado por Invernalia— ¿Conocéis a mis hermanos?—preguntó, nerviosa—. Bran están en Invernalia, y Jon en el Muro. Jon Nieve, éltambién está en la Guardia de la Noche, seguro que lo conocéis, tiene un lobohuargo blanco con los ojos rojos. ¿Lo han nombrado y a explorador? Yo soy Arya
Stark.—El viejo de las ropas malolientes le lanzó una mirada extraña, pero ella no podía dejar de hablar—. Cuando volváis al Muro, ¿le llevaréis una carta mía aJon?—¡Cuánto echaba de menos a su hermano en aquel momento!

—Mi sobrina tiende a olvidar sus modales—dijo Eddard Stark, con una sonrisaque suavizaba las palabras—. Te ruego que la perdones, Yoren. ¿Te envía mihermano Benjen?

—A mí no me envía nadie, mi señor, salvo el viejo Mormont. He venido a buscar hombres para el Muro, y en la audiencia con Aegon me hincaré de rodillas y le suplicaré que nos ayude en estos momentos de necesidad; quizá el principe tenga algo de basura en las mazmorras y quiera librarse de ella.

»De todos modos, bien se podría decir que Benjen Stark es el motivo de esta conversación. Por sus venas corre sangre negra, así que lo considero tan hermano mío como vuestro. He venido por él. He cabalgado tanto que mi yegua ha acabado al borde de la muerte, pero he dejado bien atrás a los demás.

—¿Los demás?

—Mercenarios, jinetes libres, gentuza así—escupió Yoren—. Abarrotaban la posada, y vi que captaban el olor. El olor de la sangre, o el olor del oro, que al
final son lo mismo. Pero no todos se dirigían a Desembarco del Rey. Algunos galopaban hacia Roca Casterly, que está más cerca. Podéis estar seguro de que lord Kevan y a habrá recibido la noticia.

—¿Qué noticia?—El tío del Joven Lobo tenía el ceño fruncido.

—Una noticia que sería mejor transmitir en privado, mi señor —contestó Yoren mirando a Arya y a Enya—. Disculpad mi atrevimiento.

—Como quieras. Desmond, acompaña a mi sobrina a sus habitaciones.—Labesó en la frente—. Mañana terminaremos nuestra charla.

—No le habrá pasado nada malo a Jon, ¿verdad?—preguntó Arya a Yoren sin moverse—. Ni al tío Benjen.

—Bueno, de Stark no tengo noticias, pero el chico, Nieve, se encontraba bien cuando partí del Muro. Ellos no son los que me preocupan.

—Vamos, mi señora—dijo Desmond tomándola de la mano—. Ya habéis oído a vuestro señor tío.

—¿Y Rhaenya?

—Es sobre mi tío, ¿No? Ya sé que pasó con mi tío Robert y con lady Catelyn, ve Arya, te veo luego.

Pues había tenido que irse, Ned Stark la había despedido, luego se encontró con Robb que iba a hablar con su tío.

—Hola—Le sonrió él, intentando hablar con ella, aún no superaba que se fuera a casar con Aegon.

—Stark—Espetó tan gélida como el norte, aún molesta, y se fue con la niña a despertar a los dragones.

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Ned dejó que lord Petyr Baelish siguiera parloteando. Al cabo deun rato se calló, y siguieron cabalgando en silencio. Las calles de Desembarco del Rey estaban oscuras y desiertas. La lluvia había hecho que todo el mundo se pusiera a cubierto en el interior de las casas. Caía sobre la cabeza de Ned, cálidacomo la sangre e implacable como los remordimientos. Por el rostro le corríangruesas gotas de agua.

—Me han dicho que ha tenido un bebé conuna muchacha del Valle.—le había dicho Lyanna en Invernalia, en una noche ya muy lejana, cuando su padre la prometió con el joven señor de Bastión de Tormentas.

Ned había tenido el bebé en los brazos; no podía negarlo, ni tampoco quería mentir a su hermana, pero le aseguró que lo que hubiera hecho Robert antes del compromiso no importaba, que era un hombre bueno y que la amaba con todo su corazón. Ante aquello, Lyanna se limitó asonreír y a añadir.

El amor es maravilloso, mi querido Ned, pero nada puede
cambiar la naturaleza de un hombre.

Había conocido otra bastarda de Robert ese día, Bárbara Baratheon no debía enterarse de eso.

—Lord Baelish, ¿qué sabéis de los bastardos de Robert?

—Para empezar, que tiene más que vuestro hermano.

—¿Cuántos?

—¿Qué más da?—contestó Meñique encogiéndose de hombros. Por los pliegues de su capa corrían reguerillos de agua—. Sé que reconoció al chico de Bastión de Tormentas, el que engendró la noche de bodas de lord Stannis. No le quedó otroremedio: la madre era una Florent, prima de lady Selyse, una de las doncellas. Por lo que cuenta Renly, lord Stannis lo consideró una mancha en el honor de la casa de su esposa, así que cuando el bebé nació, se lo envió a Renly para que él se hiciera cargo. La princesa Rhaenya le tiene mucho cariño.

La lluvia caía con más fuerza, se le metía en los ojos y tamborileaba contra el suelo. Por la colina bajaban auténticos ríos de agua negra.

—¡Mi señor!—exclamó Jory de repente. Su voz denotaba alarma, y de pronto la calle estuvo llena de soldados.

Ned divisó cotas de malla sobre cuero, guanteletes y canilleras, y yelmos de acero con leones dorados en la cresta. Las capas empapadas se les pegaban a laespalda. No le dio tiempo a contarlos, pero eran al menos diez, iban a pie, armados con espadas y lanzas de punta de hierro, y bloqueaban la calle.

—¡Atrás!—Oyó gritar.

Pero cuando dio la vuelta a su montura, había más soldados detrás para cortarles la retirada. La espada de Jory salió al momento de la vaina.

—¡Abrid paso o morid!—exclamó.

—Los lobos aúllan—comentó el líder. Ned vio que le corría la lluvia por elrostro—. Pero es una manada pequeña.

—¿Qué significa esto?—dijo Meñique mientras avanzaba con su caballo, paso a paso, con suma cautela.

El barro amortiguaba el sonido de los cascos. La hilera de hombres se abrió para dejarle paso. El león de los Lannister rugía desafiante en su coraza dorada.

—Esto es una locura, Lannister —dijo Meñique—. Déjanos pasar. Nosesperan en el castillo. ¿Qué crees que haces?

—Sabe muy bien qué hace—dijo Ned con voz tranquila.

—Muy cierto—dijo Jaime Lannister con una sonrisa—. Busco a mi hermano. Os acordáis de mi hermano, ¿verdad, lord Stark? Estuvo con vosen Invernalia, no sé si caéis. Pelo rubio, ojos desemparejados, lengua afilada… Un tipo bajito…

—Lo recuerdo perfectamente—replicó Ned.

—Por lo visto ha tenido problemas por el camino. Mi señor padre se sentiría insultado. No tendréis idea de quién habrá maltratado a mi hermano, ¿verdad?

—Vuestro hermano ha sido detenido por orden mía, para responder por sus crímenes—dijo Ned Stark.

—Mis señores…—gimió Meñique, desalentado.

—Mostradme vuestro acero, lord Eddard—dijo ser Jaime desenvainando la espada mientras avanzaba—. Si es necesario os mataré como casi mato a Aerys, pero preferiría que murierais con una espada en la mano—Lanzó a Meñique una mirada fría y despectiva—. Lord Baelish, apartaos si no queréis que caiga alguna mancha de sangre en esos ropajes tan caros.

—Iré a buscar a la Guardia de la Ciudad—prometió a Ned. A Meñique no le hacía falta que le insistieran.

La hilera de los Lannister se abrió para dejarle paso y volvió a cerrarse tras él. Meñique espoleó a la yegua y desapareció al doblar una esquina. Los hombres de Ned habían desenvainado las espadas, pero eran tres contra veinte. Muchos ojos los espiaban desde las ventanas cercanas, pero nadie estaba dispuesto a intervenir. Su grupo iba a caballo, mientras que los Lannister, a excepción de Jaime, iban a pie. Si cargaban, podrían escapar, pero Eddard Starkconsideró que había una táctica con más garantías de éxito.

—Si me matáis—advirtió al Matarreyes—, Catelyn no dudará en acabar con Tyrion.

Jaime Lannister puso contra el pecho de Ned la espada dorada que hubiera derramado por poco la sangre del último de los reyes dragón.

—¿De veras? ¿La noble Catelyn Tully de Aguasdulces asesinaría a un rehén?No, creo que no.—Suspiró—. Pero no pienso arriesgar la vida de mi hermanoconfiando en el honor de una mujer.—Jaime envainó la espada—. Así que dejaré que vayáis corriendo a contarle a mi querida Bárbara Baratheon el susto que os he dado. ¿Creéis que le importará mucho? Ella siempre me ha querido a mi como a Rhaegar—Se echó hacia atrás con los dedos el pelo mojado e hizo dar media vuelta a su caballo. Cuando estuvo detrás de la línea de hombres, volvió la vista hacia el capitán—. Encárgate de que lord Stark regrese sano y salvo, Tregar si no Ara se enojara.

—A vuestras órdenes, mi señor.

—Pero… Tampoco queremos que escape sin castigo, así que…—A pesar de la lluvia y la noche, Ned divisó la sonrisa blanca de Jaime—. Mata a sus hombres.

—¡No!—gritó Ned Stark al tiempo que desenvainaba la espada.

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Oberyn Martell

Theon Greyjoy estaba sonriendo. Sonreía mucho, como si el mundoentero fuera un chiste y solo él lo entendiera. Por lo visto, Robb admiraba a Theon y le gustaba estar con él, pero a Oberyn nunca le había caído bien el kraken al igual que a Arya Stark. Esa mañana habían hablado ambos:

—¿Oíste cómo aullaba Nymeria anoche?

—Viento Gris también estaba inquieto—asintió Robb. Tenía el cabello castañodemasiado largo y revuelto, y la pelusa gris que le cubría la mandíbula le hacíaaparentar más de quince años—. A veces tengo la sensación de que saben cosas… sienten cosas…—Suspiró—. Nunca sé qué debo contarte y qué no, Arya. Ojalá fueras mayor.

Aún no le habían dicho a la niña que Ned había sido herido. Robb parecía triste, y hasta un poco asustado, Oberyn lo compadecía. El Joven Lobo se había pasado eldía entero encerrado, reunido con Josh Arryn, Theon Greyjoy y sus escuderos excepto obviamente Jon Nieve. Al parecer su padre; Brando Stark, había enviado un mensaje a Helman Tallhart y a Galbart Glover par que reunieran cada uno a cien arqueros para defender Foso Cailin.

«Con doscientos arqueros se puede defender el Cuello contra cualquier ejército».

Y dio instrucciones a lord Manderly de que debe fortificar y reparar todas las defensas de Puerto Blanco, y encargarse de que estén bien dotadas de
soldados.

Se Acerca el Invierno.

Y la Guerra de los Cinco Reyes.

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¿Ned se salva o no? ¿Sansa se irá con los Lannister? ¿Quién morirá?

¿Cersei le dirá a Rhaenya que es hija de Rhaegar? Esto último en el próximo capítulo.

~Isabel~

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