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Arianne Martell, Myrcella Lannister y Robb Stark

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Rhaenya Targaryen

ROBB ROMPIÓ EL MANGO DEL ARMA DE SU CONTRINCANTE, a un palmo de su mano, usando los restos de escudo. Entonces arrojó el escudo roto, y de pronto era él quien llevaba el ataque. En cuestión de segundos el León se apoyaba en una rodilla y pronunciaba su rendición.

Sin embargo, un Lannister siempre paga sus deudas, quizá Jaime Lannister le ganaría a Robb Stark al final.

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Rhaenya estaba al lado del Stark entre cojines de plumas y mantas de piel, en el pabellón del chico de rizos cobre.

—Enya, estaré bien—Murmuró Robb, habían pospuesto la primera parte de las justas donde retaban a los paladines de Rhaenya hasta mañana en la mañana, en la tarde se celebró la modalidad de todos contra todos—, no me regañes más, le gane a Jaime Lannister, ahora lo llaman el León Marrón ¿Podrías quedarte un rato? Ahora tengo como compañía a Jon; aunque él se irá pronto, y Arya venía pero la septa Mordane la detuvo.

—Debería ignorarte Robb Stark—Suspiró Enya, acariciaba al esbelto lobo huargo que estaba a su lado—, te detestó Robb Stark de Invernalia, por los siete, ¡Luchaste con Jaime Lannister!—El nombre parecía en sus labios una blasfemia. Tomo un melocotón de uno de los cuencos con melocotones, peras y ciruelas cortesía de Renly Baratheon—. Eres un tonto, un lobo necio, y herido.

Rhaenya tuvo una idea. Lanzó la fruta al Stark. Robb la atrapó en su mano y la dejo a un lado.

—Eres terrible—dijo bromeando—, bueno, para mañana estaré bien y no necesito la pierna para montar de todas formas, el que si está mal es tu primito, Egg.

—No me lo recuerdes—Rhaenya suspiro.

La expresión de Robb era una de diversión.

—Aún así te quieres ir. Con Loras el erizo furioso y Viserys el Príncipe Indigno, homicida, loco....

—Sí, lo sé—Rhaenya se estremeció al recordar lo que Myriah le había contado del duelo de Viserys y Aegon.

«Tras un arranque lento, en la tercera carga Aegon fue ganando rapidez; su enemigo, en cambio, espoleó con fuerza al corcel rojo.

—¡Mátalo!—exclamó de pronto Daeron trayendo como consecuencia una mirada reprobatoria de Daenerys—. ¡Mátalo, que ya lo tienes, hermano! ¡Mátalo, mátalo, mátalo!

La lanza del príncipe Viserys, con punta de oro y franjas rojas, naranjas y amarillas en el asta, apuntó hacia el suelo.

—Demasiado bajo—Dijo Oberyn nada más verlo—, necesita levantarla o en lugar de Aegon le dará al caballo.

Entonces, con incipiente horror, Bárbara empezó a sospechar que Viserys no tenía la menor intención de elevarla.

—No puede ser que quiera...

—No lo dudes—Afirmó Oberyn antes de moverse de su asiento, bajo de la tarima de un salto.

Viendo con ojos enloquecidos lo que se le venía encima, el corcel de Aegon trató de apartarse en el último momento. Demasiado tarde. La lanza de Viserys se clavó justo encima de la pieza que cubría el esternón del animal y salió por el otro lado del cuello con un chorro de sangre roja. El caballo se derrumbó con un chillido y su caída lateral hizo pedazos la barrera. Aegon quiso zafarse, y salto del caballo, terminó dando vueltas por el suelo.

El sitio se llenó de gritos. Varios hombres corrieron al centro para ayudar a Aegon, pero los detuvieron las coces del caballo agonizante. Viserys, que había seguido hasta el final del pasillo con despreocupación, dio la vuelta a su caballo y regresó al galope.

También gritaba, pero los relinchos del caballo, casi humanos, impidieron a alguien entender lo que decía. El príncipe saltó a tierra, desenvainó la espada y se acercó a su contrincante caído.

Tuvieron que retenerlo Oberyn Martell y Lucerys que había entrado a la arena. Arya se retorció en brazos de la septa Mordane.

—¡Déjame bajar!—decía—. ¡Pobre caballo! ¡Déjame ir!

Un soldado remató al corcel de Aegon con un hacha y dio fin a los atroces chillidos mientras Lucerys arrastraba a Viserys fuera de la arena y Oberyn los flanqueaba y gritaba al príncipe Targaryen».


—Debo irme—Se decidió, Rhaenya y salió de la tienda con Donnel Arryn siguiéndola.

Ya no había mucha gente por ahí. Luego de lo que pasó entre Aegon y Viserys no se realizaron más justas, una vez remediado el caos, faltaba poco paraque se escondiera el sol, por lo que Aegon suspendió el torneo y en cambio, se celebró la competición de tiro con arco que ganó un chico procedente de las marcas de Dorne.

—Vuestras participación en la justa fue espléndida ser—Alagó Rhaenya a Donnel, había descabalgado a su hermano luego de romper siete lanzas según Myriah.

—Y mañana será vencido por mi, alteza—Un hombre casi de su edad apareció frente a ella, al principio no lo reconoció pero supo quien era al escuchar sus palabras—Es un placer tener su compañía, dejadme que me presenté por si no me recordáis soy ser Gerold Dayne, señor de Ermita Alta.

«Tiene una boca cruel, y una lengua más cruel todavía» Lo recordaba del tiempo que pasó en Campoestrella y Ermita Alta con Myriah y Oberyn «Lejos de Doran pero cerca de quienes testificaban mi buen comportamiento».

—Si os recuerdo, tengo que irme.

Gerold Dayne la tomó sutilmente de la mano y dijo:

—Os interesa hablar conmigo.

—Sin duda sos familia de Arthur Dayne—comentó Rhaenya.

—Es la Espada del Amanecer.

—¿Vos seréis la Espada del Amanecer?—Enya sabía que aquella pregunta lo molestaría.

—No. Me llaman Estrellaoscura, y prefiero la noche. Vos sois el Sol de Poniente y yo la Estrellaoscura, el día y la noche ¿No es curioso?—Rhaenya alzó una ceja mientras se soltaba de su agarré.

Rhaenya se encogió de hombros, empezó a avanzar y Gerold Dayne la siguió, vio como a sus espaldas Donnel se tensaba y colocaba la mano en el pomo de la espada.

—La historia de mi Casa se remonta a hace diez mil años, hasta el amanecer de los tiempos—se quejó el caballero—. ¿Por qué todo el mundo se acuerda sólo de mi primo Dayne?

—Es un gran caballero—señaló Donnel Arryn, solemne.

—Tiene una gran espada—replicó Estrellaoscura.

—Y un gran corazón, cuida a nuestro príncipe.

—Eso no lo creéis, princesita—Gerold ya le había alcanzado.

El Dayne tenía la nariz aquilina, los pómulos altos y la mandíbula fuerte. Iba bien afeitado, pero la melena le caía hasta los hombros como un glaciar de plata, dividido por un mechón negro como la medianoche. Allí, a la contraluz del sol poniente sus ojos parecían negros, pero ella se los había visto de cerca hace años y sabía que eran violeta. «Violeta oscuro. Oscuros y airados.»

Debió de notar su mirada, porque levantó la vista del camino, clavó los ojos en los suyos y sonrió. Rhaenya se sintió sonrojar.

«Se parece a mí, se parece demasiado a los Targaryen».

Ella había usado como ventaja ese parecido, a veces usaba la ropa de Dayne para escaparse por ahí, cuando se vestía como Gerold nadie los diferenciaba si lograba ocultar su segundo mechón negro.

—¿Qué queréis, ser?—Espetó Enya.

—Ayudaros, si quieres conservar la cabeza sobre el cuello y la de vuestra familia, en el viejo Dorne hay quienes consideran traidores y usurpadores a los Baratheon, que os aprovechaste de la minoría de edad de nuestro bondadoso príncipe heredero—Gerold Dayne se detuvo frente a ella y le miro seriamente.

—Son calumnias mal intencionadas, nosotros permitimos que el hijo de Rhaegar siguiera en el poder y no lo mataran los Lannister, Stark y Arryn—Chasqueo la lengua.

—Por aquello mismo, los Martell han hecho parecer todos estos años que planeáis con los Stark, que ahora sois un lobo, y con todos los años que habéis pasado con las rosas tomaste su perfume, los Martell os han hecho parecer una loba usurpadora que apesta a rosas.

—¿Por qué me ayudarás?—Enya alzó las cejas y por un momento pareció la hija pérdida de Oberyn Martell.

—Eres la única que puede unir a todas las casas, a vuestros hermanos, tíos, primos, tenéis a los Baratheon, Targaryen, Tyrell, Stark y con ellos vienen los Tully; que con un poco de esfuerzo conseguirán a los Arryn.

»Le ofrezco información de vuestra prima Arianne Martell, sus amigos y enemigos, sólo tenéis que decir que sí.

—Gracias, ser—Contestó Rhaenya antes de irse a saludar a su antiguo protector.

Lord Beric andaba con un muchacho de Campoestrella, el sobrino de la que sería su esposa, Edric Dayne, el niño era agradable y Rhaenya habló con él hasta llegar al banquete donde faltaba Viserys.

—¿Ya murió?—Sonrió en dirección a Oberyn, divertida.

—No, pronto.

—Rhaenya, ¿donde estabas?

—Le pedí que trajera mi chal, lo olvide primo, lamento no haber avisado—Daenerys mintió al futuro Rey y Rhaenya asintió.

«Esto es por Jon, si estoy con Robb ella se queda con Jon».

Se sentó al lado de Aegon, sin saber que hacer, su hermano mayor le ayudó al decir que tocase el arpa que anteriormente era de su supuesto tío, Rhaegar Targaryen.

Cuando empezó a tocar sintió la mirada fija de Cersei Lannister y la de su madre era peor.

«Habría sido mi hija si el Rey Loco no le hubiera gastado aquella broma cruel a mi padre» Pensó Cersei al ver a Rhaenya «Es hija de Rhaegar, lo sé, lo sé».

Más de una noche había observado al príncipe Rhaegar en la sala, tocando el arpa de cuerdas plateadas con aquellos dedos tan largos y elegantes. ¿Habría hombre más hermoso?

«Él es su padre». Le sonrió ampliamente a la niña.

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Arianne Martell
Días antes...

La noche era demasiado fría incluso para la estación otoñal. Un viento fuerte y húmedo soplaba en los callejones y levantaba el polvo que se había posado durante el día.

«Viento del norte, viene con hielo». Ser Arys Oakheart se subió la capucha para cubrirse el rostro. No le convenía que
lo reconocieran.

Había nacido en el Dominio y
los dornienses eran sus enemigos históricos, como atestiguaban los tapices que colgaban  de las paredes de Roble Viejo. Arys sólo tenía que cerrar los ojos para volver a verlos: Lord Edgerran el Generoso, sentado en todo su esplendor, con las cabezas de cien dornienses amontonadas a sus pies; las Tres Hojas en el Paso del Príncipe, traspasadas por lanzas dornienses; Alester, que soplaba el cuerno de batalla con su último aliento; Ser Olyvar, el Roble Verde, todo de blanco, agonizando al lado del Joven Dragón.

«Tiene más de su tío que de su padre».

Arianne estaba esperando convencerlo para unirse a su plan de coronar a Sansa Stark como reina del Norte o como señora.

Actualmente…
En alguna parte de la Fortaleza Roja

—Tal vez este plan tuyo no dé el resultado que esperas—Estrellaoscura habló.

Ser Gerold Dayne estaba tras ella, iluminado a medias por las estrellas, oculto a medias por las sombras.

—¿Qué resultado espero, ser?

—Venganza para Elia ¿Qué tal me sé la canción? Quieres un poco de sangre de león, de lobo y de dragón, de Rhaenya Targaryen.

«Eso y lo que me corresponde por derecho de nacimiento. Quiero Lanza del Sol, y el trono de mi padre. Quiero Dorne».

—Quiero justicia.

—Llámalo como quieras. La coronación de la pequeña Stark no es más que un gesto simbólico. Nunca ocupará el Trono de Hierro ni de Invernalia. Ni conseguirás la guerra que deseas. No es tan fácil provocar al lobo.

—El lobo morirá y el león está muerto—Arianne pensó en lord Tywin Lannister—. ¿Quién sabe qué cachorro prefiere la leona?

—El que está en su madriguera. —Ser Gerold desenvainó la espada—. Así comienzan las guerras. No con una corona de oro, sino con una hoja de acero.

«No soy ninguna asesina de niños.»

—Guarda eso. Myrcella—«Mi cómplice»—, y Sansa están bajo mi protección, y sabes de sobra que Ser Arys no permitirá que le suceda nada a la niña.

—No, mi señora. Lo que sé es que los Dayne llevan miles de años matando a Oakhearts.

—Tenía la sensación de que los Oakheart llevaban el mismo tiempo matando Daynes.

—Cada familia tiene sus tradiciones—Estrellaoscura envainó la espada.

Mientras Ser Arys la ayudaba a desmontar, Drey hincó una rodilla en tierra ante ella.

—Alteza...

—Mi señora...—Sylva Pintas se arrodilló a su lado.

—Soy vuestro hombre, mi reina. —Garin dobló las dos rodillas.

Sansa se aferró al brazo de Arys Oakheart, desconcertada.

—¿Por qué me llaman Alteza? —preguntó con vocecita lastimera—. ¿Dónde estamos, Ser Arys? ¿Quiénes son estas personas? ¿Y mi hermano?

«¿Es que no le ha dicho nada?» Arianne se adelantó en un remolino de sedas, con
una sonrisa para tranquilizar a la niña.

—Son mis leales amigos, Alteza... Y también serán los vuestros.

—¿Princesa Arianne?—La niña le echó los brazos al cuello—. ¿Por qué me dan trato de reina? ¿Le ha pasado algo a Robb?—Era el único hermano que verdaderamente quería Sansa, al igual que su madre, Robb era el favorito.

«A mi también me agrada».

—Ha caído en manos de hombres malvados, Alteza —respondió Arianne—, y mucho me temo que conspiran con él para arrebataros vuestro trono.

—¿Mi trono? ¿Queréis decir el trono de Invernalia?—La niña estaba cada vez más confundida—. No me lo ha arrebatado, Robb es...

—... mayor, pero Bran y Arya son más jovenes que vos, ¿verdad?

—Soy un mayor que ellos.

—Eso quiere decir que el Norte os corresponde por derecho—dijo Arianne—. Vuestro hermano no es más que un chiquillo; no es culpa suya. Tienen malos consejeros como Rhaenya Targaryen... Vos, en cambio, tenéis amigos. Si me lo permitís, tendré el honor de presentároslos.

Se adentró en un pasillo con Ser Arys. Bajo la capa, el caballero llevaba un jubón de hilo de oro con un bordado que representaba las tres hojas verdes de roble. Podría haber pasado por cualquier caballero de no ser por la capa de deslumbrante seda blanca.

«Una inconfundible capa de la Guardia Real, el muy bobo...»

—¿Qué sabe la niña?

—Poca cosa. Rhaenya Targaryen dijo que yo era su protector, y que cualquier orden que le diera tendría como objetivo protegerla. Ha hecho todo lo que le he dicho sin preguntar nada.

Asintió, sólo faltaba que Myrcella acabará con Joffrey Lannister, así la chica sería la heredera de Roca Casterly... Y Reina después de que su madre asumiera la regencia.

«Somos siete—advirtió Arianne. No lo había pensado hasta entonces, pero parecía un buen presagio para su causa—. Siete jinetes de camino hacia la gloria. Algún día, los bardos nos inmortalizarán.» Drey habría preferido un grupo más numeroso, pero eso habría llamado la atención, y cada hombre adicional duplicaba el riesgo de traición.

«Es de lo poco que me enseñó mi padre.» Doran Martell había sido cauteloso incluso cuando era joven y fuerte, siempre dado a los silencios y los secretos. «Ya va siendo hora de que deje su carga, pero no toleraré ningún insulto contra su honor ni contra su persona.» Lo devolvería a sus Jardines del Agua, para que viviera los años que le quedaran entre las risas de los niños y el aroma de las limas y las naranjas. «Y Quentyn le puede hacer compañía. Cuando corone a Sansa y Myrcella y su madre; lady Cersei, tengan tenga su corona y libere a las Serpientes de Arena, todo Dorne se reunirá bajo mi estandarte.» Tal vez los Yronwood apoyasen a Quentyn, pero por sí mismos no representaban amenaza alguna. Si se decantaban por Rhaenya ylos Targaryen, haría que Estrellaoscura los aniquilara hasta que no quedara rastro de ellos.

Luego le dijo a Sansa Stark que acompañaría a Myrcella a Roca Casterly después… después de unas muertes.

—¿Y me casaré con Joffrey?

—Sí—Dijo intentando tener paciencia a la pequeña Sansa.

Volvió al banquete para decirle a Myrcella que fuera tras el Joven Lobo.

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Rhaenya Targaryen

Loras estaba furioso por perder ante Brienne de Tarth. Enya vio a la mujer a lo lejos.

La llamaban la Bella… en tono burlón. El cabello que había ocultado el yelmo era un nido de paja sucia, y su rostro… Brienne tenía unos ojos grandes ymuy azules, los ojos de una niña, confiados e inocentes, pero por lo demás, sus rasgos eran bastos y desproporcionados: tenía los dientes prominentes y la boca, demasiado ancha, y los labios, tan gruesos que parecían hinchados. Un millar de pecas le cubrían las mejillas y la frente, y le habían roto la nariz más de una vez.

Y Renly le sonrió desde lo lejos, Rhaenya vió que Brienne de Tarth no parecíasentirse desafortunada. Una sonrisa le iluminaba todo el rostro.

—Cuando Renly visitó Tarth en el viaje conmemorativo de su mayoría de edad, se encontró con Brienne y la trató con cortesía, lo que hizo que Brienne se enamorara de él—Explicó Margaery interrumpiendo su conversación con lady Olenna.

—Sí, creo recordar…—Enya había hecho ese viaje con su tío pero era muy pequeña.

Willas añadió que Renly no se burla de Brienne, al contrario, la apoya como nunca nadie, excepto su padre, lo había hecho antes.

—Sí—Se quejó Loras—. Ahora es su espada juramentada—La boca del muchacho se convirtió en una línea dura.

—Loras, ella me parece absurda—Dijo Renly.

—¿Por qué la mantienes a tu lado, si tan grotesca te parece?

El menor de los hermanos Baratheon sonrió.

—Todos los demás caballeros quieren algo de mi: castillos, honores, riquezas… En cambio, lo único que me pide Brienne es morir por mi.

Todos se quedaron en silencio...

—Ella está enamorada de ti, no me agrada.

—Esta bien, Loras—Dijo Enya, intentando calmarlo.

—¿Acaso tu no sufrirías al ver a Robb con Myrcella tras de ti?

Volteo bruscamente y se encontró con una visión horrorosa, Myrcella le sonreía a Robb; era tan perfecta y atractiva, y él hacía lo mismo, ella se acercó para besarlo…

Ahogo un sollozo.

—Oh, Rhaenya yo no… lo siento, soy tan cruel… no—Balbuceó Loras.

—Es mi culpa, yo simplemente debí… debí irme con él—Susurró antes de salir corriendo. «Jon». Se preguntó cómo estaría el chico que se enamoró de ella, ¿su primo o hermano? Debía escribirle para saber cómo le iba en el Muro.

El Joven Lobo había caído en su trampa, supo Myrcella Lannister, ahora solo era cuestión de colocar su cabeza en una pica o coser la cabeza de su lobo huargo a su cuerpo. Sonrió.

—Sé que intentaron matar a tu hermano al arrojarlo de una torre y luego lo intento asesinar un mercenario enviado por los Tyrell o por Bárbara Baratheon, quizá incluso fue Rhaenya Targaryen, ella siempre ha amado a Willas Tyrell, escuché como hablaba con Margaery pidiendo consejos para conquistarlo—Empezó a hablar.

»En Invernalia Loras y Renly se encontraron en una torre y tú hermano los descubrió—De eso se había enterado gracias a su tío Tyrion Lannister—. Para protegerlos pudo haber…

—No… Rhaenya, es imposible… Bran es como un hermano, pero... Pero Loras y Willas Tyrell.

Myrcella sonrió sarcástica, subió las manos al cuello de Robb y lo acercó a sí. Uniendo sus labios en un cálido beso.

Su madre le dio un asentimiento cuando el Stark corrió a buscar a Rhaenya Targaryen… para gritarle.

La Lannister sonrió antes de irse a perseguir al príncipe Aegon. Arianne Martell y ella tenían un plan.

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¿Que hará Robb al conseguir a Rhaenya?

¿Creen que Sansa Stark quiso a alguno de sus hermanos al principio de la historia?

¿Ned Stark morirá al igual que en Juego de Tronos?

Faltan unos pocos capítulos para que Robb vaya a la guerra.

Para aquellos que leen mi historia Lannister Targaryen pronto habrá nuevo capítulo y faltan unos dos capítulos para la Boda Roja.

~Isabel~

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