ೋ Capítulo 26: ೋ

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"El pasado es hermoso porque nunca comprendemos una emoción en el momento. Se expande más tarde, y por eso no tenemos emociones completas sobre el presente, tan solo sobre el pasado".

~Virginia Woolf.

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Capítulo 26: Todo al carajo.

Connor Schneider:

Era demasiado consiente del sudor que se asentaba en mis hombros, justo donde sus brazos cruzaban hasta sostenerse en mi cuello —aunque desde hacía ya unos minutos, en lugar de sostenerse me atascaba las uñas—, de igual manera se presentaba en sus muslos, que estaban unidos a mis caderas y en mi torso pegado al suyo. Y eso no lo consideraba un impedimento para culminar, sobre todo, teniendo en cuenta que ya estaba tan cerca.

Jayden se mantenía casi estática, percibiendo mis profundos empujes y jadeando de vez en cuando. Se removió un poco, jalando mi cabello hacia atrás. La embestí con más fuerza mientras buscaba su boca y fue allí cuando sentí que algo estaba fallando, precisamente, cuando observé que sus labios estaban tan cerca de crearse uno y que su mandíbula tan tensa como sus músculos. No pude evitar mover mis caderas nuevamente, solo entonces me di cuenta de que el ritmo y la posición no le favorecían en lo absoluto.

—¿Quieres que pare?

Tragó saliva con dificultad y poco después negó con la cabeza.

—Solo ve más lento.

—¿Te duele? —pregunté, tratando de centrarme en lo mal que la estaba pasando y no en mi situación.

No me dijo nada, solo se sostuvo de mí con más precisión al darse cuenta que nos trasladábamos al sofá. Me miró con su distintiva mirada de interrogación en el momento en que tomé asiento con ella sobre mí.

—Así tengo una mejor visión a tus pechos—le dije en broma, aunque no era mentira. Antes de que dijera nada, proseguí—: Sé que quieres terminar, entonces, necesito que... Mierda...

Había hecho lo que estaba a punto de pedirle, por lo que me fue casi imposible evitar que el gemido escapara de mí. Clavó las rodillas en el sofá y se inclinó hacia adelante, poniéndome los pechos en la cara y moviéndose en círculos; luego se incorporó cambiando el ritmo de atrás hacia enfrente. Al principio parecía un poco torpe y tardaba un poco en decidirse como seguir, sin embargo, logró adaptarse e incluso improvisar al avance de los minutos.

Estaba al borde, participando inconscientemente en las embestidas cuando presencié un brillo de desesperación en sus ojos. Ella sabía que yo estaba a punto y quería estar en sintonía. Entonces, opté por aprovechar de la sensibilidad de sus pechos para apresurarlo; primero toqué, después utilicé mi boca, besando, lamiendo, chupando. Mientras que mis manos recorrían la parte sur de su cuerpo, tentando donde nuestros cuerpos se unían y acariciando las mejillas de sus glúteos, incitándola a terminar. Y fue cuando propiné un ligero mordisco a su pezón izquierdo cuando la sentí apretarse en mi longitud, se arqueó, gimió y se aferró a mis antebrazos. Nuestros empujes fueron más descoordinados, más intensos, más frecuentes y más involuntarios.

Finalmente, masculló una maldición, rompiendo el contacto de nuestros labios. Escondió la cara en mi cuello, para un segundo después soltar un gritito al abrazar el orgasmo. No tardé mucho en alcanzarla, sintiendo su corazón golpeteando contra sus costillas, incrementando el compás hasta apaciguarse y seguir con sus latidos regulares.

Cuando toda la adrenalina se había fragmentado, sentí el ardor en mis omoplatos y antebrazos. Si me dolía no podía imaginar cuánto le escocía a Jayden, por eso permití que se quedara más tiempo inmovilizada sobre mí y no tenía ninguna queja, la verdad.

Terminó poniéndose de pie con la intención de buscar su ropa mientras yo me hacía cargo de mi desastre, tras regresar del baño, la escuché bufar.

—¿Qué? —pregunté, subiéndome la ropa interior.

—Las medias se tratan con cuidado, no se jalan de un tirón por más desesperado que estés—replicó, tratando de desenredarlas.

Levanté la comisura de mis labios e intenté ayudarle. Ella se colocó la blusa lentamente, contemplando como lograba su tarea fallida, al terminar se las regresé y ella enarcó una ceja.

—¿No tenías que irte?

—¿Quieres que me vaya?

—Justo ahora quiero que mantengas tu mirada en mis ojos y no en mis bragas.

—Ya he visto mucho tus ojos.

—¿Y? —Replicó.

—Nada, que son preciosos..., como tú en bragas. Es que me tienes hipnotizado.

° 。° 。♬ ° 。° 。° 。

Oye, Zara

Sé que esto sonará a traición.

Pero tuve un contratiempo y no creo poder llegar.

¿Me dejarás sola en esto?

¿Es enserio?

¡Esto solo es soportable si tú estás aquí!

Creo que comienzo a odiarte.

Trataré de compensarte, lo prometo.

Esto te va a salir un poco caro.

Lo sé, ahora lo único que me preocupa es encontrar una buena excusa para mis padres.

Papá estará enfurecido cuando se entere de que no estaré en la reunión.

Yo me invento algo por ti.

Solo tienes que hacerme un favor.

—Listo, asunto arreglado—le informé colocando mi celular sobre la mesa.

—Quizá deberías de reconsiderarlo.

Fingí pensarlo.

—Tienes razón—concluí—. Pero no quiero.

Negó con la cabeza, mirando hacia la calle, ensimismada, después posó su mirada en su malteada, moviendo la pajilla entre sus dedos. Hasta que se atrevió a levantar la mirada hacia mí. Demandante, segura, inquebrantable.

—¿Qué haces aquí, Grillo?

—Acompañándote.

—¿Por qué lo haces? —Frunció el ceño.

—Porque me importas.

Se mordió el labio, indecisa.

—No puedo creer que hayas faltado a esa reunión.

—No era tan importante, solo lo normal: dos familias pretendiendo unir "desinteresadamente" a sus únicos hijos. Lo entenderías si pensaras como mis padres. Y, honestamente, me importa un carajo.

El silencio había creado una lejana distancia entre nosotros, estuvimos así durante casi tres minutos, por mi parte esperaba la cuenta y su respuesta, proporcionándole todo el tiempo que le fuese necesario para que todo encajara en su mente. Pero nunca demostró haberlo supuesto, ella solamente soltó:

—¿Desinteresadamente? ¿Así como tú justo ahora? ¿Estás aquí por mí o porque no quieres que yo esté sola con Ryan?

—¿Hay alguna diferencia?

—Evidentemente.

—¿Y qué pasaría si...?

—¡Necesito urgentemente que me sostengas esto! —me cortó June; entregándole a Jayden su bolso. Su amiga entrecerró los ojos, sorprendida por su repentina aparición—. La película inicia en media hora y hay una fila más grande que la entrada al antro. Y no pienso esperar más tiempo para verla.

—Pero no me señales como si fuera mi culpa. Acabo de terminar de desayunar.

—Hubiera comprado los boletos en línea—se lamentó Ryan, tomando asiento a mi lado.

—¿Ahora sí? ¡Si hace dos horas dijiste que estabas ocupado con no sé qué de tu trabajo! —farfulló June—. Yo compro los boletos, ustedes van por las bebidas y lo demás.

—¿Para que después te quejes de que no entraste a la sala con las cosas? ¿Es que no podemos esperar tan solo veinte minutos?

—Que sean quince—sugirió Ryan al ver la expresión de June.

—Quince—aceptó—. Si aún no he comprado los boletos para entonces no se les vaya olvidar que...

—... que quieres las palomitas con picante—completó Jayden.

—¿Serían cuatro entradas? —Inquirió él.

Jayden levantó una ceja en mi dirección, preguntándome con un gesto. Yo negué con la cabeza.

—¿Algo que añadir? —indagó June, pero no obtuvo respuesta.

—No ha cambiado nada—observó él cuando ella abandonó el pequeño establecimiento en dirección a las escaleras eléctricas, decidida a conseguir aquellas tres entradas.

Zara llenó mi buzón de mensajes mientras pagaba la cuenta, por lo que entendí que era momento de irme.

—... ingeniería civil— repitió Jayden—. Por eso eres profesor tan joven.

—También es porque después de graduarme, la facultad me...

Me puse de pie, soltando una palabrota entre dientes al leer un "te necesito" en mayúsculas. Los interrumpí excusándome y caminé a paso apresurado hasta detenerme frente a la puerta, apunto de salir. Pero no pude hacerlo. No sin antes coger la valentía suficiente para regresar, tomarla de la barbilla y unir nuestros labios.

—Te veo esta tarde en el metro—le dije al dejarla allí, con los labios rosados y la interrogación marcada en sus ojos.

Y de pronto, dejó de importarme si suspendía la asignatura de Anderson.


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