ೋ Capítulo 25: ೋ


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"Porque somos fuego, y aún así amamos la lluvia".

~Torrancek.

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Capítulo 25: Del odio a la locura solo hay pocos pasos de distancia.

Jayden Wright:

Anudé ambas agujetas y al terminar me observé en el espejo. No le tenía muchas esperanzas a ésta salida. Sin embargo, seguí el consejo de June, así que estaba esforzándome por parecer naturalmente yo misma, es decir, estaba vestida como lo haría para asistir a ver una película con mis amigos. A excepción de que yo no tenía amigos y June no veía películas sin hacer una investigación previa para antes leerse el libro.

Estaba lista, pero necesitaba lidiar con "el pequeño inconveniente" yo sola. No sabía como se lo tomaría, tal vez me llevaría tiempo convencerlo. Por lo que, aprovechando la manía que al parecer había adquirido desde pequeña —al fin ya entendía cómo era que en Nala entraba a mi habitación en casa de mis padres—, me dispuse a observar por la rendija de la puerta a mi victima salir de su habitación y, a juzgar por lo rápido que sucedió, llevaba prisa.

Sin perder más tiempo lo seguí hasta la cocina, donde recargué la cadera contra el mesón mientras observaba cómo buscaba algo en particular. Se veía estresado, lo confirmó tras colocar una mano en la frente y coger algunas hebras del cabello entre sus dedos. Aprovechando que aún no notaba mi presencia le di un repaso; portaba el traje a medias, ya que no llevaba consigo el saco y la corbata; así que trataba de verse elegante de una forma casual. Tenía dos botones desabrochados, lo que me aseguraba que su tatuaje quedaba a la vista.

—Oye, Connor...

—¿Has visto mis llaves? —me interrumpió.

—No.

Me miró directamente a los ojos y nuevamente repitió la pregunta.

—No sé dónde están tus llaves. Y tampoco me has devuelto el anillo. Si las tuviera, y solo en dado caso, te haría un intercambio, ¿sabes?

—¿Y las tienes?

—No.

—No me sirves de ayuda, Jayden—masculló.

Se impacientó y salió a la sala donde comenzó a buscar primero en pequeña mesa mientras se quejaba de haber buscado ya en el hacia el perchero y el recibidor.

—¿Vas a seguir quejándote o vas a escucharme? —Zanjé.

Movió los cojines del sofá y tanteó las esquinas con los dedos.

—Dime, pero que sea rápido porque haré esperar a mi cita y tengo que estar allí en quince minutos.

Había escuchado a las chicas y a Bruce hablar sobre una tal Zara, hija de un amigo de Evan Schneider, con la que aparentemente, Laia sospechaba que Connor se había involucrado después de la fiesta de celebración. Bruce había esbozado una sonrisa cómplice en mi dirección —que obviamente no correspondí—, casi parecía haberle parecido un chiste, pero luego se recompuso y argumentó que los señores Schneider ya habían insinuado que Connor debería salir con ella. Después de eso, se desató un debate entre ellos donde terminó ganando la curiosidad y June se presentándose como voluntaria para buscar sus fotos en internet.

—Se supone que June y yo iríamos a ver una película en casa de Ryan, pero llegó su hermano y se adueñó del televisor, así que, me preguntaba si nos dejarías...

—No.

—¿No? ¿Por qué...?

—Es un rotundo no.

No sabía si un "no" era la respuesta que esperaba. Sabía que tenía que insistir, pero atribuí que su respuesta sería un "¿por qué lo haría?".

—Connor yo...

—No. De ninguna manera dejaré que un tipo venga a apartamento mientras yo no estoy.

—Tampoco actúes como si te estuviera pidiendo permiso para utilizarlo como motel en tu ausencia—me quejé, arrebatándole el cojín que tenía entre sus manos y lanzándolo contra la pared.

Quizá fue demasiado, pero me hervía la sangre que en palabras no dichas lo había insinuado. Connor se incorporó, con solo una mirada parecía ya haberse hartado de la conversación, pero yo no me quedaría tranquila sin antes haberle gritado lo equivocado que estaba.

—¿A ti te parece inocente que un chico con el que supongo, te liaste alguna vez, te invite a su casa a ver una película? —negó con la cabeza—. Me impresiona que lo pienses así, Jayden, porque es una invitación escondida a "vamos a follar a mi cuarto".

—No tienes ni idea...—comencé.

—¿No? Si no es así, entonces mis "compañeras" del instituto sí pasaban a mi cuarto a ver películas.

—No sé, ni estoy interesada en tu maldito caso, Connor Schneider—lo señalé mientras avanzaba hasta tocar su pecho con mi dedo índice—. Yo no soy como tus compañeras de instituto, ni mucho menos iré a follar con él bajo el pretexto de ver una película, ni aquí, ni en su casa, ni en el cine, ni en ningún lugar o circunstancia que se te ocurra, ¿entiendes?

—¿No has considerado que él no piensa igual que...?

—¡Ya cállate! —exclamé, empujándolo por el pecho con más fuerza, aunque, como era de esperarse no se inmutó—. ¡No es tu asunto! ¡Nunca ha sido tu maldito asunto! ¡Estoy harta de ti! ¡Te odio!

Apretó la mandíbula, sosteniéndome la mirada enfurecido. Dos segundos fueron suficientes para que me colocara una de sus manos en mi espalda baja y la otra en la cintura, retrocediera los pasos que yo había avanzado hasta recargarme contra la pared.

—No tanto como yo a ti en este momento.

—Jódete, Connor—Le solté antes de besarlo.

Y no sé que sucedió. Quiero decir que solo se debió a la adrenalina del momento, pero sería una verdad a medias. Era más que eso, era comodidad, atracción, desenfreno o necesidad, tal vez.

De hecho, eso ultimo lo confirmaba nuestros audibles besos, su agarre seguro en mis caderas, mi mano en su nuca, que no tenía otra función más que apegarlo a mí hasta lo imposible.

Entonces, sucedió nuevamente. Y fue la primera vez que lo hacía sin haber ingerido alcohol. Estaba enloqueciendo y no tenía justificación alguna.

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