ೋ Capítulo 22: ೋ
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"No me siento perdida. Es solo que no sé dónde termina el mar que llevo dentro y a veces me ahogo".
~En aquella orilla nuestra/Elvira Sastre.
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Capítulo 22: Un secreto no tan secreto.
Jayden Wright:
—... entonces decidí tomarme un tiempo—concluyó Bruce empujando el carrito de compras por el pasillo de frutas y verduras.
Entrecerré los ojos mientras miraba el precio de los duraznos y proseguí a colocarlos dentro del carrito.
—¿Tomarte un tiempo? ¿Tú?
Si me hubieran dicho con anterioridad que pasaría toda una tarde conversando con Bruce creería que serían temas superficiales, con boberías y chistes; no todo lo contrario. Nunca imaginé que me contaría sus contradicciones y prejuicios con su exnovia.
Él suspiró y me observó fijamente, girando la esquina para entrar al pasillo de lácteos.
—Sí, quiero descansar de Jazmín. Cuando comenzamos a "etiquetarnos" fue ella quien lo decidió; creo que pensó algo como "me gustas y quiero seguir contigo, pero también follar con otros. Sin compromisos. ¿Qué dices?"
—Pero eran novios, ¿no? Por ende, tenía que haber compromiso.
—Eso era lo que ella decía ante todos, supongo que en público quería fingir que es culta.
—Es muy probable—me encogí de hombros, tomando de la estantería un bote de leche. Considerando que yo había decidido hacer las compras y que no tenía mismo presupuesto que Connor, llevaba conmigo lo más primordial—. Ten.
—¿Qué más ocupamos del pasillo? —me preguntó agregando la leche.
—Creo que nada. ¿Connor tiene que ingerir algo energético o alguna cosa que beba o coma en especial?
—El pasillo que sigue—me informó—. Como te decía, ella nunca me entendió; ni siquiera te imaginas lo histérica que se ponía cuando bebía... Y, respecto a June, me gusta. El hecho es que aparte de Jazmín y todo ese problema, comprendo su situación.
—¿Su situación...? —alcé una ceja.
¿June estaba atravesando un mal momento, bueno, además de sobrellevar la reciente muerte de su padre?
—No sólo lo hago por mí, también quiero que se aclare. Ya sabes, por sus preferencias sexuales.
Le pasé un brazo por encima del hombro y recargué mi cabeza. Bruce estaba siendo más responsable y comprensivo con June de lo que llegué a imaginar. No solo lo hacía por su bien, sino también el de ella.
—Necesitas mucha paciencia, Bruce. Ella va por la vida tratando de entenderse a sí misma. Cuando me enojé contigo yo solo estaba preocupada por June. Porque el mismo día, justo antes de que ustedes se conocieran, estaba pasando un mal momento por una chica.
Torció el gesto en cuanto se detuvo y tomó entre sus manos un paquete de latas que contenían la dichosa bebida, con desgana la añadió a las compras y se recargó en las agarraderas del carrito, mirándome seriamente.
—Todos necesitamos tiempo para procesar, aceptar y esperar. Eso es lo que pretendo hacer y lo he intentado desde ayer.
Asentí fijándome en su expresión decepcionada. Las cosas difíciles son dolorosas de admitir, o viceversa, pero tanto yo como él, muy en el fondo sabíamos que eso no sucedería pronto. June requería de un tiempo indefinido.
En silencio caminamos hasta las cajas del supermercado, incluso ambos guardamos silencio haciendo la fila. No traté de hacer una conversación forzada, porque él también necesitaba aclararse y... ¿Qué mejor manera para pensar que hacerlo en silencio?
En el estacionamiento me ayudó a subir las pocas bolsas a su auto, suspiró arrancando e hizo una mueca, inseguro. Sin pensarlo dos veces le pregunté:
—¿Quieres seguir hablando de ello?
Negó con la cabeza y me dirigió la primera sonrisa genuina en el día.
—¿Sabes qué quiero? Comer.
—Entonces hay que ir a cenar, tú invitas.
Bruce puso los ojos en blanco deteniéndose en un semáforo en rojo.
—Para ser nuestra primera cita eres muy exigente, inquilina.
—Por eso beso en la primera cita. —Le aseguré en broma.
Soltó una carcajada cargada de diversión. No se esperaba que le siguiera el juego.
—Pues lamento decirte que no eres mi tipo.
—¿Y se puede saber qué tengo de malo?
—Que a mi amigo le gustas.
Unos minutos después, nos detuvimos a cenar en un restaurante discreto que Dylan me había recomendado cuando solía dormir en su apartamento. Testificaba que la comida era incluso mejor que las suyas y cuánta razón tenía.
Bruce se relamió los labios además de subir y bajar las cejas de la manera en la que me hizo que yo pusiera los ojos en blanco.
—No es por ofenderte ni mucho menos, la cosa está en que Diana está obsesionada conmigo secretamente—inició.
—Por supuesto—bufé en ironía.
—Bueno, no, pero somos como dos vecinas ancianas chismosas y siempre estamos conspirando para contarnos anécdotas relevantes...
—Ajá.
—... y supongamos que ella me contó que te enojaste porque las chicas insinuaron que sería buena idea que Connor y tú echaran un polvo.
—¿A qué viene eso? —mascullé, dándole un mordisco a mi hamburguesa.
Me evaluó, como si estuviera considerando si hacer o no su siguiente obra, al final optó por arriesgarse.
—Quizá no sea un seductor hecho y derecho, pero sé sentir la tensión, sé ver entre líneas y sé que lo que pasó entre ustedes.
Me quedé en blanco, se los juro. Mi corazón comenzó a bombear sangre por todo mi sistema, mientras que, éste mismo estaba esperando ordenes de mi cerebro para actuar. Sentía que tenía de nuevo trece años y que Dylan me había pillado observándolo mientras hacía abdominales sin camisa en la sala de su casa.
Y, por supuesto, que me quedara paralizada le dio gracia a y no solo por eso, también fue el hecho de que estaba a mitad de un trago de jugo cuando lo hice.
—Te pusiste pálida—observó.
Intenté tragar con dificultad y me aclaré la garganta un par de veces para atrasar mi respuesta.
—Quizá te parezca una excusa, pero es la verdad: ambos estábamos borrachos anoche y no lo sé, no estaba pensando con claridad...
Me interrumpió con una risa ronca.
—Lo sé, las hormonas te nublaron la mente. No cabe duda que eres el tipo de chica que dice una cosa y hace todo lo contrario.
—¿Quién más sabe de esto? —le pregunté en exigencia.
—Tranquila, guapa, que solo sé yo.
Asentí con un enorme alivio recorriéndome el cuerpo.
—... y...—. Estuve a punto de golpearlo si le había dicho a alguien—, él y tú, obviamente.
—A veces me gustaría poner mis manos alrededor de tu cuello—farfullé con indignación—. Pero no lo haré..., porque tú no le dirás a nadie—dije, haciendo un énfasis en cada palabra.
—Tengo una vida bastante interesante como para estar diciéndole a todos que mi mejor amigo se acostó con la chica con la que había estado fantaseando desde que la conoce, ¿sabes?
—Sí, claro—ironicé—. Lo dice el chico que hace un momento confesó que se comporta como una abuelita cotilla.
Negó con la cabeza.
—¿Para qué le diría a la gente sobre ello? ¿Qué ganaría?
Evidentemente, tenía una respuesta para ello, sin embargo, me parecía de muy mala educación responder mordazmente, mucho más si se trataba de sus amigas.
Adivina: lo hice:
—Hacerle saber a las chicas que no cumplí con mi palabra, que a pesar de que dije "no" al caer la noche terminé haciendo lo que dije que no haría. Que fui una hipócrita—Quería decirlo todo, quería expresar voluntariamente todas mis inseguridades sobre ese hecho en cuestión, por lo que me atreví a inquirir—: ¿A qué te referías al decir "pausa a lo que tenían" y al utilizar a Connor y Laia en la misma oración?
—¿Eh? —la mirada de él explicaba cuán confundido se sentía, sobre todo por el giro que dio la conversación.
—Ésta mañana. Tú lo dijiste, mientras que tú y Connor prácticamente gritaban—le recordé, por si por algún motivo lo había olvidado—. ¿Qué es lo que ellos pausaron?
Cerró los parpados y se mantuvo callado por unos segundos en los que se me hicieron eternos, después me dejó ver esa el cuarzo verde de sus ojos.
—¿Por qué me lo preguntas, Jayden?
«Porque necesito saberlo cuanto antes, quiero obtener una respuesta concreta, quiero saber si es probable que haya matado las ilusiones de una chica, si Connor actúo como un completo hipócrita al decirte el sermón sobre la amistad...»
Me callé eso. Por lo que sabía Laia tenía pareja, en caso de que estuviera enamorada o no de Connor no era de mi incumbencia, tampoco lo era el que en algún momento tuvieran alguna clase de intento de estar juntos. A demás, no podía comparar la situación de Bruce teniendo novia e intentar algo con June, porque, después de todo, ni Connor ni yo teníamos un tercero; alguien a quien dañar —o al menos, no bajo una etiqueta—, ninguno estaba siendo desleal. Sí, era verdad, éramos amigos, pero no podíamos arruinar una gran amistad que digamos, bajo esa decisión consentida.
—Solo era curiosidad—me encogí de hombros, fingiendo desinterés—. Me sorprendió la manera en la que él evadió el tema rotundamente y creí que tenía importancia, solo eso.
—Bien dicen que las paredes tienen oídos—se rio, cubrió la cara con sus manos al bostezar y procedió a despeinarse el cabello de forma adormilada—. ¿Sabes qué? Ahora me arrepiento de no haberte pedido algo por mi silencio.
—¿Algo como qué?
—Silencio con silencio: yo los encubro a ustedes y tú me encubres de Connor—propuso—. Y te lo digo a ti porque sé que a él no le importaría que se corra el rumor.
—¿De qué te encubriría de él?
—Tengo una llave de su apartamento y no quiero que él lo sepa. No pretendo robarle ni nada, solo lo hago por molestar, la cuestión es que no quiero que se entere, no todavía.
—¿Si entiendes que tú mismo te delatas al entrar sin tocar? Disimula al menos.
—Mala mía, lo siento. Solo quiero que cuando sucedan esos accidentes por mi parte, tú digas algo como que dejaste la puerta abierta y por eso yo entre, ¿trato? —me extendió la mano.
—Trato—accedí.
—Genial—sonrió, poniéndose de pie ágilmente y diciéndome de forma indirecta que ya nos íbamos—, le llamaré al mesero.
A pesar de haberle dicho que él invitaría yo quise pagar mi parte —porque me había hecho el favor de traerme, acompañarme para hacer las compras y por el desayuno—, por lo que incluso se puso más feliz y me abrazó por el costado cuando salimos del establecimiento.
—Confieso que si te hubieras negado a encubrirme de igual manera no diría nada—me dijo tras un guiño.
—Retiro lo que una vez dije—murmuré—, ya pienso que eres un idiota.
Puse los ojos en blanco mientras me abría la puerta del coche para que retirara lo de idiota y me reí de sus ocurrencias, no obstante, tuve demasiado presente que rehuyó de mi pregunta, y cuando alguien se rehúsa a hablar cualquier cosa es posible que sea por tres motivos: A, está ocultando algo; B, no tiene confianza o C, no quiere hablar al respecto.
Supongo que su situación era la primera.
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