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Aun me sorprende lo fácil que pasa el tiempo. Lo rápido que este transcurre y lo poco que se aprovecha. Recordar la niñez, la adolescencia, la juventud se va tornando difícil, con la ocupaciones diarias, lo sueños que se tuvo años atrás se vuelven solo ilusiones que se deben dejar atrás.
Aun recordaba mi sueño de ser piloto y viajar por el mundo. Un sueño que tuve que dejar atrás, porque si lo mantenía solo me lastimaría más y más. No que odiara lo que ahora soy, es solo que a veces duele despertarse y ver al espejo aun hombre adulto, y preguntarse que hice con mi vida? Soy feliz? Son don preguntas que sin darme cuenta últimamente rondaban mi cabeza más y más.
Era una mañana fría. El cielo totalmente nublado como si el sol hubiese desistido de aparecer ese día. Una mañana gris que solo me daba el ánimo de volver a mi cama y envolverme una vez más con los edredones y dormir...pero el solo pensar en faltar al trabajo y tener que pasar todo el día en casa, buscando huir de la mirada anhelante y llena de amor de Mikasa me aterraba por lo que reuniendo fuerzas de donde no había más, me encamine a empezar un nuevo día.
Doctor Jeager, su padre lo busca — un suspiro cansino. Amaba lo que hacía pero a veces me molestaba el escuchar la voz de la enferma encargada de recepción — lo espera en su oficina, lo antes posible — agrego con cierto temor. Mi rostro debía mostrar mi poco ánimo como para Historia reaccionara así —
Gracias, iré enseguida — sonreí lo mejor que pude. Un día más —
Fue como si mi ser entero presintiera que algo iba mal o empezarían a pasar cosas malas, porque solo basto con poner un pie en la oficina de Grisha Jeager, ver a Levi con una tímida sonrisa, mejillas teñidas de carmín y con ojos brillosos ver a ese desconocido, para que mi estómago se retorciera.
Sabía que no era correcto pero aun así mi corazón se negaba a escuchar a mi mente y ambos se debatían en una pelea constante por dominar al otro...y lamentablemente mi corazón gano estaba vez.
No podía, dolía mucho ver como el nuevo doctor había logrado lo que muchos intentaron por bastante tiempo sin resultado alguno, y en ellos estaba incluido yo, llamar la atención de Levi Ackerman. Desde su incorporación a la planilla de doctores, Farlan Church, había llamado la atención. Y como no si era un joven doctor de cabello rubio cenizo de ojos celestes, de sonrisa amable y trato fácil, y sobre todo soltero. Era obvio que sería como miel para las abejas. Farlan Church, se había convertido en mi nuevo dolor de cabeza.
Y no, no porque le quitara la atención de las doctoras y enfermeras que antes parecían rogar por solo unos minutos de su atención, si no por el simple hecho de acaparar la mirada, sonrisa y tiempo de Levi. Levi Ackerman, la doctora temiblemente fría, huraña, poco femenina y con cero intereses en algún hombre, había atravesado por una metamorfosis como una pequeña oruga que se convierte en una hermosa mariposa, y es que desde la llegada de Church era normal verla sonreír, hacer bromas y sonrojarse todas esas facetas frente a ese molesto doctor.
Un café? — La suave y cansada voz de la causa de mis constantes tormentos, anhelos y dolores, estaba frente a mí tendiéndome un vaso desechable con café, y quise rechazarlo, reclamarle que porque no estaba con Church si tan cómoda se sentía y por quien había dejado de lado nuestras pequeñas platicas de fin de turno, pero sabía que no era lo correcto yo era un hombre casado y ella tenía el derecho de hacer su vida con quien ella quisiera —
Gracias — tome el vaso y camine a pasa calmo hacía la salida del hospital. No quería pasar más tiempo a su lado porque sabía que lo que llevaba reteniendo saldría de una horrible manera y no, no quería herirla por cosas que ella no tenía culpa —...— y cuando sentí que era libre deje un suspiro abandonar mi cuerpo, de repente sintiéndome agotado —
Doctor Jeager — su voz sonó agitada como si hubiese hecho esfuerzo para seguirme, lo cual no dudaba siendo tan pequeña, sus pasos comparado a los míos —
...— no gire porque sabía que si lo hacía cometería un error del cual me arrepentiría y rompería lo único que podía tener con ella, una amistad —
Yo quería saber si hice algo para ofenderlo? — su voz sonó dolida y podía apostar que sus ojos grises me escaneaban en busca de una verdad que no sería capaz de expresar —
Porque lo preguntas? — arrugue el ceño y me cubrí de la mejor indiferencia que podía para poner verla a la cara, porque una vez más ella no tenía la culpa de nada. No era su culpa que yo la amara, no era su culpa de que yo fuera casado y no era su culpa el estar enamorada de Church —
Es que...desde hace tiempo que ya no puedo asistirlo y pensé que... — desvió la mirada y se mordió el labio inferior en un gesto nervioso — y cada vez que iba por su café ya no lo encontraba más, pero asumo que tiene otras ocupaciones y que no son de mi incumbencia. Lamento molestarlo — su voz se tornó cortante y sus ojos se volvieron fríos, como si la chica que estuvo hace un momento hubiese desaparecido — no le quito más su tiempo, no vemos — se despidió y quise detenerla pero no podía ni debía, ella era una mujer prohibida para mí. Debía recordar a Mikasa que me amaba, me era fiel y esperaba en mi hogar —
Porque no te conocí antes... — pensé y me odie por ello, pero al menos si hubiese sido de esa manera tendría al menos la oportunidad para luchar por ella, por su atención, por sus sonrisas, por su amor —...basta— sacudí la cabeza, buscando quítame todos esos ilusos pensamientos y volver a la realidad en donde mis sueños nunca se hicieron ni se harían realidad —
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