Día 5.
Caja de felicidad.
Los minutos pasaban y sentía que se volvería loco si no llegaba ya a casa.
«¡Justo tenía que pasar todo esto hoy!» pensó sumamente estresado Zenitsu mientras miraba el reloj de muñeca que tenía, el tren tenía un retraso de veinte minutos, parece que estaban arreglando un problema en las vías y estaban reparándolo.
Primero sus compañeros de trabajo no dejaron de molestarle debido a lo nervioso que estaba hoy, después su jefe le asignó más trabajo lo que hizo que saliera más tarde y ahora esto, sentía que lloraría de la frustración, debió de haber llegado a su departamento hace horas.
Todo lo malo se había juntado ese día, donde todo lo había organizado cuidadosamente días antes, incluso semanas; su sexto aniversario de noviazgo con Tanjirō. No eran de hacer algo sumamente especial y elaborado en ese día, la fecha claramente era muy importante para ambos, pero ellos la disfrutaban simplemente estando juntos, sin salidas caras o regalos extravagantes, sin embargo, ese aniversario era diferente, pues el rubio lo había elegido como una fecha para hacerla aún más especial; el día en que finalmente le pediría matrimonio al menor.
¡Pero claro! Todo lo que había planeado se iba al caño por todas las complicaciones que obtuvo en el día, a pesar de que se estuvo armando de valor para este día, cuando finalmente se había decidido, el destino le hacía aquella jugada totalmente sucia.
Aun no estaba todo perdido, todavía tenía un par de horas antes de que Kamado llegase a su departamento, su idea era preparar una cena sumamente romántica, con la comida favorita de su novio, nada realmente complicado, quizá simplemente estaba exagerando las cosas, debía de mantener la calma y respirar, no conseguiría nada estresándose.
Aunque eso fue completamente imposible.
Hora y media demoró en llegar ya que no sólo el arreglo de las vías lo atrasó, también la lluvia que repentinamente había caído, llegando a su casa escurriendo agua.
Tan pronto llegó, aventó su maletín del trabajo y salió disparado a la cocina, por fortuna tenía todos los ingredientes listos, lo había comprado con anticipación, tenía aproximadamente una hora y pocos minutos para que el pelirrojo llegase, debía de preparar la cena cuando antes.
De la nevera sacó cebollines y zanahorias comenzando a cortarlas en un tamaño medianamente grande, el punto es que fueran más pequeñas, pero la prisa le impedía medir el tamaño. Tomó los vegetales en las manos y las dejó en una cazuela, agregando agua, algunas cucharadas de Dashi y salsa de soya, dejando que hirviera.
Mientras tanto limpió el arroz para ponerlo en la máquina especial para cocer el arroz. Prosiguió con la preparación del Udon, poniendo en un sartén el lomo de cerdo en tiras para cocerlo, dejándolo así a fuego lento.
Dejó por un momento la cocina para dirigirse a la sala de estar, percatándose el desastre que estaba hecho, con basurillas en el suelo, los sofás desacomodados y una desagradable mancha de café en el suelo que se le había caído esa mañana, ¿¡Cómo planeaba parecer romántico si su casa estaba hecha un desastre!? Miró el reloj eran las 19:20, en cuarenta minutos debería de estar llegando, así que podía limpiar un poco, terminar la comida y cambiarse, si, pero debía de apurarse.
Así que con una escoba comenzó a barrer, arreglando los sofás y acomodando cualquier imperfección, tirando al cesto de basura las envolturas de golosinas y papeles no importantes, siguiendo con limpiar el manchón café del suelo. Al menos había quedado decente para recibir una importante visita.
Una vez ordenado aquella parte, fue a su habitación, sus prendas seguían mojadas y dejaba mojado el suelo cuando pasaba, así que lo mejor era cambiarse, así evitaría que pescase un resfriado, lo primero que se quitó fue el pantalón, buscando alguno que fuese cómodo, decente y sobretodo que estuviese seco. Cuando iba a ir por la camisa vio la mesita de noche que tenía al lado de su cama, recordando que en uno de sus cajones estaba la cajita con el anillo, decidió tomarlo de una vez, con todas las tareas que aún debía hacer temía que lo olvidase.
Zenitsu caminó hasta el mueble, abriendo el primer cajón, encontrando enseguida la cajita, la tomó y abrió, asegurándose que el anillo estuviese ahí, sonrió algo tembloroso por ver el anillo de plata, brillando e irradiando hermosura, inevitablemente sintió sus mejillas enrojecer y su corazón alterarse, desde joven deseó contraer matrimonio, nunca se imaginó que al final hubiese decidido por otro hombre, aquella persona que con toda su calidez y amabilidad, terminó por enamorarlo, porque era Tanjirō con quien quería pasar el resto de sus días, porque estaba más que seguro, que no amaría a nadie que no fuera el menor, por ello, su deseo se lo habría confiado a él, porque era él, con quien quería casarse.
Aún con aquella sonrisa, el rubio guardó la cajita en su pantalón, girándose hacia el armario para continuar vistiéndose, hasta que escuchó un pitar fuera de la habitación, al principio se confundió, pero tan pronto se percató, su sonrisa se borró y en su lugar le hizo palidecer.
Salió de la habitación y ahogó un chillido al ver que la alarma de incendio se activó, dejando que las gotas de agua cayeran para apagar cualquier fuego, había un humo negro signo de que algo se estaba quemando, recordando que había dejado cociendo el lomo de cerdo.
Corrió hasta la cocina, viendo efectivamente el porque la seguridad se había activado, viendo como el sartén donde estaba cociendo la carne estaba en llamas, ¿¡Cómo fue que llegó a pasar eso si lo estaba cociendo a fuego lento!? Bueno, en realidad eso creyó, ya que en realidad la llama estaba a lo que más daba. Se dirigió a uno de los muebles de la cocina para sacar un vaso, girándose para llenarlo de agua, pero al estar tan nervioso y con el agua cayendo, se resbaló, estrellándose contra el suelo al igual que el vaso, que terminó rompiéndose.
—Ay no... —Vio los pedazos de vidrio en el suelo, no tenía tiempo así que los recogió con las manos, quejándose por las cortaduras que realizaron en sus manos, tirándolos al bote de basura, tomando otro vaso, pero esta vez yendo con cuidado, lo llenó de agua y lo aventó contra el sartén, apagando con el fuego, pero haciendo que hubiese una reacción con el aceite, teniendo que ocultarse para que no le salpicara. —¡Ya para! ¿¡Quieres!? —Manifestó con frustración hacia la alarma que seguía expulsando agua, empapando más su cabello y ropas, ya no había peligro alguno, así que esperaba que dejase de mojarle.
Sus cejas se encorvaron al ver el trozo de carne hecho prácticamente carbón, parece que tendría que realizar aquello de nuevo, pero cuando iba a remediar todo aquel caos, escuchó el timbrar de la puerta, haciendo que sus piernas flaquearan, seguramente era él.
Intentó limpiar un poco del desastre hecho en la cocina, para luego ir a la puerta, abriéndola lentamente para ver de quien se trataba, haciéndole tragar pesado al ver aquellos ojos en color carmín y aquella deslumbrante sonrisa.
—¡Hola, Zenitsu! —Escucho su nombre siendo pronunciado por Kamado, aunque su sonrisa se hizo pequeña al poner más atención en el aspecto que tenía su novio; la camisa completamente empapada, al igual que su cabello que goteaba agua, ladeó la cabeza hacia un costado extrañado por su aspecto.
—Ho-hola... —Tragó pesado, lo ideal era hacerle pasar, pero... ¿Cómo iba a hacerlo cuando casi toda su casa estaba mojada por el agua, la cocina hecha un caos y su aspecto lamentable? Quería llorar porque todo se hubiese arruinado.
—¿Sucede al- Su oración se vio interrumpida por un estruendoso sonido, seguido de algo haberse caído al suelo. Ambos parpadearon ante lo sucedido, Agatsuma rápidamente giró hacia la cocina, dirigiéndose hacia esta para ver qué es lo que había sucedido, tras de él venía Kamado quien estaba preocupado por la causa de aquel sonido, encontrando el estado en que estaba toda la casa, causando mayor confusión en él, dejó sobre el primer mueble el ramo de flores que había traído para su pareja, caminando hacia la cocina donde vio el mayor desastre de todos.
El causante de aquel sonido había sido nada más ni nada menos que la máquina en donde había puesto el arroz, también se había olvidado por completo de ella, por la presión terminó disparando la tapa, que fue lo que se escuchó al caer, dejando a la vista el quemado arroz.
—¿Qué fue... lo que pasó? —Cuestionó con preocupación hacia el rubio, quien simplemente miraba con horror todo lo que había pasado, siendo aquel su límite. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, dejándose caer al suelo mientras que las lágrimas salían y empapaban sus mejillas. Rápidamente Tanjirō se le acercó y colocó de cuclillas, haciendo que su preocupación incrementara.
—Yo... Yo.... Quería pre-prepararte udon y y y... ah... —Sollozó tratando de explicar como fue que todo terminó así, pero el simple hecho de recordar le hacía sentirse miserable. —Pa-para empezar... ¡El maldito de Uzui se dio más trabajo e hizo que saliera tarde! Y d-después... ¡Eghh! ¡El tren se retrasó! —Fue explicando entre llantos el como llegó a ese punto, mientras que el menor le daba mimos en la cabeza, importándole poco si su cabello estaba húmedo. —El punto es... q-quería preparar una cena especial por nuestro aniversario... pero... pero... todo me salió mal, la comida se quemó, todo está empapado... Quería que to-todo quedara perfecto, pero en su lugar simplemente lo arruiné... ¿Así cómo puedo llegar a ser un buen esposo? —Tanjirō quedó quieto por lo último que dijo, mirándole con algo de nerviosismo, ¿Acaso él...?
—¿Esposo? —Repitió lo último que dijo, consiguiendo que el rubio maldijera internamente, hasta aquello lo había arruinado, quizá pudo arreglar el desastre y salir a comer, entonces allí podría pedirle matrimonio, pero ahora, la tan esperada "sorpresa" la había arruinado.
Zenitsu asintió lentamente, a la vez que metía su mano al bolsillo de su pantalón, sacando la cajita y mostrándosela a Tanjirō, que aún sorprendido tomó el objeto, abriéndolo para ver el brillante anillo de compromiso que había adentro.
—Lo organicé porque... po-porque... quería pedirte matrimonio... pero ahora con es- ahora quien fue interrumpido fue Tanjirō, quien lo rodeó en un fuerte abrazo, haciéndole abrir completamente los ojos a la vez que sus labios temblaban, aunque no era el único que temblaba, también Kamado, que tenía una sonrisa tan grande que inclusos sus mejillas acalambraban.
Se alejó para que el rubio pudiese verle, admirando aquella sonrisa que le hacía derretir el corazón. Alzó sus manos y las pasó por las mejillas del mayor, limpiando las lágrimas que aún permanecía en ellas, haciéndole sorber la nariz.
—¿Pero qué cosas dices, amor? —Habló con calidez, tomando una de sus manos y dejando un beso sobre su fría piel. —Claro que serías un espléndido esposo, simplemente hoy no fue tu día. Preparas comida deliciosa, eres alguien extraordinario, me haces muy feliz y simplemente haces qué te ame cada vez más. No necesitas de una cena perfecta para obtener mi sí. —Los dorados ojos del mayor titubearon, sintiendo que lloraría más ante las palabras tan bonitas que le estaba diciendo su novio, haciendo que sus mejillas se pintaran de un tono rosado. —De hecho... —Tanjirō alzó su mano y cubrió su rostro, mirando hacia otro lado con algo de vergüenza, pero teniendo aquella sonrisa que más pronto que tarde, sentía que explotaría en risas.
—¿Qué pasa? —Preguntó con curiosidad por la mirada del otro, haciendo que por fin soltara las primeras risas, haciendo que su confusión incrementara, ¿Acaso se estaría burlando de él? Ante tal posibilidad le hizo fruncir el ceño, ese era el colmo luego de todo lo que sucedió.
—Pues... verás... —Kamado llevó su mano a uno de los bolsillos de su suéter, sacando de aquel lugar el objeto que estuvo cargando en todo momento, llevándolo hacia Zenitsu que hizo que sus ojos se abriesen por completo. El pelirrojo lo abrió, dejando a la vista un anillo de igual brillo, haciendo humedecer más los ojos del mayor, pero haciéndole sonreír tan bobamente que de igual manera, terminó riendo, ahora entendía porque el menor se estaba riendo. —No eres el único que estuvo planeando pedir matrimonio, ¿Sabes? Estuve esperando mucho tiempo a que lo hicieras, pero te estabas demorando, por eso decidí hacerlo yo. —Las risas de Zenitsu hacían revolotear a su corazón, provocando que aquella felicidad incrementara.
Por ello cuando el rubio mencionó la palabra "esposo" Tanjirō se asustó, pues creyó que de algún modo, había descubierto su sorpresa, pero parece que ambos habían elegido aquel día para pedir matrimonio hacia el otro.
Zenitsu alzó sus manos y cubrió su rostro aún entre risas y lágrimas, el sentimiento de tristeza había sido borrado completamente por uno de felicidad, una tan grande que no sabía cómo manejar. Tanjirō tomó sus manos y las alejó, queriendo ver su rostro, afirmando una vez más que estaba completamente enamorado de aquel hombre, tomó sus mejillas y acercó su rostro, plantándole un beso, donde se escapaban las risas de los dos, pero estaba bien, un beso torpe donde expresaban su felicidad.
Al final, realmente las cosas no salieron tan mal, quizá no fue tan especial como lo planeó, pero el simple sentimiento lo hacía ya especial, no creyó que una cajita le hubiese traído tanta felicidad.
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