Día 2.
Cantando.
Últimamente... El corazón de Tanjirō late como si cantara una canción.
—¡Woah! ¡Este es un campo enorme! —Luego de estar caminando durante horas, habían llegado a un campo de distintas flores y plantas, bastante amplio y lleno de diversos colores. —Creo que sería un buen lugar para tomar un descanso y comer algunos onigiris, ¿No creen? —Tanjirō giró hacia Zenitsu e Inosuke que venían discutiendo, callando cuando el menor de los tres empezó a hablar.
—Por mi está bien, me siento muy cansado. —Expresó agotado el mayor, necesitaba sentarse y tomar un respiro.
—Bien, quiero comer. —Estuvo de acuerdo Inosuke, haciendo sonreír a Tanjirō, el lugar era muy lindo y tranquilo, hacer una parada en un lugar así no estaría mal, de vez en cuando era agradable admirar la belleza de la naturaleza.
No esperaron más y los tres se sentaron sobre el césped a comer los onigiris que habían preparado las chicas de la finca, hablando de cosas y bromeando sobre otras, entre risas y sonrisas convivieron.
«Se ve lindo cuando sonríe...» pensó Zenitsu, admirando la deslumbrante sonrisa de Kamado que alegremente reía al ver las mejillas regordetas de Inosuke, su risa era muy melodiosa y tenía un efecto muy curioso en él, le hacía sentir tranquilo pero a la vez agitaba a su corazón, haciéndole brincar en alegría.
Tanjirō giró hacia el rubio, percatándose de que le miraba, éste alzó levemente la mirada, haciendo que los ojos de ambos se encontraran, Zenitsu sonrió con ternura, provocando que un calor se alojara en el pecho del menor, rompiendo al instante con aquel contacto.
Una vez más, podía escuchar cómo el corazón de Tanjirō latía fuertemente, era cómo si cantara una canción, a pesar de que el latido era rápido, no le parecía una melodía rápida, todo lo contrario, era tranquila, si debía asimilarlo a algo, era cómo... una balada.
Una balada romántica.
Una temblorosa sonrisa se formó en el rostro de Zenitsu, tratando de ocultarla comiendo un onigiri, le gustaba escuchar aquel sonido, podría catalogarlo como su sonido favorito.
Cuando terminaron de almorzar, Inosuke se tiró al suelo a tomar una siesta, luego de comer le habían entrado ganas de dormir, a pesar de que Tanjirō le dijo que debían seguir, fue olímpicamente ignorado por éste, durmiéndose de todas maneras, supuso que reposar la comida estaría bien.
Zenitsu se había alejado un poco, pues comenzaba a ver las diversas flores que había en aquel campo, eran de diferentes colores, tamaños y formas, todas muy lindas e incluso algunas con olores dulces, seguro que a Tanjirō le fascinaría aquellas de olores.
Dirigió una vez más su mirada hacia el menor, quien parecía conversarle a la caja que permanecía al lado, seguro que le estaría contando diversas cosas a Nezuko, quien, al ser de día, no podía salir de la caja, pero eso no impedía que escuchara los relatos contados por su hermano.
Le gustaba mirarlo cuando éste no ponía atención, porque cuando ambos se veían, se avergonzaban y rápidamente evitaban cualquier contacto, pero, momentos como aquel, donde podía verlo durante todo el tiempo sin que éste se diera cuenta, era de los mejores momentos, cada expresión que hacía, las sonrisas que soltaba y claro, aquellas caras tan divertidas, causaba un efecto efervescente en su ser, burbujas que explotaban en su interior que le indicaban el querer gritar, cosa que se aguantaba para no quedar como un rarito.
«¿En qué momento?... Ah... supongo que no podré cumplir mi promesa...» Zenitsu alzó su mano y agitó su cabello, mirando hacia otra parte, sentía que mientras más miraba al menor, más cautivado quedaba, a un inicio sus intenciones eran de admiración por lo valiente que era Tanjirō, pero, cuando menos se dio cuenta, aquellos sentimientos se desbordaron, situándose en aquel instante.
Su promesa de contraer matrimonio con una hermosa chica, parece que fue totalmente estropeada por un chico que irradiaba amabilidad en su estado más puro, porque él... Puede que hubiese caído enamorado de ese chico.
Sus mejillas se ruborizaron por lo que estaba pensando, alzó sus manos y las palmeó, tratando de alejar aquellos pensamientos que sólo le alteraban. Volvió a mirar las flores, tragó saliva ante la idea que se le había venido, una idea que en realidad había pensado tiempo atrás, quizá era el momento para dar el siguiente paso.
Comenzó a buscar las flores más bonitas, de colores hermosos y sobretodo, de olores agradables, cortándolas con cuidado y así fue reuniendo varias. Zenitsu no se consideraba bueno en muchas cosas, pero, algo que le gustaba hacer era coronas de flores, porque desde pequeño tenía un deseo y era momento de cumplirlo.
Pasado un par de minutos había tenido las suficientes flores, comenzando a unirlas mediante nudos y cruces para crear la dicha corona. Su corazón cada vez se agitaba más en nerviosismo y emoción a tal punto de que incluso sus manos temblaban, era bastante cobarde, de ello no había duda alguna, pero ese sentimiento que florecía en su interior, le daba el impulso de ser un poco más valiente, de hacer lo que su corazón enamorado dictaba.
Procuró que la corona quedara lo más linda posible, pero a pesar de sus deseos, ciertas flores quedaron un poco disparejas, debido a los temblores que tenían sus manos, pero la veía decente para ser entregada, respiró con profundidad y giró hacia donde Kamado estaba, recargado en la caja, tenía los ojos cerrados, se preguntaba si se habría quedado dormido igual.
Con timidez comenzó a caminar donde él estaba, sintiendo como sus piernas pesaban, pues le costaba caminar, mediante más iba avanzando, su corazón latía con mayor fuerza, llegando a un punto donde sus rodillas comenzaban a temblar.
Pero finalmente, luego de casi una eternidad había llegado, estaba justo frente a Tanjirō, escuchaba su respiración tranquila y el calmado latir de su corazón, con cuidado se sentó, sin quitarle la mirada, aquel rostro también le gustaba, ¡Ah! En realidad no había algún rostro suyo que no le gustase.
—¿Zenitsu? —Salió de su ensoñación cuando escuchó su nombre, haciéndole ahogar un chillido del susto que se llevó, segundos después los párpados del menor se abrieron, mirándole. —¿Sucede algo? —Preguntó con curiosidad, Zenitsu era un revoltijo de diferentes olores, le daba curiosidad saber la razón de aquello.
—N-no... ehm... —Apretó sus labios, tratando con todas sus fuerzas que sus manos no apretasen la corona, pero en su lugar temblaron, llamando la atención de Tanjirō quien bajó la mirada, percatándose del objeto que sostenía el mayor. Respiró con profundidad y, antes de que el pelirrojo preguntase sobre aquello, se inclinó hacia él, alzando sus manos y dejando la corona sobre la cabeza del menor, provocando que la confusión de éste incrementara.
—¿Y... esto? —Hizo referencia a aquella corona de flores, se preguntaba, ¿De dónde la sacó? ¿La había hecho él? Dirigió su mirada a Zenitsu, quien tenía los ojos completamente abiertos, teniendo un fuerte rubor en su rostro, parece que quería hablar, pero sus labios simplemente temblaban, haciendo que un espontáneo nerviosismo atacase al menor.
Por otra parte, Zenitsu estaba sin palabras, tampoco es como si hubiese planeado el que decir, pero supuso que sería fácil inventarse algo, grave fue su error porque no había tomado en cuenta lo que le provocaría ver a Tanjirō con la corona de flores, dos cosas que le gustaban, Tanjirō y las flores, juntos simplemente le hacían sentir de una euforia que no sabía cómo manejar.
Los segundos que estuvieron así, curiosamente no había sido incómodo para ninguno de los dos, a pesar de que uno estaba muriendo de vergüenza y el otro no entendía lo que sucedía, se sentían de algún modo feliz.
—Yo... —Zenitsu rompió con el silencio, los ojos de Kamado se centraron en él, poniendo total atención a lo que diría. —Cuando... Cuando era pequeño... Hacía muchas coronas, con la idea de que en un futuro... Pudiese darle una corona hermosa a alguien especial... Q-quizá la corona no sea tan hermosa cómo me lo imaginaba, pero... La persona especial... Sin duda es quien tengo enfrente mío... —Dejó salir aquellas palabras que durante tanto tiempo había guardado, sintiendo sus mejillas arder al finalizar.
Mientras hablaba, en ningún momento miró al menor, hasta ahora, que cuando alzó la mirada, le vio con los ojos completamente abiertos, los labios ligeramente separados y un rubor en sus mejillas.
—Ta... ¡Tanjirō! Tú... Me gustas... —Confesó finalmente, sintiendo todo su cuerpo temblar y provocando que el rubor de éste se intensificara, no tardó mucho para que soltara fuertes risas, esa risa tan dulce que estremecía su ser, el menor se sentía tan feliz luego de todo lo que dijo, que no halló otra manera de expresarse que riendo, tampoco tenía palabras. «Ah... Está cantando nuevamente.» una temblorosa sonrisa se plasmó en su rostro al escuchar una vez más el como su corazón latía en aquella armoniosa melodía.
—¡Ah, Zenitsu! —Exclamó su nombre, teniendo esa deslumbrante y amplia sonrisa, tanto que incluso sus mejillas le dolían, sin previo aviso, se inclinó hacia adelante, tomando al mayor del brazo y jalándolo, aprisionándolo en sus brazos, abrazándolo con fuerza. —No sabía qué eras tan romántico. —Expresó en un tono de alegría, recibiendo un ligero golpe en la espalda del rubio mientras le regañaba con un "no te burles". —Tú también me gustas, me gustas muchísimo. —Sus palabras hicieron que su rostro empeorara, poniéndose mucho más rojo de lo que estaba, tuvo que ocultarse en el hombro del Tanjirō para que éste no le mirara.
—Eso ya lo sé. —Tanjirō parpadeó sorprendido por lo que dijo, ladeando la cabeza en confusión y alejándose para buscar su rostro, queriendo una explicación de lo que dijo, era la primera vez que le decía lo que sentía.
Zenitsu al ver su mirada curiosa, no tuvo otra más que explicar lo que sucedía, tratando de no mirar tanto tiempo aquel par de ojos que le miraban con completa calidez.
—¿Sabes? De vez en cuando, tu corazón late como si cantara una canción, como si expresara un "¡Hey! ¡Estoy enamorado y necesito expresarlo!" late al compás de una balada romántica, por eso... Me fue fácil adivinar que te gusto... —Relató el como se había percatado, claramente eso también fue algo que le impulsó a confesarse, porque de no haber sabido, quizá se lo habría guardado para siempre.
O igual se habría desbordado.
—Y-ya veo... —Tanjirō llevó una de sus manos y cubrió su rostro avergonzado por lo que había dicho el mayor, no esperaba que fuese su corazón quién terminara delatando sus sentimientos, pero... Se sentía feliz, porque lo que no supo explicar con palabras, su corazón había expresado a la perfección.
Sonrió levemente mientras bajaba la mano que cubría su rostro, mirando con ternura a Agatsuma, el cual sólo titubeó ante aquella mirada, agradecía estar sentado, porque de estar de pie, seguramente sus piernas habrían temblado ante aquella mirada. Con cuidado acercó su mano, tomando delicadamente la de Zenitsu, cubriéndola con la otra, aquella acción hizo que el corazón del rubio se detuviese por breves segundos.
—Así que una canción, ¿Eh? Hmmm, y dime... ¿No te gustaría cantar esta melodía conmigo? —Pidió en un tono tímido, derritiendo a Zenitsu ante su acción y palabras, simplemente era imposible negarse sí lo pedía de esa manera. Así que, con una gran sonrisa que hizo cerrar sus ojos y con las mejillas rosadas, respondió.
—Claro que sí. —Inevitablemente, la sonrisa fue contagiada por el menor.
Y sus corazones, latieron en sincronía, cantando ambos al compás de aquella balada de romance.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top