DÍA 7: Fantasía
En un mundo en el que el 99% de la población puede usar magia, hay presente un 1% que no puede. Ese era el caso de Tomioka Giyuu, en este mundo de magia, él era incapaz de usarla, convirtiéndole en el único mortal del reino de Kimetsu.
Al no poder hacer algo que el resto de la población sí, Giyuu se vuelve un miembro prescindible del reino. No sirve en la mayoría de trabajos ya que estos son realizados mucho más fácilmente por gente con magia. ¿Qué podía hacer entonces? Pues era muy simple.
- Tomioka-san – la hechicera Shinobu bajó con varias pocimas en las manos – Necesito que vayas al bosque a por tréboles de cuatro hojas.
Así es, el mortal Tomioka Giyuu era el recadero/esclavo de la maga más poderosa del reino de Kimetsu, Kochou Shinobu.
- ¿De cuatro hojas? Tú sabes que para encontrarlos se necesita suerte.
- Claro y yo te la daré.
- ¿Lanzarás un hechizo en mí?
Shinobu negó con una sonrisa.
- Buena suerte y que te vaya bien, Tomioka-san.
La hechicera le despidió con la mano y con una de sus típicas sonrisas. ¿Eso era todo? ¿Desearle suerte con palabras? Pues que no espere que encuentre el trébol en unos cuantos días.
Giyuu abandonó la cabaña de Shinobu y se fue hacia el campo de tréboles que se encontraba a las afueras del reino, justo antes de adentrarse en el bosque. Era una pena, estaba seguro de que si pudiera usar magia sería muy poderoso, podría ser incluso el mago más fuerte del reino, mucho más que Shinobu pero dios o quien esté ahí arriba se divierte mucho riéndose de él.
Estuvo rebuscando unos cuantos minutos entre los tréboles hasta que pudo oír unos pequeños chillidos de animal procedentes de dentro del bosque. Rápidamente se puso de pie y se adentró entre los árboles buscando al animal herido que estaba gimoteando y no tardó mucho en encontrarlo. Se trataba de un mapache que había caído en una trampa para animales, su patita estaba atrapada en un pequeño cepo y los gimoteos de dolor eran debido a eso.
Supuso que eran temas de magos, él no entendía para que querrían capturar un mapache. ¿Hacer amuletos con sus patas tal vez? Pero ¿eso no era con los conejos? Sea como fuere, Giyuu se puso de rodillas al lado del animal y acarició su pelaje para intentar relajarle.
-Shh, te voy a sacar de aquí – aunque se clavó un poco los pinchos del cepo en la mano, Giyuu consiguió abrirlo y liberar la pata del animal la cual estaba herida debido a la trampa, dudaba de que pudiera caminar por su propia cuenta – No puedo dejarte aquí solo – acarició el pelaje del animal, el cual estaba algo asustado.
Él no era de sentir pena por cualquier cosa pero ese mapache marrón y herido no se merecía ser dejado ahí abandonado y menos herido. Aun sabiendo que le caería una bronca por volver sin el trébol, Giyuu volvió a la cabaña de Shinobu e ignorando las quejas de la mujer, subió al piso de arriba para curar la patita del animal herido.
- No soy mago ni nada de eso pero los ungüentos de Shinobu son los mejores del reino – tras aplicar una de las pomadas curativas hechas por la hechicera, Giyuu cubrió con vendas la patita herida y envolvió en una manta al pequeño animal para que no pasara frío.
- Tomioka-san – Shinobu subió enfadada las escaleras - ¿Se puede saber dónde está mi trébol de cuatro hojas?
- Seguramente fuera, buena suerte buscándolo.
- ¡¿Eh?! ¡Te envié a ti para que...! – dejó de hablar al ver al animal herido – Oh, ¿qué ha pasado?
- Estaba en el bosque, había caído en una trampa.
- ¿Una trampa? – Shinobu analizó al animal mientras se cruzaba de brazos – En ese bosque no hay animales valiosos, si había una trampa así puede que...
- ¿Qué?
- A lo mejor buscaban a un cambiaformas. Puede que quisieran venderlo, tengo entendido que se puede obtener mucho dinero por ellos.
- ¿Cambiaformas? Vaya tontería, es un simple mapache, ¿no lo ves? – volvió a acariciar al animal, este recibió sus mimos encantado.
- Es lógico que no se dejaría ver con su forma humana, ¿no crees?
- Shinobu, es un mapache, punto.
- Lo que digas, bueno, dejaré que se quede pero mañana tendrás que traerme ocho tréboles de cuatro hojas, ¿de acuerdo?
- ¿Ocho? Encontrar uno es casi imposible.
- Cuento contigo, Tomioka-san.
Cuando la noche llegó, Giyuu volvió a ofrecer comida y bebida al animal para que cenase, después de olfatearla un poco, empezó a comer mientras Giyuu le veía con una pequeña sonrisa. Era un animal adorable, había que admitirlo. Como Shinobu dejó que el animal se quedara en la cabaña, Giyuu se quedó también. Lo mejor era quedarse ahí, si algo pasaba con su herida, tendría al lado las pomada y pócimas curativas de Shinobu y aunque tuvo que dormirse en el suelo, no le importó con tal de vigilar que el animal estuviera bien.
Mientras Giyuu dormía, el mapache se revolvió entre sus mantas, consiguiendo librarse de ellas para sentarse al lado de Giyuu y observare atentamente. A medida que la luna iluminaba la habitación, el cuerpo del mapache empezó a brillar y su forma animal quedó sustituida por la de un humano, salvo sus orejas y cola de mapache que seguían presentes. El chico no llevaba ropa, así que la luna iluminaba hermosamente cada centímetro de su piel expuesta. Levantó su mano derecha, la cual estaba envuelta en la venda que le puso Giyuu. El chico sonrió y se acercó a Giyuu para acurrucarse a su lado, recuperando así el sueño y durmiendo al lado de su salvador.
Cuando la luz del día traspasó las ventanas, los parpados de Giyuu se abrieron con pereza. Shinobu le había encargado traer ocho tréboles de cuatro hojas, genial, como tenía tanta suerte para encontrar esas cosas seguro que se le hacía super fácil, nótese el sarcasmo.
Intentó levantarse del suelo pero no pudo ya que había un cuerpo pegado al suyo que no le dejaba. Al girar el rostro se encontró con un chico, aparentemente humano salvo por sus orejas y cola de mapache, completamente desnudo a su lado.
- Ah... - los ojos azules recorrieron su cuerpo y cuanto más bajaban, más rojo se iba poniendo su rostro.
- Mmmm... - el chico empezó a abrir los ojos, dejando ver a Giyuu unos brillantes y animados ojos rojos – Buenos días, maestro.
- ¿Eh...? ¿Maes...?
- Gracias por salvarme ayer, maestro.
- ¿Quién eres y...? ¿Por qué estás desnudo?
- Me llamo Tanjiro y soy el mapache que salvaste ayer, gracias Maestro, estoy en deuda contigo – Tanjiro se sentó, juntando sus rodillas y agachando su cabeza – Permítame servirle, por favor.
- ¿Eh...? ¡¿Eh?!
- Ah y estoy desnudo porque en mi forma animal no llevaba ropa.
- Pero...
- Maestro – se acercó más a él, poniendo nervioso a Giyuu por su desnudez – Quiero servirle en todo lo que me ordene, diga algo y lo haré, lo que sea.
- N-no... - sus ojos azules se perdieron ahora en los labios de Tanjiro, el pelirrojo no ignoró eso.
- ¿Quiere besarme?
- ¿Eh?
- Si es lo que mi maestro desea, yo le besaré.
- ¡No, no! ¡Espera...!
Tanjiro apoyó sus manos en los hombros de Giyuu con la intención de besarle pero la aparición de la dueña de la cabaña estropeó su momento.
- ¿Qué haces? – preguntó Shinobu nada más llegar. El día de ayer dejó a su recadero/esclavo con un pequeño mapache herido pero ahora su recadero/esclavo estaba con un chico desnudo a punto de besarse - ¿Tienes que hacer estas cosas en mi cabaña?
- Shi-Shinobu – Giyuu apartó al chico desnudo – Dice que es el mapache de ayer.
- Comprendo – suspiró cansada – Entonces sí que es un cambiaformas, dios, Tomioka-san, no tendrás magia pero sí un don para atraer los problemas.
- Maestro, gracias por rescatarme de la trampa. Desde el día de hoy, estoy en deuda con usted, no dude en pedirme algo, haré lo que usted desee.
- Ara, ara, que suerte, Tomioka-san.
- ¿Suerte? Yo no... - cerró los ojos para dejar de ver el cuerpo desnudo del chico - ¿Puedes vestirte?
- Si mi maestro lo desea, sí.
- Deseo que te vistas entonces.
- Entendido – asintió feliz - ¿Con qué ropas le complacería a mi maestro verme?
- Mientras tapes tu trasero, me parece bien.
- ¡Entendido!
Tanjiro bajó corriendo las escaleras, dejando arriba solamente a Shinobu y a Giyuu.
- ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?
- Quédate aquí con él, los cambiaformas son raros de ver y además son capaces de hacer magia, si por un casual algún cazador lo viera sería un problema. Yo iré a por los tréboles, tú quédate aquí con él y limpia mis frascos de pociones, ¿entendido?
- Sí – con pocas ganas, Giyuu aceptó su tarea.
Cuando la dueña de la cabaña abandonó esta, Giyuu bajó las escaleras y buscó con la mirada al chico mitad mapache, ya no se encontraba desnudo, llevaba una especie de vestido verde con cuadros negros que inevitablemente dejaba algo expuesto su trasero debido a que su esponjosa cola de mapache impedía que la prenda le tapara bien.
- ¿Qué te he dicho de tu trasero?
- ¡Maestro! – Tanjiro se lanzó hacia él y le atrapó en un abrazo – Use mi magia para crear esta prenda, ¿le complace?
- No, no lo hace, te sigo viendo el trasero.
- Oh... ¿al maestro no le gusta mi vestimenta? – al hacer un tierno puchero, Giyuu se arrepintió de sus palabras.
- No me refiero a eso, de todas formas, tengo algo que hacer.
- Comprendo, ¿puedo ayudarle maestro?
- No es necesario, además – tomó la mano herida de Tanjiro, sonrojado a este – Todavía no estás recuperado, sube arriba y descansa.
- Pero quiero ayudar a mi maestro, ¿no hay nada que pueda hacer?
- No, me temo que... - cortó su palabras tras pensar algo, ¿había dicho que podía usar magia? Eso sería de alguna manera conveniente para él – Tanjiro, ¿puedes hacer magia?
- ¡Sí, por supuesto!
- ¿Y me podrías ayudar usándola?
- Claro, si se trata de mi maestro, lo haré encantado – el cambiaformas juntó sus manos y usó su magia para limpiar todos los frascos de pociones de las estanterías de Shinobu - ¡Maestro! ¿Lo hice bien?
- Sí, ha estado bien.
- ¡Genial! – su esponjosa colita de mapache empezó a moverse de un lado a otro en señal de felicidad – Maestro.
- ¿Qué?
Se acercó más hacia Giyuu y agachó su rostro en señal de que quería que le acariciaran la cabecita.
- Bien – como el chico se lo merecía, Giyuu acarició su cabeza – Lo has hecho bien.
De los labios de Tanjiro escapó una pequeña risa mientras recibía contento sus mimos en la cabeza.
- Maestro, ¿ahora qué?
- Shinobu solo me encargó eso, así que supongo... que no tengo nada más que hacer.
- ¡¿En serio?! ¡Entonces podemos jugar juntos! Salgamos fuera y juguemos.
- No.
- ¿Mm? – la emoción de Tanjiro desapareció ante la negativa del mayor - ¿No?
- Ahora mismo es muy evidente que eres un cambiaformas, si hay algún cazador fuera, querrá atraparte para venderte.
- Ah... comprendo...
- No te pongas triste por eso, aquí dentro nadie puede hacerte daño – extendió su mano hacia Tanjiro - Déjame ver tu mano, quiero ver como va la herida.
- Sí – asintió con un pequeño sonrojo en sus mejillas y dejó que Giyuu desenvolviera la venda para mirar la herida - ¿Cómo está?
- Mejor que ayer, Shinobu tiene talento para hacer este tipo de pomadas así que seguro que te recuperarás muy pronto. Estarás deseando volver al bosque.
- N-no sé... ahora... solo quiero estar con mi maestro.
- Pero tienes familia en el bosque ¿no? Seguro que están preocupados por ti.
- Pero debo quedarme aquí y servirte, después de todo has salvado mi vida.
- Puedo cuidarme solo, así que cuando te cures del todo, lo mejor será que vuelvas al bosque.
No muy contento con la decisión de Giyuu, Tanjiro asintió con la cabeza dispuesto a cumplirla. Pasar los días en la cabaña de Shinobu se volvió algo común para Tanjiro, ya sea ayudando a la hechicera con sus pócimas o ayudando a Giyuu con el trabajo menos mágico, el cambiaformas había traído alegría al lugar de trabajo de ambos y aunque no era seguro que saliera fuera, Giyuu le traía cosas de las tiendas del reino como regalos.
- ¿Qué es esto, maestro? – ladeó la cabeza confuso ante su nuevo regalo.
- Es un collar – Giyuu sacó el objeto de su caja, era un collar apretado al cuello con pequeñas gemas incrustadas en él.
- Es... ¿es cómo los humanos piden matrimonio?
- ¿Qué? No, eso es con un anillo.
- Ah – revisó el collar que le ofrecía Giyuu – Entonces quero un anillo.
- No te voy a pedir matrimonio, es para que te acuerdes de mí cuando te vayas.
- Ah... era eso – algo decaído, aceptó el regalo, no le hacía gracia su significado – Si es del maestro... sería grosero por mi parte rechazarlo.
- Tanjiro – Shinobu llegó hacia él con una sonrisa - ¿Me permites?
- Claro.
Ya sabía a lo que se refería así que Tanjiro dejó que la hechicera destapara la herida en su mano para comprobar que estaba completamente curada.
- Tu mano ha sanado completamente, ahora podrás volver al bosque. ¿No te alegra?
- Sí... mucho – fingiendo una sonrisa para ocultar su tristeza, Tanjiro continuó su trabajo en la cabaña ahora con su mano destapada al estar completamente curada.
Giyuu no quiso decir nada, él también le había cogido cariño estos días que el mitad mapache pasó junto a ellos pero su lugar no era este, era el bosque de las afueras del reino. Sería muy egoísta de su parte pedir que se quedara.
Cuando el día de devolver al bosque llegó, Giyuu cubrió los rasgos animales de Tanjiro con una capa y lo llevó hacia la entrada del bosque, al llegar a su destino, Tanjiro se quitó la capa, moviendo sus orejitas algo inquietas y mirando todo alrededor, no había sido muchísimo tiempo pero para él había sido mucho tiempo lejos del bosque.
- ¿Lo extrañabas? – preguntó Giyuu a su lado.
- Sí... supongo que esta es mi casa.
- Sí, es esta – decir eso le dolió, quería que se quedara con él un poco más – Ten... ten más cuidado cuando andes por el bosque, no quiero que caigas en otra trampa.
- Lo tendré, gracias por cuidar de mí este tiempo, maestro – agachó su cuerpo en una reverencia – Seguiré en deuda con usted.
- Yo también, después de todo me has ayudado mucho con mis tareas.
- ¿Mm? ¿El maestro está en deuda conmigo?
- Sí.
- ¿Y la puedo cobrar ahora?
- ¿Ahora? ¿Y cómo vas a...? – los labios de Giyuu dejaron de hablar cuando Tanjiro pegó los suyos en un beso que sorprendió al azabache. Al separarse, Giyuu se encontró con la brillante sonrisa de Tanjiro delante de sus ojos.
- Su deuda ha sido saldada – su cuerpo empezó a brillar y a encojerse poco a poco, pasando de ser el de un mitad humano ser completamente un pequeño mapache. Dejando las ropas que le vestían como un humano atrás, Tanjiro empezó a corretear en dirección hacia el bosque.
Las manos de Giyuu fueron hacia sus labios recién besados. ¿Había alguna posibilidad de volver a verle?
Al día siguiente, Shinobu le mandó una vez más por tréboles de cuatro hojas. ¿No se había enterado la hechicera todavía de que él no tenía suerte?
Llevaba ya casi como una hora buscando y nada, se iba a levantar y dase por vencido pero el chillido de un animal le hizo darse la vuelta. Entre los tréboles había un mapache con un collar alrededor de su cuello con pequeñas gemas incrustadas y en su boca sostenía unos cuantos tréboles de cuatro hojas.
Giyuu sonrió por eso y le acarició la cabeza para después recibir los tréboles en su mano.
No le gustaba salir a buscar tréboles para las pócimas de Shinobu pero si este iba a ser su pequeño ayudante, puede que Giyuu cambiara de opinión.
Hola!!! Séptimo y último día acabado. La week llega a su fin, muchas gracias por haberla seguido 🤧, espero que os haya gustado.
Hoy es el cumpleaños del rayito de sol de Kimetsu, nuestro bebé Tanjiro. ¡¡Feliz cumpleaños al cabezazos locos que es tan honesto que no puede mentir!!
Que bonito es 💖💖💖
Muchas gracias por leer, os quiero 💙💙💙.
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