DÍA 6: Mafia
En el mundo hay muchas formas de morir, unas más dolorosas que otras pero si algo está claro es que nadie quiere mirar a la muerte a los ojos. Los habitantes de Tokio lo sabían bien y por eso evitaban en todo momento interactuar con la mafia conocida como el "Clan del agua". Este grupo era liderado por Urokodaki Sakonji, un hombre justo con lo suyos pero dañaría a cualquiera que se metiera con su familia porque eso era la mafia, una familia que no se encuentra unida por la sangre sino por algo más fuerte.
Su mentalidad era enseñada y grabada a fuego en sus subordinados y en sus futuros sucesores. Tomioka Giyuu era el nombre de su sucesor, un hombre joven que había sido instruido por Urokodaki durante años y que estaba más que preparado para asumir el cargo. Un hombre frío y sin debilidades, bueno, puede que sí que tuviera una.
- Tomioka-sama – los guardas de seguridad se hicieron a un lado cuando Giyuu llegó al pasillo donde ellos estaban - ¿Todo ha ido bien?
- Sí – Giyuu se retiró los guantes manchado de sangre y se los dio a uno de los hombres, esto era algo común para él, no le importaba matar a los enemigos de su familia pero no soportaba mancharse y menos si iba a encontrarse luego con un pequeño ángel - ¿Él está dentro?
- Así es señor, hace poco que ha despertado, le han traído el desayuno y debe estar acabándolo.
- Bien.
Los guardias abrieron las grandes puertas y dejaron que el azabache entrara en la amplia habitación en lo que más destacaba era una enorme cama de sábanas rojas. Entre ellas había un chico de cabellos rojos y pendientes hanafuda con una bandeja de lo que debía ser su desayuno al lado aunque estaba sin tocar.
- Tanjiro.
Al ser llamado por el mafioso, el chico dejó de mirar hacia la ventana y se levantó rápidamente de la cama para lanzarse en un abrazo hacia el otro.
- ¡Giyuu-san!
Giyuu le recibió encantado aunque no le gustó nada que todavía no hubiera probado bocado.
- ¿Otra vez no comes?
- No puedo comer si no estás tú, quería saber si estabas bien y... - la pequeña nariz de Tanjiro se movió en señal de que estaba olfateando algo, sus manos fueron hacia las de Giyuuy las levantó para percibir el olor que estaba molestando a su nariz – Sangre...
- Tanjiro – alejó la mano del menor – Es trabajo.
El pelirrojo simplemente se apartó de Giyuu y volvió a la cama para sentarse como estaba antes. Giyuu rodó los ojos por esto, sabía que Tanjiro no pertenecía a este mundo. Él era la luz y la luz debe estar fuera iluminando el exterior, no encerrado y dejándose consumir, pero la situación había acabado siendo así.
La familia de Tanjiro había fallecido a manos de una banda rival, siendo el hijo mayor de la familia el único superviviente de la masacre. Urokodaki le recogió, le dio un techo y todo lo que necesitara, no sería la primera vez que el cabecilla de familia hace esto. Más de una vez había acogido a personas que lo habían perdido todo, estas acababan formando parte de su familia tras haber buscado venganza contra aquellos que les hicieron daño, pero había una excepción con Tanjiro, él lo había perdido todo pero no quería matar ni vengarse. Él siempre se preguntaba "¿Y luego qué?" Arrebatar una vida por haber arrebatado otra sería un ciclo interminable de odio y muerte o así es como lo veía Tanjiro.
Puede que esa manera única de pensar fuera lo que enamoró a Giyuu.
- Tanjiro – Giyuu se sentó a su lado y acarició sus cabellos pelirrojos – Come un poco.
- No quiero.
- ¿Y...? – la mano de Giyuu bajó hasta sus caderas donde empezó a acariciarlas por encima de la ropa - ¿Y si te alimento yo?
- Bueno... - frotó sus piernas nervioso – Puede que así... coma un poco.
En este bajo mundo, era muy fácil que Tanjiro se deprimiera pero por suerte, Giyuu sabía como animarle. Metiéndose más en la cama y apoyando su espalda contra el cabecero, Giyuu acercó la bandeja con la comida a un lado mientras Tanjiro se sentaba horcajadas encima de él.
- Abre la boquita.
Tanjiro hizo lo que le pidieron con un pequeño sonrojo en las mejillas, dejó que Giyuu metiera la cuchara con cereales dentro de su boca y aunque no lo hizo queriendo, un poco de la leche que iba con los cereales en la cuchara acabó escurriéndose por los labios de Tanjiro, formando un erótico recorrido desde sus labios a su barbilla como si se tratara de otra sustancia.
- Giyuu-san...
El mayor pasó sus dedos por la barbilla de Tanjiro para limpiar el líquido. Aprovechando que sus dedos rozaron sus labios, Tanjiro sacó tímidamente su lengua, haciendo que esta rozara con los dedos de Giyuu.
- Tanjiro.
- No quiero los cereales – apartó la mirada avergonzado hacia la bandeja – Quiero el plátano.
- Bien, te lo daré entonces – Giyuu dejó el cuenco con los cereales en la bandeja y probó esta vez a alimentarle con la fruta. Tras quitarle la piel, lo acercó a la boca de Tanjiro, este chocó sus labios tímidamente con la punta de la fruta para después agarrarlo con sus dos manos y abrir un poco la boca para chupar lo poco que había entrado en su boca – Tanjiro... no hagas eso.
- ¿El qué? – dejó de jugar con la punta para dar pequeñas lamidas al costado de la fruta - ¿Hay... hay algo mal?
- Tanjiro, para – bajó lentamente una de sus manos hacia la retaguardia del menor.
- Pero si eres tú el que está... ¡ah! – un pequeño gemido se escapó de sus labios al sentir una de las manos de Giyuu debajo de la camisa larga que llevaba, la cual era la única prenda que tapaba su desnudez – Giyuu-san...
Giyuu le arrebató el plátano y lo dejó en la bandeja, apartó esta lejos de ellos en la amplia cama de sábanas rojas y dirigió sus dos manos a amasar las nalgas del más joven, apretándolas entre sus manos y acercando su boca a su cuello para empezar a repartir besos que pusieron la piel de gallina al más joven.
- Giyuu-san... ¿a... ahora?
- ¿No quieres?
- No es eso... yo... siempre quiero estar con Giyuu-san – Tanjiro empezó a desabrochar su camisa, dejando su pecho al descubierto. Giyuu no desaprovechó esto y empezó a bajar sus besos del cuello al pecho del pelirrojo.
Los ojos rojos de Tanjiro se cerraron para centrarse solamente en lo besos de Giyuu y olvidar todo lo demás. Olvidarse del mundo que le rodeaba ahora mismo y olvidarse de las manos manchadas con muerte que le estaban tocando.
- Gi...
- Tomioka-sama – uno de los guardas de fuera entró, interrumpiendo el momento de Giyuu y Tanjiro.
- ¿Qué? – preguntó enfadado Giyuu mientras volvía a abrochar rápidamente la camisa que llevaba Tanjiro.
- Lamento interrumpir pero es importante, hemos... hemos encontrado información sobre "eso".
- ¿Eso? – preguntó Tanjiro confuso.
- Comprendo, vete. Ahora salgo.
- Sí, señor.
El guardia abandonó la habitación, Giyuu levantó a Tanjiro y le dejó en la cama mientras él se dirigía hacia la puerta.
- Giyuu-san, ¿de qué hablaban?
- Trabajo.
Esas simples palabras fueron suficiente para Tanjiro. Cuando hablaba de trabajo en realidad estaba hablando de matar. No le gustaba ese tema así que decidió permanecer en silencio y dejar que Giyuu abandonara la habitación.
- ¿Qué tenéis? – una vez fuera, Giyu preguntó a los guardias.
- Todo, nombres y localización.
- Perfecto.
- Tomioka-sama, ¿no debería informar a Tanjiro-sama? Se trata de la banda que mató a su familia.
- No, no quiero que él se entere. Preparad los coches, vamos a matar a esos hijos de puta.
- Sí.
Los hombres empezaron a caminar a través del pasillo con Giyuu a pocos pasos detrás de ellos. Tanjiro podría perdonar, podría pensar que la venganza no trae nada pero Giyuu no. No han crecido de la misma manera ni tienen los mismos valores.
Mataría a cada miembro de esa banda con sus propias manos, porque hicieron sufrir a Tanjiro, porque le quitaron todo y porque arrastraron su luz a este rincón de la oscuridad.
Tanjiro no tendría que manchar nunca sus manos pero para Giyuu no supondría ningún problema volver a manchar las suyas una vez más. Haría justicia por un ángel como Tanjiro.
Matar por un ángel, ¿tiene eso sentido? No le importa, lo único que importa es hacer pagar a aquellos que le hicieron daño de la peor de las maneras.
Metió su mano en uno de los bolsillos de su chaqueta y de ahí sacó una pequeña cajita marrón. Al abrirla se pudo ver un anillo de compromiso. Puede que a Tanjiro no le gustar del todo esta vida pero mientras él esté a su lado, se encargaría de protegerle de cualquier daño.
Las manos del futuro esposo del siguiente líder del Clan del agua se mantendrían limpias de sangre. La sangre solo se desparramaría a sus espaldas, sin que él se entere de nada.
Así es cómo viven los ángeles, engañados en sus jaulas.
Hola!!! Sexto día acabado. La verdad es que no me convencía al principio pero estoy muy contenta con el resultado de este día.
Mañana es el cumple de Tanjiro y el último día. Gracias por estar dando tanto amor a la week. 💙💙💙
Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el séptimo día.
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