DÍA 2: Cita a ciegas

No supo que había pasado exactamente, es decir, él no hacía esta clase de cosas. Entonces, si él no las hacía ¿por qué demonios las estaba haciendo? Ah, ya se acuerda.

Sabito.

Ese es el nombre de la persona que le obligó a hacer algo que él nunca habría hecho por voluntad propia. Ahora, ¿de qué estamos hablando? Pues ni más ni menos que de una cita a ciegas. Su mejor amigo se había cansado de verle pasar todos los fines de semana leyendo un libro, según él, tenía que tener algo más de acción, que tenía 25 años, pero parecía un abuelete de 80.

Tras registrarle, sin su permiso, en una aplicación de citas, Giyuu se vio obligado a quedar con una de las personas que le mandaron una invitación en esa aplicación. Tenía que decir que la idea de la cita seguía sin convencerle, en la aplicación no se permitían fotos de caras así que puede que su cita fuera algún tipo de 50 años que quiere drogarle en la cena para vender sus órganos luego. Pues de eso nada, cuando le viera venir le rechazaría educadamente y cenaría solo. ¿Era penoso? Sí, pero volvería a su casita luego y se leería por decimoquinta vez todos sus libros de Stephen King. Eso sí que era pasar un buen fin de semana para él.

A todo esto, Sabito no le dijo el nombre con el que le registró en la aplicación. En el momento en que cogió su móvil para buscar su seudónimo, la figura de un chico joven apareció delante de él.

- ¿Solitario depresivo? – preguntó una dulce voz.

- ¿Eh? – Giyuu levantó la mirada y allí se encontró con algo que no era para nada un hombre de 50 años en busca de robar sus riñones.

Delante de él estaba un chico que seguramente era un poco más joven que él, sus cabellos pelirrojos estaban algo revueltos pero peinados a su manera, sus ojos, rojos como su pelo pero más claros, le dedicaban una mirada llena de luz. ¿Cómo podían brillar tanto unos ojos? Colgando de sus orejas había un par de pendientes que parecían cartas hanafuda y en un lado de su frente había una cicatriz que no le quitaba de ninguna manera belleza al rostro del chico.

Sí, lo iba a admitir, era precioso. Cuando llegara a casa daría un beso a Sabito por haberle dado la oportunidad de poder contemplar semejante rostro angelical.

- Disculpe, creo que me he confundido, perdóneme – el chico se disculpó al creer que se había equivocado por lo mucho que estaba tardando Giyuu en contestar.

Mierda, acababa de conocer a un ángel y lo iba a perder por subnormal.

- ¡No! – se levantó de su silla causando un golpe con la mesa que hizo temblar los vasos – No te has equivocado, soy... - miró la pantalla de su móvil – Solitario depresivo.

Bueno, besaría a Sabito y también le daría un puñetazo por el nombrecito.

- Ah, menos mal – un ligero sonrojo llegó a sus mejillas – Creía que había hecho el ridículo con un desconocido – se acercó a la mesa y tomó asiento junto a Giyuu – Soy... culito melocotón.

- Sí, me he fijado.

- ¿Perdón?

- ¿Eh?

- Es... mejor déjalo, es que unos amigos me metieron en esta aplicación sin decirme nada y bueno... me pusieron ese nombre y te mandaron una invitación. Es un poco bochornoso.

Vaya, solitario depresivo y culito melocotón, empezaba bien la cita.

- Creo... que usar los nombres de la aplicación es extraño sobre todo por... por el tuyo.

- Sí, eso es verdad – rascó avergonzado su brazo – Me llamo Kamado Tanjiro.

- Tomioka Giyuu.

- Tomioka-san entonces.

- Kamado.

- No, llámame Tanjiro, no estoy acostumbrado a que me llamen por mi apellido.

- Bien, pues... Tanjiro, ¿cuántos años tienes?

- ¿Cuántos años crees que tengo?

- Sinceramente, menos de 18 y me está asustando.

Una pequeña risa escapó de los labios de Tanjiro.

- Tengo 21 pero me halaga que me veas tan joven. Tú en cambio te ves muy mayor, ¿37?

- 25, ¿tan mayor me veo?

- Era broma, pensaba que 18, también te ves jovencito y sinceramente, yo también me estaba asustando.

Tras romper el hielo inicial, la cena comenzó para ellos. Después de que el camarero les trajera su cena y un poco de vino, el cual Tanjiro rechazó sirviéndose un poco de agua, cosa que no hizo Giyuu, el cual si que se sirvió una copa.

- ¿No te gusta el vino? – preguntó mientras pegaba el primer sorbo.

- No, en general todo lo que lleve alcohol. Digamos que el alcohol y yo... somos una mala combinación.

- ¿Alguna anécdota bochornosa?

- Bueno... la última vez que bebí acabé lleno de leche.

Giyuu se atragantó con el vino que estaba bebiendo y empezó a toser, asustando al pelirrojo sentado delante de él.

- ¿Estás bien?

- Sí, es que... ¿q-qué pasó exactamente?

- Es que tengo un amigo un poco... bastante bruto. Así que cuando me emborraché con él, nos pusimos ha hacer guerra de comida en la cocina y lo primero que agarró él fue un montón de cartones de leche, el resto te lo puedes imaginar tú.

Sí, que no dude de que va a poder imaginarse el sexy cuerpo del pelirrojo mojado de leche.

- Desde entonces prefiero no beber.

- Pero tu amigo no está aquí, no va a poder hacerte eso.

- No, pero prefiero que mi mente no se quede en blanco esta noche. Si quedamos otra vez, puede que baje las defensas.

Tras decir eso, Tanjiro le guiñó el ojo. ¿Le acababa de coquetear? A él le parecía que sí.

- Tomioka-san, si tu amigo no te hubiera montado esta cita, ¿qué estarías haciendo ahora mismo?

- Supongo que meter mi cara en uno de los libros de Stephen King.

- ¿En serio? – Tanjiro se sorprendió por la respuesta – Te gusta el misterio entonces.

- Sí, supongo que sí.

- Es un buen escritor.

- Es mi favorito, ¿has leído "Misery"? Es un libro que trata sobre Paul Sheldon, un escritor de novelas románticas que tras un accidente se encuentra bajo los cuidados de una mujer llamada Annie Wilkes, una admiradora suya.

- ¿Sí?

- Sí, resulta que las verdaderas intenciones de la mujer no son tan buenas como parecen ya que lo único que quiere es que Paul continúe escribiendo más novelas de la serie de Misery, la heroína que Paul mató en su última novela. La mujer no está muy bien de la cabeza y hará cualquier cosa para obligarle a escribir. Es una historia bastante interesante, Stephen King siempre consigue grandes éxitos, Misery me parece uno de ellos. Hay una frase muy interesante en ese libro, "Escribir no lleva a la miseria..."

- "Nace de la miseria".

Giyuu se sorprendió por eso.

- ¿Te lo has leído?

- Solo unas cuatro veces, yo también soy un amante de la lectura.

- "La verdad no es realmente..." – comenzó Giyuu la frase.

- "Más extraña que la ficción, digan lo que digan" – completó Tanjiro con una pequeña sonrisa.

La mano del pelirrojo fue hacia la botella de vino y se sirvió una copa bajo la curiosa mirada de Giyuu.

- Creía que no querías bajar tus defensas.

- Bueno – terminó de servirse el vino y elevó su copa con la intención de brindar – He cambiado de opinión.

Compartiendo la misma mirada cómplice, Giyuu alzó también su copa y completó el brindis.

El resto de la noche pasó más o menos de la misma manera, hablaron de sus trabajos, Giyuu era veterinario mientras que Tanjiro estaba en el último año de la carrera para dedicarse a ese mismo oficio. De sus gustos en la comida, Tanjiro amaba lo dulce, pero Giyuu no tenía mucha tolerancia con eso. También salió a la conversación parejas pasadas. Resulta que Tanjiro estuvo en una relación de dos años con un hombre de casi la misma edad que Giyuu, Rengoku Kyojuro era el nombre de su ex, un hombre guapo, fuerte y muy inteligente, pero decidieron terminar su relación porque la chispa entre ellos simplemente se apagó.

- Kyojuro era increíble – comentó mientras se servía otra copa más de vino, sin darse cuenta se acabaron una botella entera ellos solos – Y que pene tenía.

Giyuu volvió a atragantarse por segunda vez esa noche. Tanjiro parecía un solecito sexy pero inocente, aunque estaba empezando a dudar de lo último.

- Un día rompimos la cama mientras... dios, que vergüenza cada vez que lo recuerdo.

- Os lo pasabais bien.

- Sí, pero... faltaba algo.

- ¿El qué?

- No sé, conexión. Él era perfecto, pero... no sentía esa química, esas ganas de vernos todos los días, de seguir hablando en cada momento. Ya sabes, las típicas maripositas en el estómago. Ahora somos solo amigos. ¿Qué me dices tú? ¿Algún romance acabado por ahí?

- ¿Romance? Me temo que soy un lobo solitario, como no me salga una pareja de un libro, no creo tenerla nunca.

- Comprendo, no debe ser fácil encontrar a alguien que quiera pasar los sábados entre mantas y libros.

- No lo es. Supongo que debe ser igual de difícil que encontrar a alguien que tenga esa química contigo y lo de querer hablar en cada momento.

- Sí, es difícil de encontrar – Tanjiro dejó la copa en la mesa y dirigió su mano hacia la de Giyuu – Pero creo que ahora mismo... quiero seguir hablando.

- ¿Sí?

- Sí, bueno, yo no he salido de un libro, pero... me gusta tu plan para los sábados.

Giyuu aceptó el tacto de la mano de Tanjiro, entrelazando sus dedos y acercando sus rostros al centro de la mesa para besarse pero la llegada de un camarero con la cuenta les hizo separarse rápidamente con el rostro rojo.

Tras intentar pagar y que Giyuu no le dejara, ambos acabaron abandonando el restaurante, siendo recibidos por el frío aire nocturno de la calle. Tanjiro se abrazó a si mismo por el repentino cambio de temperaturas.

- ¿Tienes frío?

- Un poco.

Giyuu se quitó su chaqueta y la puso sobre los hombros del pelirrojo, este la aceptó con una pequeña sonrisa.

- Gracias. Dime, ¿ha sido un buen sábado?

- Mejor que mis sábados de Stephen King.

- Me alegra. ¿Sabes? El vino estaba bueno y eso que no suelo beber, creo que ahora me tomaría otra copa.

- Yo... tengo en casa.

Tanjiro se mordió el labio divertido por lo tímido que había sonado Giyuu diciendo eso.

- ¿Me estás invitando a tu casa?

- Sí, creo... creo que sí.

- Suena muy tentador, pero lo voy a rechazar.

Eso fue un golpe de humillación para Giyuu, claro que se iba a negar, era la primera vez que se veían pero sin embargo antes casi se besan. ¡Casi se besan! Pero el maldito camarero tuvo que llegar para hacer su estúpido trabajo. ¡¿Cómo se atreve a trabajar?! Maldito idiota.

- ¿Quieres que te acompañe a casa o...?

- Vivo lejos, pillaré un taxi.

- Oh, sí.

Quería volver al restaurante, Giyuu quería volver al restaurante. Esto de ahora estaba sonando demasiado a despedida, no quería que se fuera tan rápido.

- Tomioka-san.

- ¿Sí?

Cuando Giyuu giró el rostro, Tanjiro lo aprovechó para depositar un pequeño beso en su mejilla. La mirada de sorpresa de Giyuu fue muy divertida para Tanjiro, ya que no pudo evitar sonreír y al mismo tiempo sonrojarse.

- Me lo he pasado muy bien. Volvamos a quedar otro día, además, tengo que devolverte la chaqueta.

- Me encantaría y sobre la chaqueta, te la puedes quedar.

- Bien, entonces... hasta la próxima, solitario depresivo.

- Hasta la próxima, culito melocotón.

La despedida de Giyuu hizo sonreír a Tanjiro aunque no pudo evitar avergonzarse por el uso de su nombre en la aplicación. Tras despedirse con la mano, Tanjiro se dirigió a la parada de taxis más cercana, girándose solo una última vez para dedicarle una sonrisa más a Giyuu.

Una vez que el azabache se quedó completamente solo, se permitió dar un suspiro profundo. Perfecto, así es como había resultado ser el chico, todo lo contrario, a lo que esperaba Giyuu.

Cogió su móvil y buscó en la aplicación de citas el usuario de Tanjiro, podría parecer patético hablarle nada más haberse despedido, pero necesitaba hacerlo.

Solitario depresivo

¿Qué haces el siguiente sábado?

La respuesta solo tardó unos segundos, como si el chico hubiera estado también metido en la aplicación.

Culito melocotón 

¿Qué quieres que hagamos?

Solitario depresivo 

¿Copa de vino? ¿O eso implicaría volver a bajar tus defensas?

Culito melocotón 

No me importa bajarlas contigo

Vale, el sábado entonces

Una sonrisa se escapó de los labios de Giyuu. Amaba sus sábados de Stephen King pero puede que los tuviera que mover al domingo para que los sábados pasaran a ser los sábados de Tanjiro. 


Hola!!! Segundo día acabado, ¿moraleja? Si usamos una aplicación de citas nos vendrá un ladrón de órganos pero si la usa Giyuu le vendrá un hermoso rayito de sol que amar. 

Pregunta que no tiene nada que ver pero se pregunta de todas formas. ¿Quién creéis que debe ser más potente en la intimidad, Rengoku o Giyuu? De Rengoku ya sabemos que rompió la cama XD. 

Gracias por leer, os quiero y nos vemos en el tercer día. 

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