Capítulo 4

El auditorio estaba vibrante con energía. Las luces resaltaban el brillo de las togas y birretes de los estudiantes, mientras las cámaras destellaban desde cada rincón. Padres, familiares y amigos llenaban cada asiento, esperando ansiosos ver a sus seres queridos caminar por el escenario. Era un día especial, y para Namjoon, Seokjin y Yoongi, también era un momento de unión, eran tres amigos que llegaban al final de un sendero juntos y, si bien no sabían qué les deparaba el futuro, al menos confiaban en que su amistad no desapareciera.

Jungkook estaba sentado cerca del frente junto a su madre, Jeon Younghee. Había insistido en asistir a la ceremonia, a pesar de las tensiones en su casa. Su madre lo había acompañado, y aunque su rostro aún reflejaba las preocupaciones que llevaba desde su confesión, también mostraba orgullo por los amigos de su hijo.

— Hyung va a llorar cuando le den su diploma —murmuró Jungkook, inclinándose hacia su madre con una sonrisa burlona.

Younghee soltó una pequeña risa, golpeándole suavemente el brazo.

— Eso es porque Jin tiene un corazón enorme. No te burles de él. — Respondió, golpeándole suavemente el brazo.

Jungkook sonrió, sintiéndose aliviado por el humor ligero. Había algo reconfortante en poder bromear con su madre después de todo lo que habían pasado en las últimas semanas. El nombre de Seokjin resonó en los altavoces, y Jungkook comenzó a aplaudir con fuerza, liderando los ánimos del público.

— ¡Vamos, hyung! —Gritó, su voz destacándose entre los aplausos.

Seokjin subió al escenario con su porte elegante y una sonrisa radiante que iluminaba el lugar. Su andar era calmado, pero cada paso mostraba la confianza que había cultivado y recuperado en el último año. Cuando aceptó su diploma, los aplausos aumentaron. Luego, el maestro de ceremonias anunció que Seokjin recibiría un reconocimiento especial por su liderazgo en el consejo estudiantil y su contribución en las actividades extracurriculares.

Desde el escenario, Seokjin buscó entre el público. Sus ojos encontraron primero a Namjoon, que le dedicó una sonrisa cálida y un asentimiento de aprobación. Luego vio a Yoongi, quien, en su estilo característico, levantó dos dedos en un saludo breve pero significativo. Finalmente, sus ojos se encontraron con Jungkook y Younghee. Su sonrisa se amplió, y cuando bajó del escenario, no pudo evitar dirigirse directamente hacia ellos.

Younghee se levantó antes de que Seokjin pudiera decir algo, extendiéndole un ramo de flores.

— Estoy tan orgullosa de ti, hijo —espetó, envolviéndolo en un abrazo fuerte.

Seokjin, que había mantenido la compostura en el escenario, rompió a llorar en los brazos de Younghee. Nunca esperó ver a un familiar en su graduación, jamás le gustaron las actividades escolares por esa razón. En los primeros años de primaria, como todas las clases fueron dentro del mismo orfanato, no sintió mucha diferencia con el resto de los niños. Cuando en los últimos años de la primaria comenzaron a llevarlos a escuelas externas, las cosas comenzaron a cambiar. Era doloroso cada vez que había un evento, cuando todos esperaban a sus familiares y él sabía que para él nadie estaría. No había a quién darle quejas, postales o dibujos. Así que mientras los años fueron pasando, acorazó su pecho para que esto no le doliera tanto. Sin embargo, en ese instante en que alguien se alegraba tanto por él, que lo abrazaba, felicitaba y vitoreaba, se sintió feliz.

— Gracias... gracias por todo. De verdad —murmuró, su voz temblorosa.

Jungkook, observando la escena, no pudo resistir la tentación de bromear.

— Mamá, parece que eres tú la que se está graduando.

Younghee se giró hacia él, limpiándose las lágrimas rápidamente, y le lanzó una mirada divertida.

— Algún día, cuando tengas un hijo y lo veas graduarse, estarás igual o peor que yo.

— No estoy tan seguro de eso —respondió Jungkook, encogiéndose de hombros, pero sin borrar la sonrisa de su rostro.

Cuando Seokjin regresó a su asiento, Namjoon lo recibió con un abrazo cálido, apoyando una mano en su espalda mientras le susurraba al oído que estaba muy feliz por él. Yoongi, más reservado, extendió una mano para apretar la de Seokjin, pero luego lo atrajo hacia sí en un abrazo breve pero significativo.

— Lo hiciste bien, hyung. Como siempre —murmuró Yoongi.

Seokjin sonrió, sintiendo el apoyo de ambos como un ancla.

El nombre de Yoongi fue anunciado poco después. A diferencia de Seokjin, su caminar era serio, casi casual, pero había una firmeza en su paso que decía mucho más de lo que él admitiría. Subió al escenario sin mucho alboroto, aceptando su diploma con una leve inclinación de cabeza.

Jungkook, sin importar las miradas que recibía de las personas a su alrededor, comenzó a aplaudir con fuerza.

— ¡Eso, hyung! ¡Eres el mejor! —gritó, su entusiasmo arrancando algunas risas en el público.

Desde el escenario, Yoongi permitió que una pequeña sonrisa cruzara su rostro luego de haber puesto los ojos en blanco en un fingido fastidio. Al bajar, sus ojos buscaron instintivamente a Namjoon y Seokjin, quienes lo esperaban con expresiones de orgullo. Namjoon le dio una palmada en el hombro, mientras Seokjin le ofrecía un pañuelo.

— No estoy llorando, hyung —dijo Yoongi, con un toque de sarcasmo.

— Pero por si acaso. Nunca se sabe —respondió Seokjin, con una sonrisa traviesa.

Namjoon se inclinó hacia él, su voz suave, pero cargada de afecto también porque después de todo, se estaba graduando con su mejor amigo. Sí, le había dolido que Yoongi se ganara el corazón de Seokjin, pero fue un juego limpio después de todo. Ninguno tenía la culpa de como todo se desarrolló y, más allá de todo, lo quería, con o sin Seokjin de por medio.

— Lo hiciste genial. Estoy orgulloso de ti.

Yoongi asintió, y aunque no respondió con palabras, su expresión lo decía todo. Los tres compartieron un momento breve, mas lleno de complicidad antes de que Namjoon fuera llamado al escenario en el mismo momento que Yoongi veía a su madre llegar con su nueva pareja. No se le acercó, sabía que alguien más podría captarla y no quería que se lo dijeran a su marido, pero Yoongi la vio. Ambos se sonrieron y el pelinegro tuvo que contener sus lágrimas al ver a su madre llorar. Min Yoona fue la mujer que le dio la vida, su madre y mismo si su padre le había prohibido acercársele, estaba ahí. Los ojos de Yoongi miraron a la mujer que la acompañaba, la persona por la cual su madre arriesgó todo. En algún momento Yoongi sintió odiarla, pero no era así. Estaba agradecido de verlas a las dos demostrándole que sus sentimientos eran fuertes y que valía arriesgarse por amor.

Cuando el nombre de Namjoon fue anunciado, el auditorio se llenó de aplausos. Yoongi se limpió las lágrimas, siguiendo el señalamiento de su madre que le indicaba que mirase a su mejor amigo subir a recoger el diploma. Su andar era seguro, con esa confianza natural que siempre había sido parte de él. Pero esta vez, había un toque de humildad en su postura.

Al recibir su diploma, el maestro de ceremonias anunció que Namjoon no solo se graduaba con honores, sino que había obtenido la calificación más alta de su generación. Una medalla fue colocada alrededor de su cuello mientras el público estallaba en aplausos. Maldición, Yoongi y Seokjin se abrazaron entusiasmados, ambos estaban felices por él.

Desde el escenario, Namjoon levantó la vista hacia Jungkook, que estaba de pie aplaudiendo con fuerza.

— ¡Eso, Namjoon hyung! —gritó Jungkook, provocando que varias personas se giraran hacia él una vez más.

Namjoon sonrió suavemente, buscando a Seokjin y Yoongi en el público. Sus miradas se cruzaron, y los tres compartieron un momento silencioso que solo ellos podían entender. Cuando bajó del escenario, ambos lo recibieron con un abrazo conjunto. Namjoon se permitió relajarse por un momento, rodeado por el apoyo incondicional de sus amigos.

— Sabíamos que te darían algo especial, pero no tenías que dejarnos en vergüenza siendo tan perfecto —bromeó Yoongi, dándole un ligero empujón.

— No podía evitarlo —respondió Namjoon, riendo.

Seokjin lo miró con una sonrisa llena de orgullo.

— Estamos tan orgullosos de ti.

Namjoon asintió, sintiendo que las palabras de Seokjin llevaban un peso especial. Este era su momento, pero compartirlo con ellos lo hacía aún más significativo.

Cuando la ceremonia terminó, el grupo se reunió con Jungkook y Younghee. El ambiente estaba lleno de risas y emoción mientras las familias se abrazaban y los estudiantes se felicitaban entre sí. Younghee organizó rápidamente una foto del grupo, insistiendo en que este momento tenía que ser capturado. Sorprendió incluso a Yoongi cuando le indicó a la madre del mismo y a su pareja que se acercaran también. Primero le dieron la cámara a otra persona para que les tomara una foto a todos. Luego, las mujeres se hicieron a un lado.

— Vamos, chicos, pónganse juntos. No todos los días se gradúan —, les indicó Younghee mientras organizaba la toma. Cuando todos estuvieron listos, ella levantó la cámara y sonrió ampliamente. — ¡Digan kimchi!

El flash iluminó sus rostros, y en ese momento, Jungkook sintió algo que no había sentido en mucho tiempo: tranquilidad. A pesar de las tensiones en su vida, sabía que siempre tendría a estas personas en su esquina.

Antes de despedirse, Younghee miró a los amigos de su hijo con una sonrisa afectuosa.

— No importa lo que pase, sigan cuidándose entre ustedes. Jungkook siempre habla de lo mucho que significan para él, y cada vez que los miro entiendo el porqué.

— Siempre lo haremos, señora Jeon. — Namjoon, siempre el portavoz natural, respondió con un tono sincero. — Puede contar con nosotros.

— Como mande, mamá Jeon. — Bromeó Seokjin dándole un saludo militar al mismo tiempo que ella revolvía su cabello.

Cuando regresaron a la mansión Jeon esa tarde, el ambiente estaba marcado por el contraste. Jungkook, todavía animado por la graduación de sus amigos, no podía dejar de sonreír mientras comentaba con su madre los momentos más destacados de la ceremonia. Younghee se había relajado un poco, viendo a su hijo en un estado más despreocupado, algo que no ocurría desde hacía semanas. Sin embargo, ese respiro fue breve.

Ni siquiera había tenido tiempo de quitarse los zapatos cuando la voz firme y helada de su padre resonó desde el fondo del pasillo.

— Necesito hablar contigo, Jungkook. Ahora.

El tono no admitía réplica, y el corazón de Jungkook se hundió al instante. Intercambió una mirada rápida con su madre, cuyos ojos reflejaban preocupación. Sin decir nada, dejó sus cosas en el suelo y siguió a su padre hasta el estudio.

Al entrar, encontró a Jeon Taewoo de pie junto a su imponente escritorio de madera oscura, con los brazos cruzados y una expresión impenetrable. Las luces tenues del estudio acentuaban las líneas duras de su rostro, haciendo que la atmósfera se sintiera más opresiva.

— En una semana te irás al extranjero a terminar tu educación secundaria — avisó su padre, sin preámbulos ni explicación.

Jungkook parpadeó, incrédulo.

— ¿Qué? —preguntó, su voz cargada de sorpresa y confusión. — ¿Por qué?

Jeon Taewoo no vaciló.

— Porque es necesario —respondió, su tono cortante. — Tu comportamiento aquí ha sido inaceptable. Es hora de que aprendas disciplina lejos de las distracciones de esta casa.

— ¿Disciplinarme? —Replicó Jungkook, alzando la voz. — Esto no tiene nada que ver con mi educación, ¿verdad? Esto es porque no puedes soportar que sea bisexual, que me gusten los hombres. — Taewoo lo miró fijamente, sus ojos fríos como el acero.

— Es exactamente por eso —dijo, sin rodeos. — No quiero esa vergüenza en mi casa. Si te mando lejos, al menos no tendré que ser testigo de tu... desvío.

Las palabras cayeron como un golpe en el pecho de Jungkook. Antes de que pudiera responder, la puerta del estudio se abrió y su madre entró rápidamente, su rostro estaba lleno de preocupación. Había escuchado la conversación desde el pasillo, y no estaba dispuesta a quedarse callada.

— ¡Taewoo, estás cruzando un límite! —Exclamó Younghee, su voz más alta de lo habitual. — ¿De verdad crees que mandarlo al extranjero resolverá algo? Es tu hijo. Nuestro hijo.

El señor Jeon volvió su mirada hacia ella, su expresión endureciéndose aún más.

— Si quiere ser tu hijo, puede serlo —espetó, con desprecio evidente. — Pero yo no quiero verlo más. Que se quede lejos, donde no pueda avergonzarme.

— ¿Avergonzarte? —Repetía su esposa, dando un paso hacia él. — ¿Escuchas lo que estás diciendo? Estás hablando de tu propio hijo como si fuera un extraño. Esto no es una solución. Lo estás alejando porque no puedes lidiar con tus propios prejuicios.

— No es prejuicio, Younghee. Es proteger lo que es importante —dijo Taewoo, elevando la voz. — No voy a permitir que arruine nuestra reputación con esta... tontería. No voy a permitir que se dañe él mismo.

— ¿Tontería? —la mujer apretó los puños, claramente luchando por mantener la calma. — Esto no es una fase ni un capricho. Es quién es, y tú, como su padre, deberías aceptarlo y apoyarlo.

Jungkook, que había permanecido en silencio mientras sus padres discutían, finalmente intervino.

— Mamá, por favor, no lo hagas — tomó suavemente su mano. — No vale la pena discutir con él.

— No quiero que te vayas, Jungkook. — Younghee lo miró, sus ojos llenos de dolor y frustración. — No debería ser así. Esta es tu casa también.

Jungkook le dedicó una pequeña sonrisa, tratando de tranquilizarla.

— Lo sé, mamá. Pero si él no me quiere aquí, entonces es mejor que me vaya. — Se giró hacia su padre, enfrentándolo, desafiándolo con resignación. — Y para que lo sepas, papá, también hay hombres en el extranjero.

El comentario hizo que Taewoo apretara la mandíbula con fuerza, su rostro enrojeciéndose de ira contenida.

— No me importa. Al menos no tendré que verlo —respondió, con un tono que dejó claro que la conversación había terminado.

Con esas palabras, dio media vuelta y salió del estudio, dejando a Jungkook y a su madre solos. Younghee suspiró, llevándose una mano a la frente mientras intentaba contener las lágrimas.

— Esto es tan injusto... —murmuró, con la voz rota.

Jungkook se acercó y la abrazó, apoyando la barbilla en su hombro.

— Estaré bien, mamá. Te lo prometo. No pienso discutir más porque pienso que será incluso mejor que yo no esté aquí, que no nos estemos viendo. — Ella lo miró, con los ojos llenos de lágrimas.

— No debería mandarte lejos por esto. No es justo que tengas que cargar con su ignorancia.

— Mamá, no es tu culpa. Ni siquiera es mía. Él simplemente no puede aceptar lo que no entiende. — Younghee asintió lentamente, pero su expresión seguía siendo sombría.

— Solo quiero que sepas algo, Jungkook. No importa dónde estés, siempre voy a estar aquí para ti. Siempre.

Jungkook sonrió débilmente.

— Lo sé, mamá.

Ella tomó sus manos, apretándolas con fuerza.

— Prométeme algo. No importa lo que pase, no dejes que nadie te haga sentir menos de lo que vales. No importa si es tu padre, alguien en el extranjero o cualquier persona que encuentres en tu vida. Eres increíble tal como eres, y quiero que recuerdes eso.

— Lo prometo —dijo Jungkook, sintiendo que esas palabras lo fortalecían más de lo que esperaba.

Younghee lo abrazó una vez más, dejando un beso en su frente antes de apartarse.

— Voy a estar en el aeropuerto contigo el día que te vayas. No voy a dejar que te vayas solo, ¿de acuerdo?

— De acuerdo —respondió Jungkook, sintiendo que, aunque la situación era injusta, no estaba completamente solo.

Después de la discusión en el estudio, Jungkook subió a su habitación, cerrando la puerta detrás de él. Se apoyó en ella por un momento, sintiendo el peso de las palabras de su padre aplastándolo. Su corazón latía con fuerza, y aunque había intentado mantener la compostura frente a su madre, en la soledad de su cuarto no pudo evitar que las lágrimas comenzaran a caer.

Se dejó caer en la cama, mirando al techo, tratando de encontrar algo de calma. *¿Cómo podía su padre rechazarlo tan completamente?* La decisión de enviarlo al extranjero no se trataba de su educación ni de disciplina. Era un castigo por ser quien era, una manera de apartarlo de su vida.

El recuerdo de la ceremonia de graduación de sus amigos apareció en su mente, llenándolo de una mezcla de nostalgia y dolor. Ver a Seokjin, Yoongi y Namjoon tan unidos, tan llenos de promesas para el futuro, le había dado un destello de esperanza. Pero ahora, esa esperanza parecía tan lejana.

— Al menos tengo a mamá —murmuró, recordando el apoyo de Younghee en medio de todo el caos. Aunque el rechazo de su padre dolía, saber que ella estaba de su lado era un pequeño consuelo.

Jungkook cerró los ojos, dejándose llevar por el cansancio emocional mientras el eco de la discusión en el estudio resonaba en su mente.

Mientras Jungkook lidiaba con su dolor en la habitación, Younghee se dirigió al cuarto principal con pasos decididos. Cuando entró, encontró a su esposo junto al escritorio que tenía en un rincón, revisando documentos como si nada hubiera pasado. La indiferencia en su postura la enfureció.

— Tenemos que hablar, Taewoo —espetó, cerrando la puerta detrás de ella.

— Ya hemos hablado, Younghee. — Él levantó la vista brevemente antes de volver a sus papeles. — La decisión está tomada.

— No, tú tomaste la decisión —espetó, cruzando los brazos. — Decidiste algo que afecta directamente a nuestro hijo sin siquiera consultarme. ¿Quién te crees que eres?

Taewoo dejó los papeles a un lado, girándose hacia ella con el ceño fruncido.

— Soy su padre. Tengo todo el derecho de tomar decisiones sobre su vida.

— No cuando esas decisiones lo alejan de su hogar, de su familia —respondió alzando la voz. — Lo estás echando, Taewoo. No puedes disfrazar esto como algo relacionado con su educación o bienestar. Lo estás castigando por algo que no puede cambiar. ¿Hay alguna diferencia entre el Jungkook de ahora y el Jungkook de hace dos semanas? ¿Qué ha cambiado? Sigue siendo tu hijo, comportándose como siempre.

— Eso es lo que tú no sabes, empiezan así, después se pierden en la perversión. Lo verás comenzando a vestirse como niño, teniendo sexo con desconocidos que lo van a enfermar y ahí sí que perderás a tu precioso hijo. ¿Sabes acaso cómo son los hombres como él? Estoy protegiendo esta familia de una vergüenza pública, lo estoy protegiendo a él de ser el hazmerreír, de ser un maricón, drogadicto que termine muerto por alguna porquería adquirida durante el sexo —dijo él, su voz fría. — Si para eso debo enviarlo lejos, entonces que así sea.

Younghee apretó los puños, intentando contener la rabia que se acumulaba en su interior.

— ¿Sabes lo que estás haciendo realmente? Estás destruyendo a esta familia, estás fracturando la relación que tienes con él. Si echas a nuestro hijo de la casa, nuestro matrimonio se acaba, Taewoo. No puedo seguir con alguien que cree que el rechazo es una forma de amor.

Taewoo se levantó de la silla, mirándola con incredulidad.

— ¿Quieres tirar años de matrimonio por el desvío de nuestro hijo? Hazlo, si eso es lo que prefieres.

— No es un desvío, Taewoo. Es parte de quién es. Y si no puedes aceptarlo, algún día te vas a arrepentir. Un día, cuando estés viejo y solo, recordarás este momento y te darás cuenta de que alejaste a tu propio hijo. Que perdiste la oportunidad de verlo crecer, de conocerlo realmente. Pero para entonces será demasiado tarde.

El silencio se extendió entre ellos como una cuerda tensa a punto de romperse. Taewoo la miró, su rostro inmutable, pero su mandíbula apretada delataba su molestia.

— Si quieres viajar con él, hazlo —dijo finalmente, su tono amargo. — Pero no esperes que cambie de opinión. Jungkook necesita disciplina, y The King's School es el lugar adecuado para dársela.

Younghee lo miró, sorprendida por la mención de la escuela. Había escuchado sobre The King's School en Australia, un internado reconocido por su rigor académico y su enfoque en la disciplina. Era conocido por aceptar estudiantes con problemas de conducta y por imponer reglas estrictas que moldeaban a sus alumnos.

— Así que planeas mandarlo a un lugar diseñado para "corregir" comportamientos —, su tono lleno de sarcasmo. — ¿Crees que eso va a cambiar quién es?

— No lo sé, y sinceramente no me importa —respondió Taewoo, encogiéndose de hombros. — Mientras esté lejos de aquí, será suficiente para mí.

Younghee dio un paso hacia él, su mirada llena de determinación.

— Muy bien. Pero escucha esto, Taewoo. Me voy con él. Viajaré hasta que esté instalado y seguro. No voy a dejarlo solo en esto. Y más te vale asegurarte de que esta sea la última vez que tomas una decisión como esta sin mí. Jungkook es tan hijo mío como tuyo, y no permitiré que lo vuelvas a tratar como si no importara.

Taewoo no respondió, simplemente la miró con la misma expresión impenetrable. Pero Younghee no necesitaba una respuesta. Sabía que sus palabras habían hecho impacto. Se giró hacia la puerta, lista para salir, pero antes de hacerlo, se detuvo.

— ¿Sabes algo, Taewoo? Puedes convencerte de que esto es por disciplina o por proteger nuestra reputación, la salud de nuestro hijo, pero la verdad es que todo esto es porque tienes miedo. Miedo de que el mundo vea que no puedes controlar a tu propio hijo. Y eso es algo con lo que tú tendrás que vivir, no Jungkook. Ahora, para que no te quede dudas o te tome de sorpresa, mi hijo se irá al extranjero, pero sobre mi cadáver entrará a esa maldita escuela.

Salió del cuarto antes de que él pudiera decir algo, cerrando la puerta con un movimiento decidido. Su corazón latía con fuerza, pero no había rastro de duda en su mente. Haría todo lo necesario para asegurarse de que Jungkook supiera que no estaba solo.

Younghee fue directamente a la habitación de su hijo después de la discusión. Lo encontró sentado en su cama, con la mirada perdida en el suelo. Al verla, le dedicó una pequeña sonrisa.

— Mamá, ¿todo bien? — Preguntó, aunque podía adivinar la respuesta.

Ella se sentó a su lado, tomando sus manos entre las suyas.

— Voy a viajar contigo, hijo. No voy a dejarte solo en esto.

Jungkook sintió que las lágrimas amenazaban con volver, esta vez era de gratitud, pero también de culpa porque sabía que seguramente había discutido con su padre, que su madre lo estaba pasando mal desde que se confesó.

— Mamá, no, no puedes hacer esto por mí. Yo...

— ¿Tú qué? Eres mi hijo y mira a ver si no quemo al maldito mundo por ti si no es necesario. Si aceptas irte, lo haremos juntos, pero a la escuela y el país que tú elijas, yo me encargaré de todo. No te preocupes por tu padre.

— Se va a molestar.

— Pues tendrá dos trabajos entonces, molestarse y contentarse por su propia cuenta. — Lo abrazó, sintiendo como la puerta se abría suavemente dejando ver a un Seokjin preocupado.

— Gracias, mamá. Eso significa mucho para mí.

Younghee lo abrazó, sosteniéndolo con fuerza. Con un asentimiento le indicó a Jin que pasara.

— Siempre estaré contigo, Jungkook. No importa dónde estés ni qué pase, siempre tendrás un hogar conmigo. — Jungkook cerró los ojos, permitiéndose sentirse amado en medio del caos. Aunque su padre lo rechazara, su madre era su ancla, y eso era suficiente para seguir adelante. — Aquí también está Seokjin para ti, ¿no es así hijo?

— Toda la vida lo protegeré de cualquier dolor que pueda, madre. — Younghee sonrió entre lágrimas, acariciando la mejilla de Jin. — Lo prometo.

— Hyung. — Jungkook se dejó abrazar por los dos, sin fuerza para decir cualquier otra cosa.

+++

El reloj marcaba casi la medianoche cuando Jungkook se reunió con Seokjin, Yoongi y Namjoon en la habitación de Seokjin al día siguiente de lo ocurrido. Younghee había hablado con los padres de Yoongi y Namjoon para que se pasaran los últimos días antes del viaje de Jungkook, en la casa. El ambiente, que durante la tarde del día anterior había estado lleno de risas y celebración, ahora estaba teñido de una preocupación y tristeza notable. Jungkook había evitado mencionar la decisión de su padre durante la comida, queriendo que el día de sus amigos se mantuviera libre de preocupaciones. Pero ahora, sentado en el borde de la cama de Seokjin, sabía que ya no podía guardar silencio.

Jungkook respiró hondo, mirando a sus tres amigos. Todos lo observaban con atención, sus expresiones serias. Finalmente, soltó las palabras que había estado conteniendo.

— Mi papá... decidió que me voy al extranjero —su voz se quebró ligeramente. — Me enviará a un internado en Australia, The King's School, para terminar la secundaria. Bueno, mi mamá dijo que puedo escoger una escuela y país diferente, así que esto último todavía no está decidido.

Seokjin, sentado en el suelo con las piernas cruzadas, abrió los ojos de par en par. Se llevó una mano al rostro, y antes de que pudiera contenerse, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Es que él ya lo sabía, pero esperaba que hubiesen cambiado de opinión en esas veinticuatro horas.

— Esto no es justo, Jungkook. ¿Por qué tiene que ser tan cruel contigo? —Preguntó con su voz temblorosa.

Jungkook intentó sonreír, pero no pudo.

— No llores, hyung. Voy a estar bien —dijo, aunque su voz temblaba un poco.

Yoongi, que estaba sentado en la esquina de la cama, observaba en silencio. Finalmente, se inclinó hacia adelante, con los codos apoyados en las rodillas.

— Esto es una mierda, Kook. Pero escucha, no importa dónde estés. Si necesitas algo, lo que sea, solo llámame. Encontraré la manera de ayudarte. Si tengo que ir, lo haré. — Namjoon asintió apoyando sus palabras.

— Hyung, no tienes que preocuparte tanto. Mamá va a ir conmigo al principio, para ayudarme a instalarme. No estaré solo —respondió Jungkook, tratando de tranquilizarlo.

Yoongi negó con la cabeza, su mirada fija en Jungkook.

— Eso no importa. No quiero que sientas que estás solo nunca, ¿me entiendes?

Namjoon, que había permanecido en silencio hasta entonces, estaba sentado en una silla junto al escritorio de Seokjin. Aunque su expresión era tranquila, Jungkook notó cómo sus puños estaban apretados, los nudillos blancos por la tensión.

— Esto no va a separarnos, Kook —dijo finalmente, su voz firme. — No importa la distancia. Vamos a mantenernos en contacto. Esto no es un adiós.

Las palabras de Namjoon siempre lograban calmarlo, eran como bálsamo para sus heridas y agradecía tenerlo como amigo. El lado positivo era que no se tenía que quedar solo en una escuela en donde siempre los tuvo cerca, desde su primer día de clases hacía ya tantos años.

Seokjin, aún llorando, se levantó del suelo y abrazó a Jungkook con fuerza.

— Prométeme que me escribirás —susurró, su rostro enterrado en el hombro de Jungkook.

— Lo haré, hyung. Todos los días, si es necesario.

Yoongi se levantó y, con un gesto breve, le entregó un pequeño cuaderno negro.

— Escribe aquí todo lo que sientas, todo lo que vivas. Cuando regreses, quiero leerlo. — Jungkook tomó el cuaderno, su corazón apretándose ante el gesto. — Te conozco y sé que querrás escribir solo las cosas bonitas, pero esas, aunque bienvenidas, no es lo que quiero leer. Escribe lo bueno y lo malo.

— Gracias, hyung. Lo haré.

Namjoon se levantó de la silla y se acercó a Jungkook. Lo abrazó brevemente, pero el apretón fue firme.

— Esto no es un adiós, Jungkook. Solo un hasta luego —dijo Namjoon, su voz baja, mas llena de determinación. No sabía si se lo estaba diciendo a Jungkook o a sí mismo.

Jungkook miró a los tres, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud.

— Gracias, chicos. De verdad. No sé qué haría sin ustedes.

Los cuatro se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía mutua. Aunque las palabras no eran necesarias.

Una semana después, el grupo, acompañado por Younghee, se encontró en el aeropuerto para despedir a Jungkook. El ambiente era tenso, pero también estaba cargado de emociones. Cada uno de ellos sabía que este no era un simple viaje; era un cambio que marcaría un antes y un después en sus vidas.

Younghee había insistido en acompañar a Jungkook hasta Alemania, asegurándose de que estuviera instalado y aclimatado antes de regresar. Calculaba que estaría al menos tres meses por allá. Ya se encargaría de todas sus obligaciones una vez que regresara. Se mantendría viajando entre Europa y Asia el tiempo que fuese necesario.

Había pasado la semana ayudándolo a empacar y organizando todo lo necesario para su traslado, tratando de mantener una fachada tranquila, aunque su corazón estaba roto. Cuando llegó el momento de las despedidas, Seokjin fue el primero en abrazar a Jungkook. Lo rodeó con fuerza, como si al hacerlo pudiera impedir que se fuera. Incapaz de contener sus emociones, lloró abiertamente, aferrándose a Jungkook como si el contacto pudiera durar para siempre.

Finalmente, Yoongi se acercó, colocando una mano en el hombro de Seokjin para consolarlo y también indicarle que era su turno. Yoongi extendió la mano, pero Jungkook lo atrajo hacia un abrazo.

— Hyung, gracias por todo —murmuró Jungkook.

— Solo escribe en el cuaderno, ¿vale? — comentó con un tono firme pero cálido. — Y recuerda que, si necesitas algo, lo que sea, no dudes en llamarme.

Jungkook asintió, soltándolo con una sonrisa triste porque ya había perdido la cuenta de cuántas veces le había dicho lo mismo. Finalmente, Namjoon dio un paso al frente. A diferencia de los otros, no lloró ni dijo mucho. Pero el abrazo que le dio a Jungkook fue el más largo de todos, y sus palabras fueron claras.

— Estaremos esperándote aquí.

— Lo sé, hyung. Gracias por creer en mí.

Mientras salían del aeropuerto, Namjoon miró a Yoongi y Seokjin, sus ojos llenos de determinación. Los abrazó y nadie dijo nada, simplemente se acompañaron y apoyaron en ese día que tan triste se sentían. De cierta forma, agradecían poder contar con la compañía de los otros dos para poder pasar por todos esos momentos tristes.

+++

La partida de Jungkook había dejado un vacío palpable en sus vidas, pero el cambio no se detuvo ahí. El verano se desvaneció rápidamente, trayendo consigo las cartas de admisión a las universidades. Namjoon, Yoongi y Seokjin estaban listos para comenzar nuevas etapas en sus vidas, pero sabían que esos nuevos caminos también los separarían de formas que no estaban preparados para enfrentar.

A pesar de estar en la misma ciudad, cada uno se dirigía a un destino diferente. Era la primera vez en años que no estarían a pocos pasos el uno del otro, y aunque no lo decían en voz alta, los tres no podían ignorar la sensación de un alejamiento que se aproximaba con certeza.

Cuando Yoongi recibió su carta de admisión a la Universidad Yonsei, no tuvo dudas de su decisión. Había escogido Administración de Empresas no solo para cumplir con las expectativas de su padre, sino también porque quería estar cerca de Seokjin. Para él, la idea de estudiar en el mismo campus era una forma de mantener su relación fuerte, incluso mientras navegaban por sus propias responsabilidades académicas.

Sin embargo, una pequeña discusión surgió poco después de recibir las cartas de admisión. Yoongi había propuesto que ambos vivieran juntos en un apartamento cerca de la universidad.

— Jin, tiene sentido. Será más cómodo y mucho más barato que el dormitorio de la universidad —intentaba señalarle sentado en la cama de Seokjin mientras hojeaba un folleto con opciones de alojamiento. — Además, estaremos juntos. ¿Qué más necesitas?

El mayor, de pie junto a su escritorio, negó con la cabeza mientras organizaba sus libros.

— Yoongi, no es tan simple. Quiero tener mi propio espacio. Nunca he vivido solo, y creo que este es el momento para intentarlo. Primero estuve en el orfanato y luego viví con los Jeon, necesito sentir que algo es mío.

Yoongi dejó el folleto a un lado, mirándolo fijamente.

— Los dormitorios no son gratis, Jin. Además, son pequeños, incómodos y con demasiadas reglas. No tiene sentido pagar por eso cuando podrías vivir conmigo e igual sería un lugar tuyo.

— No es solo el espacio físico, Yoongi. Es mi espacio personal. Necesito eso para concentrarme, para aprender a manejarme por mi cuenta.

— ¿Y no puedes hacerlo conmigo? —Preguntó Yoongi, claramente frustrado.

Seokjin suspiró, acercándose para sentarse a su lado, entrelazando sus manos y acariciando su mejilla, dejando un beso justo en la comisura de sus labios.

— No es que no quiera estar contigo. Sabes que quiero. Pero este es un paso que necesito dar por mí mismo. Y no significa que no vayamos a pasar tiempo juntos. Vamos a estar en el mismo campus, y probablemente estaré más en tu apartamento que en mi dormitorio, pero necesito saber que tengo algo que es mío.

Yoongi desvió la mirada, incómodo, pero finalmente asintió.

— Está bien. Si eso es lo que necesitas, lo haré funcionar. Pero no esperes que me guste.

Seokjin sonrió, tomando su mano una vez más.

— Gracias, mi amor. Sabes que esto no cambia lo que somos.

Obviamente que quedó sorprendido al escuchar esas palabras. Era la primera vez que Seokjin lo llamaba mi amor. Maldición, no podía negarse a nada si él lo miraba de esa manera, si lo llamaba así. Era débil ante ese hombre y eso era problemático. Suspiró, relajándose un poco.

— Lo sé. Pero voy a quejarme de vez en cuando, para que lo sepas.

Seokjin rio, y el tema quedó zanjado... al menos por ahora.

Por otro lado, la separación no tardó en hacerse sentir cuando Namjoon partió hacia la Universidad de Seúl. Aunque no estaba lejos, la idea de que ya no compartirían tardes en el parque o noches estudiando juntos llenaba el ambiente de melancolía. Yoongi y Seokjin lo acompañaron a la estación se había negado a que lo llevara alguno de los choferes, y ellos insistieron en que querían despedirlo como se debía.

— ¿Seguro que tienes todo? —Preguntó Seokjin, siempre atento a los detalles.

— Todo lo importante, hyung. — Sonrió porque desde la noche anterior había recibido varios mensajes y llamadas de Seokjin asegurándose de que no olvidase nada. Secretamente, Namjoon había disfrutado su atención. — Lo que olvide puedo comprarlo allá —respondió con su habitual tranquilidad.

Yoongi, con las manos en los bolsillos, lo miraba con una mezcla de orgullo y tristeza.

— No olvides llamarnos de vez en cuando. Quiero actualizaciones completas sobre lo que haces —dijo, su tono sarcástico suavizado por la sinceridad de sus palabras.

— No tienes que preocuparte por eso. Vamos a mantenernos en contacto. No voy a desaparecer —respondió Namjoon, sonriendo.

Seokjin no pudo evitar abrazarlo con fuerza antes de que subiera al tren. Fue un abrazo largo en el que perdió su rostro en su cuello mientras su cintura era abrazada por un Namjoon que aspiraba con fuerza su aroma.

— Te voy a extrañar, Joon —murmuró, apretándolo un poco más.

— Yo también, hyung. Pero esto no es un adiós, ¿de acuerdo? —respondió Namjoon, con una sonrisa tranquilizadora.

Yoongi lo escuchó, porque Namjoon se había pasado repitiendo lo mismo desde su graduación, empeoró cuando Jungkook tuvo y marchar. Podía ver que pese a no llorar abiertamente como lo hacía Seokjin, esa era su forma de alentarse, de darse ánimos para soportar su propia inquietud y tristeza. Ah, conocía demasiado bien a su mejor amigo.

— Ya, ya, separados se ven más bonito. — Interrumpió pasando a ser él quien abrazara rápidamente a Namjoon. — Cuídate, usa gorrito con las niñas, si vas a estar con niños también. Ah, compra lubricante, airea tu habitación. Aliméntate, báñate, duerme.

— El que tiene que bañarse es otro y yo siempre he usado gorrito. — Ambos se rieron, moviendo sus manos a modo de despedida.

Cuando el tren comenzó a alejarse, la pareja permaneció en el andén hasta que ya no pudieron ver la figura de Namjoon en la ventana. El silencio que los envolvió fue denso, pero ninguno de los dos quiso romperlo de inmediato.

Finalmente, Yoongi suspiró.

— Esto va a ser raro.

— Lo sé —respondió Seokjin con una nostalgia tan grande, que Yoongi no pudo evitar mirarlo frunciendo el ceño muy levemente. — Pero tenemos que mantenernos fuertes. — Recomponiéndose, Yoongi asintió, comenzando a caminar junto a su pareja. — Por nosotros y por él.

— Así es.

Cuando comenzaron las clases en la Universidad Yonsei, la transición fue tanto emocionante como agotadora. Seokjin, con su carácter amable y carismático, rápidamente se adaptó a su programa de Gestión de Hostelería y Turismo, destacándose entre sus compañeros. Por su parte, Yoongi, aunque más reservado, encontró un ritmo constante en sus clases, dedicándose a cumplir con las expectativas que su padre había puesto sobre él.

A pesar de sus horarios ocupados, los dos pasaban todo el tiempo libre que podían juntos. Aunque Seokjin insistía en regresar a su dormitorio por las noches, gran parte de sus días transcurrían en el apartamento de Yoongi. Estudiaban juntos, compartían comidas y encontraban momentos para simplemente disfrutar de la compañía del otro.

Una tarde, mientras ambos estaban sentados en la pequeña mesa del apartamento, Seokjin levantó la vista de sus apuntes.

— ¿Extrañas a Namjoon tanto como yo? —preguntó, rompiendo el silencio.

Yoongi dejó su bolígrafo y lo miró.

— Sí. Es raro no tenerlo alrededor, siempre hablando de sus planes o regañándonos por no ser tan organizados como él.

— También extraño mucho a Jungkookie, a sus ocurrencias. — Seokjin rio suavemente. — Es increíble cómo siempre parecía mantenernos unidos, incluso cuando no nos dábamos cuenta.

Yoongi asintió, su expresión volviéndose más seria.

— Pero no creo que esa distancia vaya a separarnos de Kook, tampoco con Joon. Namjoon no lo permitiría, y nosotros tampoco.

Seokjin sonrió, asintiendo.

— Tienes razón. Esto no es el final. Solo es... diferente.

Yoongi tomó un sorbo de su café antes de responder.

— Diferente, pero manejable.

En la Universidad de Seúl, Namjoon había comenzado a adaptarse a su nueva rutina. Sus días estaban llenos de clases, proyectos y eventos, pero las noches eran más solitarias de lo que esperaba. Aunque había comenzado a salir con algunos compañeros y chicas con las que intentaba conectar, siempre sentía que algo faltaba.

Había noches en las que simplemente se recostaba en su cama, mirando al techo, pensando en Yoongi y Seokjin. Extrañaba las conversaciones largas, las bromas sarcásticas de Yoongi, y la manera en que Seokjin siempre parecía saber qué decir para aliviar la tensión.

Una noche, decidió llamarlos. Era tarde, pero sabía que probablemente estarían despiertos. Cuando Yoongi contestó, pudo escuchar el ruido de fondo de una risa familiar.

— ¿Qué estás haciendo? —Preguntó Namjoon, sonriendo a pesar de sí mismo.

— Jin está aquí. Estamos estudiando... bueno, él está estudiando. Yo estoy intentando no quedarme dormido —respondió Yoongi, su tono seco.

— Namjoon, ¿cómo estás? — Esa fue la voz de Jin acercándose al teléfono.

— Los extraño —respondió Namjoon, sin rodeos.

El silencio que siguió fue breve, pero se sintió un poco raro.

— Nosotros también te extrañamos, Joon. — Finalmente, Yoongi habló.— Pero esto no es un adiós, ¿recuerdas?

— Lo recuerdo. Gracias por no dejarme olvidarlo —respondió Namjoon. — Vayan a dormir temprano.

— Tú también. — Hablaron los otros dos al mismo tiempo, los tres rieron y la llamada se terminó segundos después.

Esa noche, después de colgar, los tres se sintieron un poco más conectados, sabiendo que, aunque sus caminos los llevaran por diferentes direcciones, siempre encontrarían la manera de volver a cruzarse. Al menos eso era lo que Namjoon se repetía. Lo que Jin pensaba mientras miraba a su novio y recordaba la sonrisa de Kim.

+++

Habían pasado dos años desde que habían comenzado la universidad. Aunque sus vidas se habían llenado de nuevas responsabilidades, cursos intensos y amistades, siempre encontraban tiempo para reunirse. Era un acuerdo no dicho entre ellos lo de mantener el vínculo intacto a pesar de la distancia que sus rutinas intentaban imponer.

Esa noche, el plan era simple: cenar en un restaurante que Seokjin había recomendado. Lo que Namjoon no había mencionado era que había invitado a alguien más. Cuando los tres llegaron, los mayores notaron que su amigo parecía más nervioso de lo habitual. Seokjin, siempre atento a los detalles, lo notó de inmediato y también se lo señaló.

— ¿Estás bien, Joon? Pareces... inquieto — Comentaba mientras revisaba el menú.

— Sí, estoy bien. Es solo que... —Namjoon hizo una pausa, ajustándose las mangas de su camisa. — Invité a alguien más. Quiero que conozcan a la chica con la que he estado saliendo.

Yoongi, que estaba bebiendo un poco de agua, levantó una ceja.

— ¿Tu novia? ¿Desde cuándo somos tan formales? —Indago con su respectivo tono teñido de sarcasmo.

Namjoon lo ignoró, pero no pudo evitar sonrojarse un poco. Antes de que pudiera responder, la chica llegó.

— Chicos, esta es Jung Wheein — presentó Namjoon, haciendo un gesto hacia ella. — Wheein, ellos son mis mejores amigos, Yoongi y Seokjin.

Wheein, una chica de cabello castaño claro y sonrisa un tanto tímida, inclinó ligeramente la cabeza en un saludo.

— Es un placer conocerlos. Namjoon me ha hablado mucho de ustedes. — Seokjin, siempre cortés, le devolvió una sonrisa cálida.

— El gusto es nuestro, Wheein. Es bueno ver que Namjoon tiene buen ojo.

Yoongi, por otro lado, simplemente la estudió por un momento antes de hablar.

— ¿Así que finalmente decidió traer a alguien? — Mordaz, Yoongi siempre era igual. — Bueno, prepárate, Wheein. Somos un grupo complicado, pero creo que si te adaptas rápido, podrías encajar.

El comentario hizo que la mencionada se moviera incómodamente en su asiento, claramente tomada por sorpresa. Seokjin, que notó la tensión, lo regañó suavemente.

— Yoongi, no tienes que ser tan brusco. Le estás poniendo las cosas difíciles. — Su novio se encogió de hombros, sin rastro de arrepentimiento.

— Solo digo la verdad. Si va a estar con Namjoon, tendrá que acostumbrarse a nosotros, ¿no?

Namjoon lo miró con seriedad, pero no quiso hacer una escena frente a Wheein. En cambio, suspiró y trató de desviar la conversación hacia temas más ligeros. Sin embargo, el aire entre ellos seguía siendo un poco tenso.

A medida que avanzaba la cena, el ambiente comenzó a relajarse ligeramente. Wheein, aunque aún un poco incómoda, se esforzaba por integrarse en las conversaciones. Los tres amigos hicieron su mejor esfuerzo para incluirla, aunque el equilibrio aún se sentía extraño.

El camarero que los había estado atendiendo durante toda la noche se acercó a la mesa al final de la comida.

— Lamentablemente, mi turno ha terminado. Mi compañero los atenderá a partir de ahora —dijo, dejando la cuenta sobre la mesa.

— No hay problema. Gracias por todo —respondió Seokjin con su habitual amabilidad.

Pocos minutos después, otro camarero se acercó para recoger los platos vacíos. Llevaba el uniforme estándar del restaurante: una camisa blanca con una pequeña placa de identificación. Su cabello oscuro estaba ligeramente despeinado, y sus ojos brillaban bajo la tenue luz del lugar.

— ¿Todo estuvo bien? — Preguntó, su voz suave pero profesional.

Namjoon, que había estado mirando distraídamente su vaso, levantó la vista y se encontró con sus ojos. El tiempo pareció detenerse por un momento mientras sus miradas se conectaban. Vaya... Era raro. El interior de Namjoon reaccionó raro mientras observaba con detenimiento su rostro y luego permitía que su mirada viajara por todo el cuerpo del chico. En la placa del pecho del camarero se leía claramente el nombre de dicho sujeto.

"Park Jimin"

Namjoon no dijo nada de inmediato, pero sus ojos permanecieron fijos en Jimin mientras este recogía los platos con movimientos eficientes. Era un gesto simple, pero algo en la forma en que Jimin se movía, en la calidez de su voz, dejó a Namjoon completamente cautivado.

Yoongi, siempre observador, notó de inmediato el cambio en la expresión de su amigo. Una sonrisa burlona se formó en sus labios, pero no dijo nada. Aún no.

Cuando Jimin terminó de recoger los platos, Namjoon finalmente pareció recuperar la compostura.

— Sí, estuvo... perfecto. Gracias — su voz fue más baja de lo habitual.

En ese instante, su acompañante se disculpó para ir al baño, logrando captar la atención de Namjoon y del resto de los presentes, incluido el camarero.

— Me alegra escucharlo. Si necesitan algo más, estaré por aquí —respondió Jimin, ofreciéndoles una sonrisa breve antes de alejarse.

Namjoon siguió a Jimin con la mirada, y aunque trató de disimular, no se le escapó a Yoongi.

— ¿Qué fue eso? —Cuestionó Yoongi, con una risa que no intentó ocultar.

— ¿Qué fue qué? —Respondió Namjoon, tratando de actuar indiferente.

— No mientas, Namjoon. Te quedaste mirándolo como si fuera la octava maravilla del mundo —dijo Yoongi, apoyando el codo en la mesa mientras lo miraba con diversión. — ¿Quién diría que un camarero podría captar toda tu atención?

Namjoon rodó los ojos, claramente incómodo con el tema.

— No seas ridículo, Yoongi.

Seokjin, que había estado observando en silencio, también notó la reacción de Namjoon, aunque su expresión era más seria que la de Yoongi.

— Joon, ¿estás bien? —Preguntó tranquilo, pero inquisitivo.

Namjoon lo miró por un momento antes de suspirar.

— Estoy bien, hyung. No es nada — su respuesta fue poco convincente.

Yoongi soltó una pequeña risa, pero no insistió más. Sin embargo, no pudo evitar seguir observando a su amigo cada vez que Jimin pasaba cerca de la mesa. Para cuando terminaron la comida, estaba claro que, aunque Namjoon intentaba actuar con normalidad, algo en él había cambiado.

Seokjin, por su parte, no estaba tan divertido como Yoongi. Había algo en la mirada de Namjoon que le inquietaba, pero no quería abordar el tema frente a Wheein.

Cuando finalmente salieron del restaurante, Namjoon se despidió de Wheein en la puerta del taxi que le había llamado, agradeciéndole por acompañarlos. Ella le devolvió una sonrisa amable, pero no mencionó la incomodidad que había sentido durante la cena.

Mientras caminaban hacia sus respectivos autos, Yoongi no pudo evitar romper el silencio.

— ¿Entonces, Namjoon? ¿Vas a volver a ver a tu camarero favorito? —preguntó, con una sonrisa burlona.

Namjoon se detuvo y lo miró con cansancio.

— Déjalo, Yoongi. No es nada.

— No parecía "nada" cuando lo mirabas como si fuera un cuadro en un museo. — Seokjin, que caminaba junto a ellos, suspiró.

— Yoongi, basta. No tienes que presionarlo. — El aludido levantó las manos en un gesto de rendición.

— Está bien, está bien. Pero... solo digo que deberías darle una oportunidad. Parecía amable —dijo con una sonrisa que no ayudó a calmar a Namjoon.

— Literalmente, te acabo de presentar a la chica con la que estoy saliendo.

— Sí, pero en toda la noche no te vi mirarla ni una sola vez en un modo remotamente similar en el que miraste a ese camarero. Namjoon, te lo estabas devorando con la mirada. Nunca te había visto reaccionar así ante nadie.

La mirada de Namjoon se cruzó con la del mayor de los tres. Seokjin había estado más callado de lo habitual durante la comida. Se le notaba tenso e incómodo, no tanto como Wheein, pero sí a un nivel similar. El único que parecía haberse divertido era Yoongi.

— Quizá debas aprovechar que todavía están en la fase del conocerse y ver si realmente ella es el tipo de persona con quien realmente te gustaría tener una relación, no lo sé.

Namjoon negó con la cabeza, pero mientras conducía de regreso a casa, no pudo evitar que el rostro de Jimin apareciera en su mente una y otra vez.

El reloj marcaba casi las once de la noche cuando Jimin terminó su turno. Sus pies dolían, su cabeza zumbaba, y lo único que deseaba era llegar a su dormitorio, darse una ducha rápida y desplomarse en la cama. Tenía clases a primera hora de la mañana, y el cansancio comenzaba a pesar en sus hombros.

Mientras se dirigía hacia la parte trasera del restaurante para recoger sus cosas, uno de sus compañeros lo detuvo.

— Jimin, alguien te está esperando afuera.

Jimin lo miró con una mezcla de sorpresa y frustración.

— ¿Quién? —Preguntó, ya anticipando que no sería nada bueno.

— No lo sé. Creo que es uno de los clientes de hoy —respondió su compañero con un encogimiento de hombros.

Jimin rodó los ojos. El humor no estaba de su lado esa noche y lo último que deseaba era lidiar con alguien insistente que no entendiera que él estaba fuera de servicio.

— Genial. Justo lo que necesitaba —murmuró para sí mismo.

De mala gana, recogió su bolso y se dirigió hacia la entrada. Cuando su compañero lo alcanzó, señaló hacia un automóvil estacionado cerca del restaurante. Jimin caminó lentamente, ajustándose la correa de su bolso sobre el hombro, con su expresión reflejando su cansancio. Al principio, no reconoció al hombre apoyado contra el vehículo. Sin embargo, al acercarse, los recuerdos de la cena comenzaron a surgir. Era uno de los clientes que había atendido esa noche: alto, joven, de rostro serio pero atractivo, y vestido con un estilo impecable. No podía negar que el auto que tenía detrás era llamativo, no por su color ni forma, sino por la evidente calidad y precio que irradiaba.

Jimin cruzó los brazos mientras se acercaba, deteniéndose a una distancia prudente.

— ¿Me estabas esperando? — Indagó con el cansancio claramente reflejado en su tono. — ¿Qué necesitas?

Namjoon, que había estado mirando sus manos mientras las entrelazaba nerviosamente, levantó la vista al escuchar la voz de Jimin. No había planeado esto. No tenía idea de qué decir ni por qué había dado la vuelta cuando estaba a punto de llegar a casa. Había algo en el rostro de Jimin, algo en la forma en que lo había mirado durante la cena, que lo impulsó a regresar. Pero ahora, con Jimin frente a él, todo lo que había pensado decir se desvaneció.

— Yo... —comenzó, pero las palabras se le atoraron en la garganta.

Jimin lo observó con una ceja levantada, claramente impaciente.

— Mira, estoy cansado. Si no tienes algo que decir, me voy.

Namjoon se aclaró la garganta, intentando recuperar algo de dignidad. Fue entonces cuando notó el bolso que colgaba del hombro de Jimin. Había un libro sobresaliendo ligeramente, lo suficiente para que pudiera leer el título. "Tendencias actuales que se desvanecen entre disciplinas artísticas" Namjoon, siempre curioso por la lectura, no pudo evitar fijarse en el logotipo impreso en el costado del bolso: Global Cyber University.

— ¿Estás estudiando en La Global Cyber University? —Preguntó, señalando el bolso.

Jimin lo miró, sorprendido por el cambio repentino de tema.

— Sí. ¿Por qué?

Namjoon se rascó la nuca, nervioso. Sacó su billetera lentamente y extrajo una tarjeta de presentación. Se la extendió a Jimin, que la tomó con cierta reticencia.

— Trabajo en Hitta Entertainment —comentó Namjoon, sintiendo que su voz sonaba más insegura de lo que quería. — Bueno, técnicamente mi padre es el Presidente, pero yo también estoy involucrado. No sé por qué, pero después de verte esta noche, sentí que tenía que hablar contigo.

Jimin, que había estado mirando la tarjeta, levantó la vista hacia Namjoon con una expresión de incredulidad.

— ¿Hitta Entertainment? —Repitió, casi como si no pudiera creerlo. — ¿Por qué me estás mostrando esto?

Namjoon dio un paso atrás, levantando las manos en un gesto pacificador.

— Lo sé. Es tarde, y probablemente esto es... raro. Pero quería hacerte una propuesta. No sé a dónde ibas, pero si necesitas un aventón, puedo llevarte.

La tensión en el aire era evidente. Jimin no podía evitar dudar. Era tarde, y aunque el hombre frente a él parecía genuino y jodidamente atractivo, seguía siendo un extraño.

— ¿Un aventón? —Se cruzó de brazos. — ¿Cómo sé que no eres algún loco?

Namjoon sonrió ligeramente, entendiendo su desconfianza.

— No lo soy. Pero entiendo que lo creas. — Jimin lo estudió por un momento antes de suspirar.

— Está bien. Si voy a aceptar, necesito una garantía.

— Claro, lo que necesites.

Jimin sacó su teléfono y apuntó hacia Namjoon y su automóvil.

— Voy a tomar una foto de ti y de tu auto, se las enviaré a mi compañero de trabajo. Por si acaso.

Namjoon se echó a reír, sorprendido por la audacia de Jimin, pero asintió.

— Me parece justo.

Jimin tomó las fotos rápidamente, envió el mensaje y luego guardó su teléfono en el bolsillo.

— Muy bien. Vamos. Pero si haces algo raro, me bajo de inmediato —advirtió, aunque había un toque de humor en su voz.

Namjoon abrió la puerta del lado del pasajero para Jimin, quien se acomodó en el asiento con algo de desconfianza inicial. Cuando Namjoon se subió al auto y encendió el motor, el silencio llenó el espacio brevemente antes de que él hablara.

— ¿A dónde te llevo?

— A mi dormitorio, al lado de los apartamentos de la SNU —respondió Jimin, mirándolo de reojo. — Y espero que tengas una buena razón para esto.

Namjoon sonrió, su nerviosismo empezando a desvanecerse. Mientras introducía la dirección se pudo percatar de que Jimin vivía cerca de los apartamentos y dormitorios perteneciente a su universidad. Si bien él no se quedaba en ellos y tenía su propio apartamento, creyó que era importante memorizar la información.

— La tengo, pero tal vez necesite el camino entero para explicarla.


Hola por aquí. ¡Triple actualización! He pasado todo mi sábado escribiendo, ya es domingo, pero me siento feliz de poder haber retomado el hilo de esta historia luego de tanto tiempo. La inspiración llegó, así que ni como detenerla.

Este ha sido el capítulo más largo de los tres con casi 9k de palabras. Espero que no se les haga tedioso, sé que cuando son muy largos los capítulos a veces cuesta leerlos. De igual forma, espero que lo hayan disfrutado aquellos que todavía tengan esta historia guardada.

LORED.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top