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Historia dedicada a: lalokdelyoonmin y NatashaRdriguez314 🍊

:・*Primer día de clases*・:

Respiró hondo mientras tomaba la pequeña toalla para rostro que siempre estaba junto al lavabo, ya que su madre la dejaba preparada para él por las mañanas. Miró el banquito que estaba colocado frente al mueble del lavabo, por lo que subió el escalón con mucho cuidado, teniendo miedo de caer.

Cuando estuvo estable sobre el banquito, pudo abrir el grifo con su mano libre, por lo que colocó la toalla debajo del gracioso chorro de agua.

Era gracioso porque el grifo estaba averiado, por lo que el agua salía de golpe de momentos y eso lo hacía reír.

―Agua graciosa―comentó después de soltar una risita cuando el grifo hizo aquello, sintiendo que la toalla se volvía más pesada sobre sus manitas, por lo que pensó que era buena idea cerrar el grifo.

Park Jimin era un niño de cinco años, los cuales cumplió en el mes de octubre del año anterior, por lo que oficialmente era un niño más grande. Su cabello rubio adornaba su cabeza, pequeños rulos cayendo hermosamente sobre su blanquecina frente, rulos que en esos momentos se encontraban apuntado a todas direcciones, por haber despertado recientemente.

―Bebé ¿Ya te lavaste la carita? ―escuchó la voz de su padre en la habitación, por lo que fijó sus bonitos ojos avellana en el espejo que tenía frente a él, viendo a su progenitor en el marco, de la puerta, viéndolo con una sonrisa.

―Ya casi papá, la toalla está empapada, por lo que ya puedo usarla―dijo mientras sonreía, cerró el grifo y levantó la toalla a su carita, comenzando a limpiar con cuidado.

―Bien, mamá está lista y yo también, por lo que te ayudaré a atarte los cordones y cepillarte el cabello―Jimin separó la toalla amarilla de su rostro y vio a su papá en el espejo, asintiendo ante las indicaciones.

Jimin amaba realmente el ir a clases y estaba feliz de poder asistir el primer día de ese nuevo año.

Muchas cosas le emocionaban realmente y era bastante claro que las maestras no eran uno de sus motivos de emoción. Le gustaba mucho la hora de pintura y colorear, también le gustaba cuando jugaban con arcilla moldeable y cuando podían jugar en el patio.

Aunque el patio le daba un poco de miedo, porque solía caerse mucho cuando salían a jugar, sus rodillas y manos terminaban lastimadas. Sin embargo, siempre disfrutaba el recreo con sus mejores amigos.

Amigos que no había visto en muchos, muchos días.

Cuando terminó de lavarse la cara, dejó la toalla colgando en su lugar correspondiente, para que después su madre la lavara correctamente y pudiera usarla al día siguiente. Se apoyó sobre el espacio del lavabo para poder bajar del banquito sin temor a caer, lográndolo con éxito.

Caminó por su habitación hasta llegar a su cama, en donde su ropa estaba esperando para poder colocársela.

Jimin siempre fue un niño sumamente amoroso y también muy inteligente, sabía hacer muchas cosas por sí mismo, pero en algunas ocasiones le gustaba que sus padres lo ayudaran y le dieran cariños al mismo tiempo.

Su papá esperó a que se colocara su ropa interior, pantalón, camiseta y calcetines, acercándose cuando solamente faltaban los zapatos con cordones. Sus zapatos tenían pequeños dibujos de osos a los costados y le gustaban mucho.

Jimin había intentado atarse los cordones por sí mismo, pero muchas veces el nudo quedaba flojo y se desataban en el recreo, por lo que las caídas eran algo que se repetían cuando intentaba atarlos por sí mismo.

― ¿Estás emocionado? Tu madre me contó que todos tus amigos seguirán en ese colegio y que también llegarán varios chicos nuevos―dijo el mayor mientras terminaba de atar el zapato izquierdo, levantándose del suelo cuando terminó, acercándose al mueble de la habitación para ponerle perfume al menor.

― ¡Sí! Estoy emocionado por ver a TaeTae, Jungkookie, Namjoonie hyung, Jinnie hyung y Hobi hyung―mencionó exclusivamente a los que eran sus mejores, mejores amigos, ya que a sus otros compañeros quería verlos, pero no tanto.

― ¿Quieres hacer nuevos amigos? ―Jimin estiró sus brazos a los costados, para que su papá colocara algo de perfume en su cuerpo y cuello, siendo una fragancia para bebés, porque era la única que le gustaba.

No le importaba que dijera que es para bebés, olía rico. Además de que sus papás le decían bebés, así que contaba.

―Sabes que amo hacer amigos, papá. Pero no estoy seguro si alguno querrá ser mi amigo también―dijo mientras se encogía de hombros, haciendo que el adulto hiciera una pequeña mueca.

Al tener una personalidad tan amorosa e indulgente, Jimin había tenido unos cuantos problemas con niños maleducados y groseros, en los cuales se han burlado de él e incluso lo habían golpeado o mordido.

El padre sabía que eran cosas que podían pasar, pero claramente era algo que no podía permitir, por lo que tuvieron que tomar cartas en el asunto, en la escuela a la que Jimin iba anteriormente.

Finalmente prefirieron el cambiarlo al actual jardín en el que se encontraba, en donde había hecho grandes amigos a lo largo de su primer año en esa institución.

Jimin jamás dejó de ser el precioso cachetón que era siempre, pero ahora se soltaba a llorar cuando un niño era grosero con él y podía llegar a temerles, al contrario de antes.

―Sabes que, quienes merezcan a un amigo tan hermoso y bueno como tú, serán lindos y amables contigo―el adulto suspiró mientras peinaba los pequeños rizos rubios, dejando el cepillo en la mesita de noche, para después darle un beso en la frente.

―Lo sé, papá. En este jardín son lindos.

Cuando terminaron de arreglarse Jimin tomó su mochila de Kiiroitori, la cual era su favorita y comenzó a bajar los escalones con sumo cuidado, llegando a la sala de la casa, en donde su madre los esperaba.

―Oh, Jiminie. Te ves precioso, mi niño―sonrió la mujer mientras se agachaba para poder darle un abrazo a su hijo, dándole un beso en la rechoncha mejilla― ¿Estás listo?

―Sí, estoy emocionado―el rubio se separó de su progenitora, no sin antes darle un beso en la mejilla también― ¿Nos vamos ya?

La mujer tomó su cartera para poder salir, sonriendo ante la felicidad de su único hijo.

Jimin corrió hasta el auto con mucha emoción, esperando a que su madre desbloqueara el auto para poder subir, se quitó su mochila y la lanzó sobre los asientos traseros, subiéndose con cuidado.

Se colocó el cinturón por sí mismo y vio cómo sus padres subían a los asientos delanteros, comenzando el viaje hacia el jardín de niños, haciendo que Jimin se pegara en la ventana para poder observar el camino.

El lugar no estaba demasiado lejos, pero al pequeño rubio siempre le gustaba ver por la ventana mientras jugaba con su muñequito de Rilakkuma, como si estuviera saltando en los edificios y casitas.

Pudo observar la decoración que habían colocado en la entrada del lugar, muchos globos pegados en el marco de las puertas que eran la entrada del colegio, mientras varias maestras recibían a los niños que comenzaban a llegar. Jimin sonrió y guardó su juguete en su mochila, para poder bajar.

―Ten un buen día, bebé precioso. Te deseamos mucha suerte―dijo su padre mientras se giraba ligeramente para verlo, dándole una bonita sonrisa.

― ¡Nos vemos después, los amo! ―chilló emocionado mientras una de las maestras se acercaba para abrirle la puerta, comenzando a bajarse mientras movía su mano de lado a lado para despedirse de sus progenitores.

―Nos vemos luego, Jiminie.

La maestra cerró la puerta del auto y siguió al pequeño, quien se dirigía específicamente hasta su maestra, la cual le había dado clases el año anterior y sus padres le habían comentado que también sería su maestra en ese nuevo año.

― ¡Buenos días, señorita Lee! ―le saludó Jimin mientras se ponía delante de ella, para después darle una reverencia.

―Buenos días, Jiminie―dijo con una enorme sonrisa la docente, tendiéndole la mano, para que ambos pudieran ir al nuevo salón y que no se perdiera.

Comenzaron a caminar y el rubio veía todo con suma atención, notando que habían pintado las paredes de color púrpura claro, cuando antes eran blancas.

― ¿Estás emocionado? Tus amigos están en el salón―dijo la pelirroja mientras caminaban, sosteniendo la pequeña mano del infante, ambos más cerca del salón, algunos grititos comenzándose a escuchar.

― ¡Estoy emocionado! ―dijo mientras daba un saltito, sus rechonchas mejillas abultándose cuando vio a Namjoon en la puerta, manteniendo unos legos en sus manos.

― ¡Jiminie! ―chilló el castaño, corriendo dentro del salón para avisarle a los demás que el rubio había llegado.

―Bien, puedes jugar con los legos y demás juguetes nuevos, por favor cuídenlos―dijo la maestra mientras liberaba la mano del menor, para que pudiera correr hasta la mesa donde estaban los demás.

El pequeño rubio no le respondió a la maestra y corrió hasta la mesa en donde estaban sus mejores amigos, notando que él había sido el último en llegar.

Los niños se levantaron de sus sillas para poder darle un abrazo al recién llegado, siendo Taehyung quien se mantuvo más tiempo con sus brazos enrollados en el cuello de su mejor amigo, emocionado por verlo después de varias semanas.

― ¿Por qué siempre vienes tarde? ―le preguntó Namjoon al rubio, quien se encontraba armando una torre con sus legos, pero prestando atención al recién llegado.

Jimin dejó su mochila en los ganchitos que estaban cerca de la mesa y regresó, para poder sentarse en su silla.

―No lo sé ¿Por qué vienes tan temprano? ―Jungkook le tendió algunos legos a Jimin, quien los aceptó y comenzó a contribuir en la torre de Hobi y Jin.

Namjoon abrió un poco más sus ojos, colocando su mano sobre su boca, pensando realmente en una respuesta a la pegunta de su menor.

―Tampoco lo sé.

Se reunieron para poder armar una torre muy alta en el centro de la mesa, todos riendo y chillando cuando la torre comenzaba a tambalearse, pero finalmente lograban mantenerla de pie, por lo que el castillo Bangtan seguía de pie, siendo el reino indestructible.

― ¡Namjoon, ya no la toques! ―chilló Jin al ver que la torre comenzaba a tambalearse nuevamente, ya que los movimientos del moreno eran muy bruscos.

― ¡Pero no la estoy tocando! ―dijo mientras veía cómo Taehyung colocaba la última pieza en la punta, sus pequeñas piernas temblando al estar de puntitas sobre la silla, por lo que Jungkook las abrazó para que no cayera.

En ese momento, la maestra Lee entró al salón junto a su ayudante, haciendo que los niños calmaran los gritos.

― ¡Buenos días!

Taehyung se asustó por el grito desprevenido, por lo que se tambaleó sobre la silla y la torre comenzó a moverse, Jungkook apretando más fuerte para que el pelinegro mayor no cayera.

Poco tiempo después, la torre desplomándose sobre la mesa, causando un gran ruido.

―Chicos, tengan cuidado con los legos―dijo la maestra mientras se cruzaba de brazos, viéndolos con una sonrisa pequeña―Ahora guárdenlos en la canasta correspondiente y siéntense para comenzar las presentaciones.

Taehyung bufó mientras veía sus piernas, en donde Jungkook le daba una sonrisa de conejo, aún aferrado a ellas.

―Casi muero y solo importan los legos―gruñó indignado Taehyung, haciendo que sus amigos comenzaran a reír y Jungkook le ayudara a bajar de la silla―Bueno, la torre cayó. Gracias por salvarme, Jungkookie.

Jin se encogió de hombros mientras guardaba cosas en la canasta, manteniendo su peluche de alpaca abrazado con su brazo libre.

―Pero fue culpa de la maestra.

Cuando terminaron de guardar todo, Jimin fue el encargado de ir a dejar la canasta en el mueble de los juguetes, por lo que verificó que sus agujetas estuvieran atadas, para no tropezar de forma torpe en su camino.

Cuando llegó pudo ver que había varios niños nuevos, saludó con una sonrisa a aquellos que reconoció, pero que no eran tanto sus amigos. No jugaba con ellos, pero le agradaban.

También reparó que en la mesa cercana había varios niños y niñas nuevas, los cuales se veían algo serios en la mesa, ya que probablemente no habían logrado hacer amigos en el momento antes de la clase.

A Jimin le gustaba hacer amigos, por lo que hablaría con ellos cuando las presentaciones finalizaran.

Regresó a su asiento y prestó atención a su maestra.

―Bueno niños y niñas, es un gusto el tenerlos nuevamente aquí y también el tener estudiantes nuevos con nosotros ―dijo con una sonrisa tan grande, que Jimin pensó que las mejillas eran como bombas y en cualquier momento podían explotar.

―Boom―susurró bajito.

―Saben que siempre comenzamos con las presentaciones, para que todos podamos conocer el nombre del otro. Siempre que vayamos a referirnos a alguno de nuestros compañeros, debemos utilizar su nombre, no apodos feos―Jimin asintió para sí mismo ante aquellas palabras, a él no le gustaban los apodos feos―Vamos a comenzar con la mesa uno.

Los chicos de la mesa uno comenzaron a presentarse, muchos de ellos eran conocidos para Jimin, por lo que solamente chillaba un "Hola" cuando este terminaba de presentarse, ya que todos los demás debían saludarle al finalizar.

Pasaron tres mesas más y llegó finalmente la que Jimin había visto al guardar la canasta con los legos, en donde había visto varios nuevos. Se presentaron algunos niños, los cuales no llamaron tanto la atención de Jimin, por lo que comenzó a distraerse un poco con el peluche de Jin.

Pero su atención volvió a la mesa cuando, un chico cuya camiseta tenía el dibujo de un gatito comiendo mandarinas al medio, se levantó.

Su cabecita se ladeó ligeramente y quiso ver con atención la camiseta del chico. A Jimin le gustaban mucho las frutas y había probado varias, pero en definitiva no conocía cuál era esa fruta, porque se veía diferente.

Al principio pensó que era una naranja, pero en el dibujo había una que estaba a la mitad y definitivamente no era una naranja.

Las naranjas son ricas.

Pensó.

―Soy Min Yoongi, tengo seis―dijo con rostro neutro mientras daba una pequeña reverencia, manteniendo sus manos frente a su cuerpo, jugado con sus dedos―Me gusta pintar, dormir y las mandarinas.

Jimin sonrió mientras aplaudía, ya que a él también le gustaba pintar y dormir, pero no sabía qué era lo último.

Las presentaciones terminaron y Jimin no pudo dejar su enorme curiosidad de lado, normalmente hubiera levantado la mano y preguntado a la maestra su duda, pero sabía que no debía hacerlo en ese momento o su mamá lo regañaría por ser insistente con sus preguntas y no dejar que otros hablen.

A veces preguntaba mucho, sin importarle si otro estaba hablando, por lo que debía controlarse.

Las presentaciones terminaron y la maestra indicó que era el momento del desayuno, por lo que todos podían tomar sus loncheras de forma ordenada y sacar la comida que sus padres habían colocado para ellos.

―Mamá me puso postre, puedo compartir si quieren―les dijo Jin mientras sacaba el postre mencionado, haciendo que todos lo vieran con real interés, Taehyung incluso sacando un poco la lengua―Pero debemos intecambiar.

Jungkook soltó una risita mientras colocaba sus picaditos de zanahoria en su parte de la mesa.

―Se dice intlecambia, hyung―dijo mientras movía su cabeza ligeramente a los lados, como si sus palabras hubieran acabado con su mayor.

Jimin soltó una risita, abriendo su hermético para poder sacar su emparedado, su madre cortándolos en forma de triángulos para que fuera más fácil tomarlos.

La maestra y la ayudante pasaban por las mesas para ver si alguien necesitaba ayuda con algún paquete que no pudieran abrir o una pajilla de algún jugo que quisieran liberar. La mayoría de los niños pidiendo ayuda en algunas cosas.

Jimin no pidió ayuda, él podía hacerlo solito. Pero cuando no, Jin hyung lo ayudaba.

Jimin tomó una de las fresas que Taehyung había llevado, sonriendo cuando su mejor amigo le sacó la lengua de forma amistosa. En ese momento su vista paró en la mesa de los nuevos, en donde todos comían tranquilamente.

La maestra se encontraba ahí, al lado del niño pelinegro que tenía la fruta en su camiseta.

Siguió comiendo su emparedado, hasta que un olor bastante llamativo comenzó a expandirse por el salón, haciendo que más de uno destacara aquel olor, ya que era algo fuerte. Jimin inhaló al aire mientras se removía sobre su silla, pensando que olía rico.

― ¿A qué huele? ―preguntó Jin mientras tomaba un sorbo de su jugo, viendo sobre las diferentes mesas para saber qué olía de esa forma.

―Es una madirina―respondió Hobi mientras comía un poco de su durazno, haciendo que el pequeño grupo lo viera―Mamá me dio a probar y así huele.

Los chicos asintieron ante aquello, realmente perdiendo el interés en el olor y la madirina.

Cuando terminaron de comer, la maestra les pidió que colocaran la basura en el bote correspondiente, por lo que los niños se movilizaban mientras limpiaban las mesas y el suelo, si es que habían ensuciado con su comida.

Jimin observó que el chico de la camiseta bonita, estaba comiendo aún y el olor que había conocido como madirina provenía del chico, teniendo una cosa naranja en su mano, del cual sacaba trocitos.

Y como Jimin es un niño social, se acercó con una sonrisa.

― ¡Hola! ―saludó con una sonrisa, haciendo que el chico se sobresaltara sobre su asiento, solamente mirándolo para darle una mueca de enojo, regresando poco tiempo después su vista a su comida―Me llamo Park Jiminie ¿Y tú?

Jimin había olvidado el nombre del chico, solo esperaba que no se molestara.

El chico no le contestó su pregunta y siguió comiendo, ni siquiera lo miró nuevamente.

El pequeño rubio suspiró, mordiéndose un poco el labio antes de pensar en otra pregunta, para ser amigo del chico.

― ¿Estás comiendo madirina? ―el chico frunció aún más el ceño y vio de reojo al chico rubio, pensando en que era bastante irritante, cualquiera se hubiera ido al haberlo ignorado.

A Yoongi no le gustaba ser ignorado, pero no le importaba ignorar a otros.

―La madilina huele rico ¿Sabe rico? ―Jimin cambió ligeramente el nombre al olvidarlo un poco, pero logró darse a entender.

―No te voy a dar.

Esa fue la única respuesta que Jimin obtuvo, el chico metiendo el resto de la fruta en su boca, para después levantarse para poder limpiar junto a los demás.

Jimin hizo un puchero ante aquello, sabía que estaba siendo grosero con él y que sus padres le habían dicho que se alejara de niños groseros. Él solo quería saber de la madilina, no molestar.

Suspiró y retomó su camino a los botes para la basura.

Pensó en que podía darle otra oportunidad al chico para ser amigos, quizá solamente estaba un poco molesto por hacer tantas preguntas, sabía que a veces podía ser muy molesto. No quería ser molesto.

Mientras tanto, le preguntaría a su madre si ellos tenían madilinas, para poder mostrarle al chico que él también comía y ser amigos.

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