Estás prohibida

Prólogo: Lemon y Tangerine van a tu hogar después de una misión en la que terminaron heridos, y Lemon al ser tu mejor amigo detesta que Tangerine coquetee contigo.

Word count: 1410

-jackless
Advertencia: descripciones de heridas y menciones de sangre.

–¿Me vas a decir a dónde putas me estás llevando?–Le preguntó Tangerine a Lemon que iba conduciendo el coche, mientras sujetaba su corbata en su costado izquierdo donde tenía una herida de bala.

–Vamos a casa de T/N. Es un lugar seguro y nadie nos va a encontrar ahí, además nos va a poder ayudar con  las heridas. Es enfermera y tiene todo lo que necesitamos.–Le dijo sin dejar de mirar el camino.

–¿Enserio vamos a casa de T/N?–Volvió a preguntar con una diminuta sonrisa formándose en su rostro.

–Sí. Pero no vas a coquetear ni intentar nada, ¿me oíste?–Le dijo seriamente viendo entre su hermano y el camino.

–Oh tu tranquilo. Tu puedes sentarte a ver Thomas el tren mientras los adultos hacen sus cosas.

–Thomas la locomotora.–Murmuró por la bajo, doblando hacia un camino de tierra en medio del bosque.–Y no, ningún adulto va a jugar a nada.

–Eso dices tu...–Dijo por lo bajo.

Lemon condujo por unos minutos hasta aparcar fuera de una cabaña donde se podían ver luces encendidas desde dentro.

Ambos hombres se bajaron, Lemon apresurándose al lado de Tangerine para ayudarle al ir cojeando ligeramente.

–¡Que bueno que llegaron! Ya me tenías preocupada, Lemon.–Le dijiste saliendo por la puerta y bajando los escalones para ayudarle con Tangerine, pasando su brazo alrededor de tus hombros, mientras que tu perro corría y daba vueltas alrededor de ellos.

–Hubo un contratiempo y nos tardamos consiguiendo un coche.–Te dijo Lemon mientras subían las escaleras.

–Es bueno verte otra vez, preciosa. Sigues igual de hermosa que la última vez que te vi.–Te dijo Tangerine mientras Lemon y tu lo llevaban hasta el baño para sentarlo en la encimera donde estaba el lavabo después de haber cerrado la puerta con tu pie.

–Es bueno verte también.–Reíste ligeramente sacando un botiquín de primeros auxilios y poniéndote un par de guantes.–¿Lemon estás bien? ¿Crees que puedas esperar unos minutos en lo que reviso a Tangerine?

–Me prefiere a mi antes que a ti.–Le susurró con una sonrisa arrogante desde donde estaba sentado sin soltar su corbata.

Lemon rodó los ojos mientras acariciaba a tu perro que estaba parado en dos patas, apoyado en sus piernas.

–Sí, tranquila. Lo mío son sólo cortes, a diferencia de éste pendejo que dejó que le dispararan.

–¿Yo dejarme disparar? ¡Por favor! Sabes bien que el puto salió de la nada.

–Claro que no, lo tenías en frente. Yo lo vi.–Empezaron a discutir mientras mojabas un trozo de algodón con alcohol para desinfectar su herida.

–¿Quieres que me empiece a dar de putos topes contra la puta pared? Te digo que salió de la nada.

–Tal vez eso te ayuda y refresca tu memoria porque no salió de la nada. Estaba justo en frente de ti.

–Okey ya basta ustedes dos. Lemon, ve a la sala de estar. Dejé dos platos de comida en la cocina, calienta uno y ve a ver Thomas y sus amigos en lo que me hago cargo de Tangerine.–Le dijiste seriamente, señalando con el dedo en dirección a la sala de estar.

–¡¿Qué?! ¡¿Y por qué no me puedo quedar?! ¡Éste pendejo no va a dejar de coquetearte!–Exclamó estando en la puerta del baño, frunciendo el ceño mientras que tú perro se iba.

Estabas de espaldas a Tangerine, así que no pudiste ver cuando se burló de su hermano sin moverse de su posición.

–Entonces yo me haré cargo, puedes irte.

–Pero—

–Adiós.–Le dijiste con una sonrisa y despidiéndote con la mano, cerrando la puerta del baño.–Muy bien Tangerine, somos solos tu y yo ahora.

–He imaginado esto en millones de ocasiones. ¿Te quitas la ropa tú o te ayudo?–Te dijo con una sonrisa coqueta, bajándose de la encimera antes de que pusieras el algodón con alcohol en su herida y soltara un gran quejido, a la vez que le empujabas y se volvía a sentar.

–Lo único que te vas a quitar, va a ser la camisa para quitarte esa bala del abdomen.–Le dijiste seriamente.

–Admitelo, solo quieres verme desnudo.–Te dijo con una sonrisa, quitándose su chaqueta de su traje y luego la camisa.

Tu mirada fue directamente a su herida y te quedaste viendo fijamente, estudiando la profundidad de ésta.

–¿Te gusta lo que ves?–Te preguntó de forma coqueta.

–No... necesito sacar esa bala antes de que se infecte.–Dijiste más para ti misma que para él, ya concentrada en lo que tenías que hacer.

–Puedes fingir todo lo que quieras, pero la vista te encanta.–Te dijo con una sonrisa como si estuviera algo ebrio, pero era por la pérdida de sangre.

Tu solo reíste y rodaste los ojos, llevando tu mano a su abdomen para remover la bala mientras él soltaba un quejido y aferraba ambas manos a la encimera.

Una vez la sacaste, la dejaste en el lavabo y luego comenzaste a limpiar la sangre en su piel.

–Lamento tener que hacerlo así, no tengo nada de anestesia.–Le dijiste limpiando alrededor con cuidado para no causarle dolor.

–No es nada que no pueda aguantar... además, tienes las manos de un ángel, princesa.–Te dijo con una sonrisa, apoyando la cabeza detrás en el espejo.

Tu solo reíste y seguiste limpiando, hasta que tuviste que suturar la herida.

Tangerine no dejaba de moverse ni de hablar a pesar de que sabías le dolía, por lo que no podías cerrar la herida correctamente.

–Okey Tangerine escucha, hagamos esto.–Le dijiste viéndole a los ojos y apoyando tus manos en la encimera.–Sí te quedas quieto y dejas de hablar para poder concentrarme y así limpiar TODAS tus heridas en tu cuerpo, entonces te doy un beso cuando termine.

–¿Es enserio? ¿Un beso? ¿En la boca? ¿Sin juegos ni trucos?–Te preguntó con una pequeña sonrisa, sin poder creer lo que estaba escuchando. No sabía si era por la pérdida de sangre, o es que era real.

–Un beso en los labios sin trucos ni juegos. ¿Tenemos un trato?–Le dijiste con una sonrisa, extendiendo tu mano hacia él.

–Trato hecho, princesa.–Te dijo con una sonrisa estrechando tu mano.

Una vez le dejaste ir, seguiste limpiando y suturando, para luego avanzar a los demás cortes y pequeñas heridas o raspones en su cuerpo. Mientras que Tangerine mantuvo su promesa y se quedó en silencio por todo ese tiempo, con una gran sonrisa y ansioso por cobrar su premio.

–Okey... creo que ya terminé. ¿No hay ninguna otra herida de la que debería estar al tanto?–Le preguntaste tirando a la basura el montón de vendas y algodones con sangre, y luego tus guantes.

–No madam.–Te dijo con una sonrisa, poniéndose de pie detrás tuyo.–Ahora si no me equivoco me debes algo.

Cuando te volteaste, estaba a centímetros de ti y llevó sus manos a tu rostro para acariciar tus mejillas.

–Bueno... como cumpliste tu promesa, entonces yo también debo cumplir la mía.–Le dijiste con una pequeña sonrisa.

Poco a poco se fueron acercando hasta que sus labios rozaban, cuando la puerta se abrió y Tangerine soltó un extraño gruñido molesto.

–Quita tus putas manos de mi mejor amiga. Y sal de aquí, es mi turno de que me ayude.–Le dijo Lemon molesto haciéndose a un lado para que saliera del baño.

–Hijo de tu puta madre, Lemon. Siempre cagándola en los mejores putos momentos de mi puta vida. Era una puta oportunidad única.–Tomó su chaqueta y camisa molesto, y salió del baño quejándose y murmurando cosas por lo bajo, haciendo que rieras ligeramente.

Lemon te quedó viendo seriamente desde la puerta, sin quitarte la vista de encima.

–¿Por qué me ves así?

–No T/N. No con él.–Te dijo apuntándote con el dedo índice antes de entrar y cerrar, quitándose la parte de arriba.

–Ay por favor... no puedes decirme lo que puedo o no hacer.–Reíste dejando su ropa a un lado y sacando otro par de guantes.

–Tienes razón, pero estás prohibida para Tangerine. Y él lo sabe.–Dijo cruzándose de brazos molesto mientras tú reías y sacabas más algodón y alcohol de los gabinetes.

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