1. Tan solo un poco.
Antes de empezar, quiero aclarar que esta historia está inspirada en "just a little bit of your heart" de Harry Styles.
Les aconsejo escuchar la canción mientras leen, ya que es la que cantará Jungkook.
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El humo de los muchos cigarrillos que habían encendido en aquel bar, entraban directo por sus fosas nasales, causándole una incómoda picazón a aquel hombre sobre el escenario. Sus ojos estaban cerrados, sus finos labios se sentían resecos y su mentón estaba pegado a la esponja que cubría el micrófono.
Dio una respiración profunda antes de abrir sus fanales marinos y sonreír a su público. Esa noche, él los deleitará a todos con su maravillosa voz.
Jeon Jungkook, dueño único del famoso bar subterráneo en Seúl, donde se llevaban a cabo las mejores tocatas por cantantes aficionados, donde sonaban los mejores covers en vivos, donde no había nada que envidiarle a los cantantes reconocidos con sus versiones estudio.
Cuando sus ojos marinos barrieron el lugar, sonrió. El bar estaba repleto.
Esa noche, vestía una polera negra con las mangas cortas; dejando a la vista sus increíbles músculos y los hermosos tatuajes que adornaban casi la totalidad de sus brazos y gran parte de sus manos. Un jeans oscuro con las rodillas rasgadas y sus infaltables botines estilo militar, que también eran negros. Él definitivamente amaba ese color.
—¿Hola? —habló a través del micrófono— ¿Se escucha bien allá atrás? —preguntó, sin dejar de sonreír.
—¡Sí! —se escuchó de vuelta, aunque sonaba más a grito que a respuesta.
—Perfecto —comenzó, y llevó su mano tatuada hasta su alborotado cabello rubio, acomodándolo con sus dedos hacia atrás— Esta noche la abriré yo, como pueden ver.
La multitud lo alabó, todos eufóricos ante la emoción. Jungkook no solía subirse al escenario y cantar muy a menudo, él prefería darle esa oportunidad a otros y mantenerse tras la barra, preparando los mejores tragos.
—Ya se que están emocionados —todos gritaron un "Sí" en respuesta— Pero solo les cantaré una canción y espero que la sientan y la disfruten tanto como lo hago yo —su sonrisa fue perdiendo fuerzas, hasta que se desvaneció.
Sus ojos marinos se movieron y buscaban a cierta persona, uno que agitaba terriblemente su corazón.
—¡Te amo, Jungkook! —se escuchó un grito de entre la multitud, haciéndolo abandonar su búsqueda y sonreír nuevamente.
—¡Yo también te amo, ciudadano promedio! —bromeó y todos lo alabaron nuevamente. Él conocía a la gran parte de sus clientes, todos eran frecuentes y la mayoría, eran hombres - Bueno, como les iba diciendo, solo tocaré un tema.
Los murmullos y abucheos antes sus palabras no tardaron en llegar.
—Alto ahí —los paró— Luego vienen otros artistas, mucho mejores que yo. Así que no reclamen y comencemos.
Se alejó del micrófono y caminó hacia el lado contrario del público, donde se agachó y extendió su mano para recibir una guitarra que Taehyung, uno de sus trabajadores, debía tener lista para él.
—Gracias, bonito —le dijo, recibiendo una mala cara de vuelta. Taehyung lucía tan encantador por fuera, pero por dentro era tan agrio como un limón. Jungkook amaba molestar a ese chico.
Caminó de vuelta al micrófono, sin dejar de sonreír y pasó la correa de la guitarra por su cabeza.
—Bueno, ¿Empezamos? —preguntó, recibiendo gritos eufóricos en respuesta— ¿Sí? —preguntó nuevamente, empuñando sus manos y alzando sus dedos pulgares hacia arriba— Vale, vale. Empecemos.
Posicionó los dedos de su mano izquierda en el mástil de la guitarra y la derecha la llevó hasta las cuerdas, donde las acarició con sus dedos e hizo que estas sonaran suavemente.
Dio una mirada a Taehyung y le hizo un gesto con la cabeza, para que el chico captara que era momento de apagar las luces fuertes y encender las que eran más tenues.
Respiró hondo y soltó todo el aire de sus pulmones lentamente, y miró a su público. Todos esperaban en un increíble silencio y muy atentos.
Comenzó a tocar las notas correctas de la canción que había elegido e inmediatamente los gritos de felicidad resonaron en todo el bar. Relamió sus labios resecos cuando la intro del tema casi terminaba y se acercó al micrófono, apoyando su mentón en él y abriendo la boca para comenzar a cantar.
Jamás te pregunto dónde has estado,
Y no siento la necesidad de hacerlo,
Sé con quién estás.
Ni siquiera puedo pensar con claridad,
Pero puedo decirte que tú estás con él
Y yo seguiré siendo un tonto.
Porque soy un tonto por ti.
Su hermosa voz ronca y grave sonó, erizando los vellos de todos aquellos que estaban ahí, escuchando y cantando la triste canción que Jeon había elegido para iniciar esa noche.
Sus ojos se habían ajustado a la leve oscuridad y miró cada cabeza que había en el bar, pero ninguna era la que él buscaba, ninguna tenía unos revoltosos cabellos rojos como las cerezas.
Miró un momento las cuerdas de la guitarra, mientras las tocaba y se aseguraba de hacerlo correctamente, aun cuando podía tocar fácilmente con los ojos vendados. Luego miró nuevamente hacia el público y aquella cabellera de color cereza que tanto buscaba, se iba moviendo hacia una mesa, lo suficientemente cerca del escenario; de él.
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón
Es todo lo que quiero.
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco es todo
Lo que estoy pidiendo.
Los "Oh, oh, oh..." Se escuchaban al final del coro.
Jungkook sonrió ampliamente, haciendo que aparecieran unas pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos.
Su corazón saltó agitado, feliz y enamorado. Ahí estaba él, el chico que había logrado enamorarlo sin siquiera mover un dedo, el chico que le sonreía de manera dulce ante cualquier broma o chiste sin gracia que él le hacía. Park Jimin, ese precioso chico de cabellos color cereza, mejillas redondas, labios abultados; delgado y tan pálido como un fantasma. Una belleza ante sus ojos.
Sus ojos marinos jamás se despegaron de la esbelta silueta de Jimin, observando muy atento cada uno de sus torpes movimientos. Porque sí, Jimin era jodidamente torpe en todos los sentidos, y eso hacía que Jungkook se enamorara aún más de él. Si lo pensaba bien, era estúpidamente ridículo, pero para su enamorado corazón, era simplemente perfecto.
Jamás te digo
Como me siento realmente
Porque no puedo hallar las palabras
Para decir lo que quiero decir
Y "Nada es fácil"
Eso es lo que dicen
Sé que no soy el único para ti,
Pero seguiré siendo un tonto
Porque soy un tonto por ti.
Pero como la vida es una jodida mierda, toda la felicidad que Jungkook sintió por un momento, se esfumó tan rápido como llegó cuando vio a Lilly. Ella estaba ahí, junto a Jimin, sonriendo, tomados de las manos, ignorando a la multitud que había a su alrededor. Completamente perdidos en su mundo.
Lo peor de todo era que, Jungkook sabía que eso pasaría. La noche anterior, Jimin había llegado temprano al bar, sospechosamente feliz y antes de que Jungkook pudiera preguntar a qué se debía tanta felicidad, él simplemente le contó que había estado hablando con Lilly y parecía que todo volvería a la normalidad.
Jungkook vio el brillo en los ojos del chico y su corazón se estrujó. Jimin estaba profundamente enamorado, igual que él...
Conocía a Jimin desde hace un año, cuando en una fría noche de invierno, el chico de tan solo diecinueve años cruzó la puerta de su bar, y se sentó en la barra pidiendo el licor más fuerte que tuviera para arrancar el dolor que había en su corazón. Estaba totalmente empapado por la lluvia y lucía tan tímido, tan deprimido. Había roto con Lilly por primera vez desde que había iniciado su relación, y Jungkook, como el adulto responsable que era o intentaba ser, le animó y le aconsejo que embriagarse por un amor fallido no era lo indicado. Fue así como inició su extraña amistad, aun cuando la diferencia en edades era de casi diez años, no importaba en lo absoluto. Jimin empezó a ir a diario a verlo para charlar, para compartir risas y tragos juntos.
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón
Es todo lo que quiero.
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco es todo
Lo que estoy pidiendo.
"Oh, oh, oh..." Se escuchó nuevamente.
Ahora, un año después, Jimin siguió con la misma chica, aun cuando rompían cada mes, ellos siempre volvían. Siempre. Jungkook sabía que el chico era algo fuera de su alcance, siempre lo supo. Aun así, se enamoró profundamente de Jimin. Que idiota.
Él era un hombre adulto de treinta años, un amor no correspondido no debería estar doliendo tanto. ¿Cómo era posible que ese chico fundiera tanto sus sesos?
Intentó apartar la vista de Jimin y mirar a su público, el cual cantaba a la par con él. Fue imposible, sus ojos inconscientemente lo buscaban. Jimin, quien era ajeno a todo su dolor y a su alrededor, se encontraba sonriendo mientras acortaba la poca distancia que tenía con su novia, para unir sus labios en un maravilloso beso.
Jungkook sintió como su corazón se partía en mil pedazos, aun cuando tenía bien en claro que no había esperanzas para él. Jimin era heterosexual, con una novia y estaba estúpidamente enamorado. Se negó a seguir viendo la escena y cerró sus ojos e intentó que su voz no saliera temblorosa.
Él era un hombre adulto, debía actuar como tal. Debía, pero le resultaba tan jodidamente difícil...
Se concentró en el pre-estribillo que venía. Era su parte favorita, la parte que más le dolía de toda la canción, en donde se sentía totalmente identificado. Porque a pesar de todo, Jungkook se conformaba con tan solo ser su amigo y tenerlo ahí, cerca suyo.
Pobre idiota enamorado.
Sintió el nudo en su estómago y abrió sus ojos lentamente, mientras comenzaba a cantar. No miró a Jimin, simplemente no pudo.
Sé que no soy el único para ti,
pero al menos soy alguien
Escuché que un poco de amor
es mejor que nada...
Parpadeó varias veces para borrar las estúpidas lágrimas que amenazaban con salir. Él no lloraría por amor, no se derrumbaría por una mariconería así. Pero para su sorpresa, cuando su vista se dirigió a la mesa en la que estaba Jimin, sus hermosos ojos marrones lo miraban muy atentos. Y su corazón se agitó violentamente, tan rápido que sintió un pequeño mareo.
—¡Maldición, te amo! —una chica gritó a todo pulmón, haciendo que las comisuras de los labios en Jungkook se torcieran, formando una preciosa sonrisa y haciéndolo desviar su mirada, lejos de los ojos curiosos de Jimin.
Porque para su mala suerte, Jimin era bueno leyendo a las personas, muy bueno a decir verdad. El maldito mocoso era bueno en demasiadas cosas y tal vez era eso lo que lo había hecho caer profundo. Que imbécil.
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón
Es todo lo que quiero.
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco de tu corazón,
Tan solo un poco es todo
Lo que estoy pidiendo.
Sí, tal vez Jungkook estaba pidiendo a su manera, un poco de amor, un poco de atención. Pero lo cierto era que él no era experto en declaraciones, no sabía como hacerlo, nunca se había enamorado de esa manera; tan profundo e intenso que dolía. Dolía cada vez que Jimin llegaba y le contaba lo feliz y enamorado que estaba, los planes que tenía con la chica, pero más le dolía cuando ellos terminaban y le tocaba consolar al hombre que amaba. ¿Cómo se supone que debía hacer eso? ¿Qué se supone que debía decirle?
Era jodidamente doloroso, amar era una real mierda.
"Oh, oh, oh..." Tarareaban con Jungkook, quien los animaba mientras tocaba las notas en la guitarra con sus dedos.
Sus ojos barrieron el bar una vez más y notó que muchos cantaban con el mismo sentimiento que él, o incluso uno más doloroso, uno que los estaba quemando por dentro. Entonces comprendió que no solo él estaba pagando el alto precio por haber dejado que su corazón eligiera a quien amar, por haberse permitido tener falsas esperanzas aun cuando no se las habían dado.
El amor realmente vuelve idiota a cualquiera.
Tan solo un poco de tu corazón...
"Oh, oh, oh, oh..." Tarareó junto la multitud, intentando calmar el maldito nudo en su estómago.
No miró a Jimin, aun cuando deseaba hacerlo. Él chico estaba celebrando su cumpleaños junto a su novia, estaba feliz y eso era lo que bastaba para que Jungkook estuviera tranquilo. La felicidad de Jimin era la suya, o al menos eso era lo que creía.
Los "Oh, oh, oh..." continuaron por un largo rato, hasta que la guitarra dejó de sonar y todos abuchearon, pidiendo que cantara otro tema.
Se aclaró la garganta antes de dirigirse a su público, para hablar.
—Y bien, ¿Les gustó? —preguntó, y todos gritaron al mismo tiempo, emocionados y aclamando porque volviera a cantar— Una mierda para iniciar una noche de viernes, ¿No creen? —se rió de sus propias palabras. Pero su sonrisa estaba lejos de ser sincera, bajo aquella careta de hombre fuerte y maduro, había un hombre herido, enamorado y que tan solo anhelaba un poco... un poco de atención de aquel chico.
¿Cómo se arranca a alguien del corazón? Era lo que siempre se preguntaba, cuando sentía que la cosa que bombeaba sangre en su interior dolía.
—Ahora, vamos a animar esta mierda y vamos a recibir en el escenario a... —miró hacia atrás, asegurándose de que los chicos que debían tomar su lugar ya estaban listos— ¡Kim Namjoon y Min Yoongi! —dijo finalmente y la multitud aclamó, con más entusiasmo.
Kim y Min eran frecuentes en el bar y siempre ponían ese toque alegre, fiestero.
Se alejó del micrófono y estrechó su mano con la de ambos chicos, luego bajó del escenario. Caminó hasta donde estaba Taehyung y le entregó la guitarra para que la guardara.
—Estuvo genial, Kook —le dijo el chico.
—Lo sé —sonrió al ver como Taehyung rodaba sus ojos.
—Siempre tan humilde.
—Humildad es mi segundo nombre, niño.
—No soy un niño —bufó.
—Apenas tienes veintiún años, eres un niño para mí —su sonrisa se desvaneció y desordenó sus cabellos rubios— Iré un rato a fumar, ya vengo —le informó y caminó hacia la puerta trasera para salir y despejar un poco su mente.
Taehyung no dijo nada, solo observó como su jefe se marchaba cabizbajo. Él lo sabía, no tenía que ser un genio para comprender cuan estúpido se volvía Jungkook cada que Jimin revoloteaba a su lado, cuando le sonreía como un verdadero idiota enamorado, cuando se comportaba como un niño de cinco años para hacer sonreír al pelirojo. Y era realmente divertido ver a un hombre de treinta años así, feliz y enamorado. Lo que no era divertido, era verlo apagado, dolido y fingiendo que estaba bien, como ahora.
Jungkook dio una calada a su cigarro, sus ojos estaban cerrados y su cuerpo descansaba contra la pared del bar.
—Oye, uhm... ¿Estás bien? —sus fanales marinos se abrieron de golpe.
Frente a él, estaba el único mocoso que lo hacía subir al cielo y descender al infierno.
—Hey... —botó el humo que había en sus pulmones— Oh, casi lo olvido. Feliz cumpleaños, Jiminssi —le sonrió.
—Gracias —se acercó a él— Entonces, ¿estás bien? —preguntó nuevamente.
—¿Por qué no lo estaría?
—La canción... —mordisqueó por un momento su labio inferior— Es una canción triste. ¿Hay alguien en tu corazón, Jungkook?
—No. Solo es una canción, niño —mintió— ¿Dónde dejaste a tu chica?
—Mhm. Fue al baño.
—Debes entrar, si no te encuentra pensará que la dejaste.
—Sí, verdad -soltó una risita, aquello ya había pasado anteriormente— Entonces... ¿Seguro que estás bien?
—Claro. ¿Si sabes que tengo treinta? —lo miró, arqueando una ceja— No me ando con mariconerías de las que crees, chico. Ahora, ve y celebra tu cumpleaños con tu chica.
—No son mariconerías -bufó sintiéndose ofendido. Jimin era jodidamente cursi y pegado a Lilly cuando las cosas iban bien; era sensible, divertido y por sobre todo, muy detallista.
—Claro, claro. Ahora, ve adentro y pide lo que quieras que esta noche yo invito —volvió a dar una calada al cigarro. Su corazón latía desenfrenadamente cada vez que Jimin estaba cerca suyo.
—¿En serio?
—Si no desapareces de mi vista en tres segundos, no.
—¡Ay, gracias! —canturrió feliz y corrió al interior del bar.
Tiró su cigarrillo al piso, aun cuando iba por la mitad y lo aplasto con su bototo.
—Estás jodido, kook —el mencionado giró su cara, encontrando a Taehyung en la puerta del bar.
—Supongo —se encogió de hombros. No lo negó, no había razón para hacerlo. Él estaba verdaderamente jodido— ¿Qué haces aquí?
—Solo vine a tirar la basura, no estaba escuchando ni espiando —aclaró rápidamente.
—Bien. Vamos, hay trabajo que hacer.
—Sí.
Avanzaron al interior del bar. Jungkook debía admitir que aquello le afectaba más de lo que creía, pero él no era el único idiota enamorado de alguien que solo lo veía como un buen amigo. Se animó a sí mismo y se recordó que ya no era un puberto de quince años, él era un adulto y tenía trabajo que hacer.
Que se joda el amor y toda su mierda, él no la necesitaba, jamás lo hizo.
El amor estaba sobrevalorado, nadie vivía de eso. Una mierda disfrazada para justificar el apego emocional.
Él no necesitaba descubrir que era esa mierda de amar y ser amado, de ser correspondido y vivir esa mentira, que en algún momento, acabaría y terminaría peor de lo que ya estaba. Él no lo necesitaba.
O tal vez sí, pero no mucho.
Tan solo un poco...
...
Luego de pensarlo mucho, decidí no hacer más que esto :c no tengo las ganas ni la imaginación para hacer más capítulos de esta historia, lo siento mucho.
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