Un día pude sentir.

Un día pude ver.

Un día pude pensar.

Pero no tenía una vida.

Al menos, no propia.

Sólo era parte de ti.

Eras mi amigo, mi mejor amigo.
Eramos tan unidos, como si fueramos hermanos.
Pero con el tiempo te sentí distante.
Tus pensamientos amigables se volvieron en unos sumisos cuando te enterabas que otras personas sabían de mí.

Te quedaste sin amigos por estar conmigo.

Eso no te gustó.

Y menos cuando te dijeron que yo era una enfermedad.

La depresión por el abandono de tu padre te afectó más de lo que todos pensaban.

Yo era parte de tu depresión.

Y dejaste de quererme en tu vida cuando cumpliste los 12 años.

No te culpo.
Un adolescente necesita su espacio.

Lo malo...

Ninguno de los dos lo tenía.

~nací y crecí~