Ni bien abrí la puerta mis tías estuvieron como locas preguntando si había visto a mi hermano o si estaba aquí en la casa. Les pedí que se tranquilizaran y que no hicieran tanto alboroto, que él se encontraba en la cocina.

Mi hermano acorralado salió de su escondite y se disculpó con ambas por haberse venido a mi casa sin decirles nada.

Después de que ambas se calmaran comenzaron a ver toda mi casa a excepción de mi cuarto, el cual felizmente cerré con llave antes, no pasaron ni cinco minutos cuando preguntaron por los adornos navideños, que donde estaba el arbolito, el nacimiento y las luces.

Las interrumpí diciéndoles que en esta casa ya no se celebra navidad, ellas como siempre insistieron y mencionaron que a mi mamá no le gustaría saber que ya no celebro ese día.

Que oportunas son para hablar ¿verdad?.

Mi hermano al escucharlas solo agacho su cabeza, mientras ambas se me quedaban viéndome.

Al parecer el mundo se puso de acuerdo para hacerme recordar lo sucedido mi madre.