Era casi medio día cuando desperté y encontré a Diana tomando sus pastillas, me le acerque para saludarla y con un buen beso empezamos el día.

Mientras Diana iba preparando la cena navideña, yo iba barriendo y trapeando el lugar hasta que llegasen los invitados. La tarde se paso volando.

Por ratos me quedaba viendo a Diana, aún no me la creía, era oficial lo nuestro. 

Todavía no esperábamos a nadie, eran las siete, pero aun así tocaron a la puerta, eran dos de nuestros amigos, amigos con los cuales recordaba juntarme más en la secundaria. Después saludarnos y hablar un poco de los viejos tiempos decidimos salir a comprar cuetes para reventarlos a media noche, Diana dijo que se quedaba por si alguien más llegaba, dijo que no demorásemos tanto, me despedí con un beso y le dije que no lo haríamos.