Tomé mi abrigo, cogí las llaves del auto y me puse en marcha. Aun recordaba donde era la antigua casa de Diana, como olvidarlo, cada vez que iba a la escuela pasaba por ella, me detenía frente a su casa y al minuto ella salia, era como si estuviese esperándome por la ventana y cuando me veía acercarme salia de inmediato.

Luego de conducir por media hora llegué. Observar su casa me trajo muchos recuerdos, recuerdos de cuando ella y yo junto con otros amigos jugábamos con una pelota la cual siempre terminaba desinflada, si no era eso el balón acababa en el techo del vecino y regíamos con piedra, papel y tijeras a ver quién iba a pedírsela.

Pero no era tiempo de nostalgia.

Toque la puerta llamando a su madre, nadie contesto. Toque de nuevo, esta vez llamando a su padre, nada. No sabía quién de los dos vivía en esa casa ya que al parecer estaban separados, pero alguno debía tener respuestas.

No fue hasta la tercera vez que toque fue cuando escuche respuesta. Era la señora Maria quien abrió la puerta, ella sin poder reconocerme casi me bota de la puerta creyendo que le haría daño, así que antes de que hiciese algo le dije quien era. Ella sin poder creercelo y mencionando el largo tiempo que no la veía me hizo pasar.