02| El juicio de Draco
Repiqueteó con el pie en el suelo, sentado en la banqueta, mientras miraba nuevamente la sala, que estaba repleta de gente. El juicio daría comienzo en breves y no había ni rastro de la repelente Granger. Dijo que lo ayudaría, pero empezaba a pensar que se había arrepentido y no aparecería.
—¿Estás seguro de que va a venir a declarar? —preguntó su abogado.
Malfoy no respondió, lo único que hizo fue matar con la mirada al sujeto.
Volvió a observar a los presentes y aquella vez vio a dos personas que le pusieron la piel de gallina: Potty y la Comadreja. Seguro que los muy indeseables habían ido a regocijarse de su inminente destino. Estaba seguro de que tenían preparadas botellas de Champagne para brindar cuando se lo llevaran a Azkaban. Malfoy se estaba poniendo cada vez más pálido de imaginarlo. Ya le molestaba tener que ser condenado, pero ver que dos de las personas que más odiaba en todo el mundo mágico estuvieran presentes en su juicio, relamiéndose los labios, le hacía hervir la sangre.
El rubio platino estaba tan sumido en sus pensamientos que no se percató de que Fudge dio comienzo al juicio. Se puso sorprendentemente nervioso y dejó de oír por un momento. Sintió un leve pitido sonar en su cerebro, después la voz de su padre resonando y llamándole decepción. Su corazón latía violentamente, siendo lo único que era capaz de sentir.
Volvió a la tierra tras escuchar la última frase del tribunal.
—Al parecer hay una persona que quiere declarar a favor del acusado —informó—. Por favor, que suba al estrado Hermione Jean Granger.
Draco se giró a la velocidad de un rayo para ver a la marisabidilla de Granger andando con serenidad, vestida con una elegante túnica negra y el pelo recogido con un moño. Miró a Malfoy de refilón cuando pasó a su lado y éste hizo una mueca de desdén casi por instinto. Cuando se sentó, fijó la vista en ella. El abogado hizo una introducción y empezó a lanzarle preguntas a Granger.
—¿Y bien, Srta. Granger? ¿Es cierto que usted y el Sr. Malfoy mantuvieron una relación durante los años en Hogwarts?
—Sí —mintió ella—. Draco y yo... —pronunció al aludido por su nombre de pila para dar credibilidad a la historia— fuimos amantes. De hecho, aun lo somos —teatralizó aquella frase, dando la sensación de que sufría al recordar supuestos momentos con él—. Nos vimos obligados a romper durante la guerra, él sólo quería protegerme a mí y a Harry Potter —los murmullos de la sala se hicieron notorios. A todos les pilló por sorpresa aquellas palabras de la castaña. Nadie podía creer aquello de un Malfoy—. Y, por ello, fue inevitable reencontrarnos después de todo —aspiró aire para poder decir con claridad y sin equivocarse, lo más difícil de aquella sarta de mentiras que acababa de decir—, nos hemos prometido y vamos a casarnos en breves.
Un silencio sepulcral bañó la estancia. Cornelius Fudge por poco estuvo de caerse de la silla. Unos estaban sorprendidos, otros más que sorprendidos y otros parecían directamente una pintura expresionista.
El juez observó a Draco.
—¿Es eso cierto, Malfoy?
Él pegó un brinco ante aquella cuestión. Claramente, debía decir que sí, que era cierto. Entreabrió los labios para articular unas breves palabras que le ayudaran, pero no pudo hacerlo debido a que en aquellos precisos momentos vio a la persona que más le preocupaba: su madre. Estaba atenta al juicio, se había echado un pañuelo a la nariz y tenía una expresión de extensa preocupación.
Se quedó congelado durante un rato y, solo cuando vio a Granger moviendo los labios y pudo leer a través de ellos un "di algo, estúpido", fue capaz de hablar.
—S-sí... —dijo a la par que asentía con la cabeza. Fudge frunció el ceño ante lo forzada que resultaba la respuesta de Draco—. Nos vamos a casar... —trató de hablar con más claridad y convicción—. Queremos hacerlo cuanto antes. Mañana mismo.
No fue necesario que mirara a Hermione para saber que estaba con la boca abierta y maldiciéndole por lo bajo. Se había precipitado con aquello. ¿Qué se iban a casar al día siguiente? Él sí que estaba completamente loco.
—Oh, ¿mañana? —Fudge estaba cada vez más atónito.
Sudores fríos caían por la espalda de Draco, que sabía bien que acababa de meter la pata.
—Sí... —intervino Hermione levantando el brazo—. Sabemos que es posible que Draco entre en Azkaban, por eso queríamos casarnos antes de que eso pase. —Se llevó la mano al rostro, fingiendo que estaba a punto de llorar—. Ni siquiera hemos podido organizar nada con amigos y familia.
Tras unas cuantas preguntas más de la acusación y del juez, se tomó una decisión.
—De acuerdo, teniendo en cuenta lo que se ha expuesto hoy en este tribunal como cierto, propongo aplazar este juicio. Nos cercioraremos de que la relación que mantiene tanto el Sr. Malfoy como la Srta. Granger es cierta, por lo que sin previo aviso se realizarán visitas periódicas a la vivienda que, estoy seguro, compartirán como marido y mujer. —Tomó una pausa de unos instantes y finalizó—. Se levanta la sesión.
El sonido del mazo hizo que todos los presentes se alzaran.
Lo primero que sintió Draco al escuchar la resolución fue un alivio inmenso. Aún no había sido declarado inocente, pero la probabilidad de serlo empezaba a lucir como algo viable. Sin embargo, para Hermione no resultó algo agradable; una parte de ella estaba molesta. Pese a haber aceptado los deseos de Dumbledore, no estaba segura de que Malfoy no mereciera ningún tipo de castigo.
Ron se tiró de los pelos y profirió un grito ahogado.
—Harry... Ya está —dijo lamentándose—. Ya no hay marcha atrás. Hermione se va a casar con ese cretino.
—Cálmate, Ron.
—Pero, ¿cómo me voy a relajar? ¡Ha vendido su alma!
Harry se echó a reír. A él tampoco le hacía gracia la decisión que había tomado su amiga, pero ver a Ron sufriendo de aquella le parecía un tanto cómico. Sospechaba que su amigo nunca superó la ruptura.
—No te preocupes, amigo. Nos tiene a nosotros para lo que necesite.
*
El Sr. Granger solía pasar su tiempo libre leyendo la prensa o algún libro, dependiendo de la ocasión. Tenía el pelo gris con varias canas y un espeso mostacho que solía mover de un lado a otro mientras leía casi por inercia. Su composición alta y delgada le permitía a su mujer aprovecharse un poco de él a la hora de arreglar alguna gotera o quitar alguna humedad del techo.
Por su parte, la Sra. Granger tenía cierta obsesión de hacer punto cuando se ponía nerviosa, y normalmente eso pasaba cuando veía alguno de los programas del corazón que tan de moda estaban. A veces había tanta tertulia por la televisión que sus nervios se disparaban y tenía lugar una retahila de insultos agudos.
Hermione cerró la puerta de su casa provocando un fuerte estruendo. Se paró en la puerta de la sala de estar y pudo ver a su padre sentado en el sofá en plena lectura y a su madre a su lado haciendo su tarea anti-nervios mientras veía el programa de turno.
—Hola, cariño —saludó la mujer con una sonrisa.
—Hola —respondió Hermione tratando de disimular su desánimo.
Su madre se puso en pie y se acercó a ella.
—¿Estás bien? —Tomó su mano y la llevó al sofá para que se sentara.
La joven tragó saliva. Ignoraba cómo decirle a sus padres que se iba a casar de un día para otro. Sus padres nunca la habían regañado, pues ella nunca había dado motivos, pero estaba segura de que lo que les iba a decir era una razón para tener su primera bronca. Por si fuera poco, ni siquiera les comentó cuando estaba de pareja con Ron, ¿cómo decirles que se iba a casar con una de las personas que más detestaba en el mundo mágico?
Sacó la alianza disimuladamente para que no la vieran. Al final no hizo falta mostrarlas en el juicio. Recordó la cara estúpida de Malfoy cuando Cornelius Fudge le preguntó si era cierta aquella relación.
"Más le vale a ese hurón sin neuronas ser considerado. Me debe la vida." Pensó.
Inspiró y expiró aire intensamente.
—Papá, mamá. Tengo que deciros algo —captó la atención de ambos, que estaban expectantes por saber que tenía que decirles su hija.
—¿Qué pasa? —La Sra. Granger dejaba ver un destello de curiosidad en sus ojos.
—Veréis —carraspeó para decir lo más rápido y claro lo que iba a decir—, me voy a casar.
Cerró instantáneamente los ojos cuando pronunció aquellas palabras. Esperaba los gritos histéricos de sus padres, pero no llegaron. Decidió abrirlos lentamente y entonces pudo darse cuenta de que hubiera preferido los chillidos. Sus padres se habían quedado pálidos y estaban tan quietos que cualquiera diría que alguien les había lanzado un Petrificus Totalus.
—¿Q-qué? —logró articular su padre.
—Sé que es muy repentino pero... —trató de explicarlo pero sintió que era inútil—. Mañana mismo vamos a casarnos —escupió a la desesperada.
Obviamente, para ella no estaba siendo una decisión fácil. La había tomado demasiado rápido a causa de la influencia que siempre tuvo en ella el gran fallecido Dumbledore y ni se había parado a pensar en las consecuencias. Se casarían y vivirían juntos por largo tiempo. Las probabilidades de que aquello pudiera ser algo llevadero se esfumaban cada vez que pensaba que se trataba del necio de Draco Malfoy.
—Bueno, hija... —recuperó la tranquilidad su madre poco a poco—. Al menos dinos quién es.
Difícil respuesta.
"Querida mamá, mi futuro marido es la persona que más me ha incordiado, insultado y odiado en los siete años de Hogwarts" —Pensó ella, pero no era posible responderle aquello a la Sra. Granger. No al menos si no quería que acabara en el psiquiátrico.
No era necesario ser un genio para saber que debía mentir a sus padres como mintió esa misma mañana en el juicio.
—Pues se llama Malfoy, Draco Malfoy —comenzó a explicar con una entonación similar a la que ponía cuando respondía a una pregunta en clase—. Es de mi edad y de una Casa diferente a la mía —miró a sus padres para ver si les estaban entendiendo—. ¿Recordáis lo que os expliqué de las Casas en Hogwarts? —Asintieron con la cabeza—. Bien. Al principio él y yo no nos llevábamos muy bien y...
Hermione casi no pensó mientras mentía sin piedad a sus padres; sólo quería terminar rápido de hablar, escuchar lo que ellos quisieran decirle e irse de allí inmediatamente. Sin embargo, conforme iba relatando una breve historia de amor imaginaria, cometió la imprudencia de no omitir un pequeño detalle.
—¿Qué? —musitó su madre.
—¿Has dicho que vive en una mansión? —dijo su padre.
Se había quedado con la boca abierta al comprobar que era lo que más atención había llamado a sus progenitores.
—Sí.
—Es increíble. Una mansión. No conozco a nadie que viva en una mansión —comentó la mujer.
La chica rodó los ojos.
—Da igual cuantas mansiones tenga, eso no tiene importancia.
—Bueno, bueno. Sea como sea, tenemos muchas ganas de conocerlo.
***
¡Hola, hola! ¿Cómo están mis 'dramioners'?
En este capítulo se revelan un poco las condiciones que tendrán que llevar la parejita para que Draco sea considerado inocente. En el próximo empezará la convivencia entre ellos.
Espero que os haya gustado.
¡Os leo con gusto!
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