parte 2 capítulo 3
Al siguiente día, al despertarme mi madre me estaba esperando para darme la medicina, cuando me la tomé ella salió y me dejó para que haga lo que quiera, con la condición de que no saliera de mi habitación, salí de la cama y después de ir al baño abrí lentamente la puerta y miré detenidamente por los pasillos, no había nadie, así que volví adentro y me puse zapatos y algo abrigado, siempre me habían prohibido deslizarme por la baranda de la escalera y salir fuera de los límites de la mansión, pero esta vez rompí esas reglas, tomando valor e intentando no reír, subí a la baranda y me deslize hasta que estuve abajo, aunque me caí, no lloré, vi a los guardias, ellos no me dejarían salir ni por todos los dulces de el mundo, así que fingir ir a la cocina y cuando ellos ya no me veían, salí por la puerta de el jardín, podría salir fácilmente por entre los árboles sin que ellos me vieran, mi madre estaba allí, estaba arruinando mi plan de escapar, mi padre volvía hoy en la tarde y esa era mi única razón, agradecí ser tan pequeño por primera vez, el largo césped que el jardinero no había cortado, me sirvió, ella volteó hacia atrás cuando escuchó un pequeño quejido de mi parte, había pisado una piedra y me había dolido mucho, se levantó de el banco y grito mi nombre para asegurarse de que siguiera en mi habitación, yo me quedé sentado en medio de el césped tapándome la boca, ella entró a paso acelerado hacia la mansión, me levanté y salí trotando, un largo grito desesperado hizo eco en todo el campo vacío, escuché mi nombre repetidas veces pero no dejé de correr, Argentina me contó donde vivía y ambos hicimos un plan, sólo tenía que seguir derecho por la carretera, mientras corría vi mis alrededores, me estaba dando mucha calor y cruzando la carretera había un árbol que me daría sombra, mientras cruzaba a paso lento, un auto negro se detuvo frente a mi, casi me habían atropellado, comenze a temblar de pies a cabeza cuando reconocí que era el auto de mi padre, mis piernas reaccionaron rápidamente y volví a correr, hasta esconderme el un hoyo que encontré, parecía de zorro
- ey pequeño! No te escuendas, ¿estas bien?
- si señor - grite fingiendo otra voz, no escuche nada más y al levantarme ya no estaba el auto, respire profundamente y volví a correr hasta que encontré a Argentina en el mismo lugar donde habíamos quedado
- pero pibe... ¿que te pasó?
- casi me atropella mi papá - dije tratando de recuperar el aire - pero alcanze a esconderme, encontré un hoyo en la tierra - dije viendo mi ropa, había quedado muy sucio
- ven - dijo tomando mi mano - mi ropa es más grande pero te servirá mientras se lava la tuya - me dijo, su sonrisa me causó mucha tranquilidad pero apenas nos preparamos para caminar un auto frenó a nuestro lado, ambos no sabíamos que hacer
- señorito Chile ¿qué hace aquí? con un ¿vagabundo?
- no es un vagabundo, azul! - le grité a el sirviente, él nunca me había agradado, por como trataba a los demás
- como sea... sus padres lo esperan
- no ire - dije
- claro que irás malcriado - me dijo bajándose de el auto, aunque corrí él me alcanzó y mientras apretaba mi cuello me tiro a el asiento de el copiloto, me golpee la cabeza con la puerta pero no me queje, Argi se había ganado unos golpes por parte de azul, yo lo mire en silencio, las puertas estaban con seguro pero las llaves estaban dentro de el auto, cuando azul intento abrir no pudo, con el miedo mi cuerpo reaccionó sólo y saqué el seguro de las puertas, él me miro enojado y tiró a Argi en el asiento de atrás
- Argi - dije tomando su mano, él se sentó y asintio con su cabeza para hacerme entender que estaba bien, pero una línea de sangre y su mejilla roja, casi morada, decían lo contrario, azul manejo con tanta velocidad que no vio el árbol que había enfrente de nosotros, en una curva chocó con el árbol, nos bajó de el auto a la fuerza sin importarle si estábamos malheridos y nos llevó arrastrando hacia la mansión, al menos el camino no era muy largo, azul me estaba tirando muy fuerte al brazo y cuando chocamos sentí que había crujido al igual que una galleta, pero no me queje por que después de mi padre, azul era el que más me maltrataba, pero apenas llegará a la mansión le contaría a mi madre, ella, como jueza, haría algo.
Cuando entramos los guardias nos lanzaron una mirada, no expresaban nada nunca, pero juro que vi una lágrima en los ojos de uno de ellos, azul nos soltó justo a tiempo y levantando la cabeza saludo a mis padres
- ya encontré a él señorito Chile, él hablaba con este vagabundo fuera de los límites de la mansión señor Mundo - dijo haciendo una reverencia, yo mire a Argi y él me miró a mi, mi madre sólo se quedó en silencio, ella había llorado y no nos miraba de frente, sino que yo veía su cara de perfil, no entendí que le había pasado y lo único que quería hacer, era correr y abrazarla, mi madre y mi padre vestían elegantemente, mi madre un vestido que llegaba hasta el suelo, de color dorado y blanco y mi padre un traje negro, parecido al que usaba en las reuniones pero esta vez un moño decoraba su cuello, mi padre no parecía estar furioso, sólo le dijo a azul que se retirará, Argi y yo nos quedamos parados sin movernos
- Chile hijito, ve a tu habitación con tu amigo, yo subiré en un momento- me dijo mi madre, yo asenti y tomando el brazo de Argi, fuimos a mi habitación
- ay Chile... ¿por qué nuestros planes nunca funcionan? - pregunto Argi sin esperar una respuesta
- no lo sé - le respondí, intente que no se diera cuenta de que mi brazo me dolía mucho, ya estando en mi habitación, traté de subir a mi cama, apenas apoye el brazo, un grito de dolor salió de mi boca y lágrimas de mis ojos, Argentina me miro y me ayudó a subir a la cama, el ruido que hacían los tacones de mi madre, sonaron por todo el pasillo, enseguida supe que ella ya venía.
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