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“Aprendí a tratar, como me tratan, eso es todo”

***

¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué no podemos viajar en el tiempo? ¿Esta situación, algún día terminará?
Preguntas, y más preguntas vienen a mi cabeza, sin poder contestar a ninguna, cada cual, más estúpida que la anterior.

Desde la ventana de la cocina, podía observar el manto que cubría cada una de las cabezas de los habitantes del pueblo, que se esconden en sus casas, para no ver la triste realidad que inundaba las desiertas calles de “SkyVille”.

La situación, no es buena, hay que decirlo, pues ésta batalla, está acabando con mucha gente, así como con la paciencia de nuestro Rey, Francisco I de Nosperdam, quien gobernaba tranquilamente, sin ningún problema, disfrutando de la presencia de las personas caminando por las calles, hasta el día que se acabó esa tranquilidad, inundando tan solo el miedo y la desesperación.

Hace una semana, que me tocaba a mí patrullar las calles con mis compañeros, y desafortunadamente, dos personas tocaron el suelo. Ese mismo día, fue cuando encontré a aquel chico, que casi acaba con mi vida.

“Vaya, no sabía que serías tan difícil de aniquilar”

Procedí a tocarme con el cuello, al recordar aquella cuerda, que me rodeaba, impidiendo el habla, impidiendo la respiración y dando paso al miedo y al sueño. Aún, aquella herida provocada al cortar la cuerda, no ha pasado, aún sigue estando presente, torturándome con aquel recuerdo.

-Rakkun- alguien me sacó de mis pensamientos, haciendo que mirara a aquella niña chica.

-Dime, pequeña- saqué las manos del lavabo, y me las sequé en una pequeña toalla roja, cerca de los platos secos. Ella, dudó en hablar, comenzó a mirar al suelo, y luego volvió a mirarme.

-¿Cuando volveremos a jugar en la calle?- esto hizo que una triste sonrisa se colocará en mi rostro, que se transformaba en leves palabras, para animar a aquella chica, con la ilusión de vivir su infancia. Me agacho, aún con la toalla en las manos, y apretándola con fuerza.

-Pronto, pequeña- puse una de mis manos en su cabello, y comencé a despeinarla, haciendo que ella se enfadara, y quitara mi mano, acompañado de una sonrisa burlona en su rostro. Mi sonrisa volvió a aparecer, acompañada de una pequeña carcajada, y continué lavando los pocos platos que quedaban- Oye, pequeñaja- llamé su atención- cuando termine, voy a hacerte una pequeña trenza- la miré a ella- ¿Quieres?- sonreí.

-¡Si, Si!- comenzó a saltar de alegría- ¡Una trenza! ¡Voy preparando las cosas!- añadió, para comenzar a salir de la cocina a gran velocidad, y así subir unas escaleras, que iban al piso de arriba.

Parece mentira que una simple trenza, le pueda alegrar tanto, pero cuando era más pequeña, siempre que teníamos miedo, nuestra madre, nos hacía trenzas para tranquilizarnos, y así, comenzaba a contarnos grandes historias de aventuras, que ella decía que las había vivido, pero estaba claro que eran inventadas.

Ahora, ella no tiene tiempo para esas cosas, pues encontró trabajo en el castillo del rey, y prácticamente, se pasa todo el día allí, así que yo soy quien se encarga de la pequeña.

Termino de lavar el último plato, y lo seco con un trapo, para a continuación, secar el fregadero, y después, mis manos.

-¡Vamos Rakkun!- gritaba ella, desde las escaleras, que las bajaba a gran velocidad.

-¡Ten cuidado, vaya a ser, que te caigas!- gritaba, corriendo hacia el salón, que conectaba con la cocina, mediante una gran puerta en una de las paredes, por lo que podía ver a la pequeña, llegar, y sentarse en el sofá.

Dejo la toalla en una de las sillas de la cocina, y me dirijo hacia la habitación, para sentarme al lado de ella, despacio. Ella, dejó los utensilios necesarios, encima de una mesita de café, enfrente de una pequeña televisión, cogió el mando de ésta, y la encendió, viendo una imagen de varios muñecos, en blanco y negro, golpeándose con un mazo.

-Bueno, ¿Que trenza te hago ésta vez?- cogí el cepillo de encima de la mesa, y me puse un pequeño coletero en la muñeca.

-Hazme una trenza de espigas- se sentó con la espalda derecha- hace tiempo que no me haces una- hizo una pausa, y yo mientras, aproveché a peinar su cabello- Mamá antes me las hacia mucho- añadió con tono deprimido.

No sabía que decir, sabía que para ella, era doloroso que no estuviera en casa, y más en ésta época, en la que ella, tendría que tener bonitos recuerdos, pero las circunstancias, son las circunstancias.

-Lo sé, lo sé- dividí el pelo en tres secciones- pero piensa positivo, cuando acabe esto, todo volverá a la normalidad, y podrás salir a la calle, hablar con tus amigos- comencé a trenzar los mechones- todo irá mejor en un futuro- cogí el peine, para peinar un pequeño pelo, que se había salido.

-¿De verdad?- hice un sonido, en señal de afirmación, y durante un rato, todo se quedó en silencio- Rakkun, ¿me podrías contar alguna historia?- le pedí que me pasara el mando de la tele, para bajar el volumen.

-¡Claro! Puedo contarte una historia que ha ocurrido hace poco, con una persona, muy cercana a mi- se hizo de nuevo el silencio- Ésta chica, caminaba por las calles, con mucha tranquilidad, observando como los pájaros, se colocaban en las ramas de los árboles, y comenzaban a entonar su cantar. Ese día, la chica, llegó a las puertas de un bosque con muchos árboles, y ella, comenzó a adentrarse sin tener cuidado de los peligros que podían haber. “Señorita, no entre en el bosque” le advirtió un señor de ojos verdes claros- hice una pausa- pero ella no hizo caso a aquel chico, y acabó haciéndose daño con una pequeña rama de uno de los árboles- hice una pausa, para colocar el coletero en la trenza- y ya está la trenza, creo que voy...-

-¿Así es como te hiciste aquella herida en el cuello?- se giró hacia mí, observando ella, mi rostro algo sorprendido, llevándome una de las manos al cuello, sintiendo aquella herida, que aún, no ha sanado.

“Podría matarte en este instante, ¿lo sabías?”

“¿No crees que pienso lo mismo?”

“Se demasiado sobre ti, no merece la pena acabar con una vida como la tuya”

Aún no entiendo por qué aquel chico no acabó conmigo, teniéndome en el punto de mira, tan solo le faltaba disparar, y mandarme a la otra vida, pero no lo hizo, ¿Por que?

-No cariño- intenté tranquilizarme- esto fue por accidente, con un...-

-Señoras y señores del pueblo de SkyVille- me quedé callada, cogí el mando de la tele, y comencé a subir el volumen.- Alerta roja en el pueblo, “The Devils”, han vuelto a cruzar el bosque, y han entrado en la ciudad. Reclamamos la ayuda de los guardias, por favor- el comunicado terminó con una pantalla en blanco y negro.

-Tengo que irme- me levanté del sofá, y subí a mi habitación, tenía que cambiarme y ponerme el uniforme.

Una vez puesto, cierro el armario, y me miro en aquel espejo, ya no viendo a una persona con vida normal, sino a una chica que se jugaba la vida en aquellas calles, rodeadas de personas, que con tan solo un movimiento del gatillo, podía acabar con más de una vida.

Me coloqué bien la gorra, y salí de mi habitación, para comenzar a bajar las escaleras rápido, y dirigirme hacia la puerta, y ponerme los zapatos.

-Promete que me volverás- escuché una voz, algo asustadiza. Me giré, para verla a ella, tan guapa como siempre, con la trenza puesta.

-No te preocupes, volveré a casa- terminé de ponerme los zapatos, y me dirigí a ella, para darle un gran abrazo- por supuesto que volveré- me separé de ella, y la miré a los ojos- Tú ocúpate ahora de papá ¿vale?- añadí.

-No quiero quedarme sola- dijo, apunto de llanto. Yo, le cogí una de sus manos, y la apreté con fuerza.

-Nunca vas a estarlo- sonrió. En ese momento, alguien llamó a mi puerta con fuerza, seguramente, sería uno de mis compañeros. Le di un abrazo, y un beso en la mejilla, con mucha fuerza, para al final, acabar separándome de ella, frotar sus brazos y mirar a aquellos ojos cafés. Luego me di la vuelta, y sin mirar atrás, abrí la puerta, y salí de casa, encontrándome, efectivamente, con uno de mis compañeros.

***

La noche comenzaba a caer, empezando a dar las buenas noches al sol, y los buenos días a la luna. Los pájaros comenzaban a esconderse en sus nidos, lejos de aquellas ratas con alas, a las que nombran como, murciélagos.

Mis pasos resonaban sin ningún fin, gracias al eco que, reproducía el sonido del silencio, para dar más drama al asunto. Ya era costumbre patrullar a estas horas, y ya es normal encontrarse con algún que otro rival, caminando, como las ratas que son.

-Rakkun- alguien llamó mi atención, colocando en mi hombro su mano, lo que hace, que me giré, y me encuentre con aquella persona de ojos oscuros- Te dejo esta vez el ala oeste de la ciudad, hoy voy al ala este- señaló la dirección.

-Si claro, no hay problema- tras esa “conversación”, nos separamos, y yo, mantuve mi posición por treinta segundos, para a continuación, adentrarme en el ala oeste de la Villa.

Está parte, no es la que más me guste cruzar, pues es donde suele haber más rivales, y más ruidos, aunque, sorprendentemente, esta vez, solo había silencio.

Las farolas, alumbraban las calles por completo, dejando ver, hasta los pequeños charcos en las aceras. Me paré en seco, observando así, mi reflejo en un gran charco, con tal sorpresa, de volver a sentir pasos detrás de mí. Con miedo, me giro, y saco una pistola de mi bolsillo, para comenzar a apuntar, a la nada, ya que en ese instante, un gato caminaba tranquilamente.

-Volvemos a vernos- me giré en la dirección del charco, para ver como una pistola, a punto de ser disparada, apuntaba a mi cabeza- Parece que, esta vez, no tienes escapatoria- habló demasiado pronto.

Sin que él lo viera, levanté mi pierna, para darle una gran patada en el estómago, cayendo al suelo, y haciendo que el arma se disparara. Suelta ésta, y comienza a agarrarse el la parte que he dañado, para ahora, apuntar a su cabeza con mi pistola.

-¿Que haces aquí?- pregunté tranquila, aunque, no me duraría mucho tiempo. Aquel chico, que casi acaba con mi vida, días antes, observa la pistola, y haciendo la misma táctica que anteriormente, le pega una patada a mi brazo, haciendo que la pistola, saliera volando, más lejos que la suya. Esto le dio oportunidad, para levantarse, y sacudirse la ropa.

-Tenían razón- miró hacia atrás, para ver la pistola a lo lejos.

-¿Quien tenía razón?- no baje la guardia, en cualquier momento, podía aparecer alguno de sus compañeros.

-Mis estudios- siguió sacudiéndose la ropa, y colocándose bien, la camisa- ¡Me has manchado la camisa! ¡Tu sabes lo que...!

-¿Estudios? ¿Que estudios?- le interrumpí, cogiéndole del cuello de la camisa- ¿Por que no me mataste ayer? ¿Es por eso? ¿Que más sabes de mi? ¡Que planeas! ¡Responde!- sabía que la calma, no duraría mucho. El chico, tan solo sonrió.

-Si me sueltas, puedo decirte- pensé en tres segundos, las posibilidades que tenía aquel chico, de herirme, si lo suelto, pero teniendo en cuenta que está desarmado, no creo que haga nada, aunque también puede sacar un cuchillo de alguno de sus bolsillos, aunque son muy pequeños para guardar nada, así que, respiré hondo, y le solté- Gracias- se sacudió la ropa

-Te tengo vigilado, como hagas algún movimiento, prometo...-

-No voy a herirte, lo único que tenía era la pistola, y viendo que me has soltado y no has cogido el arma- señaló al rifle de mi espalda- eres de fiar- sonrió, de nuevo- puedo contarte- suspiro.

Se hizo el silencio, otra vez, escuchando tan solo un par de goteras y varias ratas caminar por nuestros alrededores.

-Veras- comenzó a contar- me gusta informarme de todos los sucesos, de toda la vida de mis enemigos, de con quién batallo- se quedó en silencio, para tragar saliva, y mirar a un charco, luego volvió a mirarme- Sé, que tienes una hermana pequeña, una madre trabajando en el castillo del rey, y un padre enfermo, es por eso que eres tú la que patrulla las calles, encargándote de tú familia y...-

-¡¿Como sabes todo eso?!- le cogí de nuevo del cuello de la camisa, y lo estampé contra una de las paredes. Faltaba un veinte por ciento, para lanzarle un puñetazo.

-Ya te lo he dicho- aún con una sonrisa en su rostro, lo que provocó, que lanzara un puñetazo directo a la cara, pero él lo paró, sin ningún problema- Estudio a todos mis rivales- una vez tranquila, bajé el puño, y lo solté, comenzando a alejarme de él.

No le quitaba la mirada de encima, aún sabía que alguno de sus compinches aparecería. Despacio, camino hacia donde había caído la pistola, y la recojo, guardándola en el bolsillo trasero.

-Creo, que deberíamos de presentarnos, ya que vamos a ser rivales- cogió su pistola, que estaba un par de centímetros más lejos de la mía.

-No somos amigos, somos rivales- intenté guardar la compostura, y continuar mi recorrido, por el ala oeste.

-¿Nunca has odio el dicho, “Ten a tus amigos cerca, pero a tus enemigos, aún más”?- comenzó a elevar la voz, ya que yo, seguía alejándome de él.

-Ese dicho no dice en ningún momento, que tengamos que ser amigos- me giré, y grité, viendo a el chico, debajo de la luz de una farola, otra vez, sonriendo.

-Tienes razón- me giré y seguí mi camino- por cierto, soy Hyurno, Hyu para los amigos- se presentó, aún sin saber, por que lo hizo. Por mi parte, solo obtuvo un levantamiento de dedo pulgar-¿No te vas a presentar?- añadió.

-¡Déjame en paz!- añadí, girándome de nuevo, haciendo que el eco, reproduciera esa última palabra. El chaval, volvió a sonreír, satisfactorio.

-Esta bien- observé cómo desaparecía en esa calle- Nos volveremos a ver...

...Rakkun.

~Continuará...~

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