⦁ Thinking Out Loud 💙

--Me tenía que haber quedado en casa... --Según la teoría de Briggs Myers, un cincuenta por ciento de la población mundial tenía inclinación a la introversión.
Incluso si algún agente no supiera interpretar cual era su ángulo de apertura a la sociabilidad exterior, Tamaki Amajiki lo tenía más claro que su propio nombre.
Y eso ni siquiera era exagerar.
Más de una vez se habría preguntado cómo sería su vida si tuviera habilidades sociales. Pero por otro lado... ¿Para qué le servían? ¡Para nada! Y entonces... ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué cuando por fin le había llegado a casa ese libro que pidió por Internet? ¿Por qué cuando había planeado mil cosas para hacer en su casa, él solo... (Entre ellas, dormir)?

Se sonrojó cuando se dio cuenta de que había expresado esa pregunta en voz alta. Y Nejire ni corta ni perezosa le dio una respuesta entusiasta.

--¿Porque acabamos de graduarnos? Vamos Tamaki, dale una oportunidad a todo esto. ¡Si con todo este ruido y toda esta gente vas a pasar desapercibido! Tú haz lo que quieras, imagínate que estás solo. --Aquella seguía siendo una razón para quedarse en esa fiesta más que horrible. --¿Qué es lo que no te gusta de la fiesta?

Tamaki estuvo a punto de reír.
Aquella no era la pregunta, no. La pregunta es ¿Qué tenía esa fiesta para que él considerase quedarse?
No le gustaba la gente, ni la música alta, de hecho ese estilo de música ni siquiera le gustaba, el retumbar en sus oídos le producía dentina, todo el mundo chillaba, las luces de colores cambiaban eventualmente y le impedían acostumbrar la vista a una iluminación estable, por no decir que le cegaba de vez en cuando.
No le gustaba tener a gente entrando y saliendo de la discoteca constantemente, tampoco le gustaba que tuvieran que rozarle el hombro o el brazo cada vez que se cruzaban contra él.
Las miles de cabezas patata que él había imaginado tampoco eran una gran ayuda...

Se preguntaba si podría comer marisco o moluscos en ese momento para crear una coraza gigante a su alrededor y permanecer en esa trinchera hasta que la fiesta pasase...

--Si hicieras eso, la gente te miraría aún más. ¿Cómo crees que se gestionaría un mejillón gigante en medio de la pista de baile? --Rió Mirio cruzandose de brazos y enarcando una ceja.

--¿H-he vuelto a hablar en voz alta?

--Sí. Quizá la fiesta te esté sentando bien. --Agregó con una sonrisa.

--No me hace ninguna gracia... Vuestras razones para que me quede no son muy convincentes, y yo no quiero estar aquí. Así que no me lo toméis en cuenta si decido... --Dijo tratando de calmarse lo mejor que pudiera, mirando al suelo y juntando las yemas de sus dedos perfectamente mientras esperaba a que Mirio y Nejire propusieran un mejor plan o pudiera irse solo a casa.

A Tamaki le gustaba estar solo.
Pero también le gustaba pasar tiempo con un grupo meticulosamente elegido de personas que pudieran hacerle sentir meridanamente cómodo. Y esas personas sólo eran Nejire y Mirio, y en ocasiones solo Mirio porque Nejire era como una cola de lagartija, le gustaba revolotear, hablar, gritar bailar, cantar... Y todo muy rápido.
Y Mirio... Mirio era... En fin.

Tamaki jamás habría imaginado que acabaría codeándose con alguien cuyo quirk tomaba base en desnudarse.

--Si estás nervioso, imagina que todo el mundo está desnudo. ¡Seguro que te funciona!

Tamaki no sabía si Mirio era consciente de que estaba diciendo esas cosas delante de una persona a la que le daba auténtico pavor bostezar delante de mucha gente.

--Escuchad... Debería irme... Ehm... Tengo que cuidar de Joulian.

--Tamaki, Joulian es un cactus.
Y los cactus no necesitan ni que los riegues. Vamos, ¡Quédate! Seguro que en cinco minutos aparece una razón por la cuál quieras quedarte, si te vas ahora, luego te lo contaremos y te arrepentirás de no haberte quedado... Debería venir en... ¡Ah! ¡Ahí está! --Nejire levantó sus brazos para llamar a una hermosa joven que buscaba con la mirada a aquellos que la habían invitado. Cuando localizó un agente dentro de la horda de estudiantes con el pelo celeste, que daba brincos a la velocidad de la luz y señalizaba como si estuviera pidiendo socorro, la joven sonrió y se hizo paso entre los estudiantes para llegar hasta ellos.

Tamaki palideció hasta que sus labios parecieron hechos de cera.

--¿Cómo ella está aquí?

--Oh, nos pareció que la mirabas mucho el otro día. Nejire pensó que haríais una buena y se entusiasmó con la idea de invitarla. (T/n) te gusta, ¿No? --Amajiki se preguntó si acaso tener repentinos deseos de estrangular a alguien concordaban con su perfil callado y tímido.
Pero lo habría hecho si tuviera la suficiente estabilidad emocional y física para hacerlo.

Por supuesto que le gustaba.
Le encantaba. Le fascinaba, le cegaba y le maravillaba.
Su solo pensamiento secaba su boca y detenía su respiración mientras aceleraba sus latidos... ¡Y ahora no había vuelta atrás!

(T/n) era una de las amigas universitarias de Nejire con las que la chica solía salir. Decir que a Tamaki le parecía preciosa era decir poco. Pero cuando les presentaron, hacía mes y medio cuando se encontraron con ella fortuitamente, Tamaki imaginó que esa chica estaba más que lejos de su rango de posibilidades... Aún si este ni siquiera existía.
Jamás se había sentido suficiente como para tener posibilidad de acercamiento con nadie, y es que él tampoco veía en nadie algo que pudiera llamarle la atención...
Pero en ella lo había visto...

Y sin embargo, la única persona que parecía poder encajar con él... Estaba en otra onda. Otro nivel. Como si el aire que ella respirase, el mismo aire que en vientos desordenaba su pelo fuera distinto.

--¡Hey! Nunca imaginé que elegiríais un sitio tan concurrido para vernos.

Pues ya somos dos...
Pensó él.

--¿Has sobrevivido a los exámenes (T/n)? Segundo de arquitectura... ¿No? --Preguntó Mirio animado.

--¡Sí! Alguno más difícil que otro pero no estoy disgustada. --Rió mientras analizaba a los dos chicos. --Tú eres... Mirio y tú... Tamaki. ¿Verdad? --Nejire sonrió asintiendo, Mirio la miró pensando que era muy agradable, y Tamaki luchó para no entrar en colapso cuando sintió lo precioso que sonaba su propio nombre cuando ella lo pronunciaba.

--Iré a por algo de beber. Yo os invito. ¡Mirio ven conmigo! A veces se me olvidan las cosas.

¡MENTIROSA TRAIDORA! ¡Nejire siempre sabía lo que pedían los tres para beber! ¡Y (T/n) era su mejor amiga! ¡Había una posibilidad entre cinco cuatrillones (Si ese número existía) de que se le olvidase.

--No me dejes aquí solo con ella. Voy a hacer el ridículo Mirio. --Rogó Tamaki en un hilo de voz.

--Haz lo que te he dicho. ¡Si te pones nervioso, imagina a (T/n) desnuda!

Jamás sabría por qué, pero por alguna extraña razón; el destino, Dios, el Diablo, Buda, la Diosa Madre Tierra, el Universo, o el método científico decidió que Tamaki no se desmyara en ese momento.
Lo cual no habría sido tan malo porque le habría otorgado una excusa magnífica para salir de la fiesta.

Nejire y Mirio se alejaron de ambos para ir a pedir las bebidas.
Y la atención de la joven se centró únicamente en Tamaki, quien luchó por hacer contacto visual con ella...
Aunque los ojos de la joven eran tan hermosos que... Resultaba imposible no perderse en ellos.

--No pareces muy simpatizante de las fiestas de graduación. --Sonrió la joven mordiéndose suavemente el labio.

--¿Se nota demasiado...? --Preguntó tratando de sonreír. Sus hombros no dejaban de temblar, y no sabía si la distancia que mantenía con ella era suficiente, o insuficiente. ¿Debería acercarse más? ¿Debería alejarse más? ¿Qué estaba pensando? ¿Por qué se mordía el labio? ¿Debería hacerlo él también?

Lo hizo, incluso si se olvidó de sonreír mientras lo hacía.
Tamaki no se dio cuenta de que aquello había sido una clara declaración de coqueteo y ella se sonrojó furiosamente, pero continuó hablando.

--A mi tampoco me gustan las fiestas. He venido un poco engañada. ¿Sabes? Nejire me dijo que nos viéramos, pero no sabía que era este sitio. La próxima vez andaré más espabilada y me enteraré del sitio.

--Nejire hace eso constantemente.

--¿Hablas desde la experiencia? --Sonrió enarcando una ceja.

--Si supieras... --La joven se echó a reír. --La verdad es que no me gusta estar rodeado de tanta gente...

--... Además gente que no conoces... --A Tamaki le brillaron los ojos.

--¡Exacto! Y siento que tendría mil cosas mejores que hacer en mi casa. Sin ver a nadie. --La joven asintió, y procedió a decir algo más pero alguien la empujó, estrellándola contra el pecho de Tamaki quien se balanceó un poco hacia atrás.

Tragó saliva y la miró con los ojos abiertos como platos. Sus hombros temblaban como una hoja en otoño, las manos de (T/n) fueron a parar a sus clavículas, y él sintió los taladrantes ojos de la joven que le miraban con juicio... O adoración.
Ella sonrió aún con sus mejillas en un vivaz color rojizo y colocó su pulgar en el oído de Tamaki para susurrar.

--¿Bailas?

Tragó saliva de nuevo y se acercó a ella para colocar la yema de su dedo en su oído para responder en otro susurro.

--No creo que te guste bailar conmigo. Ni siquiera sé. No sé qué se supone que tengo que hacer... --Dijo tratando de no trabarse con sus propias palabras.

--Yo tampoco. Pero no quiero quedarme aquí. En el centro la gente va más a sus asuntos... Sin embargo por aquí la gente solo sale y entra, y es más molesto. --Antes de que pudiera darse cuenta, (T/n) y él estaban teniendo una conversación que se basaba en susurros al oído, para que la música no pudiera ensordecerles.

No entendía nada. Se suponía que el alcohol desinhibía a aquellos que lo bebían, pero él no había probado una sola gota. Si estaba ebrio por algo, era por estar con ella.
Todo parecía más fácil cuando había alguien que le entendía.
Se sentía solo con (T/n) en una fiesta con miles de personas y aquello le encantaba.

--Hay una cosa que no entiendo... --Dijo él mirándola a los ojos, tomando sus hombros y hablando ligeramente fuerte para que ella pudiera escucharle a la vez que le miraba. --Si no te gustan las fiestas... Si intuías de alguna manera que Nejire iba a engañarte... Si no te gusta estar rodeada de gente... ¿Por qué accediste? ¿Por qué te quedas?

Ella se sonrojó y se acercó a él para volver a susurrar en su oído.
Más cerca que las otras veces.
Más íntima que las otras veces.
Y, a diferencia de todas esas otras veces, ahora podía sentir el calor del cuerpo de la joven irradiar su piel bajo su fina blusa de seda que dejaba ver sus hombros y su espalda. Su piel parecía ser increíblemente suave, Tamaki tenía una incesante necesidad de acariciarla y no sabía por qué diantres su timidez no ponía suficientes barreras para no ceder a aquel impulso.

Dejó que una de sus manos se posase sobre su hombro con delicadeza, y se estremeció cuando sintió su voz en su oído.

--Porque me dijeron que venías . Quizá te resulte extraño pero... Me gustaste en seguida. --(T/n) rio nervioso separándose lentamente de él mientras colocaba un mechón de cabello detrás de su oreja, sus enormes ojos se centraron en Tamaki, y le regalaron una mirada de ternura genuina que consiguió desarmarle. Nerviosa, volvió a morderse los labios, y Tamaki hizo lo mismo como si de su espejo se tratase.

Tenía que decírselo. Era su oportunidad. Y tenía que hacerlo rápido y bien si no quería dar a cuestionar su salud mental.
Se quedó sin respiración cuando solo pudo balbucear sílabas.

Me encantas.

Todo acabó mucho más rápido de lo que Tamaki hubo esperado, aún si sabía que la distancia entre sus labios era demasiado corta y su miedo por hacer el ridículo, colosal.
Todo acabó cuando se dio cuenta de que había hablado en voz alta por tercera o cuarta vez en la noche.

Bendita fiesta.
Fueron las últimas dos palabras que su mente proyectó antes de cerrar los ojos.

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