⦁ Billar 💙
--Es imposible que no sepas jugar. --Cuando ella le miraba así, sabía que una parte de él corría peligro. No sabía qué, ni cuándo. Ni siquiera sabía porqué corría peligro exactamente pero cielos... Todos sus instintos y reflejos se ponían alerta cuando ese destello juguetón le cruzaba los ojos, y Tamaki comenzaba a idear los posibles escenarios que podrían acontecer. ¿Qué sería lo peor que podría ocurrir? ¿Qué sería lo más ridículo que él podría decir? Necesitaba pensar en todas las cosas malas que podían ponerle en ridículo delante de ella para evitarlas a toda costa.
--¿Q-qué? --Ella rodó los ojos y se colocó una mano en la cintura, alzando una ceja y mirándole de arriba a abajo. La situación no podría ser más drástica.
--¿Me estabas escuchando? Te he dicho que no es posible que no sepas jugar al billar. Es algo casi de cultura general tonto. --Rió mientras dirigía la mirada de Tamaki hacia la enorme mesa de billar de tapiz verde y madera negra brillante. --Vamos a jugar una partida. Mi padre me enseñó cuando era pequeña. Ahora yo puedo enseñarte a ti. Además, no tenemos nada mejor que hacer.
A Tamaki se le ocurrían cuatro pdf's con ideas para hacer en aquel momento muchísimo menos arriesgadas que jugar al billar. Algo que, probablemente se le daría horriblemente mal. No estaba preparado. No con ella. No en ese momento. ¡Ojalá Nejire y Mirio le hubieran dado mejores consejos para estar con (T/n) en pareja!
Ser uno mismo era realmente fácil para Tamaki, porque fingir ser otra persona significaría inventarse un personaje emocionalmente estable, así que mantenerse como él mismo sin colapsar era relativamente sencillo. ¡Él no necesitaba que le dijeran que fuera él mismo! ¡Él necesitaba ser un profesional de billar en aquel momento antes de siquiera aceptar a jugar contra (T/n).
Y conociéndola, seguro que apostarían algo para el que ganase. ¡Por supuesto que lo haría! Y ella no tendría nada más que hacer que mirarle a los ojos por debajo de sus largas pestañas y sonreír lentamente para conseguir que le temblasen las rodillas. Aquello estaba destinado a ser un suceso fatídico, espantoso, terrible, apocalíptico incluso.
Salir del hotel corriendo y gritando playa abajo quizá haría que (T/n) se cuestionase una o dos cosas sobre su integridad social.
Pero siempre había un segundo plan. Siempre podía escribir a Nejire para que le contase cómo jugar al billar, o, más eficiente aún, cómo apañarselas para no morir de la vergüenza por cualquier cosa que ocurriera en los próximos diez minutos.
La respuesta de Nejire fue bastante precisa. "--¡Wow! Esta debe de ser la primera vez que inicias una conversación. Debería sacar una captura y pedir que lo pongan en mi tarta de cumpleaños."
No fue demasiado difícil para él entender cómo funcionaba. Meter las bolas de colorines por los agujeros, ya sean lisas o a rayas. Cualesquiera que le tocasen a él. Nejire le deseó suerte luego de unas cuantas instrucciones que probablemente se le olvidarían en los próximos tres segundos por los nervios.
--¿Quieres que te enseñe a jugar?
--...No... --Contestó tratando de ganar una ligera confianza en aquello.
--¿Seguro?
--... No. --Una sonrisa se abrió paso rápidamente en los labios de (T/n), quien consiguió que Tamaki también riera con ligero nerviosismo, ayudándolo a descargar la tensión.
--Ven aquí. --La joven colocó una moneda sobre la ranura, dejando que esta cayese con su propio peso en un sonido metálico que comenzó a rebotar en el interior de la maquinaria de la mesa. Al parecer poca gente jugaba con ese billar.
Las bolas pesadas y coloridas cayeron, lisas y rayadas. Así como también cayó la blanca.
--Ahora se colocan así... Con este cacharro... --Tamaki observó cómo (T/n) ordenaba las bolas en un triángulo con un molde, y luego dejaba el molde apartado del juego. Tomó la bola blanca entre sus manos y se la dio a Tamaki para que la tocara. --Con esta bola es con la que vamos a jugar principalmente. El juego trata de precisión, puntería y hacer carambolas y piruetas con ellas. Tienes que meter las bolas que te toquen en las troneras mediante estrategia.
--¿Qué bolas me tocan?
--Eso lo decidiremos ahora... ¿Sabes golpear con el taco del billar?
--Ni siquiera sabía que se llamaba taco. Creía que era un simple palo. --La joven ahogó una pequeña risa malvada mientras ladeaba la cabeza y Tamaki tragó saliva.
--¡Hey! Tengo una idea. Hagamos esto más divertido.
--Sé lo que vas a decir. --Murmuró con una sonrisa nerviosa. --Quieres que nos apostemos algo. ¿No es cierto?
--Por lo que veo, si lo que te ofrezco no es lo suficientemente atractivo para ti, no vas a querer apostar. --Él le regaló una sonrisa tímida, como pidiéndole que se apiadase de él. Y asintió con la cabeza. --Está bien. Si yo gano... Hacemos lo que yo quiera. Y viceversa.
--No no no... Decídelo ahora. Quiero saber cuáles serán las consecuencias si pierdo... Por favor. --Dijo rascándose la nuca con el corazón a la velocidad de la luz. Sintiéndose asustado pero a la vez, curiosamente espectante de las palabras que podrían salir a continuación de los labios de (T/n).
Sintió cómo contenía el aliento cuando ella se acercaba a él sigilosa como una serpiente, con una sonrisa maliciosa pero que por alguna razón, le sentaba de maravilla. Nunca había sentido apego ante alguien con una sonrisa peligrosa, pero empezar a salir con (T/n) y eventualmente disfrutar de cada una de sus miradas, de sus ojos de gato, de sus palabras dulces, de sus sonrisas letales, de su mentalidad brillante... Tamaki descubrió lo tremendamente infiel a sí mismo que fue cuando comenzó a intoxicarse con adrenalina. Cuando el perfume del peligro le sentaba mejor que el de la simple calma. Haciendo que ambos disfrutasen de mayor manera de aquestos minutos tranquilos que ambos tenían en presencia del otro, y solamente del otro.
Quizá eso era lo que más le gustaba de (T/n). Que veía un tesoro de diamantes escondido dentro de ella... Custodiado por una férrea y perfecta arquitectura que solo él sabía analizar. Incluso si no sabía jugar al billar.
--Está bien. --Dijo susurrante entrecerrando sus ojos y batiendo lentamente sus pestañas. --Si tú ganas... Podemos quedarnos esta noche en el hotel. Al fin y al cabo es el primer día y te vendría bien un descanso de tanto ruido urbano. ¿No crees?
Honestamente. Tamaki necesitaba un descanso de ruido urbano cada tres minutos.
La idea de quedarse en el hotel se iluminó en sus facciones como una aparición divina. Ya casi podía sentir la compañía de un libro y una bebida caliente entre las sábanas con (T/n) a su lado... Incluso si estaban en julio y las bebidas calientes no eran las mejores para ese momento.
--¿Y si tú ganas? --Algo pareció desencadenarse dentro de la mente de (T/n) cuando se acercó a él y comenzó a rodearle mientras andaba, como un lobo tratando de cercar a su víctima, como una víbora tratando de hipnotizar un ratón.
--Si yo gano... --Sintió la respiración de (T/n) en su oído. Maldición, ¡Sabía cómo ponerle nervioso! ¡Eso era injusto! Por muy bien que se sintiese...
--Te estás aprovechando demasiado. --Gimió con pasividad. Ella sin embargo se alejó un poco de él, aún con su sonrisa maquiavélica.
--No tengo ni idea de lo que estás hablando. Bueno, si gano yo... Elijo la película. La verdad es que hoy tampoco me apetece demasiado salir. --Se estiró ligeramente y tarareó en un suave quejido. --Mmm... ¿Te parece bien? Yo también estoy cansada. No te creas... ¿Trato hecho?
Ella alzó una ceja y le tendió la mano.
Tamaki sentía estar pactando con Satán o Rumpelstiltskin.
--Trato hecho... Enséñame a golpear con esto. --Dijo tomando aire alzando la barbilla, construyendo una muralla de arena y confianza a su alrededor.
--Imítame. --La joven tomó uno de los tacos y pegó sus caderas a la mesa, dejando una pierna hacia atrás para tomar mejor ángulo. Tamaki por su parte comenzó a ver las lagunas del trato con (T/n); aquellos pantalones cortos le quedaban demasiado bien... Dejó caer su cuerpo hacia delante manteniendo el taco en diagonal, controlando con su brazo desde atrás, pasando suavemente la punta de este por un orificio que ella había creado entre sus dedos. Suspiró para relajar su posición y dejó que su cabello se deslizase por su espalda mientras subía sus ojos hacia los de Tamaki...
Quien la miraba con los ojos abiertos como platos, mordiendose mcon nerviosismo el nudillo del dedo índice. Cuando este calló de sus labios, ni siquiera alcanzó a cerrar la boca.
Un sonido seco le asustó cuando (T/n) golpeó las bolas con la blanca. Una de las bolas cayó dentro de una tronera central y (T/n) sonrió orgullosa. --Lisas.
--Rayadas.
--Sigo tirando. --Le dio la vuelta a ña mesa para llegar a la bola blanca y volver a adoptar una posición de tiro. Centró su atención en una de las bolas y... Falló. Sin embargo la sonrisa que se ensanchó en sus labios le hizo cuestionarse si lo había hecho a propósito. --Tu turno.
Asintió para sí concentrándose en una bola rayada mientras entrecerraba los ojos y trataba de copiar con su cuerpo la posición de (T/n). No muy seguro de estar haciéndolo bien, la miró a ella, quien sonrió con aprobación.
Tomó aire, deslizó su codo ligeramente hacia atrás y aseguró el tiro contra el centro geométrico de la bola... El sonido de la bola cayendo al vacío interior de la mesa le indicó que había acertado.
Quizá aquello pudiera resultar mejor de lo que él mismo esperaba.
--¡Muy bien! --Aplaudió ella. Él se rascó la nuca con un bello sonrojo sobre sus mejillas. --¿A por cuál irás ahora?
Localizó una rápidamente y la señaló con la barbilla. Se posicionó cerca de ella y... Sintió cómo todas sus articulaciones se volvían de mantequilla cuando sintió el perfume de (T/n) demasiado cerca de él.
No sólo su perfume. Su presencia, su respiración, en aquel jadeo contenido que parecia delatar la atención que la joven tenía puesta en los movimientos de Tamaki. Sintió cómo se mordía los labios.
Comenzó a temblar. Pero no de timidez. Tamaki temblaba de deseo.
Trató de concentrarse en la bola... Y su corazón dio un vuelco cuando consiguió otra dentro de la mesa.
--Nunca mencionaste que eras un profesional en el billar... --Susurró en su oído. La tensión le cortó la garganta cuando giró la cabeza y se encontró el rostro de (T/n) tan cerca del suyo, mirándole desde abajo, con aquellas hermosas y largas pestañas batiendose como las alas de una mariposa en un movimiento que lo tenía en trance.
--N-no es algo de lo que suela alardear. --Contestó siguiendo su juego. --¿Vuelvo a tirar?
Ella asintió. La batalla había comenzado... Y ambos estaban bastante igualados.
Sin embargo el resultado final solo pudo ser uno. Rodeado de miles de estímulos, la mitad le gritaban que corriera y la otra que la besara. Su lucha interna por el amor a la calma y la lujuria por el peligro. Su respiración en su cuello, lo innecesariamente cerca que ambos se posicionaron uno al lado del otro. La manera en la que Suneater desearía que esa partida de billar no terminase nunca, el placer de sentir que por una vez ambos estaban igualados... (T/n) jadeó cuando el resultado se anunció en sus mentes.
Él había ganado.
Una gota de sudor se deslizó por la frente de (T/n) cuando Tamaki se acercó a ella con la expresión de inocencia más genuina que él había visto. Aún si podía jurar que su respiración se había vuelto pesada, que su cuerpo temblaba y que sus mejillas estaban tres tonos más rojizas que de un sonrojo habitual. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella, le sintió diez grados más caliente...
--V-vamos a jugar otra vez. --Respondió con su voz en un hilo, ronca y casi ahogada. Necesitado de tomar algo de agua para eliminar esa sensación de vacío en su boca... O de sentir su lengua contra la de ella.
--¿Otra vez?... --Preguntó con un latido cardíaco irregular, pero condenadamente potente pulsando contra sus oídos.
--Sí, pero esta sin hacer trampas.
--Nunca dije que no pudieramos hacer trampas.
Ella se acercó a él y le miró desafiante. Tamaki jamás se había sentido más vivo en toda su vida. Ahora estaba jugando a los juegos de (T/n), estaban en la misma arena, con el mismo temblor de piernas, con el mismo sudor helado, los mismos corazones acelerados que les arrastraban hacia el otro como un imán. Despegó sus labios para hablar y suspiró, golpeando a la joven con su aliento pesado y candente.
La inocencia y la dulzura nunca dejaron su voz genuina.
--Entonces yo también las haré...
💙
No sé si debería disculparme por crear otro libro de One Shots esta vez de Tamaki Amajiki... O por no haberlo hecho antes lmao.
Ojalá les haya gustado 💙
Tendrán la misma dinámica que los de Hawks. ¡Denme tiempo a currarme un separador bonito !
See you in hell little sinners! 💋
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