Día 6: Perfecta.


Día 6: Matrimonio.


Sus ojos se abrieron automáticamente, se quedó quieta unos segundos, hasta que percibió la lenta respiración a su lado. Giró el rostro y lo vio profundamente dormido, lo cual era su señal para poder actuar. Se levantó lentamente de la cama, deshaciéndose del brazo que rodeaba su cintura y se dirigió, mirando un par de veces atrás para asegurarse que no lo había despertado, hacia el baño.

Cuando estuvo dentro cerró la puerta con rapidez y se apoyó en ella. Se mordió el labio inferior, se sentía cansada, el día de ayer había sido agotador al verse involucrada en derrotar a una organización que intentaba surtir un cargamento de sustancias prohibidas. Había llegado lo suficiente tarde pero él estaba esperándola, como siempre, con una sonrisa y la cena lista.

O las veces que él solía llegar tarde, en caso contrario sus papeles se invertían.

Esa había sido su rutina desde que se casaron, unas semanas atrás. Había sido una reunión intima, pero que ambos disfrutaron de sobremanera y de esa forma empezó su vida de casados. Una vida tranquila donde salían a pelear con villanos y regresaban a casa, despertaban y se dormían juntos, salían juntos a algún sitio o restaurante, momentos que Nejire atesoraba, porque estar con Tamaki era algo que había deseado hace tanto tiempo.

Y ahora era una realidad.

Lo suficiente perfecta que Nejire temía que algo pudiera arruinarla, el vivir juntos no era algo que debería tomarse a la ligera. Había escuchado a amigas quejarse de que el comportamiento de sus esposos cambió cuando empezaron a vivir juntos o que no eran tan perfectos como pensaron. Se quejaban de que roncaban, que dejaban alguna cosa sucia, que tenía nulos conocimientos en la cocina o que no ayudaban con las labores de la casa justificándose por su trabajo de héroe.

Para Nejire, Tamaki era... perfecto. Ella misma lo había observado mientras dormía, no roncaba ni hacía sonidos extraños, en cambio le otorgaba un sentimiento de paz verlo a su lado. Y cuando él abría los ojos en la mañana, Nejire se regocijaba, sin creerse de que por fin podría estar de esa forma con él. Amajiki era lo suficientemente limpio, cocinaba excelente y era su centro de reconforte para Nejire cuando no había sido un buen día.

Él era perfecto, al igual que su matrimonio y por eso mismo, Nejire se esforzaba cada mañana para que Tamaki la encontrara perfecta. Ellos habían salido durante tanto tiempo y en cada cita o encuentro que tenían, Nejire se arreglaba lo mejor posible, utilizando ropas adecuadas y maquillándose para que ninguna imperfección quedara al descubierto, todo eso para él. Tamaki siempre se lo decía, lo hermosa que se veía.

Ella quería que Tamaki la viera hermosa cada vez y por eso, cada mañana se levantaba antes de que la alarma sonara y acudía al baño, para arreglarse lo más natural que podía. Toda persona al despertar era un desastre en apariencia y era algo que Nejire no quería que Tamaki supiera, quería que él siguiera teniendo el mejor concepto de ella.

Peinaba su largo cabello perfectamente, se lavaba la cara y los dientes para quitarse cualquier mal aliento, se rizaba las pestañas y aplicaba un ligero toque de rubor en sus mejillas, al final aplicaba un ligero toque de brillo en sus labios para evitar que se vieran resecos. Una vez que terminaba, regresaba a la cama, como en esa ocasión.

Regresó sobre sus pasos, hizo a un lado las sábanas, se recostó a su lado, observándolo dormir, antes de obligarse a cerrar los ojos. Estaba lo suficiente despierta para volver a dormir, así que solo aguardaba unos minutos antes de que la alarma sonara, como sucedió.

Tamaki abrió uno de sus ojos, giró en la cama y logró sujetar su móvil para apagarlo. Volvió a girar en la cama y observó a Nejire, tan perfecta como cada mañana, despertar con los ojos entrecerrados.

—Buenos días.

Él se acercó, la rodeó con sus brazos y la atrajo hacia él, disfrutando de esa cercanía.

—Buen día —Nejire le sonrió radiante. —Me encargaré del desayuno.

Ella salió de la cama y corrió hacia la cocina, con tanta energía aún después de despertar, que Tamaki se sorprendía de ello. Su mañana fue tranquila, con ambos desayunando juntos y saliendo juntos al trabajo, con la promesa de encontrarse en la tarde para comer juntos.

El día transcurrió sin contratiempos y regresaron a casa, Nejire se acurrucó en los brazos de Tamaki en la noche, mientras veían una película en televisión, hasta que el sueño los alcanzó.

Nejire durmió tan profundamente en los brazos de Tamaki, que fue difícil despertar. Cuando lo hizo se sobresaltó, tomó su móvil y vio que le quedaban cinco minutos.

Se levantó de prisa, corrió hacia el baño y comenzó a lavarse la cara, al mismo tiempo que se lavaba los dientes, con la adrenalina corriendo por sus venas. Si escuchaba la alarma, estaba perdida. Se inclinó, enjuagó la boca para deshacerse de cualquier rastro de pasta dental y se enderezó para verse en el espejo, aunque no vio su reflejo.

Sino el de Tamaki, que estaba de pie detrás suyo. Ambos se miraron por el espejo durante varios segundos, antes que Nejire soltara un grito y le lanzara una toalla al rostro, para impedir que la viera ¡No estaba lista, no era el momento!

—¿Qué sucede? —Tamaki intentó quitarse la toalla, acto que logró, pero Nejire volvió a lanzar otra. —¿Pasó algo?

Nejire sentía que todos sus esfuerzos se iban desmoronando sin poder evitarlo, el pánico la atacó, pero pronto vio a Tamaki quitarse la toalla y se acercó hacia ella, con un gesto de preocupación.

—¡No puedes verme, aún no estoy lista!

—¿Por qué no? —Tamaki levantó una ceja confundido, hasta que consideró una idea — ¿Todo esto es porque aún no terminas de arreglarte?

Nejire se quedó quieta de pronto, y giró para verlo, con el rostro conmocionado.

—¿Todo este tiempo...lo sabías?

Tamaki dejó las toallas a un lado y dejó salir un suspiro, asintiendo, se rascó el cuello con nerviosismo, observaba el suelo. Por supuesto que se había dado cuenta, cuando Nejire desaparecía de sus brazos, él se despertaba de forma automática. Desde la primera vez que durmieron juntos, él no podía dormir sin tenerla a su lado, su ausencia le pesaba demasiado y eso lo llevó a abrir los ojos, en cada ocasión veía el baño cerrado y cuando ella regresaba, el olor a pasta dental, el jabón y aquel labial que a él tanto le gustaba eran evidentes.

No tardó mucho tiempo en unir esas piezas y entender lo que llevaba a Nejire cada día a levantarse más temprano.

Levantó la mirada para observarla y la encontró con un puchero adorable en el rostro.

—¿Has estado burlándote todo este tiempo?

La sonrisa de Tamaki desapareció, se acercó hacia ella, la rodeó con sus brazos, a pesar de que ella quería tomar su distancia, avergonzada por haber sido descubierta.

—Claro que no, si tú quieres hacer esto, está bien. —Él atrajo su mirada y la observó con cuidado, con una sonrisa torcida en sus labios. —Para mi siempre te ves hermosa, no importa tu apariencia, cada día eres más perfecta.

Nejire sintió su pecho estremecerse ante las palabras de su esposo y presa de la emoción se acercó y lo besó, porque él siempre decía las palabras perfectas en el momento indicado. Toda su inseguridad se fue y se concentró en besar aquellos labios que tanto amaba.

Él siguió sus labios con intensidad y pronto ambos retrocedieron, hasta que Tamaki terminó cayendo en la cama y Nejire se colocó encima, se acercó de nuevo y volvió a besarlo, mientras sus manos se adentraban por debajo de la ropa de Tamaki, con la intención de demostrar cuanto lo amaba esa mañana.

Tamaki, con el poco raciocinio que le quedaba escuchó la alarma sonar detrás suyo y recordó que debían ir a trabajar pronto.

—Nejire... —Sus palabras se cortaron cuando ella besó su cuello.

Dejó de pensar y se sumergió en la calidez de Nejire, ese día llegarían demasiado tarde a sus trabajos, pero no era algo que importara, no con Nejire pronunciando su nombre una y otra vez.

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